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Estamos de vuelta, han sido dias complicados animicamente, pero escribir y compartir mis historias alivian el hueco en el pecho tras la ausencia de mi papi, bendiciones a todas.
Video Presentación.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
El tren se había detenido casi dos horas después de que salió de la ciudad de Nueva York, pero Annie no sintió el viaje ya que se había quedado dormida todo el trayecto, por el contrario, Candy se había dedicado a hacer anotaciones en su libreta de trabajo, quiso imitar a su amiga, pero no pudo conciliar el sueño.
̶ Annie, ya llegamos ̶ Candy movió a su amiga del hombro.
̶ Archie, déjame dormir ̶ masculló Annie, haciendo a un lado la mano de Candy.
̶ Archie no te dejaría dormir, te lo aseguro ̶ susurró la rubia al oído de su amiga. Annie abrió los ojos de golpe, Candy ya estaba de pie junto al asiento, sonreía al ver la reacción de su amiga, las mejillas de Annie se pintaron de un tono rojizo.
̶ Candy que cosas dices ̶ Annie movió la cabeza de un lado a otro para destensar su cuello ̶ pero tienes razón, Archie no me dejaría dormir ̶ afirmó coqueta.
Candy entorno los ojos, camino por el pasillo hacia la salida, Annie la siguió, tenían que ir al área de entrega de equipaje. Cuando bajaron del tren ambas se llevaron una grata sorpresa, Thom Britt las esperaba en el andén, tenía una sonrisa dibujada en el rostro.
Annie acelero el paso, apenas y podía correr con sus tacones, pero no le importo y se los quito para llegar más rápido hasta donde se encontraba su hermano, se lanzó a sus brazos en cuanto estuvo frente a él.
̶ Te extrañe tanto ̶ confesó el chico a su hermana. Thom era un joven enfermero, tenía 27 años, físicamente era muy diferente a Annie, él tenía el cabello castaño, piel blanca y ojos café claro. Annie se parecía a su padre y Thom a su madre, ambos ya fallecidos.
̶ Solo me fui poco más de un mes ̶ aclaró Annie, miro a los ojos a su hermano, lo conocía bien y sabía que había algo que le aquejaba.
̶ Hola Thom, ¿Cómo has estado? ̶ Candy se les unió.
̶ ¡Obviamente, extrañando a mi linda hermana! ̶ Thom sonrió al ver a Candy.
̶ Nosotras también los extrañamos, pero teníamos que hacer ese viaje, era importante para la empresa ̶ añadió la joven rubia.
̶ Pero… esta hermosa chica no trabaja en la Constructora Browers ̶ Thom miro con seriedad a su hermana.
̶ Eso es cierto, pero resulta que el novio de estaba hermosa chica, sí trabaja en esa empresa y no podía dejar de llevarme y vivir un romance intenso en Londres y Paris ̶ Annie suspiro.
̶ Para, no quiero saber más ̶ Thom freno las explicaciones de Annie, las dos chicas sonrieron ante su reacción.
̶ A mí no me saludan ̶ Alguien más se les unía.
Al escuchar esa voz, Candy volteo de inmediato, detrás de Thom apareció un apuesto joven rubio, de cuerpo atlético, alto y ojos color cerúleo. Miro a Candy fijamente, ella respondió de la misma manera, por un instante pareció que el joven estaba molesto,
pero casi de inmediato una sonrisa apareció en su rostro.
̶ ¡Anthony! ̶ Candy parecía emocionada, corrió hacia él como atraída por un imán, quedaron de frente.
̶ ¿Me extrañaste? ̶ Anthony pregunto mientras acariciaba la mejilla de Candy.
̶ ¡Como no te imaginas!, pensé que estabas en San Diego ̶ Candy envolvió al chico en un fuerte abrazo. Thom y Annie los observaban en silencio.
̶ Como no iba a estar aquí cuando llegaras, me les escape con la excusa de que tenía que arreglar unos pendientes ̶ susurró el joven en su oído.
̶ Siento interrumpirlos, pero se hace tarde ̶ Thom rompió el emotivo abrazo.
̶ Es cierto, las están esperando ̶ Anthony soltó a Candy.
Le dio el brazo y caminaron juntos por el andén, al igual que Annie y su hermano, recogieron el equipaje y se marcharon en el auto que llevaba Thom, Annie no dejaba de hablar sobre el viaje que hicieron y lo mucho que se divirtió, Thom sonreía al escuchar las anécdotas de su hermana, quien iba junto a él en la parte delantera del auto.
̶ ¡Estas muy callada! ̶ afirmó Anthony al ver a Candy tan pensativa.
̶ Solo es cansancio ̶ Candy se encogió de hombros.
̶ Le dije que no debíamos de viajar el mismo día que llegamos de Europa ̶ Annie recrimino a su amiga, por su apresurada decisión.
