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** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo **

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Sabrina Cornwell
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Sabrina Cornwell

Sabrina Cornwell
Niño/a del Hogar de Pony
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** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 2vuyglz


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INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I


CAPÍTULO II: FIESTA DE COMPROMISO




–¡Neal! –el grito de Eliza retumbó por el salón donde su hermano bebía una copa para matar tiempo antes de la cena. El agudo sonido logró sacarlo de sus pensamientos, que divagaban entre extrañar la vida más simple que llevaba en Alaska, incluyendo el licor más fuerte, y preguntarse si Irina también lo visitaría esa noche.

–¿Qué pasa? ¿Por qué esos gritos? –preguntó con tono aburrido Neal.

–¿Es verdad lo que dice papá? –sin darle apenas tiempo de contestar, la chica siguió–. ¿No llegarás junto con nosotros a la fiesta de compromiso? ¿Por qué no me habías dicho nada?

–Es verdad, llevaré pareja.

–Pero… pero… ¿quién es?, ¿qué haré yo? Había asumido que serías mi pareja, ahora haré el ridículo llegando sola.

–Se llama Irina Cullen, y es prima de Carlisle… –en realidad, Neal cayó en la cuenta que ella nunca había mencionado su apellido “Solo Irina”, le había dicho en una ocasión. Al decirle que era prima de Carlisle, Neal asumió que compartían apellido.

–¿Carlisle Cullen? –interrumpió Eliza–. ¿Ese doctor tan guapo que atendió a Stear?

–Sí –contestó Neal–, el mismo. Es su prima –repitió–, la conocí en Alaska –agregó.

–¿En Alaska? ¡Pero, Neal! Este será el evento social del año, y seguro irá con algún atuendo salvaje y pasado de moda. ¡Qué horror! Aún recuerdo el aspecto que tenías cuando te apareciste en la mansión, lucías como un ordinario cazador…

–¡Jajaja! –fue el turno de Neal de interrumpir con una sonora carcajada–. Créeme, hermanita, Irina es todo menos ordinaria y aunque se presentara usando una piel de oso opacaría a todas las presentes –Eliza hizo una mueca–. Ya lo verás.

–Como digas, hermano. El caso es que yo no llevo pareja –dijo y se cruzó de brazos, tal y como cuando era una chiquilla.

–No te preocupes, seguro habrá otros solteros ahí. Es más, ahí tienes al doctor Cullen, si le digo a Irina ella lo convencerá de invitarte a bailar, padece el mismo defecto que la huérfana: no puede evitar ser amable –apuró el último trago de su bebida y se dirigió al comedor–. Vamos, ya es hora de cenar.

Eliza lo siguió, satisfecha, hacía mucho que su hermano no se refería a Candy como “la huérfana”.

OoOoOoOo

Neal bailaba candeciosa y elegantemente con Irina, lo cual no era nada difícil, pues solamente tenía que dejarse llevar por el paso ligero y sutil de la mujer rubia platinada, con dos profundos y hermosísimos ojos en color dorado–caramelo. Algo que permitía de ella, y prácticamente de nadie más. Neal estaba acostumbrado a llevar la batuta en sus relaciones. No es que fueran muchas, pero varias señoritas de sociedad corrían tras él. Y Neal podía incluso reírse por verse atropellar a las debutantes. Curiosamente, Daisy Dillman no se encontraba entre ellas. La señorita Dillman ahora era la señora Jones, y aunque había asistido al anuncio del compromiso de sir William Albert Ardley y la señorita Candice White Ardley, no había pasado de saludarle de manera ceremoniosa y cortés, tal como correspondía a su nuevo estatus de mujer casada, al lado de su marido.

Neal sonrió satisfecho, cuando en una vuelta del vals, otro de los invitados, un conocido zorro que gustaba de causar estragos entre las jóvenes secretarias de su corporativo, posó un par de ávidos y hambrientos ojos en el cuerpo de Irina, la vampira le correspondió con la misma sonrisa, sabiendo que Neal disfrutaba sobremanera del revuelo que habían causado las hermanas al entrar en el inmenso salón de la enorme casa Ardley, incluso Carlisle se vio envuelto en la atmósfera sensual, lo cual no era para menos.

