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Entre dos - Capítulo 1

4 participantes

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1Entre dos - Capítulo 1 Empty Entre dos - Capítulo 1 Sáb Jul 31, 2021 11:03 am

Ceshire

Ceshire
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Título:Entre dos

Autora: Ceshire

Fandom: Candy, Candy

Parejas: Candy/Terry – Candy/Albert

Threesome: Terry/Candy/Albert

Género: Drama/Romance

Rating: MA

Disclaimer: Los personajes del universo de Candy, Candy pertenecen a Mizuki e Igarashi y han sido utilizados en este fanfic sólo con motivos de diversión y sin ningún fin de lucro.

Resumen: Candy conoce el amor de ambos y unas semanas antes de su boda conjunta con Albert, se reencuentra con alguien del pasado. ¿Quién es ella para negarse el placer de sentir la pasión que ambos le profesan?

Advertencia: Este fic es lo que se puede considerar un PWP o "Trama, ¿cuál trama?" porque es una mera excusa para narrar una escena threesome, si eres sensible al tema, por favor no lo leas.

Aclaración: Aunque seguirá ciertos acontecimientos del anime, no será totalmente canon ni tampoco respetara del todo las personalidades de los personajes.

Dedicatoria: Para AyameDV, gracias por el empujón que necesitaba para atreverme a publicar esta historia.

Capítulo 1


Es de ella. Mi mente repite esa frase una y otra vez. Ella lo necesita. Ella lo necesita. La nieve sigue cayendo y la calle está casi vacía, lo que me da la suficiente intimidad como para derramar las lágrimas que he soportado todo este tiempo. Tiemblo, tiemblo a causa de los sollozos que se atoran en mi garganta. El vació en la boca de mi estómago no es por hambre, ni miedo, mucho menos de angustia, es de necesidad. La necesidad de tocarle y besarle por última vez, pero es impensable. Él debe quedarse con Susana. Me repito.

- Candy – escucho pero no me detengo, aun así ese susurro logra que se me erice el vello de la nuca y los brazos. Suspiro quedo, tan bajo que sé que no ha escuchado mi ronco quejido. No quiero mirar, pero lo hago, por encima del hombro.

Está a solo unos metros, de pie y con la mano estirada en mi dirección. Ha dejado su abrigo y lo escucho castañear los dientes a causa del frío.

- Terry – él me mira con sus ojos azulados que parecen más oscuros, océano en tempestad que me traspasa como si una sola mirada bastara para leer dentro de mí y a través de mí.

Desvió la vista, incapaz de mirarlo otro segundo ante el temor de que escuche el acelerado latido de mi corazón.

La nieve sigue cayendo como si quisiera congelar ese momento, él da un paso y yo vuelvo la mirada de nuevo a sus ojos. Su cabello castaño más largo que nunca parece pedir a gritos que sumerja mis dedos entre los espesos mechones, pero hago oídos sordos. Él es de Susana. Es la cantinela que me ha servido la última hora para alejarme, pero con él caminando hacia mí aquello parece exacerbarme. Trago con fuerza las lágrimas llenas de dolor, no quiero que él me vea así. Tenemos que ser fuertes. Tenemos que ser…

Su cercanía me aturde y mi cuerpo reacciona, ese vació en el estómago es casi doloroso, apretando mis entrañas. Terry me tiene abrazada a él. Cierro los ojos. Susana. Susana lo necesita. Ella… y no puedo continuar su abrazo no me lo permite, siento el deseo de besarlo y me espanto de la fuerza de ese anhelo.

- No te vayas, Candy – susurra con la voz ronca, respiro hondo, pero soy incapaz de decir nada – quédate conmigo. Solo esta noche. Quédate.

Mis rodillas a duras penas me sostienen. Susana lo necesita… ella lo ama… él me aleja un poco y noto las lágrimas que resbalan por sus mejillas, levanto a mano y con mi pulgar las limpio. Su rostro está frío cuando coloco mi palma en su mejilla y noto cómo se dilatan sus pupilas, él inclina la cabeza profundizando el contacto y sin dejar de mirarme, besa la palma de mi mano.

