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La noche había llegado haciendo más oscura y fría la residencia de los Granchester. Sin embargo en la habitación principal de aquella hermosa propiedad, los amantes esposos seguían prodigándose las más dulces y sensuales caricias.
Cómo era usual en ellos, él la abrazaba por la espalda mientras la besaba detrás del lóbulo de su oreja izquierda, dejando que el delicado aroma de rosas que emanaba de ella invadiera sus sentidos, y con ello revivir la maravillosa sensación de tranquilidad que le daba el sentirla tan cerca, tan suya. En su mente un solo el pensamiento, el de cuanto la había extrañado.
En las últimas semanas, él había estado trabajando a un ritmo frenético, al punto que no recordaba la última vez que había podido disfrutar de manera tan plena un momento de intimidad como el que gozaba en ese momento. Con ella en sus brazos sentía que podía olvidar todo aquello que le causara preocupación y angustia. Ella era su oasis, su salvación.
Casi caía en el delicioso letargo del placer cuando escucho la voz de su mujer que le llamaba en un suave susurro.
—Hey cariño.. No te vayas a quedar dormido sin cenar...!
El solo la abrazo más fuerte, apretando su cuerpo más cerca al de ella.
—Umm... no lo haré, te lo prometo, solo dame unos minutos más así... por favor! —Dijo esto último casi como una súplica, que ella lamento no poder conceder, así que lenta y delicadamente se giró para estar frente a él quien se negaba aún abrir sus ojos.—
Ella beso la punta de su nariz al tiempo que pasaba suavemente su dedo índice sobre sus cejas para así animarlo a despertar.
—Lo siento amor pero esta vez no puedo dejarte descansar, te conozco bien y sé que terminarás por quedarte dormido. Y no puedo permitir que eso pase, no sin que antes ingieras algo de alimento. Estoy casi segura que no has probado bocado desde el desayuno, que seguro solo fue una Taza de té y un par de tristes tostadas.
Terry soltando el abrazo, levantó la cabeza para mirarla algo confundido. Y aún con el ceño fruncido y los ojos aun entrecerrados, la cuestiono.
—Cómo es posible que sepas exactamente lo que desayuné está mañana?
—¿Acaso me tiene vigilado señora Granchester?
— ¿Cómo crees...? —Dijo levantándose de la cama y halando la blanca sabana que los cubría a ambos para tapar su cuerpo desnudo dejando el de él completamente expuesto.
— ¡Vamos Candy! — Respondió él de inmediato en tono de queja al ver que ella se alejaba de su lado. — ¿me vas a dejar aquí solo y pasando frío?
Sentada aun a su lado, se volvió para mirarle, y haciendo un esfuerzo para no dejarse doblegar ante la mirada de aquel hombre que era consciente del seductor encanto que ejercía sobre ella.
—Debes saber Terence Granchester, que no me hace falta vigilarte para saber que no has comido. Es tan simple como que es imposible ignorar los ruidos que hace tu estómago. —Le respondió ella al tiempo que le daba un leve manotazo en su fuerte y bien definido abdomen. Lo que él aprovecho, para tomar su mano y acercarla de nuevo a él. —
—¿Sabes? Nunca dejas de sorprenderme... tienes razón apenas si probé bocado esta mañana y sí que eran tristes ese par de tostadas, pero ahora que hablaste de comida has despertado mi apetito... Aun así no quiero dejarte ir..., al menos no antes que me digas lo que quiero escuchar. Me resisto a que nuestro recién encuentro amoroso termine de forma tan abrupta por culpa de algo tan mundano y tan pueril como mi famélico estómago.
Candy no pudo evitar reír divertida ante las ocurrencias de su marido quien aún la tomaba de la mano para entrelazar sus dedos con los suyos. Tal vez ella como toda mujer casada tendría algunas cosas de que quejarse de su marido pero el que él no fuera un hombre apasionado y romántico, definitivamente no era una de ellas. Su pecho se hincho de ese sentimiento que le era tan familiar y aun así no dejaba de causarle aquel cosquilleo de emoción que comenzaba en algún lugar dentro de ella hasta llegar a sus mejillas llenándolas de una intensa sensación de calor que sonrojaba su blanca tez.
—¡Amo que seas tan romántico! —le dijo ella mientras le acariciaba su cabello castaño que ya mostraba algunas canas. — Pero créeme Terry, en este momento es más importante escuchar a tu estomago que a tu corazón. De no hacerlo, mañana despertarás con un ardor de estómago y de seguro que con un gran dolor de cabeza. Bien sabes que te ha pasado otras veces.