Las tres acudieron vistiendo caros y sencillos trajes de noche, ceñidos a sus cuerpos, mostrando sus curvas y con los brazos y el escote descubierto, lo que hacía que su alabastrina piel refulgiera tenuemente bajo las candilejas y la luz de la luna, que bañaba los jardines. Llevaban joyas prestadas por Carlisle, de montaje sencillo, pero igual hubiera podido ser bisutería de la más corriente, la sola presencia y porte de las vampiras llamaba la atención. Prácticamente todos los varones guardaron silencio y miraron con ojos como platos a las tres mujeres rubias (aunque en diferentes tonos). Y Neal no escatimó el orgullo que sintió, ni la sonrisa triunfante al ver que incluso George Johnson, cuya seriedad e imperturbabilidad eran harto probadas, perdía el aliento por un instante, al ser anunciadas las invitadas por un ujier que tragó saliva desde la puerta.

–El Doctor Carlisle Cullen, las señoritas Cullen y el señor Neal Leagan.

Los cabellos lucían peinados altos, dejando caer ondas rubias y refulgentes, que enmarcaban tres rostros de belleza ultraterrena. Bastó la sonrisa de cada una de las vampiras para atraer a infinidad de caballeros a saludarlas y serles presentados. Y Neal se sintió reventar de orgullo y vanidad cuando incluso el agasajado, William Albert Ardley, pareció estremecerse ligeramente cuando las Denali le estrecharon la mano.

En esos momentos, Neal bailaba con Irina, quien fungía como su acompañante, según lo acordado, e incluso le miraba con embeleso, para despecho de varias de las más jóvenes damas que asistían a la fiesta. Candy se le quedó mirando, sin agregar nada más al saludo que le dirigió, cuando le presentó a Irina.

–Una muy querida amiga mía, a quien conocí en Alaska –indicó Neal, rezumando malevolencia.

Candy, demasiado inocente, no entendió a bien a qué venía ese tono en la voz de Neal. William Albert, por el contrario, lo comprendió a la perfección. Otro fue el caso de Eliza Leagan, quien al ver por vez primera a Irina, la mujer de la cual se hermano le había hablado de manera calurosa, no escatimó el instantáneo odio que sintió por ella. Eliza parecía tener motivos más que suficientes para sentirse agredida por toda la familia: no solo no podía deshacerse de Candy, quien con su compromiso y su posterior matrimonio con el patriarca quedaría totalmente fuera de su alcance. Hasta la fecha, no había en Chicago ni en Sunville, un solo caballero que le mostrara más que una fría cortesía. Ansiaba el término de la guerra, no para respirar una atmósfera de paz, sino para probar suerte en el extranjero; así que ver la felicidad ajena le causaba un amargo sentimiento de fracaso. Todos parecían ser felices, menos ella. Hasta su hermano, quien bailaba feliz con una hembra voluptuosa y rubia, a quien los hombres del salón parecían comerse con los ojos, y a la que ella le dedicaba miradas de desprecio, así como gestos agrios, como siempre había sido su costumbre con toda la gente que le desagradara.

–Neal, tienes cara del gato que se comió al pajarito –rió Irina y provocó una carcajada breve de su acompañante.

–Y es la verdad, estoy feliz.

Neal tenía motivos más que sobrados para estarlo; escaneó el amplio salón entre las vueltas del vals. Carlisle Cullen hablaba con Edward Masen padre, uno de los abogados del Consorcio Ardley y a quien Neal prácticamente no trataba. Tanya bailaba con el joven Edward Anthony Masen, un jovencito de unos diecisiete años, al parecer. La hermana de Irina miraba embelesada a Edward, atraída por una sonrisa torcida que mostraba de vez en cuando, riendo algunos de los comentarios de su acompañante. Era guapo, para los cánones humanos: cabello color bronce que tendía a despeinarse y ojos color verde, heredados de su madre, Elizabeth Masen, más rasgos finos que le hacían agradable de mirar. Su madre platicaba con las jóvenes damas de la familia Ardley: Candy, Patricia y Annie. Patricia Cornwell miraba inquieta a Stear, quien valseaba con Kate entre los brazos, y a la joven señora Cornwell no le pasaba desapercibida la mirada de admiración de la mujer rubia hacia su marido.