◦•●◉●•◦ ◦•●◉●•◦

La llamo para que se detenga porque no puedo dejarla ir así, ella siempre fue mi remanso de paz, mi fuerza, la colegiada de la que me enamore, pero mientras me acerco, noto que ya no es una chiquilla y cada célula de mi cuerpo se excita ante su cuerpo que ha florecido sin que me diera cuenta. Recorro sus curvas con detenimiento mientras me aproximo a ella lentamente. Los tiernos montículos de sus pechos que se agitan con cada respiración. Me mira, sus ojos verdes e inmensos me leen profundamente. La abrazo, su piel huele a una dulce fragancia que he memorizado, pero al mismo tiempo es diferente, como si no le perteneciese.

Me toca la mejilla y quiero más de aquel contacto, más de ella. Lo quiero todo. Tengo diecisiete años y un compromiso que no adquirí. Tengo diecisiete años y estoy muriendo por dentro al saber que ella se ira y eso me aterra. Tengo diecisiete años y de pronto, soy consciente de que todo lo que soy se transforma sin que pueda hacer nada para evitarlo. Mi mundo es blanco o negro, pero entre aquellos dos matices, esta ella. Candy.

Susana. Susana sacrifico su vida por mí. Ella… beso el centro de su palma y tiemblo, debo luchar para no sucumbir al deseo, pero me atrapa, me atrae y me empapo de esa delirante sensación.

Queremos sentir un último retazo de cordura mientras caminamos bajo la nieve hacia mi departamento. Pero no lo hay. Caminamos tomados de la mano. Quiero decir algo, pero no soy capaz. La contemplo de reojo y la descubro mirándome, siento un vuelco al comprobar que ella está sintiendo lo mismo, porque lo que su mirada grita es demasiado intenso.

Entramos a mi departamento tomados de la mano y en cuanto la puerta se cierra, la acerco a mí, nos miramos en la penumbra del lugar. Entrelazo mis dedos con los de ella. Hemos sido novios, pero nunca antes habíamos estado así de cerca y me gusta la sensación y me izo a ella con desesperación. Mi otra mano se cierra en torno a su cintura y caminamos de espaldas lentamente, moviéndonos al unísono, en un baile extraño que es guiado por nuestra respiración y los erráticos latidos de nuestros corazones.

Cuando la beso ella sabe a dulce y sus labios están calientes, muchas veces soñé con ese momento, con unir mis labios con los suyos y que ella me correspondiera. Un quejido escapa de lo más hondo de su garganta cuando mi lengua se frota con la suya. La sostengo por la cadera mientras ella se aferra a mi cuello. Jadeo más fuerte, profundizando el beso, sus labios se abren y se entregan y yo tomo cuanto puedo, sin sentir que me sacio de ella, por el contrario, siento el ansia de más, me aparto resollando y con impaciencia tiro del saco y la camisa. La ayudo a deshacerse de su vestido mientras seguimos enredados en caricias cada vez más ardientes. Paso mis manos por su espalda, amasando sus glúteos frotándome desesperado contra ella.

Tiene las manos frías cuando por fin se atreve a tocarme por primera vez el torso desnudo. Delinea una cicatriz de cuando estaba aprendiendo a montar. Suelto su cabello de sus coletas y cae en indomables mechones.

