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Capítulo veintitrés
El carruaje de pronto estaba avanzando más rápido y brusco, William gritó al cochero, pero este no respondió, asomo su cabeza y vio que este trataba con todas sus fuerzas de controlar el carruaje, volvió la vista y unos preciosos ojos color miel lo miraban con temor.
―William, ―esa dulce voz, con un tono de temor y alarma lo despertó.
Ese sueño lo atormentaba, casi al mismo tiempo en que sus recuerdos comenzaron a regresar, desde que encontró esa caja en fin de año en New York no tardo en comprender un poco el motivo, seguramente se trataba del recuerdo del terrible accidente hace casi ocho años, ese en que la perdió a ella, un accidente similar al que sufrió casi dos años atrás en el que se creyó que él y Rosemary habían muerto.
Se torturaba por no saber que sucedió después, los recuerdos de esos días están perdidos, en su sueño no logra ver su rostro, solo sus ojos, esos bellos y expresivos ojos, según George fue gracias a que el cochero logró gritar por ayuda y correr hacia varios carruajes que pasaban que se consiguió salvar su vida.
Ahora estaban seguros de que se trató de un atentado más, uno en el que estuvieron a punto de matarlo, pues según le confió George, Josh el cochero, vio a un hombre que se acercaba al carruaje, este llevaba algo en su mano, lo que suponían era un arma, pues al ver que se acercaba la gente huyo.
El carruaje también sufrió sabotaje, fue por eso que se accidentaron, lo que fue imperdonable, es haberla perdido, porque de ella no se encontró ni el cadáver, sabía que después que él apareció, todo eso volvió a ponerse en manos de los investigadores, el necesitaba tener certeza, aunque no pudiera recordar plenamente.
William no se molestó en encender la luz, mejor trató de relajarse, tenía que dormir, un viaje los esperaba al día siguiente, pensó en Candy, quien seguramente volvería a llorar al despedirse de aquellos a quienes les ha tomado cariño, como nana Lorenza, mejor se aseguraba de que tuvieran suficiente papel para sus cartas, ya se imaginaba otra tanda de estas que su hija escribiría.
Desde que comenzaron a viajar fuera de los países de habla inglesa, Candy estaba siguiendo las indicaciones de Beatriz, al escribir sus cartas en el idioma del país en que se encontrara, su pequeña se esmeraba, sabía que esa era quizá la forma más ingeniosa para que ella aprendiera mucho más rápido otros idiomas.
En otra habitación una pareja discutía sobre posibles soluciones.
―no me digas que no me preocupe amor, haces demasiado, necesitas descansar más, mañana vamos nuevamente de viaje, no creas que no he notado que estas más agotada que de costumbre, no puedo postergar más esto, en cuanto lleguemos a Escocia pediré que el médico te examine.
―George querido, es normal, solo no siendo humana no me cansaría, pero está bien, lleva al médico si con eso estarás más tranquilo.
―Bea, cielo, no te has puesto a pensar en que talvez…, ―el pelinegro acarició el vientre de su esposa, sin completar la frase.
―tú crees, oh eso sería maravilloso amor, ¿acaso no quieres?, ―preguntó con un poco de tristeza al imaginar que su esposo no deseaba ser padre.
―ni siquiera lo pienses, claro que quiero, pero me preocupo, porque obviamente en ese estado necesitarías más cuido, he estado buscando profesoras que te ayuden, debemos estar prevenidos.
―lo imaginé cuando trajiste a Giovanni para reforzar las clases de historia y arte, aunque no creas que no noté que también es un guardián.
―con todo lo descubierto, el señor William decidió redoblar la seguridad, Giovanni fue un soldado, ha estudiado también para enseñar, lo hizo luchando literalmente, pues ha estado en peleas clandestinas para poder pagar sus estudios y sostener a su esposa e hijos.
―eres un buen hombre George, porque no te conformaste con buscar a alguien con títulos rimbombantes, si no a una persona que además de tener los conocimientos, necesitara la oportunidad, Carlota también será de gran ayuda.
―de hecho, si, solo debes organizar y planificar que enseñara cada uno, porque eso sí, tu sigues siendo quien dirige todo acerca de la educación de Candy, la única diferencia es que podrás descansar un poco más.
―es de ayuda que el señor William tenga suficiente dinero, porque a este paso, le tocará pagar un barco completo cada vez que viajamos, con todo el ejército de empleados que le acompañan.
―para él es una inversión, no le importa siempre y cuando Candy este bien, además los empleados le son fieles, lo cual es necesario para la seguridad de todos.