–Eres muy buen bailarín, Stear –alabó Kate, con voz seductora, logrando hacer tartamudear a Stear, al agradecerle el comentario.

Carlisle Cullen no mostró ningún signo externo de inquietud, pero escuchó perfectamente el comentario de su amiga. Tendría que hablar con ella muy seriamente, temiendo que sedujera al joven Cornwell, quien se mostraba ligeramente aturullado por la sensualidad de la vampira. Llegó un momento en que William y Candy cedieron sus lugares a Irina y a Neal, pues la mujer se encargó de buscar la oportunidad para Neal, a fin de darle la puntilla a su antigua pretendida.

–¿Tendré el placer de bailar con usted, señor Ardley? –solicitó Irina, desplegando todos sus encantos.

–Por supuesto, señorita Cullen –los ojos azules de Albert no pudieron evitar fijarse y dilatarse sus pupilas ante la belleza de Irina.

–¿Me permitirás, Candy? –solicitó Neal, con voz educada.

–Sí, claro… –ahora, era Candy quien miraba angustiada a Irina, tal como Patricia lo hacía con Kate.

–Felicidades, Candy –comenzó Neal–. Espero que tú y el tío William sean felices.

Gracias a Irina, Neal había aprendido a poner cara de piedra, así que soportó la mirada sorprendida y escéptica de la mujer rubia, quien no supo si Neal lo decía en serio o se burlaba de ella. Años de sufrir sus burlas y sus maltratos habían dejado su huella en el ánimo de la joven. Además, desde que regresó de Alaska, Candy se dio cuenta de que Neal no era ya el jovencito irresponsable que había sido hasta el desastroso anuncio de compromiso, donde ella lo rechazó firmemente, apoyada por Albert. Cuando se enteraron de que había llegado a Alaska, después de escaparse del tren que le llevaba a Florida, Candy y el patriarca se quedaron inquietos, hasta que el investigador enviado por Albert les aseguró que estaba en buenas condiciones, trabajando y ganándose la vida con sus propias manos.

William se había quedado estático e incrédulo cuando el investigador le comunicó que Neal no deseaba regresar a la familia y le describió la vida sencilla y hasta cierto punto ascética que llevaba, trabajando en las minas de Alaska. ¿Quién lo diría? El otrora trotamundos se quedó alerta, pensando que Neal intentaba imitarle y demostrarle a Candy que él podía hacer lo mismo que el patriarca: vivir de su trabajo y no depender de nadie. Sin embargo, su primera parada fue en Chicago, cuando al fin decidió regresar de Alaska. Y la familia Ardley se encontró un hombre fuerte, de mirada segura, incluso malhablado, pero autosuficiente y capaz de llevar a cabo las empresas por las que se decidía.

El muchacho de cabello largo y vestido a la usanza montana que llegó de Alaska, se presentó ante la tía abuela pulcramente vestido como un dandy, pero luciendo de manera mucho más varonil los nuevos trajes encargados al sastre. Candy y Albert se dieron cuenta de que en el fondo de ese nuevo hombre fuerte y seguro, el señorito seguía presente. Aceptó ir a Florida, pero puso sus condiciones, a diferencia del día en que se vio exiliado de Chicago por órdenes de William Albert Ardley: tendría un apartamento para él solo, asistiría a la universidad y trabajaría con su padre, pero no aceptaría órdenes respecto a su vida privada. William se sorprendió cuando habló con él, aceptó varios de sus requerimientos y puso como condición el cuidar el buen nombre y mantener la reputación de la familia en los negocios en Florida. Neal aceptó.

–Gracias, Neal –acabó por decir la agasajada y, curiosa como todos en la familia, agregó–. Tu amiga es muy bonita, me alegra que hayas venido acompañado.