—¡Supongo que tienes razón. —Dijo el dándose por vencido.— Aunque no quiera, creo que no tendré más remedio que dejarte ir ... ¡ Eres libre!.
—'Gracias Milord! —Le contesto ella tan pronto el soltó su mano.
Se levantó de la cama y fue hasta su guarda ropa para escoger el vestido que usaría para esa noche sin poder obviar la cara de fastidio que ponía Terry a medida que ella se alejaba de él.
— No pongas esa cara, veraz que nuestra cena estará lista en menos de 15 minutos. Debo confesar que nuestro "encuentro romántico" ha terminado también por despertar mi apetito.
Ella continúo hablándole mientras él solo se limitaba a escucharla y a observar el ritual que ella hacia cada vez que se cambiaba de ropa. Había ido al baño a refrescarse y regreso envuelta en ese aroma de rosa tan sutil y a la vez tan embriagador que lo hacía sentir relajado y feliz.
—¡Terry..! De repente te encuentras muy callado, ¿estás Bien?
—¡Así es! Solo estoy disfrutando de la vista así como de tu amena conversación. Tal vez finalmente pueda escuchar de tus labios si lograste extrañarme un poco en estos días.
Candy que acababa de ponerse un sencillo vestido de chiffon color malva se volvió hacia él risueña, mientras tomaba asiento frente a su peinadora para terminar de arreglarse.
—Ahh era eso lo que tanto querías escuchar. Pero para qué voy a decir algo que sabes de sobra. Además tú siendo el caballero que eres deberías haber sido el primero en decirlo. —Le reto ella mirándolo en el reflejo del espejo.— Haber.. Milord! Durante su última ausencia ¿tuvo tiempo para extrañar a su esposa y si fue así que tanto la extraño?
—Bueno Mi Lady bien sabe que si y cuánto pues... creo que recién acabo de demostrárselo y muy bien. ¿No creé?
Candy no pudo evitar mostrar una sonrisa de pícara satisfacción mientras se levantaba para ir hacia él.
—Bueno, como siempre vuestros nobles actos hablan por usted Milord. Gracias a ellos puedo dar fé que en verdad su gracia me ha extrañado muchísimo, tanto como Yo a usted! Le besó dulcemente en los labios.
El quedó fascinado con el beso que ella le diera. Por eso le dolió el que ella se alejara de él nuevamente para ponerse sus zapatillas.
—No te vayas Pecosa, no sabes cuánto amo que me hables en ese lenguaje isabelino. ¿Sabes? pudiste ser una estupenda Julieta.
—Vaya...! Sí que te tomó tiempo el poder darte cuenta. No pensabas así cuando te dije que quería cambiar el nombre de Karen Kleis por el mío en aquel afiche. Recuerdo muy bien que cuando te lo dije te pareció muy gracioso y solo te echaste a reír.
Terry frunció el ceño divertido.
—No recuerdo muy bien ese incidente.
—No te hagas el gracioso. Sé que lo recuerdas y muy bien. Esa sonrisa contenida que llevas en tu rostro te delata. Casi podría volver intentar a darte tu merecido como lo hice aquella vez.
—Solo bromeaba, bien sabes que desde aquel festival de Mayo para mí no ha habido, ni habrá mejor Julieta que tú! —Candy sonrió conmovida al recordar nuevamente esos días del Saint Paul.
—Sabes es curioso que lo menciones, pues precisamente hoy estuve recordando muchas cosas...— Después de emitir un hondo suspiro continuo.— Han pasado tantos años de esos días tan maravillosos de nuestra juventud. Me alegra que tú también los recuerdes.
—¿Cómo podría olvidar esos días? En especial ese día de Mayo. Desde entonces comencé a tener miles de fantasías con una hermosa Julieta que se desnudaba frente a mí en el bosque. —Candy lo miró asombrada al recordar ese momento en que ella se cambiaba el traje de Romeo al de Julieta, sin siquiera sospechar que alguien estaría observando atento a cada uno de sus movimientos.
Aun de espalda a él mientras terminaba de arreglarse se giró lentamente sobre la banqueta en la que estaba sentada para mirarlo atónita por lo que acababa de escuchar.
—¡Lo sabía!, no sé ni porqué me sorprendo. No debí creer nunca en tu absurda excusa de "Te vi, pero no te mire" Le dijo remedándolo. Sabía que no solo me viste !me miraste...!