◦•●◉●•◦ ◦•●◉●•◦

Durante el trayecto en tren y, aún mucho tiempo antes, me había permitido fantasear con la idea de abrazarlo y besarle, de que me tuviera entre sus brazos como ahora, sin embargo, el Terry real es mucho más apasionado y decidido de lo que nunca imagine. Caminamos, enzarzados en una pelea por deshacernos de las prendas que nos estorban. No hay espacio para el miedo o las dudas, esas vendrán mañana, el peso de la existencia de Susana y la responsabilidad de ambos con ella, pero lo que ahora nos envuelve es puro y simple amor. Me pongo de puntitas y hundo los dedos en los mechones castaños, apartándolos de su rostro para poder mirarlo a los ojos. Mis piernas están ligeramente abiertas, con su rodilla izquierda entre ellas. Sonrío y me acercó. Su aliento ardiente y apresurado me baña las mejillas. Los iris azules parecen más intensos y me pierdo en ellos. El corazón me late fuerte en el pecho mientras dejo rodar las yemas por la línea oscura que divide su vientre hasta perderse en la cinturilla de los pantalones. Su piel esta fría y puedo percibir el pulso acelerado bajos sus labios. Pasa su lengua por mi cuello, lamiéndolo, saboreándolo. Se pega más a mí, sintiendo mi pecho totalmente contra el suyo y sonríe un poco al notar mis senos endurecidos y mis pezones erectos por el placer que él me estaba produciendo. Sube una de sus manos por mi brazo y llega a uno de los objetos de su admiración, pasando un solo dedo por sobre la tela del sujetador en un movimiento circular sobre este, endureciéndolos más. Jadeo sin poder resistirme. Gime, mientras su otra mano recorre mi espalda y sus dedos abren con torpeza el broche del sujetador, cierro los ojos permitiéndole observarme casi con reverencia, sé que inclina la cabeza porque siento cómo me prueba, su lengua caliente y juguetona se lleva todo rastro de aliento mientras dibuja arabescos y sus palmas acunan las curvas de mis senos.

Gimo de placer, demostrando y delatando mi grado de irreversible excitación. Rueda sus dedos por mi cintura, apretándome contra él y puedo sentir su virilidad en todo su esplendor.

Con su vista puesta en mis bragas sé de inmediato que ha notado el evidente color oscurecido en donde está el centro de mi placer, pero yo solo puedo gemir totalmente fuera de control. Terry decidido a terminar con mi suplició me besa nuevamente, pero solo por un momento, y empieza a bajar por mi cuello y hasta la altura de mis pechos, a los que besa y luego pasa su lengua por mi ombligo, no puedo más, estoy temblando por completo cuando de nuevo me besa, baja sus dedos hacía mi zona intima, presionándolos y abriéndose paso a un lado de la tela, empezando a jugar sin restricciones. Amasando con lentitud mi zona y con movimientos circulares me hace sentir una vibración en la parte baja de mi vientre, trato de cerrar las piernas, pero él no me lo permite porque el movimiento de sus dedos es más preciso, rápido y fuerte, llevándome a mi primer orgasmo.

- Eres hermosa, Candy – me susurra y siento que todo es algo irreal, estar de pie, frente a él, temblando por dentro y por fuera tras la explosión. Alza el dedo con el que me ha acariciado y noto que brilla, él roza mis labios, mi cuello, mis senos y me derrito porque su toque es cariño, es amor, es hambre y lujuria.

Terry hunde un dedo en mi sexo que de inmediato se llena de mis jugos y comienza a jugar allí, entrando y saliendo a su antojo.

- Ya, ya – jadeo sabiendo lo que se avecinaba y él agrega otro invasor a mi placentera tortura y con su pulgar estimula mi punto exterior. Me contraigo alrededor de sus dedos al tiempo que grito su nombre.

Le aprieto contra mí y nos uno en un beso, su boca jugosa me devora mientras el calor pulsa en mi interior y se hace intolerable, estoy húmeda y necesitada. Bajo la cabeza para besar su pezón y recorro su torso con mi lengua, me armo de valor y me deshago de su pantalón. Le miro mientras bajo lentamente mi mano y con ella intento abarcar toda esa inquietante dureza. Es tan raro, por un instante no concilio esta apabullante virilidad con la imagen del rebelde del San Pablo, porque éramos dos niños, pero el Terry que tengo frente de mí es un hombre, un hombre que me sujeta y me ciñe a su cuero con una fuerza hasta ahora desconocida mientras me vuelve a besar.

- Te amo, Candy – me susurra en el oído – no lo olvides.