La sonrisa maliciosa de Neal apareció cuando los ojos verdes de Candy se dirigieron, al parecer sin poder evitarlo, a la figura de Irina, quien bailaba con Albert, quien sonreía a su vez, correspondiendo a algo que la rubia le decía.

–Sí, ella me ha ayudado mucho, Candy –Neal perdió la malicia y la sustituyó por un verdadero aprecio por Irina–. De hecho, soy quien soy ahora por ella. Me mostró un camino nuevo.

Ya no dijo más, no quería caer en cursilerías.

–¿Fue tu novia? –disparó Candy.

Neal rió, Candy podía ser sencilla, sincera e infantil, pero era una mujer y la curiosidad era una virtud femenina.

–No –y agregó con cierta crudeza–. Fuimos amantes.

Candy abrió los ojos y perdió paso por unos momentos.

–De hecho, por ella superé mi enamoramiento de ti –continuó Neal.

En otros tiempos, la voz de Neal hubiera sonado cruel, queriendo vengarse de Candy por el rechazo. Pero ahora, con tanto tiempo convivido con Irina, comprendía que la frialdad y la indiferencia serían la mejor arma para usar con Candy. Que no se creyeran ella y Albert, que él era alguien de quien cuidarse. Ahora entendía, al tener entre brazos a Candy, que su amor había muerto, pues apenas salido de un capullo, había sido ahogado por su propia soberbia, el rechazo de Candy y la prepotencia de William Albert

Eliza miraba a su hermano, a sus primos, a los invitados, al patriarca y hasta a su padre, bailando con diferentes damas asistentes al festejo. ¡Qué humillación! Fuera de una pieza con Edward Masen hijo, y eso porque ella se acercó a saludarle, puesto que lo recordaba de cuando la boda de Stear y la tonta de Patricia, por lo que Elizabeth Masen instó a su hijo a comportarse como un caballero y bailar con ella, hubiese roto récord en esa fiesta. Y lo peor para la envidiosa de Eliza, era ver feliz a su hermano, girando con una mujer despampanante en cada baile. Por vez primera, uno de los Leagan provocaba admiración en un evento social, muy por encima de los encumbrados Ardley.

Los ojos marrones de Eliza se fijaron en la figura escultural, espigada y elegante de Irina, quien parecía exultante de felicidad y no retiraba sus extraños ojos dorados de Neal; el malestar hacia esa mujer se recrudeció. Cuando le fue presentada por su hermano, Eliza no fingió ni siquiera la elemental cortesía de la cual ella y su madre tanto se ufanaban. Saludó fríamente a las tres hermanas rubias e incluso al doctor Cullen, a quien miraba charlar amigablemente con Candy, con el tío William y con uno que otro invitado, recordando, de pronto, que Neal se había burlado de ella prometiéndole que le pediría bailara con ella.

Ahora, viéndole desde su lugar, sentada sola en la mesa donde había transcurrido la cena, la idea no se le antojó nada despreciable; era un hombre muy guapo, enigmático y atrayente. Y el único del grupo donde formaba parte, que no sostenía una copa. La verdad, vestido de rigurosa etiqueta, era mucho más guapo que la mayoría de los hombres presentes.

–Estúpida Irina –murmuró Eliza–, ¿a qué esperas para decirle al doctor Cullen que baile conmigo?

Si no fuera tan mal visto que una dama tomase la iniciativa con un perfecto desconocido...

Irina miró a Eliza, con ojos glaciales y burlones, acompañando una sonrisa sarcástica y lastimosa por la mujer que se quedaba de plantón. La pelirroja se sobresaltó, asustada por el impacto de ese rostro poderoso, era como si Irina la hubiera escuchado.

–Permíteme, Neal –pidió la vampira y detuvo las vueltas del baile.

Se dirigió, sin soltar la mano del castaño, al corro donde Carlisle platicaba y le murmuró algo al oído, tan rápido, que nadie escuchó ni entendió nada. Carlisle volvió la vista hacia Eliza, quien les miraba sin ocultar su curiosidad y su fastidio.

–De acuerdo –dijo el médico y se disculpó del grupo.