—Bueno, ¡pero no exageres!, lo que alcance a ver esa vez no tiene comparación con lo que he estado admirando los últimos minutos. Pero sí, Debo confesar que esa vez te miré, fueron tan solo unos escasos segundos, hasta que mis principios de caballero privaran ante los instintos naturales del adolescente libidinoso que también habitaba en mí en ese entonces. —Ella sin decir nada más solo se limitaba a mirarlo esta vez con mirada acusadora.— ¡Vamos Pecosa no debes molestarte! ¿Qué podías esperar de un joven que por muy bien educado y caballero que fuera, pudiera resistirse a no mirar aunque sea por un par de segundos a una chica tan hermosa como tú. Debes saber que contrario a lo que te dije ese día, ¡claro que me gustaste...! De hecho aunque no quería reconocerlo en ese entonces, tú ya me gustabas y mucho...
El volvió a reír divertido al observar las diferentes expresiones que reflejaba el rostro de Candy ante cada confesión que él le hacía de sus días de juventud. Expresiones que iban desde la más absoluta incredulidad, pasando por una vehemente molestia, terminando finalmente con una sonrisa contenida que ella siempre trataba de reprimir mordiendo su labio inferior. Y es que ella realmente no sabía cómo debía responder ante semejante muestra de descaro de parte de aquel hombre, que tampoco dejaba de sorprenderla, haciendo gala de su encantador y muy seductor desparpajo, haciendo casi imposible para ella poder molestarse realmente con él por lo que fuera que hubiera dicho o hecho.
Verlo reír mientras aún retozaba en su cama no dejaba de ser un deleite para ella. Cómo podría reclamar por algo que ella misma hacia a voluntad cada vez que podía. Cuando finalmente sus ojos se encontraron con los intensos azules de él, pudo reconocer en ellos esa única forma que él siempre tenía de mirarla, y que lograba siempre hacer que su corazón acelerara sus latidos llenándola de turbación y deseo.
Esa misma mirada del joven del que se enamoró, permanecía intacta en el hombre de 40 que tenía en frente. Y una vez más reflexionó para sí, lo increíblemente tonta que fue al no querer darse cuenta en ese entonces cuánto le gustaba ella a Terry Granchester, pero sobre todo cuánto le gustaba él a ella.
Hizo todo lo que pudo por ocultar lo que realmente estaba pensando en ese momento, por eso desvió su mirada de la de él para así poder terminar de arreglarse y salir de la habitación lo antes posible. Pero el muy alto castaño que ya se había puesto en pie se había percatado del repentino mutismo de Candy por ello, anticipando los movimientos de la hermosa rubia y con un par de zancadas alcanzo a detenerla en la puerta justo cuando ella estaba por salir de la habitación. Al hacerlo deslizo su dedo índice en una sutil caricia sobre la nariz de ella para lograr que ella volviera a mirarlo a los ojos y así comprobar que en realidad no estuviera molesta.
—No, te habrás molestado conmigo pecosa?
—Por qué habría de estarlo Terry? Después de 12 años de matrimonio ya estoy acostumbrada a las diversas facetas de tu personalidad. Es la rapidez en como pasas de una a otra la que a veces me desconcierta. Aun no sé cómo puedes pasar de ser el hombre más dulce y romántico a ser un descarado y atrevido bribón.
—Ough Pecas! Descarado..? Bribon? El que pienses así de mi me duele, aunque... debo confesar que tal vez si lo sea un poco... Aunque no por ser un descarado Bribón, dejo de ser adorable ¿no es cierto?
Ella contesto, risueña de verdad su esfuerzo por permanecer seria e indiferente ante cada una de sus palabras y gesto de él, le era imposible.
— ¡Claro que no! De hecho a veces pienso que eres demasiado adorable... Ahora dejemos las tonterías a un lado y ponte algo de ropa, aun hace mucho frío y no quiero que termines atrapando un refriado.
—Y Yo mucho menos. Tengo muchos planes para nosotros en los próximos días. —Le dijo él con entusiasmo, mientras ella lo miraba intrigada. — Ya te contaré todo durante la cena. Cena que ahora sí estoy más que ansioso por devorar. —Dijo llevándose la mano sobre su estómago.— ¡Vaya! creo ahora si pude escuchar ese rugido dentro de mí.
Candy no pudo resistir más y termino riendo ante la cara de asombro de su marido al escuchar el rugido de su propio estómago.
—No puedo creer que hasta ahora te des cuenta de ello Tigre, quiero decir T.G, deja de hacer el tonto y déjame terminar de bajar para preparar la cena.
Ella le dió un breve beso y salió de la habitación. Dejando a un Terry algo confundido. A él le era gracioso que ella siempre asociará las iniciales de su nombre con el de ese magnífico animal "Tigre".
