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Por el corazón
By Alnair Skat
CAPÍTULO X
Ninguno de los presentes daba crédito a lo que estaban viendo y escuchando, se preguntaban el por qué de la petición de Neil ¿Acaso estaba estúpido? Albert apretaba los puños, quería contener la furia que sentía hacía la cobarde actitud de Neil, pero qué se podría esperar de él, un joven que carecía de valores. Siempre le tuvo consideración por el fuerte yugo en que lo tenía su madre y la tía abuela, pero eso era una cosa diferente, ¡Sí, claro! No había madurado, pero tampoco él había puesto de su parte. De Elisa con un carácter tan obcecado, caprichoso y voluntarioso, nunca se había hecho consciente de ninguna carencia o necesidad de su prójimo, para ella solo existía ella.
Los ruegos de la tía abuela para que interviniera a nombre de los Ardlay para rescatar a los hermanos Leagan dieron resultado, finalmente nadie merecía estar en las condiciones en las que se encontraban esos jóvenes, que nada bueno aportaban a sus vidas, por el contrario, sus acciones todo el tiempo eran encaminadas a molestar a su hermana. Durante su niñez, Candy tuvo que enfrentarse a los comentarios despiadados de esos dos en torno a la orfandad de ellos, nunca repararon en el daño que hacían. Total, nunca entendería su proceder.
Ahora que veía y escuchaba a Neil se arrepentía de su consideración hacía él, si lo tuviera enfrente de un puñetazo lo dejaría inconsciente, tal vez cuando recobrara el conocimiento algo se hubiese acomodado en su cerebro, permitiéndole se un verdadero hombre. Respecto a Elisa, lamentablemente no se podía hacer nada, esa chica era mala de nacimiento, carácter fomentado por su madre, igual de prejuiciosa y banal. A pesar, de que siempre le dijo a su hermana que no les hiciera caso a las maldades de los Leagan, entendía que para Candy eran más que incómodas piedras en sus zapatos, pero nunca les devolvió su odio, bastaba con ignorarlos.
Los pensamientos de los demás miembros de la familia no eran diferentes, todos tenía la misma aversión a los hermanitos Leagan, a sus mentes llegaban recuerdos de una niñez plagada por las malas acciones de esos chicos. ¿Cuántas veces había sido regañados por su causa? ¿Cuántos planes estropeados por su culpa? Pero, esto era el colmo. No se trataba de un juego de niños, en esta ocasión habían ido demasiado lejos poniendo en riesgo no solo su vida, sino la estabilidad de todo el clan, la vida de alguien que nunca les había hecho mal ¿Por qué tanto odio hacía Candy?
Un golpe en la mesa hizo reaccionar a todos, Albert había manoteado el escritorio y tratando de guardar sus temores ordenó — ¡George! Prepara una reunión con los secuestradores, les daré lo que pidan, pero no a Candy — ¡Creo que no será tan fácil, Albert! Para poder negociar necesitamos que todos los magnates petroleros estén de acuerdo y dudo mucho que quieran entregar los fideicomisos — Respondió George — ¡Entonces, organiza una reunión con ellos — Reparó Albert, nuevamente — Considero que debemos planear el rescate, pero para ello necesitamos ganar tiempo — Intervino Richard Grandchester — ¡Tiempo, tiempo! Es lo que menos tenemos — Reparó el rubio.
Terry que hasta el momento seguía sumergido en sus pensamientos comentó — ¡Mi padre tiene razón! Debemos planear qué haremos sin poner en riesgo la vida de Candy — ¡No hablen como si yo no estuviera! — Increpó la chica — ¡He dicho que me entregaré! Ya acabemos con esto, cuantas personas han fallecido a causa de esta revuelta, si me entrego tal vez se solucione todo — ¡Por favor, Candy! ¡No digas tonterías! — Vociferó Terry — ¿Piensas que entregándote ya se solucionará todo? ¡No, pecosa! Ellos quieren tenerte como rehén para obtener más dinero por tu rescate, no sólo los fideicomisos ¿Entiendes? Para ellos eres una moneda de más alto valor, no un trueque de amnistía — Continuaba sin mirar a la chica.