―estoy dando clases avanzadas a Dorothy, así dentro de al menos dos años, ella estará lista para dirigir los estudios de Candy, siempre con mi supervisión claro, pero como dices, ya sin tanto esfuerzo, si amor, yo también he pensado en la posibilidad, ―dijo Beatriz acariciando su vientre.
―bueno ya que cada uno ha pensado lo mismo por su cuenta, haciendo planes, lo mejor es que unamos esfuerzos hacia un mismo fin, ―respondió George, besando dulcemente los labios de su amada esposa, imaginando ya las dichas que el futuro les podría traer.
∞
En Lakewood una rubia despertaba un poco confundida y aturdida, siendo atendida por otra rubia un poco más joven, quien la miraba curiosa y aliviada.
― ¿Dónde estoy?
―en la mansión de las rosas, ¿Cómo te sientes?, he mandado a llamar al médico, no debe tardar en llegar.
― ¿Rosemary?
―sí, esa soy yo, imagino que eres Bianca.
―si
―nos alivia mucho tenerte aquí, llevamos buscándote algún tiempo.
―mi esposo, el, ¿está aquí?, ¿me ha buscado?
―me temo que él no sabe nada aun, mi esposo y yo te hemos buscado desde que encontramos las cartas que has estado enviando, te aseguro que nadie tenía conocimiento de ellas o te habríamos buscado antes, en especial el.
―no entiendo.
Rosemary procedió a explicarle a Bianca todo lo sucedido durante esos años atrás, de que se pensó que estaba muerta después de ese accidente puesto que no se encontró ni su cuerpo, del daño que hizo Hilda y su cómplice, del accidente en que se creyó que ella y su padre estaban muertos, de cómo se encontró a William y luego a ella.
Bianca estaba más que sorprendida y quizá podría decirse aliviada, al saber que su esposo no la había ignorado, abandonándola a su suerte, de pronto el peso de todo cayó sobre ella y sus lágrimas comenzaron a escapar sin poder ser contenidas.
―ya estas con nosotros, el volverá en cuanto se entere, envié una carta explicando la situación hace algunas semanas, no debe tardar en recibirla, solo que con sus viajes tardara, ya sabes cómo es la vida del patriarca.
―no puedo esperar tanto, debo ir a buscarlo, saber que pasó.
―el no recuerda lo sucedido, el vendrá, ten paciencia.
―no, no me refiero a mi esposo, me refiero a nuestro bebé, tengo que saber que paso con él, en donde lo enterraron, debo estar segura, comprendes.
― ¿Cómo?, ¿bebé?
―yo estaba embarazada cuando veníamos de camino a Lakewood, William quería que nuestro hijo naciera aquí, estaba ansioso por presentarme con ustedes, ya estaba por los siete meses y medio cuando sucedió el accidente.
―oh por todos los cielos, ¿Qué fue lo que sucedió?, por favor cuéntame.
Bianca relató la felicidad del viaje, la emoción con la que deseaban llegar y preparar el recibimiento del bebé, hasta llegar al momento del accidente.
―no sé cómo llegue hasta el agua, con el carruaje estábamos en el rio helado, un hombre se acercó a donde había caído, ―Bianca se estremeció ante el recuerdo.
∞
Años atrás
―maldito William, voy a acabar con toda tu estirpe, no quedará un solo Andrew con vida, ―ella estaba cubierta por uno de los postes del puente, con terror vio que cuchillo en mano se acercó al cuerpo tendido de su esposo.
∞
―quise gritar, pero el agua estaba muy fría y me tenía entumecida, por más que traté mi voz no salió, también estaba dolorida por la caída, en cuanto ese hombre se acercaba a William, una corriente de agua me arrastró dentro del rio, después de eso todo se volvió negro.
―no sabía nada de eso, hasta hace poco comprendimos que se trataba de otro atentado, comprendes la importancia de esto, es posible que seas la única que ha visto y sabe quién es la persona que ha estado atentando contra nuestra familia, pero por favor continúa, ¿Cómo lograste sobrevivir?
―no sé cuánto tiempo estuve inconsciente, ni cuanto me arrastró la corriente, solo sé que en algún momento desperté, una pareja de campesinos me rescató, según dijeron me encontraron en la orilla del rio, pero mi estado era muy delicado, entraba y salía de la inconsciencia, solo tengo fragmentos de estar pujando, mi parto se adelantó.
―por todos los cielos, ¿y el bebé?
―eso es lo que me carcome, solo sé que tiempo después estaba en un convento, cuando por fin mi salud se estabilizó y pude estar más consciente, me explicaron que fui llevada allí, creyeron que moriría, al parecer mi bebé estaba muerto, pero nunca lo vi Rosemary, necesito encontrar a esa pareja, saber en dónde está su tumba.