- Yo también te amo, Terry – respondo y jadeo con fuerza mientras tiro de su ropa interior y la aparto. Paso los ojos hambrientos por su anatomía, deleitada por sus formas, por el modo en que su pecho decrece, hasta llegar a las caderas robustas. Siento el deseo irreverente de saborear, morder y explorar con mis labios y mi lengua toda esa belleza. El oscuro sendero debajo de su vientre es áspero bajo mis yemas, abro los dedos y le acuno.

◦•●◉●•◦ ◦•●◉●•◦

Candy besa mis pezones en un ligero toque que apenas puede calificarse como un beso, pero que es electrizante y exquisito. Gimo y la guio mientras ella recorre mi pecho con su lengua húmeda. Y mi goce crece y me arqueo, mi erección pulsa dolorida contra la tela de mi pantalón. Quiero llevar su mano hasta allí, pero titubeo, no así ella que sabe que la necesito en aquella parte de mi cuerpo que nadie conoce, que nadie más que yo ha acariciado.

Se irgue y nos separamos un instante, el tiempo necesario para mirarnos a los ojos y no necesitar palabras para comprender que ambos lo deseamos. Nunca había deseado nada como aquello en toda mi vida y que sea Candy parece ser lo correcto, a ella podría entregarle mi vida entera.

Gruño cuando mi lengua de nuevo se hunde en su boca y ella, temeraria, guía sus dedos sobre mi sexo y los mueven.

- ¡Oh, Dios! – y sé que con eso bastaría para explotar en mil pedazos por el placer de que sea ella, precisamente ella, la que me esté tocando.

Pero nos merecemos ir despacio y nuevamente rozo sus labios.

◦•●◉●•◦ ◦•●◉●•◦

Entre un montón de abrazos entrecruzados, llegamos a la pequeña cama, mis piernas rodean su cintura y siento su peso al tendernos sobre el colchón, le inundo la boca, gimiendo a causa de su calidez, sentirle sobre mí es lo más apasionante que he experimentado en toda mi vida. Su espalda ondula mientras se mueve, buscando más de mí y yo anhelo entregárselo todo, lo sujeto y alzo las caderas, sus manos me recorren mientras el beso se vuelve insaciable, intenso. El flujo de sangre de Terry se ha concentrado en ese único punto donde su dureza se frota con mi humedad y se siente bien, tan placentero.

Flexiono las rodillas, sus brazos me acaricia. Nuestras pieles están sudadas y calientes, el aire huele a almizcle, nuestras salivas mezcladas, nuestro deseo se ha desatado y esta hambriento.

- Candy… quiero… por favor – resopla en mi oído, estremeciéndome al sentir su pelvis anclándome contra la cama, en esta posición me es imposible pensar, pero de todas formas, no quiero hacerlo, solo quiero sentir. Sentirlo a él. El roce contra su miembro es inquietante y me obliga a arquear el cuerpo buscando más contacto, necesito hacer que aquella comezón se calme, es casi dolorosa. Lloriqueo al sentir nuevamente su yema explorándome, tentativa. La suavidad de sus labios sobre mis pechos me rebasa y su solícita mano creando círculos me enloquece, quiero cerrar las rodillas, pero el clímax me azota fuerte y con violencia. Terry gime, sus dientes me tienen presa, la succión amplifica los espasmos que me recorren y parecen no tener fin.

Terry tiene su rostro en el hueco de mi cuello, puedo sentir su sudor deslizándose por su frente y lo único que se me ocurre es besarle, besarle con toda el alma y las ganas contenidas. Quiero estar cerca de él, tan cerca como nunca lo he estado de nadie. Lo necesito dentro, con fervor y guió mi mano hacia su erección sin apartar mis ojos de los suyos.