— ¡Terry tiene razón! Si Neil esta pidiendo que te entregues para salvarlos, no indica que nos dejen en paz a todos o que se terminen los disturbios, esas personas no se detendrán tan fácilmente, necesitamos idear un plan que sea contundente — Intervino Anthony. Todos se miraron entre sí, era cierto lo que decía, ni la entrega de Candy garantizaba que todo volviera a la normalidad, por el contrario, las hostilidades seguirían por el control de las empresas petroleras y por ende la estabilidad económica de los países con economías a base del oro negro.
— ¡Jon! ¿Tuviste respuesta de los demás empresarios? — No de todos, joven, quedan pendientes algunos, pero hasta el momento los que han contestado apoyan nuestras acciones moral y económicamente — Respondió el jefe de seguridad — ¡Bien! Creo que ese ya, es un avance, ahora lo que tenemos que identificar es el lugar en dónde tienen retenidas a las personas — Prosiguió el joven Grandchester — Nuestro personal ya está investigando, se está haciendo con el mayor de los sigilos, dado que no queremos que se den cuenta de que los estamos ubicando — Aclaró el hombre.
— Tenemos poco tiempo, Terry — Mencionó Albert — ¡Lo sé! Pero no por eso vamos a dar pasos en falso, ni mucho menos caer en las nefastas peticiones de esos hombres — Decía el chico, quien en ese momento se volvió a mirar a Candy — ¡Señorita Ardlay! Me conmueve mucho su espíritu de sacrificio, pero para esas cuestiones ya existen los islamistas, que por cierto, no se le olvide que estamos en la meca del racimo de varias religiones — Al decir esto su mirada fría e indiferente se clavó en los ojos de ella, quien hasta el momento no se había atrevido a decir nada — Por otra parte, le recuerdo que aunque usted realice una acción que la podría colocar como una mártir norteamericana, eso no garantiza que efectivamente entreguen a las personas retenidas. Por ello la invito a reconsiderar su intención — Concluyó el chico adoptando una postura enérgica frente a Albert y George, quienes habían comprendido todo a la perfección.
La ofuscación del momento aceleró el humor de todos por un momento, sin embargo, ahora que lo mencionaba Terry, era verdad, nada de lo que hicieran garantizaría la entrega con vida de los hermanos Leagan, por el contrario, podría ser una trampa para obtener no solo el control de los fideicomisos petroleros, sino también una muy fuerte suma de dólares para reforzar el movimiento. — ¡Tienes razón, Terry! De hecho, nuestro gobierno mantiene la política de no negociar con secuestradores por eso no hemos informado oficialmente sobre la retención de mis sobrinos, así como tampoco he confirmado o rechazado todo lo publicado por los medios — Explicaba el joven magnate.
— ¡Eso es de suma importancia! — Intervino Richard, así nuestros grupos de seguridad podrán actuar con mayor libertad — ¡Así es, señor! Las investigaciones que se llevan a cabo están a cargo de personal altamente capacitado y a la vanguardia en cuestiones tecnológicas, mediante el uso de drones nocturnos. Lo que nos ha detenido es que no se ha encontrado la manera de eludir a los radares — ¿Radares? ¿Drones? Esa es una mis especialidades — Comentó Stear gratamente sorprendido — Yo puedo ayudar, en mis últimas investigaciones logré eludir radares empresariales, bien podría modificar los parámetros para burlar los radares de los malhechores — ¿Estás seguro, Stear? — ¡Claro, Albert! Llévenme con ese grupo de trabajo y ya verán — Concluyó el chico de gafas.
— En tanto es necesario que todos nos relajemos, aunque el proceso será lo más rápido posible, nos llevará por lo menos dos o tres días, entre la planeación y diseño de la operación — Expuso George — ¡Es verdad! Vayan todos a despejarse, estamos muy tensos y no es para menos, pero entre más concentrados nos encontremos, mejores resultados obtendremos — Refirió Albert.
Los jóvenes salieron de la habitación platicando entre ellos todo lo que se había visto, Candy que se había quedado desconcertada por los comentarios de Terry y su frío trato, no salió, lo esperaba, que estaba un poco renuente a acercarse a ella. — ¡Terry! ¿Podemos hablar? — ¿Qué? Me dirás que serás la sustituta de la Madre Teresa de Calcuta ¡Por favor Candy! ¡Nunca imagine que fueras tan ingenua! O no sé ¿Cómo llamar tu intensión de entregarte a esos maleantes? — Por un momento pensé que esa era la mejor solución ¡Créeme! Fui impulsiva, pero no tienes por qué comportarte así conmigo — El chico reflexionó un poco, era verdad no tendría razón de ser su comportamiento, pero le había molestado tanto su proposición, pero no sólo por lo que significaba, sino porque no había pensado en él, en lo que habían dicho de no separarse nunca. Pero, finalmente entendió que se excedió no había nada real que los uniera, más que todo ese cúmulo de recuerdos mutuos que los trasladaban a otra época haciéndolos sentirse uno solo.