Bianca comenzó a llorar nuevamente, estaba desconsolada, la rubia más joven la abrazó y lloró con ella, sintiendo su pena, como madre sabía que ese era un dolor insoportable, prometió que buscarían a esa pareja y sabrían que sucedió y donde estaba la tumba de su hermanito.
∞
―cada vez que iniciamos un viaje parece que llevamos más acompañantes, ―mencionó William sonriendo.
―eso parece señor, ―respondió George, pero algo en el tono y semblante del pelinegro hizo que el patriarca comprendiera que algo más sucedía.
―dímelo, ¿Qué es lo que pasa?, ¿Qué te tiene preocupado?, ¿es Beatriz?
―señor, no quisiera importunarlo, pero sí, me gustaría que la revisara un médico en cuanto lleguemos a Escocia.
― ¿esta ella bien?, dime muchacho, ten confianza y habla con franqueza.
―de pasar, no, no le pasa nada, al menos nada serio, pero, bueno la he notado más cansada últimamente y también algunas otras cosas, lo que me hacen pensar en algunas posibilidades.
―ah, mi buen George, no me digas que sospechas que esta de encargo, en hora buena muchacho, ya verás que todo estará bien, hay que buscar más profesores que se encarguen de ayudarle para que pueda ocuparse de su embarazo si es así, pero que digo, conociéndote ya comenzaste hace mucho con eso, ¿no es así?
―me conoce señor, así es, poco a poco he ido buscando y contratando.
―ya decía yo, por eso Giovanni y su esposa, ¿verdad?, aunque no niego que el hecho que pueda servir de guardaespaldas de mi pequeña es un bono inmejorable, has las preparaciones que estimes necesarias, es más, hay que ir pensando en contratar un médico de cabecera que viaje con nosotros, no vamos a arriesgar la salud de tu esposa e hijo.
―señor, ―George estaba conmovido por la preocupación de su patrón, él sabía que William lo veía como a un hijo más, pero comprobarlo era abrumador, ―muchas gracias.
―no es nada muchacho, sabes que lo haría por cualquiera de mis hijos, pero primero veamos que nos dice el doctor en Escocia y dependiendo de eso hacemos planes, ¿estás de acuerdo?
―eso sería muy generoso de su parte, gracias, claro que estoy de acuerdo.
Candy estaba en el compartimento privado de su padre, acompañada como siempre por Dorothy, también por Carlota, ella y su esposo tenían una hija y un hijo, ambos casados hacia poco, estaban tranquilos sabiendo que podrían ayudarles a ambos con sus nuevos salarios, en vez de ser una carga para ellos, la mujer apenas tenía unos cuarenta y dos años y era muy enérgica, todo lo que se necesitaba para tratar con la pequeña pecosa.
El viaje era algo ya tan familiar para Candy, que no le molestaba en lo absoluto, aprovechaba las largas horas de travesía para leer las cartas recibidas y para escribir, cada nueva salida implicaba muchas más cartas, pero había unas más que otras que siempre eran prioritarias para ella.
Aquellas para el hogar de Pony, las de Albert, las de Rosemary, sin faltar las de sus paladines, las de Annie, todas ellas llenaban su corazón de una calidez maravillosa, pero sin darse cuenta, las que más buscaba cuando le entregaban su correspondencia, eran aquellas que venían desde Inglaterra.
Ella escribía casi a diario una carta para Terry, ni que decir de él, quien, hacia lo mismo, casi que contándose hasta el menú que les servían, de solo recordar que pronto lo vería se ponía muy feliz, ese mocoso engreído tenía un lugar muy especial en su inocente corazón.
Al llegar a la villa en Escocia Beatriz fue atendida de inmediato por un médico que ya le esperaba, él la examinó, confirmando el diagnostico que ya su esposo suponía, la joven señora Jonhson estaba de encargo, llenando de alegría a todos, iniciando un festejo improvisado.
Los mimos hacia la futura mami no se hicieron esperar, el futuro padre rebosaba de alegría, con eso inicio también una nueva etapa para la joven, quien ahora veía disminuida drásticamente sus obligaciones como institutriz, quedando casi que supervisando la labor de los demás profesores contratados por su esposo.
El clima ya era menos frio, por lo que Candy obtuvo permiso para ir a pasear por el lago, estaba feliz de estar entre la naturaleza, Dorothy seguía fielmente cerca de ella, Giovanni y Carlota también, no dejaban a la pequeña sola, aunque estaban a una distancia prudente.