̶ Ya te expliqué… ̶ Candy entorno los ojos, Anthony puso el dedo pulgar en sus labios y le guiño el ojo.
Él no quería que ella se desgastara en discusiones y Candy se dio cuenta, lo conocía muy bien, al parecer tenían que hablar de algo muy importante y ella debía de guardar energía para ese momento.
Minutos después llegaron a la casa de la señora Paulette Giddings y su hija María, ambas se habían dedicado a la enfermería y habían sido sobrevivientes a la pandemia de la gripe española, al igual que Candy, Annie y Thom, no así los padres de ellos.
Candy y Annie tenían 15 años cuando se quedaron huérfanas, Thom tenía 17 años e iniciaba sus estudios de enfermería.
La señorita Paulette y su hija, cobijaron en su hogar a los tres jóvenes debido a la crisis por la guerra, aunado la pandemia, fueron épocas muy complicadas, pero ellas los sintieron como si fueran parte de su familia. Por fortuna con el pasar del tiempo la situación fue mejorando, sobre todo para Candy ya que un alma caritativa la acogió como parte de su clan, recibiendo el mismo trato que cada miembro de la familia.
El señor William Albert Andley, cabeza de familia de uno de los linajes más importantes del estado de Illinois decidió adoptarla, gracias a ello Candy pudo estudiar en una de las mejores universidades la carrera de Arquitectura, y ahora ejercía dicha profesión en una de las constructoras más prestigiosas del país.
̶ ¡Candy, Annie, me alegro tanto de verlas! ̶ la señora Paulette las recibió con mucho cariño. Las chicas se refugiaron en abrazo protector de la mujer que la hizo de madre cuando lo necesitaron.
̶ Te extrañamos mucho, mamá Paulette, ¿Y Mary? ̶ preguntaron por su hija, ella les llevaba varios años de diferencia, pero ellas la consideraban como una hermana mayor.
̶ Ella está de guardia en la Clínica, pero llegará mañana temprano ̶ comentó Paulette.
̶ Es tarde chicas, mañana tengo guardia muy temprano ̶ Thom comenzó a despedirse.
̶ No quieren tomar chocolate caliente con nosotras ̶ Paulette había horneado pan y hecho una deliciosa bebida.
Ante tal invitación Thom no dudo en quedarse, mientras Paulette, Annie y Thomas ponían la mesa, Candy y Anthony se quedaron en la sala de estar, ambos permanecían callados, mirándose, como si quisieran en un lugar más íntimo.
̶ La mesa esta puesta, pueden pasar ̶ Annie fue hasta donde ellos, Candy y Anthony dejaron de mirarse.
Los jóvenes se pusieron de pie y fueron hasta el pequeño comedor, se sentaron uno junto al otro. Annie y Candy platicaron sobre su viaje, al menos las cosas que se podían contar a Paulette, sacaron de su equipaje algunos de los obsequios que trajeron, Paulette era amante de los juegos de té y sus ojos se maravillaron con el que le habían traído de Londres, además de tés en caja de lata, Para Mary, como la llamaban las chicas, le trajeron un perfume de París, un pañuelo de seda de Hermes, y un libro de la novelista británica Jane Austen, aunque tendrían que esperar hasta el día siguiente para dárselos personalmente.
̶ María estará muy feliz ̶ Paulette aseguro.
̶ Se que así será ̶ Candy tomo la mano de la mujer y le dio un ligero apretón.
̶ Gracias por la invitación, es tarde y tengo que irme ̶ Anthony comenzó a despedirse, miro a Thom y después a Candy.
̶ Anthony, yo voy contigo ̶ Candy se puso de pie ante la mirada atónita de sus acompañantes ̶ Thom, puedes quedarte hoy aquí por favor y prestarme tu auto ̶ suplico con la mirada.
̶ Sí, claro que si ̶ Thom asintió y miro a su amiga, fue muy obvio que no le agrado la idea de que Candy se fuera con Anthony, más aún en su auto, Annie tomo la mano de su hermano y la apretó, como si lo estuviera consolando.
̶ Que pasen buena noche ̶ Anthony se despidió, Candy agarro su bolso.
̶ Los veré mañana ̶ Candy salió junto con Anthony. Abordaron el auto, pero esa ocasión Candy fue la que se sentó en el lado del piloto ̶ Anda sube.
Por unos segundos Anthony se quedó fuera del coche, Candy lo miro recriminatoria al ver que no subía.
̶ ¿A dónde lo llevo? ̶ preguntó Candy en tono de juego.
̶ Sabes bien a dónde quiero ir ̶ Anthony carraspeo, Candy no dijo nada, solo apretó los labios, encendió el auto y arranco.