Mientras Neal e Irina regresaban a la pista de baile, Carlisle se acercó a la mujer pelirroja.

–¿Me concederá este baile, señorita Leagan?

Eliza asintió, impresionada ante la cercanía del vampiro, aceptó la helada mano que le tendía y se dirigió con él a bailar. Por lo regular, su carácter arisco y prepotente salía pronto a flote, alejando a posibles pretendientes, pero algo en Carlisle le hizo sospechar se este hombre no se plegaría a sus deseos.

–Ojalá el doctor Cullen formalizara algo con Eliza –comentó Raymond Leagan, viendo a la pareja dar vueltas. Por su parte, Sarah Leagan estudiaba a su hijo y a su acompañante, no le agradaba que no proviniera de alguna familia de abolengo, pero pensó que si llegaba a casarse con Neal y tuvieran hijos, sin duda serían sumamente agraciados, la futura nieta que logró visualizar deslumbraría a todos en su presentación en sociedad.

"Ni en sueños", pensó Carlisle, al escuchar el comentario del padre de su acompañante. Aprovechó que una vuelta le llevó cerca de Kate para hacerle una seña con las cejas y un siseo rápido con la advertencia que, obviamente, nadie escuchó más que las Denali:

–Alistair es casado, Kate.

Kate acabó cediendo, y dejó que Stear regresara al lado de su esposa. Dejando el camino libre para que Archie la invitara a bailar, lo cual aceptó. Sobra decir que a los hermanos Cornwell poco les faltó para pasar la noche en sus respectivas bañeras.

–¿Y qué tal te fue con la nueva prometida? –preguntó Irina a Neal.

El moreno se encogió de hombros, había salido al exterior, con Neal algo cansado de tanto baile.

–Hoy constaté que ya no la amo –respondió con su desdeñoso gesto de siempre–. Eso ya quedó en el pasado –aspiró aire profundamente, y lo dejó escapar con un audible resoplido–. ¿Cómo pude enamorarme de esa niña boba?

–Eras un niño también, Neal, y acostumbrado a salirte con la tuya –Irina sonrió algo perversa–, viendo a tu madre, me da la impresión de nunca te negó nada.

–Ni a mí ni a Eliza –confesó Neal, riéndose al recordar épocas más felices e irresponsables.

OoOoOoOo

No dormía, como casi siempre lo hacía después de pasar una noche haciéndole el amor y rindiendo homenaje al cuerpo helado, pero que tenía la virtud de electrizarle y calentarle como ninguna otra mujer lo haría jamás. Las más de las veces, gustaba de dejarse abrazar por esos brazos fríos y suaves al mismo tiempo y dejarse mimar, mientras se rendía al sueño, sintiendo como esos dedos níveos y largos, se enredaban entre sus cabellos y los labios dulces le besaban con besos de hielo, pero que calentaban su boca y su cuerpo.

–¿Sabes, Irina? –preguntó de repente, con voz serena–. Estoy pensando que debería volver a Alaska –aspiró una gran cantidad de aire para soltar lo que seguía–. Me gustaría volver contigo.

Ya estaba dicho. E Irina se guardó muy bien la inquietud que esta declaración le produjo.


Continuará


Sabrina Cornwell/Lady Lyuva





Si a alguien le interesa saber más de esta historia pueden leer los fics previos Candy, antes de Forks y Neal e Irina

Lady Lyuva

Lady Lyuva
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Esta mal que lo diga, pero me encanta!

Weiss

Weiss
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony


Interesante escenario,
ver de protagonistas a nuestros Chicos se hace muy llamativo.

Qué hará Irina luego de escuchar esadeclaración?