Dorothy se dispuso a buscar la sombrilla, pues ya estaba más fuerte el sol y no quería que la niña se requemara, cuando de la nada una mujer pasó corriendo muy cerca, empujando a la pequeña al lago, rápidamente Carlota comenzó a seguir a la mujer y Giovanni corrió hacia el lago para sacar a Candy.
Dorothy casi se tiraba al agua, pero el italiano fue más rápido, sacando a la pequeña, quien afortunadamente aparte del frio y el susto, estaba bien, sin perder tiempo se fueron de regreso a la villa, Carlota se les unió al no haber podido alcanzar a la mujer.
―pero, ¿Qué ha pasado?, Candy pequeña, ¿estas bien?, ―preguntaba preocupada Beatriz.
De inmediato las voces hicieron que William saliera del estudio, él y Beatriz siguieron a Dorothy con la niña a la habitación de la pequeña, George se quedó con Carlota y Giovanni quienes le explicaban lo sucedido.
Dorothy no tardo en comenzar a preparar la bañera con agua tibia con la ayuda de Beatriz, Candy siguiendo su indicación se comenzó a quitar el vestido, al quedar solo en ropa interior su padre noto gracias a la transparencia de esta por lo mojado, una marca en la pompi derecha de la niña, muy cerca de la cintura.
Pensando que podía tratarse de algún golpe revisó la zona, bajando solo un poco la ropa interior, pero lo que encontró no fue un morete, si no un muy familiar lunar en forma de media luna, lo que hizo que se tambaleara de la impresión.
―señor, ¿está bien?, ―preguntó Dorothy al ver a su patrón que se había puesto pálido.
―dime, ¿habías visto antes este lunar?, ―fue la inmediata respuesta de William.
―sí señor, desde el primer día en que la estoy atendiendo.
―yo también señor, ―respondió Beatriz a la muda interrogante de su jefe.
―papi, ¿pasa algo malo?
―no mi pequeña, no te preocupes, ve debes bañarte para que no te resfríes, debo ir a buscar a George.
―está bien papi, brrr porque si estaba un poco helada el agua, ―decía sonriendo la pequeña.
―ese lunar, lo sabía, siempre lo supe, ella es una Andrew, pero comprobarlo de esta manera, ¿pero ¿cómo?, ―pensaba William, siguió avanzando hacia donde sabia estaba su mano derecha, con más preguntas de las que nunca antes se había hecho.
Estuvieron seguros de que nuevamente la familia sufrió un atentado, después de escuchar a Carlota y Giovanni, ambos estaban muy disgustados de que alguien tratara de dañar a una niña tan dulce como Candy.
Con todo lo sucedido William no tuvo tiempo de hablar con George acerca del lunar de su pequeña, pero comenzó a hacer planes en su cabeza, necesitaba respuestas, todo eso tendría que esperar al menos hasta el día siguiente.
Un pelinegro sostenía en sus manos una carta para su jefe, aunque no la había leído conocía su contenido, eso gracias a que Rosemary le envió una carta a él explicándole todo, para que estuviera listo para ayudar si fuera necesario.
―señor, ―George se detuvo en la puerta del despacho, ―le ha llegado correspondencia de la señora Rosemary.
―gracias George.
William pidió a su mano derecha que se sentara mientras el leía la carta, su rostro fue mostrando varias emociones, hasta que tomo una carta más que venía dentro de la que le envió su hija, poniéndose blanco a medida leía un párrafo más, hasta que finalmente el papel se deslizó de su mano y él se desvaneció.
― ¡señor William!, Bearnard, ven rápido, ―llamo el pelinegro al mayordomo, ―corre ve por el médico, ―órdeno al verlo llegar, este sin tardar salió corriendo a cumplir el mandato de George.
El pelinegro logró acomodar a William en el sofá, aflojó su ropa, le quito los zapatos y comprobó que respiraba, luego se acercó a tomar la carta que se le había caído de las manos a su jefe, al leerla comprendió el estado de este, sabiendo que un nuevo viaje posiblemente se avecinaba.
7 de mayo de 1899
Mi amado William.
Ha sido ya un año esperando por ti, un año y un día desde que te vi por última vez, después de una larga convalecencia, al fin he podido recuperar mis fuerzas lo suficiente para poder escribirte.
Sabía que hacerlo era urgente, ya que estoy consciente que a estas alturas tu posiblemente pienses que he muerto en ese horrible accidente, por poco no lo logro amor, fue gracias a unos humildes granjeros que lo conseguí.
Para nuestro infortunio, nuestro bebé no lo hizo o al menos eso creo y es lo que más me martiriza, pues en mi corazón siento que mi bebé sigue con vida.
Pero para poder averiguarlo necesito que vengas por mí, te espero con insoportables ansias.
Siempre tuya Bianca Andrew.
Continuará…