Gemimos cuando juntamos nuestros sexos y él se hunde en mí, vulnerándome de formas que van más allá de los físico, al principio duele y molesta, pero al poco, nos acoplamos no sin cierta torpeza, sus jadeos percuten en lo más hondo de mi ser. Lo deseo. Deseo estar así, entregada, vulnerable y expuesta ante él y pese a ello, soy consciente del poder que poseo sobre Terry. Sus gestos me erizan entera y mi vientre vibra de puro placer con cada embestida. Terry me busca, me besa, jura y corcovea con un ritmo frenético que me lleva lejos mientras alzo el trasero viviendo en mi delirio cuando mi cuerpo convulsiona y Terry se mueve con una velocidad gradual. Sus jadeos llenan el departamento y son solo opacados por el ruido de ambos cuerpos estrellándose uno contra el otro. Cierro los ojos, concentrándome en todas las sensaciones que él le ofrece a mi cuerpo. Pronto él llega al punto álgido y lo siento llenarme de manera incontenible mientras sus movimientos se hacen espasmódicos y jadea para luego detenerse aun dentro de mí.

Quiero que ese momento sea eterno, ambos enlazados, él unido a mí mientras su semen se escurre por mis muslos. Su piel sudada y mi sexo empapado.

Los besos se hacen cada vez más lentos, roces tímidos y palabras tiernas. Sus ojos azules diciéndome cuánto me ama.

◦•●◉●•◦ ◦•●◉●•◦

Fuera, la tormenta ha cesado, pero no sé cuándo y no me importa. Las horas pasan lánguidamente y la noche sigue su curso y lo que más deseo es que no acabe nunca. La luz de la calle se filtra tímida por la fina cortina. Candy sigue abrazada a mí, piel con piel. Mis manos se deslizan lentamente por esas curvas que tan bien conozco. Sé que no duerme a pesar de sus ojos cerrados, su respiración pausada me cosquillea el cuello y la atraigo contra mi pecho tan fuerte como puedo. Jadea cuando nuestros labios se funden en un beso lento. Sus dedos se enredan en mi pelo y nuestras lenguas danzan juntas.

No quiero que llegue la mañana y con un nudo en la garganta cierro los ojos, recorriendo a ciegas su desnudez, sus senos, su cintura, sus glúteos, sus piernas que se raspan contra el vello de las mías. Quiero robarle al tiempo un momento más junto a ella. Mis dedos alcanzan su sexo inflamado. Ambos estamos adoloridos, pero cuando noto la humedad deslizándose por los pliegues turgentes de su vulva, mi erección reacciona y palpita, empujándose contra su vientre.

- Te necesito – le ruego, besando su mejilla y regalándole caricias cada vez más intentas – quiero estar dentro de ti una vez más, Candy.

No me responde, pero alza su pierna y la pone sobre mi cadera, rodeándome con ella, me deslizo y su carne me aprisiona y absorbe intensamente provocándome gemir de placer. Nunca pensé que esa clase de dicha existiera. Me muevo lento, acompasado, recorriendo sus costados, sus pechos rebosan en mi palma, ella hecha la cabeza hacía atrás y aprovecho para chupar sus encrespadas cimas de color caramelo. Candy se retuerce y gime mientras me hundo con más fuerza, necesitado de ella, casi bruco. No quiero que termine, pero al momento siento los apremiantes escalofríos que preceden al clímax, mis testículos laten y noto cómo cada uno de sus músculos me exprime.

- Terry… así… - ruega y beso sus labios, los chupo y los muerdo, sus caderas se empujan una, dos, tres veces saliendo en mi búsqueda y encontrándome y me dejo vencer por mi necesidad.

Apoyo mi frente en la suya y la miro a los ojos, intentando recuperar el aire. Coloco un rizo rebelde detrás de su oreja y bajo mi dedo por su cuello, sus senos y siento sus pezones erizarse con el toque, llego a su cintura y la abrazo. El alba está despuntando en el cielo y sé que ella espera que hable. Suspiro lleno de pesar y pienso en lo que nos espera fuera de esas cuatro paredes, después de este entreacto. No quiero pensar en Susana, no quiero que ella estropee este momento que es solo de nosotros dos porque sería injusto enturbiarlo con la imagen de una mujer invalida a la que ambos hemos hecho promesas. Ambos sabemos que ella se irá y que yo no le pediré que se quede, lo único que tengo claro es que no deseo que ella sufra, Candy no lo merece.

