Hola, hola bellas lectoras, finalmente tengo el tiempo para entrar y compartir con ustedes durante este evento.
Espero que la historia que les presentaré a continuación, sea del agrado de cada una
De pie frente al espejo, Candice observaba su reflejo, sonrió satisfecha por lo que veía. Si años atrás le hubieran dicho que hoy en día luciría una figura perfecta, no lo hubiese creído, pero fue gracias al gran apoyo y comprensión de su familia, en especial su tía Paulina y su ocurrente prima Annie que pudo conseguirlo. Y hora estaba allí, lista para su primera cita con un completo desconocido.
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--Te ves hermosa, Candice --Annie ingresó a la habitación y la abrazó por detrás --Eres la directora más joven y sexi del mundo --sonrió pícaramente --la verdad ese vestido fue hecho a tu medida.
--Annie, que cosas dices --sonrió divertida la rubia ante las palabras de su alocada prima.
--Es la verdad, Candy --le alzó el rostro --mírate, eres el reflejo de la mismísima diosa del amor. Con tu belleza, eres capaz de susurrar palabras dulces y volver loco de amor y deseo tanto a los dioses del Olimpo como a los mortales, para que realicen actos ilícitos contigo.
--Annie, para ya de decir tonterías --Candy se carcajeó por sus ocurrencias. --años atrás fui la comidilla de la universidad --una nube de tristeza la invadió
--¡Bah! --Annie bufó --eso ya quedó atrás y dudo mucho que alguien se acuerde ahora --besó su mejilla --vete ya, o llegarás tarde a tu cita con tu Adonis, Afrodita. --Candice suspiró ante las últimas palabras de Annie, mientras esta parloteaba, la rubia cerró los ojos y su mente la llevó en un viaje al pasado
Ocho años atrás...
El día en que su tía Paulina, y su prima Annie fueron por ella al aeropuerto de New York, su rostro estaba nublado por la derrota y la vergüenza. La dama se limitó a abrazarla de manera protectora, mientras que Annie le juró que haría todo lo que estuviera en sus manos para levantarle el ánimo, pero conforme los días pasaban, Candy no hacia mas que comer sin control alguno, y lo hizo aún más cuando ingresó a la Universidad.
—Mi pequeño ángel, ¿qué haces? —le dijo Paulina mirándole con tristeza al ver su aspecto ¿Por qué te haces tanto daño? —la preocupación y tristeza nubló su mirada.
—Estoy bien tia Ponny
—Nuestra tia tiene razón, Candy —intervino Annie
—Mi niña, tu cuerpo es tu templo, y lo has descuidado mucho, te has dedicado a cultivar tu cabeza, pero ¿Que hay de lo que la sostiene?
—Tía Ponny, yo... —balbuceó sin encontrar los argumentos para refutar las palabras dichas por la sabia dama.
—Eso tiene que cambiar Candy —musitó Annie.
—Pero no puedo parar —replicó la joven.
—Claro que puedes —refutó Annie —te voy a demostrar que esos kilos de más que tienes, son como una mochila llena de piedras sobre tus hombros, te ayudaré para que te liberes de ellas porque son innecesarias, y sólo va a dificultar tu camino —Annie sujetó una de sus manos.
—Y yo —intervino Paulina tomando la mano libre de la muchacha —te ayudaré para que tu templo sea tan fuerte como tu alma.
—Oh si —dijo Annie sonriendo —ten la seguridad que lo haremos.
Candy sonrió levemente y asintió con la cabeza, cuando la tia Ponny y Annie se proponían algo no se detenían hasta conseguirlo. Sabía que lo que le decían era cierto, se había descuidado demasiado y era hora que las cosas tomaran un rumbo distinto...
@@@@@@@
Las leo
Espero que la historia que les presentaré a continuación, sea del agrado de cada una
Amor, Perdóname
Capítulo 1–Parte 1
By Rossy Castaneda
Capítulo 1–Parte 1
By Rossy Castaneda
De pie frente al espejo, Candice observaba su reflejo, sonrió satisfecha por lo que veía. Si años atrás le hubieran dicho que hoy en día luciría una figura perfecta, no lo hubiese creído, pero fue gracias al gran apoyo y comprensión de su familia, en especial su tía Paulina y su ocurrente prima Annie que pudo conseguirlo. Y hora estaba allí, lista para su primera cita con un completo desconocido.
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--Te ves hermosa, Candice --Annie ingresó a la habitación y la abrazó por detrás --Eres la directora más joven y sexi del mundo --sonrió pícaramente --la verdad ese vestido fue hecho a tu medida.
--Annie, que cosas dices --sonrió divertida la rubia ante las palabras de su alocada prima.
--Es la verdad, Candy --le alzó el rostro --mírate, eres el reflejo de la mismísima diosa del amor. Con tu belleza, eres capaz de susurrar palabras dulces y volver loco de amor y deseo tanto a los dioses del Olimpo como a los mortales, para que realicen actos ilícitos contigo.
--Annie, para ya de decir tonterías --Candy se carcajeó por sus ocurrencias. --años atrás fui la comidilla de la universidad --una nube de tristeza la invadió
--¡Bah! --Annie bufó --eso ya quedó atrás y dudo mucho que alguien se acuerde ahora --besó su mejilla --vete ya, o llegarás tarde a tu cita con tu Adonis, Afrodita. --Candice suspiró ante las últimas palabras de Annie, mientras esta parloteaba, la rubia cerró los ojos y su mente la llevó en un viaje al pasado
Ocho años atrás...
El día en que su tía Paulina, y su prima Annie fueron por ella al aeropuerto de New York, su rostro estaba nublado por la derrota y la vergüenza. La dama se limitó a abrazarla de manera protectora, mientras que Annie le juró que haría todo lo que estuviera en sus manos para levantarle el ánimo, pero conforme los días pasaban, Candy no hacia mas que comer sin control alguno, y lo hizo aún más cuando ingresó a la Universidad.
—Mi pequeño ángel, ¿qué haces? —le dijo Paulina mirándole con tristeza al ver su aspecto ¿Por qué te haces tanto daño? —la preocupación y tristeza nubló su mirada.
—Estoy bien tia Ponny
—Nuestra tia tiene razón, Candy —intervino Annie
—Mi niña, tu cuerpo es tu templo, y lo has descuidado mucho, te has dedicado a cultivar tu cabeza, pero ¿Que hay de lo que la sostiene?
—Tía Ponny, yo... —balbuceó sin encontrar los argumentos para refutar las palabras dichas por la sabia dama.
—Eso tiene que cambiar Candy —musitó Annie.
—Pero no puedo parar —replicó la joven.
—Claro que puedes —refutó Annie —te voy a demostrar que esos kilos de más que tienes, son como una mochila llena de piedras sobre tus hombros, te ayudaré para que te liberes de ellas porque son innecesarias, y sólo va a dificultar tu camino —Annie sujetó una de sus manos.
—Y yo —intervino Paulina tomando la mano libre de la muchacha —te ayudaré para que tu templo sea tan fuerte como tu alma.
—Oh si —dijo Annie sonriendo —ten la seguridad que lo haremos.
Candy sonrió levemente y asintió con la cabeza, cuando la tia Ponny y Annie se proponían algo no se detenían hasta conseguirlo. Sabía que lo que le decían era cierto, se había descuidado demasiado y era hora que las cosas tomaran un rumbo distinto...
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Las leo