Cuando finalmente bajo ya la mesa estaba puesta el bajo hasta la pequeña bodega y busco una botella de vino para acompañar la exquisita cena que su mujer le había preparado. Durante la cena platicaron animadamente de las últimas anécdotas de sus hijos en Windemere, así como de los asuntos que habían tenido tan ocupado a Terry las últimas semanas.
Él le agradeció por la cena y se ofreció a recoger los platos pero ella lo disculpo, pues era fácil notar los signos de cansancio en el semblante de su esposo.
Habían sido semanas de intenso trabajo y viajes constantes entre Londres y Stratford. Y por primera vez se sintió agradecida por los cambios que se avecinaban ya que con ellos el ritmo de trabajo para él se vería más relajado al no tener que Viajar tanto.
Lo único constante en la vida de las personas, es que siempre habrían cambios y para los Granchester se avecinaban unos cuantos en los próximos meses.
El volver a vivir a la ciudad de Londres después de vivir los últimos 5 años en el campo era el mayor de ellos. Tener que dejar atrás su vida tranquila y apacible guardaba tras de sí más de un importante significado. Uno de ellos era el saber que sus tres hijos estaban dejando atrás su etapa infantil para entrar en la adolescencia.
Como Padres Candy y Terry sentían algo de nostalgia al darse cuenta de ello, pero era un hecho que tanto Marianne cómo sus hermanos estaban ya en la edad de cursar estudios en instituciones con mayor nivel educativo del que podían encontrar en Stratford. Y aunque Terry y Candy jamás lo hubieron imaginado cuando hablaron con sus hijos sobre el cambio de escuela los tres pidieron ir a estudiar al prestigioso Real Colegio San Pablo. Terence se negó al principio y pensó en llevarlos a cualquier instituto menos a ese pero lo cierto es que el colegio había mejorado mucho en muchos aspectos, desde que la Hermana Margaret se había convertido en su nueva rectora, ya no era considerado "La Cárcel" como solían llamarlos sus antiguos alumnos.
Ahora el Real Colegio San Pablo era célebre no solo por su alto nivel académico si no por albergar a los equipos campeón de Futbol y de Cricket de los últimos años. Algo que sin duda tenía muy entusiasmado a sus dos menores hijos, ilusionados de que ambos podrían usar los colores del Saint Paul al lograr ser parte de alguno de sus equipos deportivos.
Lo que terminó de convencer a Terry fué que el instituto había cambiado el régimen del internado por uno más flexible, ya que sus alumnos podrían salir del Colegio todos los fines de semanas y no cada tercer domingo del mes como era antes.
Tanto para Terry cómo para Candy era muy importante el permanecer junto a sus hijos el mayor tiempo que les fuera posible.
Justo de eso conversaban mientras Candy le servía una última taza de té antes de ir a dormir.
-Tal vez no sea tan malo el que nuestros hijos estudien ahí Terry después de todo estarán los tres en el mismo Colegio. Son muy pocos los colegios mixtos en Londres. Es una suerte que no hayamos tenido que hacer entrevistas ni solicitudes adicionales para lograr que los chicos comiencen a estudiar el próximo año.
-Y ¿cómo crees que podríamos tener alguna dificultad? Solo bastó que Yo enviara una solicitud para que de inmediato me llamarán para decirme que ya tenían previsto el ingreso de nuestros hijos para el próximo año escolar, pues el Duque ya les había notificado del futuro ingreso de Marianne y de los gemelos. Al parecer Papá a pesar de mis negativas nunca perdió la esperanza de que los chicos estudiarían ahí. Además no nos hagamos los tontos estoy seguro que ha sido mi padre y Lewis quienes han influenciado a Alex y a Josh para ir al San pablo. En todo caso Las palabras de la Vice rectora fueron "Será un honor para nosotros recibir a los herederos de la casa Granchester en nuestra institución". Yo por mi parte solo espero que sean pocos los que recuerden mis años en el San Pablo o al menos confío en que la madre Margaret sea lo suficientemente benévola de haber olvidado todas mis... Ya sabes.
Candy sonrió al ver el rostro apenado de su esposo al recordar sus actos de rebeldía adolescente.
—Creo que no debemos preocuparnos por ello, la Hermana Margareth siempre fue comprensiva y amable. De hecho ella siempre fué de gran apoyo y consuelo para mi durante los días más difíciles del San Pablo. Sé que nuestros hijos estarán más que bien bajo su cuidado.