Como antes, los jóvenes no charlaron durante el camino, Anthony no quería distraerla del volante, estaba oscuro y el terreno se sentía inestable, además no quería repetir aquella ocasión en que Candy se estampo con un poste de alumbrado público.
̶ No va a pasar ̶ comentó Candy, como si hubiese adivinado los pensamientos de Anthony ̶ Tenía 18 años cuando me estrelle en el poste y eso fue por culpa de esos caballos, además Stear me ha enseñado muy bien ̶ explicó.
̶ ¡Vaya consuelo! ̶ dijo mientras levantaba ambas cejas.
Anthony sonrió, había pasado ya un tiempo desde que se conocieron, desde entonces se había hecho buenos amigos, junto con sus primos Stear y Archie, al final todos terminaron trabajando juntos, en la empresa del padre de Anthony, Vicent Brower.
Candy manejo hasta llegar al centro de la ciudad, dónde se encontraba el edificio en que estaba el departamento que eventualmente utilizaba Anthony. El silencio volvió a hacerles compañía, al grado que podían escuchar la respiración uno del otro.
̶ Desde que nos encontramos en la estación he sentido que quieres hablar conmigo a solas, conozco esa mirada ̶ Candy fue directa con sus palabras, no le gustaba darles vuelta a los asuntos.
Anthony no dijo nada, solo bajo del auto y fue hasta la portezuela del piloto, la abrió y ayudo a Candy, caminaron en silencio hasta llegar a el departamento.
En cuanto entraron Anthony encendió la luz, Candy se caminó hacia la sala, al fin reacciono cuando sintió la presencia del joven justo detrás suyo.
̶ Dame tu abrigo ̶ Susurro el joven en su oído mientras pasaba sus manos por los hombros de ella y le ayudaba a quitarse la prenda.
̶ Gracias ̶ respondió Candy, nerviosa al ver como el abrigo resbalaba por sus finos brazos.
̶ ¿Quieres algo de beber? ̶ preguntó Anthony al tiempo que aventaba el abrigo sobre el respaldo del sofá. Candy se giró para quedar frente al chico.
̶ Solo necesito que me abraces ̶ rodeo la cintura de él, recargo su cabeza sobre su pecho y se soltó a llorar.
̶ Creo que la que quería hablar a solas conmigo, eras tú ̶ respondió Anthony, envolviéndola en sus brazos.
̶ Anthony yo… te extrañe demasiado ̶ Candy lo miro a los ojos.
̶ ¿Te has arrepentido?, ¿Ocurrió algo en el viaje?, si es así yo lo entendería ̶ Anthony parecía preocupado. Candy no respondió a sus preguntas, volvió a recargar la cabeza en el pecho de él, ahora podía escuchar su corazón.
̶ No ̶ la joven contesto segundos después.
̶ El lunes vuelvo a San Diego ̶ añadió con seriedad ̶ así que...si te has arrepentido es momento de que lo digas.
̶ No, claro que no ̶ Candy al fin se soltó de él, fue directo a uno de los sofás y se sentó, la falda de su vestido se levantó un poco dejando ver un poco más que sus pantorrillas, Anthony se agacho para quedar a la altura de Candy, acerco su rostro al de ella y le dio un suave beso en la mejilla, la chica cerró los ojos.
̶ En cuatro meses volveré, cuando sea la ceremonia de colocación de la primera piedra del proyecto del rascacielos, esa misma noche se anunciará nuestro compromiso ̶ afirmó el chico.
̶ ¡Sí, así será! ̶ Candy entrelazo sus dedos.
̶ Voy a preparar un poco de té ̶ Anthony se incorporó y fue a la cocina.
«Candy debes serenarte, no puedes dudar, no ahora»
Se repetía una y otra vez las mismas palabras, la joven recargo los codos en las rodillas, apretó sus manos, llevo la cabeza hacia
estas, cerró los ojos.
Candy estaba tan sumergida en sus pensamientos que siquiera noto que era observada, Anthony la miraba desde el marco de la puerta, llevaba en sus manos una taza con una infusión de flores relajantes, desde ese punto parecía que lo que la chica hacia era orar, se acercó.
̶ Bebe esto ̶ Anthony le hablo con suavidad, Candy levantó la vista y tomo la taza.
̶ Gracias ̶ la joven sonrió, bebió un poco de la infusión.
Anthony se sentó de nuevo a su lado, se recargo en el sofá y la miro fascinado, con sus finos dedos tomo un mechón del dorado cabello de Candy, jugaba con él mientras ella bebía el té.
̶ Candy, muchas gracias por todo ̶ expresó Anthony con voz suave. Candy miro a Anthony y le sonrió.
El joven le quito la taza de las manos, la dejo sobre la mesa y cargo a Candy entre sus brazos llevándola a la recamara, puso el cuerpo de la chica sobre la cama con mucho cuidado, se contemplaron y se fundieron en un cálido abrazo.
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