GEZABEL

GEZABEL
Guerrera de Lakewood
Guerrera de Lakewood

al rato regreso a ponerme al corriente


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** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** Ige10
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Lady Supernova

Lady Supernova
Niño/a del Hogar de Pony
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Jajaja... Neil no se quedó con ganas de una rubia... Y se consiguió a Irina! Vaya pareja, me encantan... Son una una linda pareja, imaginarlos bailando, me dejó perpleja y con ganas de verlos en vivo ** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 413636
Las sigo!!! Saludos Sabrina!!!

https://www.fanfiction.net/u/2786408/Lady-Supernova

Sabrina Cornwell

Sabrina Cornwell
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Gracias por leer Weiss, Gezabel y Lady Supernova. Pronto actualizaremos

** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 281498 A mí también me gusta parejita ** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 281498

Friditas

Friditas
Niño/a del Hogar de Pony
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¡capitulazo! El reencuentro entre Candy y Neal fué genial. Neal siendo tan él. Cínico, desfachatado y un cretino, pero desplegando cierto encanto. Atractivo como cualquier chico malo. Y con la descripción de ser ahora un hombre en toda la extensión de la palabra, resulta aún más atractivo.

Las chicas Cullen desplegando sensualidad y cautivando a los hombres de la fiesta. Sería interesante igualar el marcador, pero el doctor Carlise no parece resultar tan atractivo a las féminas. Me queda la duda del porque.

Y Elisa ¿qué carambas le pasa? Como va a querer su compañía cualquier ingenioso es una arpía amargada. También quiero leer más sobre esta chica.

El final del capítulo ¡impactante! ¿qué pensará Irina? ¿se enterara Neal de la verdad?

demonyc

demonyc
Niño/a del Hogar de Pony
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** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 4149639568 ** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 4149639568 Pero que buen capítulo chicas, debo confesar que Neal así me resulta bastante atractivo, la verdad ya no lo odio como antes, he comenzado a aceptarlo jejejeje la que de plano es una víbora amargada es Eliza, esa si me cae como patada al hígado ** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 951582 ** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 951582 ** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 951582 disfrute mucho al imaginar la gélida mirada que le dio Irina al escuchar sus pensamientos, lo que sí no me gusto fue que Stear y Albert bailaran con esas chicas, bueno soy celosa ya que ** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 898997 ** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 898997

Espero el próximo capítulo.

Lady Lyuva

Lady Lyuva
Niño/a del Hogar de Pony
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Gracias por sus comentarios, chicas!


Friditas, en realidad, el doctor es muy guapo, solo que no da pie a que se le avienten las galanas. Al contrario de las rubias, además, como IBAN con Neal, pues se lucieron.


Demonyc, Irina no escuchó los pensamientos de Eliza (ese poder es de Edward Cullen, que en estos momentos, todavía no ha sido convertido, pero por ahí anda en la fiesta. Irina escuchó a Eliza, ya que los vampiros tienen un súper oído.


Gracias por leer.

Ikebana

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Niño/a del Hogar de Pony
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** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 334740 ** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 334740 ** Musas Ardley ** La verdadera historia de Neal - Capítulo II ** Apología No. 2 para Neal ** Crossover Candy Candy/Crepúsculo ** 334740

Me encanta cómo retratan aquí a Neal: sigue siendo un cretino, pero adorable. Ha madurado, y aunque sea un lenguaraz, nadie lo puede hacer callar porque ya es todo un hombre.

Muy interesante ver a las nenas Cullen luciendo su belleza sin timidez, en contraste con la modestia (impuesta por la educación de la época) de Candy y sus amigas.

Un trabajo extraoirdinario que vale mucho la pena seguir.

https://www.fanfiction.net/u/4785954/Stear-s-Girl

beatiful frog

beatiful frog
Rosa Abierta
Rosa Abierta

Cómo siempre Neal sintiéndose el mejor,aunque en esta ocasión ganaron las chicas vampiro. La única frustrada fue Elisa que paso desapercibida. Muy buena espero los siguientes capítulos.

Sabrina Cornwell

Sabrina Cornwell
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Muchas gracias a quienes nos siguen, aquí está el CAPÍTULO III

Weiss

Weiss
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony


Gracias por el enlaca Sabrina,
así fue sencillo de encontrar la continuación,
la que pude leer enseguida.

study

sonice

sonice
Niño/a del Hogar de Pony
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Qué buen capítulo! ese Neal es un loquillo jajaja así me puede encantar, creo que recrearon el personaje sin quitarle su esencia, muy buena historia, las sigo, voy al siguiente capítulo

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