—Bueno eso lo sabremos cuando asistamos a su oficina el próximo mes para oficializar el ingreso de los chicos.
Los que están más que felices con nuestro regreso son los señores Carson. Elias me ha confesado que si bien le ha gustado trabajar en Kensington volver a estar solo a nuestro servicio en nuestra casa en Eaton Scuare les será mucho más agradable. Me parece que nunca lograron adaptarse del todo al ambiente tan rígido que lleva Brighton en las casa de mi padre en Kensington. Elias dice que para ser un mayordomo se da más aire que el propio Rey.
Terry dijo esto último y guardo silencio. Sin darse cuenta su mente lo llevo una vez más a replantearse la decisión de volver a Londres.
El no dudaba que volver a Vivir en Londres traería sus beneficios: Los chicos estarían estudiando en un excelente colegio y estarían muy cerca para volver a casa cada fin de semana. Candy no tendría que viajar para atender su trabajo en la fundación e incluso volvería a trabajar en el hospital. Y él además de atender los asuntos relacionados al negocio familiar que seguramente le ocuparía un par de días a la semana. Tal vez también podría tener el tiempo suficiente para animarse a producir y hasta trabajar de nuevo con Baylis en el Old Vic. Pero antes ya tenía previsto participar en la exhibición aeronáutica que el Roya Club estaba preparando para el próximo verano. Las perspectivas para todos eran maravillosas pero aun así había algo que lo inquietaba. Y a su mente llegaban las conversaciones que había tenido la noche anterior.
Mientras él se perdía en sus pensamientos su esposa, lo observaba atenta a cada uno de sus gestos.
Los años vividos a su lado le había enseñado no solo a respetar sus largos silencios sino también a entender cada uno de sus gestos. Y el que hacía en ese momento juntando sus cejas mientras su mirada se perdía en algún punto de la estancia le decía que en su cabeza se desataba un debate interno, al parecer bastante preocupante. Curiosa y preocupada por el bienestar de su marido no quiso esperar para saber que era todo aquello que le perturbaba.
Terry..! Terry! —le llamó por segunda vez ella y fue entonces cuando él se dio cuenta que se había perdido en sus pensamientos dejando a su esposa como siempre bastante intrigada.
—Lo siento amor estaba pensando en algo que estuvimos hablando Hugh, Bill y Yo anoche durante la cena.
—¿Y qué puede ser eso que te tenga tan preocupado? ¿Acaso han tenido algún problema?
— No, no realmente es solo que ya conoces a Bill y Hugh, después de hablar sobre todos los detalles de la próxima competencia de la Copa Grovesnor. No pudieron evitar tocar el tema de Hitler. Ambos están convencidos que los actos armamentista en Alemania y todo lo que dice en sus discursos deberían tomarse más en serio. Cosa con la cual Yo estoy completamente de acuerdo. Pero ya sabes, como ambos estuvieron peleando en la Guerra, no dudan que tras todo sus palabras las verdaderas intenciones de este alemán terminen por causar una nuevo conflicto.
—Y tú, ¿piensas lo mismo? —Le pregunto ella sin poder ocultar su ansiedad.
—Yo, solo espero que los líderes de todos los países aliados estén alerta y le pongan freno a este hombre antes que comience a cumplir con sus amenazas. —Terry vio como el color en el rostro de su esposa comenzaba a desaparecer a medida que ella comenzaba a entender el verdadero significado de sus palabras. Preocuparla era lo último que él hubiera querido hacer. Por eso intento cambiar el tema de inmediato.
—Pero mejor no hablemos de cosas que al final de cuentas están fuera de control. Además es más que seguro que tanto Hugh como Bill solo se dejan llevar por sus amargas experiencia del pasado.
—Eso espero, la verdad sería espantoso que la violencia se volviera instaurar en Europa.
—Vamos Amor no pensemos en eso, le insistió él mientras se acercaba a ella para tomar sus manos entre las suyas.
Y tratando de cambiar el tema comenzó a contarle la propuesta que le había hecho Bishop de sustituirlo cómo instructor de vuelo en el próximo trimestre en el Royal Aero club.
El sustituir a William (Bill) Bishop, era algo que ya había hecho Terry anteriormente. Diez años han transcurrido desde que Terry había sacado su licencia de piloto y desde entonces había recibido clases del veterano y As de la aviación William Avery Bishop quien era una absoluta leyenda de la aviación por haber derribado más de 72 aviones del escuadrón alemán durante la guerra, además de haber atacado un aeropuerto militar alemán causando el suficiente daño para neutralizar la salida de más de una docena de aviones alemanes. Por ello había recibido el más alto reconocimiento con la Cruz de la Victoria. El 3 de agosto de 1918 el London Gazette informó que Bishop sería condecorado con la Distingished Flying Cross por el logro de 25 aviones abatidos en 12 días. El gobierno de Francia lo nombró Chevalier de Légion d'Honneur y le fue otorgado la Croix de Guerre avec Palmes. La carrera militar como piloto de la aviación había sido impecable.