— ¡Lo siento, Candy! Pero por un momento me sentí frustrado como si me estuviera preparando para una separación definitiva, no sé definir mi sentir, pero ¡Lo lamento! — ¡Discúlpame tú a mi Terry! Tampoco tomé en consideración todo lo que acabas de mencionar — Respondió la rubia. —¡Disculpen! — Intervino Patty — Terry ¿Tendrás una lap o tableta que me prestes? No quiero pensar en todo lo que está sucediendo, prefiero enfocarme en otras cosas en estos días que determinarán nuestro futuro — Dijo la chica un tanto sonrojada — ¡Claro! Sólo que no podrás usarla por mucho tiempo, dado que no queremos que nos ubiquen por geolocalización a través del internet — Respondió Terry — ¡Entiendo! No te preocupes, sólo quiero sacar de mi correo un artículo e investigaciones que tengo sobre la reencarnación, será cuestión de minutos, lo imprimo y listo — ¡Bueno! En un momento te la doy — Respondió Terry dirigiéndose al escritorio para sacar una laptop.
Patty obtuvo la información, la imprimió y salió del lugar, al quedarse nuevamente solos — ¿Le comentaste algo? — ¡Yo, no! Fue Stear ¡Ya sabes! — ¡Vaya! Soy un tanto escéptico al respecto — ¡Yo, también! Pero por algo debemos empezar ¿No crees? — Le respondió la rubia guiñándole el ojo.
La tarde prosiguió en densa calma, sin embargo, Patty se había involucrado seriamente en su investigación, una vez que retomó los conceptos fue en busca de Terry y Candy, que tomaban el fresco de la tarde en el salón, junto con Anthony, Annie y Areche. Stear, Jon, Albert, Richard y George estaban organizando el operativo de acuerdo con los datos obtenidos.
— ¡Chicos! Necesito hacerles unas preguntas para saber si han reencarnado o no — Entró casi gritando Patty — De acuerdo a las investigaciones que retomé, existen algunas señales, que nos pueden decir si sus almas reencarnaron, de ahí podríamos hacer una regresión con un especialista para mayor certeza — Terry y Candy se miraron entre sí y asintieron — ¡Veamos! — Retomó la chica de gafas.
— ¿Tienen sueños que se repiten una y otra vez? — Cuestionó — Ambos chicos asintieron — En esos sueños ¿Sienten haber experimentado sensaciones muy específicas, haber estado en lugares determinados, o de encontrarse con una persona que creían conocer? — ¡Sí! Respondieron — ¿Tienen atracción por una época o lugar? — ¡Sí! — ¡Tienen miedos inexplicables? — ¡Sí! — ¿Los sueños o deja bu los involucran a los dos? — Candy respondió, bueno no sólo nosotros, Albert dice sentir lo mismo — ¡Sorprendente! —Contestó Patty — ¿Los recuerdos que tienen ustedes, son espontáneos? — ¡Sí! — ¿Estos recuerdos han sido durante toda su vida? — ¡No! En mi caso, desde que encontré a Candy en el aeropuerto — Contestó Terry — ¡Yo había soñado con sus ojos, pero nunca pensé en encontrarlo — Hasta que los vi, también en el aeropuerto — Reparó Candy — ¡Creo que sí! Tienen los elementos para suponer que han reencarnado, pero ¡Lo más interesante es que se encontraron! — Dijo la chica levantándose del sofá de un salto con una mirada de ensueño y juntando sus manos en su pecho — Es una historia de amor de toda la vida, es decir ¡Ustedes son llamas gemelas! Están destinadas a encontrarse porque no pueden estar la una sin la otra ¿No es maravilloso y romántico? — Proseguía Patty con la mirada asombrada de los chicos.