Mi palma acaricia su vientre, quisiera que algo se alojara ahí y me hiciera prometer, decir y hacer planes, pero no soy tonto, soy consciente de que eso no es posible, al menos, no ahora. Candy misma me ha dicho que su período esta por empezar y la oportunidad de esa dicha es realmente baja; además, sería injusto para ambos y para Susana. Demasiadas cosas nos unen y muchas otras nos separan. Candy me mira a los ojos y puedo ver un brillo en ellos dándome a entender que no precisamos palabras, entre ambos jamás hicieron falta, ella ha tomado su decisión y me corresponde a mí afrontar el peso de mis responsabilidades.

El nuevo día amanece gris, frío, afuera de mi departamento el mundo sigue. Mientras nos dirigimos a la estación me pica el deseo de acariciarla, pero debo recordarme que ella se ira, que no estamos más juntos, que otra será mi esposa.

- Candy, prométeme que serás feliz – pido, notando el temblor en mi voz.

- Lo seré, Terry – sé que es una mentira. Una cruel porque hubiera deseado que me dijera la verdad. Me hubiera gustado oír que no podría hacer más que extrañarme. Pero Candy con esa hermosa sonrisa que siempre me ha fascina, me mira convencida de que no le haré falta. Y casi puedo verla regresando a su vida y avanzando. Puedo verla ser feliz sin mí. Pero aún no es el momento de pensar en la pérdida, no mientras aún la tengo a mi lado.

- Prométeme que pase lo que pase, nunca olvidaras esa noche – pido y busco sus labios. Uno más, solo uno más antes de dejarle ir, antes de que le realidad nos golpee, antes de decir adiós.

- Te amo, Terry – confiesa.

- Candy – murmuro, cerrando los ojos y alejándome de su cuerpo y su calor. Y el frío de la mañana baja varios grados porque ya no está en mis brazos. Y todo es más oscuro de lo que recuerdo y me preguntó cómo es posible que una noche tan esplendida, la mejor de mi vida, dé paso a una mañana tan terriblemente dolorosa.

◦•●◉●•◦ ◦•●◉●•◦

- Adiós, Terry – y me dirijo al vagón del tren que me llevara lejos de esa ciudad y de él, deseo dar la vuelta y quedarme, pero no lo haré, ambos dimos nuestra palabra y tenemos que mantenernos firmes y respetar nuestras decisiones. No me atrevo a mirar atrás porque sé que si lo hago toda mi voluntad vacilara y no podré irme.

- ◦•●◉●•◦ ◦•●◉●•◦

El tren se pone en marcha y yo me quedo plantado en la plataforma mirándola partir y eso, eso ha sido una de las cosas más difíciles que he tenido que afrontar en mi vida.

Continuará…



Última edición por Ceshire el Dom Ago 01, 2021 9:30 pm, editado 1 vez

A belem, Sofia Saldaña, yara barrios, Barbrv, Evelyn Rivera Strubbe, Parisa21, susysen y a les gusta esta publicaciòn

2Entre dos - Capítulo 1 Empty Re: Entre dos - Capítulo 1 Sáb Jul 31, 2021 3:53 pm

Parisa21

Parisa21
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

😅😅que hermosa entrega !!! Llena de pasión y amor !! Pendiente de la continuación!! 😁👍

A Sofia Saldaña le gusta esta publicaciòn

3Entre dos - Capítulo 1 Empty Re: Entre dos - Capítulo 1 Sáb Jul 31, 2021 4:50 pm

DTG

DTG
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

affraid una de mis favoritas !!!!!!!!! affraid

4Entre dos - Capítulo 1 Empty Re: Entre dos - Capítulo 1 Sáb Jul 31, 2021 6:14 pm

Evelyn Rivera Strubbe

Evelyn Rivera Strubbe
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Bellísima y triste historia Entre dos - Capítulo 1 498689 Entre dos - Capítulo 1 498689 Entre dos - Capítulo 1 498689 Entre dos - Capítulo 1 498689 Entre dos - Capítulo 1 498689 Entre dos - Capítulo 1 498689

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