Después de mucho años decidió dar clases en la escuela de pilotos en el Royal Aero Club donde conoció a Terry a quien no solo le enseño todo lo que sabía en lo referente al pilotaje de avión si no que fue más allá. Gracias a la amistad que entablaron y el gran talento innato que había demostrado Terry para maniobrar la aeronave, este le enseñó las técnicas de combate aéreo que había perfeccionado junto a sus compañeros durante las batallas en los cielos de Francia y Belgica.
Terry como gran discípulo de Bishop, termino forjando una muy estrecha amistad no solo con Bill si no con la elite de pilotos militares de la Real Fuerza Aérea(R.A.F) a la que pertenecía el actual Duque de Westminster, Hugh Grovesnor, Keith Park y muchos otros más. Lo que habían hecho estos hombres durante la Gran Guerra era realmente admirable. No fue hasta que los conoció y escucho sus historias y la de sus compañeros caídos que Terry llegó a sentirse verdaderamente culpable por no haber participado en la Gran Guerra.
Candy que había quedado impresionada al saber que Terry volvería a dar clases en el aero club, se preocupo
—Estas seguro de querer hacerlo? Pensé que seguramente volverías al Old Vic, después de todo el teatro es tu gran pasión.
—Y así es cariño pero no debo mentir, los últimos 5 años en el Memorial me han dejado agotado, creo...! No!,.! estoy seguro! que deseo tomarme al menos un año de descanso de todo lo que tenga que ver con el ambiente teatral.
Candy sabía que para su esposo el volar aviones se había convertido en más que una simple afición y como en todo en lo que él se dedicaba siempre destacaba por su gran habilidad y excelencia. Pero qué pasaría con su carrera se preguntaba a si misma mientras escuchaba a Terry contarle lo ocupado que estaría los próximos meses en el aeroclub.
— Pero Terry es que... ¡no lo sé amor! sabes que nunca es cuestionado tus decisiones con respecto a tu carrera pero sabes bien que me pone nerviosa el saber que va a estar a diario montado en un avión. Desde la última vez que te vi haciendo aquellas piruetas en el aire y después caer en picada. ¿ Acaso es eso lo que les vas a enseñar a esos nuevos pilotos?
Terry sonrió y la miro con ternura ante las palabras llenas de angustia de su mujer.
—No, esta vez será apenas es un curso introductorio, solo será lo básico después tal vez inicie un curso mas avanzado, sin embargo no te preocupes, ese tipo de maniobras solo se enseñan a pilotos bastante experimentados. Confía en mí. Soy demasiado listo para que algo malo pueda pasarme.
Ella no quiso decir más, pues a su mente llego el recuerdo de lo que había escuchado en la última exhibición aérea en la cual había participado Terry.
¨! Vaya ese Granchester pudo haber sido de gran ayuda durante la guerra, no crees Robert? ¨
¨ Ya lo creo que sí! Pudo ser otro gran As de la aviación como lo es el afortunado de Bishop, o estaría sembrado en algún lugar del continente como tantos más que murieron en suelo francés. Aún recuerdo al Capitán Rolf Baufman quien se aseguró de haber aterrizado perfectamente su avión antes de morir. Él también era un As de la aviación¨
Las voces de esos hombre retumbaban en su cabeza y no fue hasta que sintió el toque de Terry sobre su rostro lo que le hizo volver a la realidad.
No es que no confié en ti , es solo que recordé lo que aquellos hombres hablaban entre si aquella vez y...
—(Shhh...) No va a pasar nada malo, sé que es difícil no tener miedo y el haberte enterado de la muerte de quien fuera el comandante del escuadrón en el que estuvo Stear, no te trae más que tristes recuerdos. Pero sabes Yo quiero cambiar esa perspectiva que tienes sobre los aviones. Candy asombrada abrió sus verdes ojos, expectante ante lo que Terry quería decir con sus palabras.— Creo que es hora que subas a un avión conmigo, sé que antes no habíamos tenido la oportunidad pero ahora me parece que es el momento perfecto. De hecho es parte de los planes que tenía para hacer solos nosotros dos.
— pero ¿de qué hablas? —Pregunto ella tratando de entender.