Terry y Candy se miraban incrédulos, pero ahora entendían el por qué de los flashes de recuerdos que llegaban a ellos cuando se miraban, tocaban o simplemente al estar juntos. ¿Pero de qué época? ¿Desde cuando se amaban? Que importaba, lo que era una realidad es que se pertenecían — ¡Bueno, Patty! ¿Ahora qué procede? — Cuestionó el castaño — Todo depende de lo que ustedes quieran, una alternativa es acudir ante un especialista y hacer una sesión llamada regresión, dónde por medio de la hipnosis los llevan hasta encontrar ese periodo en alguna vida pasada, pero pueden ser varias sesiones, dado que no sabemos cuántas vidas han recorrido para llegar hasta ahora, a encontrarse. Otra es dejar que su propia convivencia los guíe, finalmente la sensación de estar juntos los irá llevando a ese pasado que vivieron — Concluyó la joven con cara de ensoñación.
Albert que entró a la sala cuando hablaba Patty estaba asombrado, preguntó — ¿Cómo es posible que los tres nos hayamos encontrado? — No lo sé, Albert, lo que si te puedo decir que esta teoría al igual que otras, determinan que nada sucede por casualidad, que todo sucede por causalidad, es decir todos y cada uno de nosotros nos conocemos porque así tenía que ser, porque tenemos que cerrar círculos o porque nuestro cariño, afectos, karmas, incluso odio nos unen y nos llevan a vivir vida tras vida, hasta que concluyamos aquello que haya quedado pendiente con las personas, que nos rodean — ¡Cielos! ¿Entonces somos parte de la vida pasada de estos dos? — Preguntó Anthony dirigiéndose a Terry y Candy — ¡Sí! Creo que sí — ¡Que interesante todo lo que comentas Patty! Tal vez por eso tenemos la sensación de conocernos desde niños — Intervino Annie —¡Valla! ¿Ahora resultaste pitonisa, Patty? — Comentó Archie detonando las risas de todos.
Jon, Richard y George entraban al salón al escuchar las risas de todos, estaban optimistas, sólo faltaba ultimar los detalles del operativo, de ahí muchas cosas se solucionarían, tal vez no de manera inmediata la economía, pero si volvería la paz a los Emiratos Árabes, que se encargarían de devolver el esplendor a esas tierras caracterizadas por el derroche económico.
Terry y Candy caminaban por los jardines, estaban convencidos de que sus almas o llamas como les llamaba Patty se habían encontrado, era tal su cercanía que no importaban las palabras, de momentos sus silencios decían más, situación que también recordaban de tiempo atrás. No hacía falta más que su cercanía para sentirse completos.
— ¡Candy! Dependiendo de lo que suceda mañana, yo… yo — Decía el chico — Tú, ¿Qué? — Yo no quiero que nos separemos, iré a Nueva York, desde ahí podré seguir al frente de los negocios y viajaré siempre y cuando tú me acompañes — Al escuchar la ciudad de Nueva York a Candy se le heló la sangre — ¿New York? ¡Olvídalo ahí no! — ¿Por qué? — ¡No lo sé! Se me vino a la mente la imagen de una mujer llorando por ti ¡Olvídalo! — Jajaja… Pecosa, celosa — ¡Terry! — ¡Esta bien! Haremos lo que tú quieras, pero antes contéstame algo — ¡Dime! — ¡Sé que es poco el tiempo! Pero, me gustaría que me dijeras ¿Quieres casarte conmigo? ¡Sé que parece una locura! ¡Que no nos conocemos! Pero eso siento dentro de mí, no quiero que no separemos — ¡Terry! — Dijo ella con los ojos humedecidos —¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!... — No sé qué, haya pasado en nuestras vidas anteriores, pero de algo estoy segura no quiero seguir en ésta sin ti, quiero que juntos recordemos nuestro pasado en común, redescubrir eso que nos unió, pero sobre todo que lo hagamos juntos. De tan solo pensar en estar separada de ti, siento que se me va la vida… — Concluyó rodeando su cuello con sus brazos — ¿Estás dispuesta a una boda rápida? — ¡Digo con todo lo que tu quieras, pero lo que no deseo es que sean largos meses de preparativos ¡Quiero que sea lo más pronto posible! — Más allá de lo que diga mi tía abuela, así será — Candy no pudo decir más, ya que los labios de Terry estaban sobre los suyos, el mareo, la sensación de vuelo, la tranquilidad de pertenecerse se plasmaba en ese beso.
Continuará…
Última edición por Adry Grandchester el Dom Abr 25, 2021 12:40 pm, editado 1 vez