—Primero déjame poner algo de música, pues así era que tenía pensado contarte sobre mis planes para los próximos días.
Candy aun abrumada solo pudo observar como Terry soltaba sus manos para dirigirse hasta la radio y poner la emisora que transmitía música en vivo a esa hora, Terry extendió su brazo invitándola a bailar mientras en la radio sonaban las notas de ¨ The Very Thougth of you¨.
Ya entre sus brazos ella solo pudo descansar su cabeza sobre sus hombros mientras se dejaba llevar por la suave cadencia de su cuerpo que ella conocía muy bien.
—Terry... ya la canción va a terminar y aun no me has dicho nada de los planes que tienes solo para nosotros dos. — Terry que se había dejado llevar por el encanto de la música y el calor que ella lee transmitía mientras la tenía en sus brazos, volvió a sus sentidos.
—Tienes razón Pecosa, disculpa me deje llevar por lo bien que se siente el tenerte entre mis brazos.
Ella sonrió una vez más sorprendida al descubrir aquel brillo de felicidad en los ojos de él cuándo le decía aquellas palabras. Ese brillo era una de las formas en que Terry dejaba ver cuánto la amaba.
A medida que Terry contaba en detalle sobre todos los planes que tenía para ellos, Candy no podía más que sonreír contagiada por el entusiasmo con el que Terry le hablaba.
— ¿En serio crees que podremos hacer todo lo que dices y aun llegar a tiempo a Windermere?
—Claro que si amor, de hecho si aceptas que te enseñe a volar podríamos, después ir en avión a visitar a los chicos, solo nos tomaría una hora en llegar allá.
—Tranquilo señor aviador, recuerde que tenemos que ir por ellos pues tus Padres piensan quedarse unas semanas más en Windermere. Y no creo que haya mucho espacio en tu avión para todos nosotros.
— ¡Es cierto lo había olvidado! Vaya a veces pienso en que habré hecho de bueno en esta vida para merecer tenerte a mi lado mi hermosa rubia pecosa.
— Bueno en palabras de la señorita Pony y la hermana Lane pues debiste haber hecho algo muy, pero muy bueno. Rio Candy contagiando a su marido que la miraba algo confundido.
—Creo que estoy de acuerdo con esa aseveración aunque realmente no se que pueda ser eso que hice como para merecerte. Ahora en tu caso me parece que dirás que habrás hecho algo medianamente bueno y por eso debes conformarte conmigo, no es cierto?
Candy dejo de reír y retomado el abrazo le miró de frente mientras la luz de la luna llena en lo más alto iluminaba el rostro de ambos.
—Bien sabes que no pienso de esa manera y aunque tampoco puedo decir que fue lo que hice para merecer tenerte en mi vida, solo sé que nada de esto es casualidad. Terry todo pasa por alguna razón, y es que en algún momento de nuestras vidas debimos hacer algo muy bueno, porque aquí estamos uno frente al otro amándonos como si fuera la primera vez. Disfrutando de todo lo que hemos construido juntos, de nuestros hermosos hijos y de nuestra maravillosa familia. Yo simplemente no podría ser más feliz.
Terry no dijo nada solo la acerco suavemente hacia él para besarla tan dulce y amorosamente le era posible, después el extendió sus besos hacia sus mejillas ya encendidas por la pasión y fue subiendo hasta llegar a sus cienes, tiempo que aprovecho para preguntarle entre susurros,
- Entonces quieres decir que como me amas ¿vas a aceptar volar conmigo?
—Claro que sí! — respondió decidida Ya sabes que cuando me besas así Yo soy capaz de aceptar cualquier cosa que me propongas, incluso ir contigo hasta el fin del mundo.
Terry solo sonrió satisfecho de escuchar esas palabras, y solo volvió a besarla.
Continuara...[/size]
La noche había llegado haciendo más oscura y fría la residencia de los Granchester. Sin embargo en la habitación principal de aquella hermosa propiedad, los amantes esposos seguían prodigándose las más dulces y sensuales caricias.
Cómo era usual en ellos, él la abrazaba por la espalda mientras la besaba detrás del lóbulo de su oreja izquierda, dejando que el delicado aroma de rosas que emanaba de ella invadiera sus sentidos, y con ello revivir la maravillosa sensación de tranquilidad que le daba el sentirla tan cerca, tan suya. En su mente un solo el pensamiento, el de cuanto la había extrañado.
En las últimas semanas, él había estado trabajando a un ritmo frenético, al punto que no recordaba la última vez que había podido disfrutar de manera tan plena un momento de intimidad como el que gozaba en ese momento. Con ella en sus brazos sentía que podía olvidar todo aquello que le causara preocupación y angustia. Ella era su oasis, su salvación.
Casi caía en el delicioso letargo del placer cuando escucho la voz de su mujer que le llamaba en un suave susurro.
—Hey cariño.. No te vayas a quedar dormido sin cenar...!
El solo la abrazo más fuerte, apretando su cuerpo más cerca al de ella.
—Umm... no lo haré, te lo prometo, solo dame unos minutos más así... por favor! —Dijo esto último casi como una súplica, que ella lamento no poder conceder, así que lenta y delicadamente se giró para estar frente a él quien se negaba aún abrir sus ojos.—
Ella beso la punta de su nariz al tiempo que pasaba suavemente su dedo índice sobre sus cejas para así animarlo a despertar.
—Lo siento amor pero esta vez no puedo dejarte descansar, te conozco bien y sé que terminarás por quedarte dormido. Y no puedo permitir que eso pase, no sin que antes ingieras algo de alimento. Estoy casi segura que no has probado bocado desde el desayuno, que seguro solo fue una Taza de té y un par de tristes tostadas.
Terry soltando el abrazo, levantó la cabeza para mirarla algo confundido. Y aún con el ceño fruncido y los ojos aun entrecerrados, la cuestiono.
—Cómo es posible que sepas exactamente lo que desayuné está mañana?
—¿Acaso me tiene vigilado señora Granchester?
— ¿Cómo crees...? —Dijo levantándose de la cama y halando la blanca sabana que los cubría a ambos para tapar su cuerpo desnudo dejando el de él completamente expuesto.
— ¡Vamos Candy! — Respondió él de inmediato en tono de queja al ver que ella se alejaba de su lado. — ¿me vas a dejar aquí solo y pasando frío?
Sentada aun a su lado, se volvió para mirarle, y haciendo un esfuerzo para no dejarse doblegar ante la mirada de aquel hombre que era consciente del seductor encanto que ejercía sobre ella.
—Debes saber Terence Granchester, que no me hace falta vigilarte para saber que no has comido. Es tan simple como que es imposible ignorar los ruidos que hace tu estómago. —Le respondió ella al tiempo que le daba un leve manotazo en su fuerte y bien definido abdomen. Lo que él aprovecho, para tomar su mano y acercarla de nuevo a él. —
—¿Sabes? Nunca dejas de sorprenderme... tienes razón apenas si probé bocado esta mañana y sí que eran tristes ese par de tostadas, pero ahora que hablaste de comida has despertado mi apetito... Aun así no quiero dejarte ir..., al menos no antes que me digas lo que quiero escuchar. Me resisto a que nuestro recién encuentro amoroso termine de forma tan abrupta por culpa de algo tan mundano y tan pueril como mi famélico estómago.
Candy no pudo evitar reír divertida ante las ocurrencias de su marido quien aún la tomaba de la mano para entrelazar sus dedos con los suyos. Tal vez ella como toda mujer casada tendría algunas cosas de que quejarse de su marido pero el que él no fuera un hombre apasionado y romántico, definitivamente no era una de ellas. Su pecho se hincho de ese sentimiento que le era tan familiar y aun así no dejaba de causarle aquel cosquilleo de emoción que comenzaba en algún lugar dentro de ella hasta llegar a sus mejillas llenándolas de una intensa sensación de calor que sonrojaba su blanca tez.
—¡Amo que seas tan romántico! —le dijo ella mientras le acariciaba su cabello castaño que ya mostraba algunas canas. — Pero créeme Terry, en este momento es más importante escuchar a tu estomago que a tu corazón. De no hacerlo, mañana despertarás con un ardor de estómago y de seguro que con un gran dolor de cabeza. Bien sabes que te ha pasado otras veces.
—¡Supongo que tienes razón. —Dijo el dándose por vencido.— Aunque no quiera, creo que no tendré más remedio que dejarte ir ... ¡ Eres libre!.
—'Gracias Milord! —Le contesto ella tan pronto el soltó su mano.
Se levantó de la cama y fue hasta su guarda ropa para escoger el vestido que usaría para esa noche sin poder obviar la cara de fastidio que ponía Terry a medida que ella se alejaba de él.
— No pongas esa cara, veraz que nuestra cena estará lista en menos de 15 minutos. Debo confesar que nuestro "encuentro romántico" ha terminado también por despertar mi apetito.
Ella continúo hablándole mientras él solo se limitaba a escucharla y a observar el ritual que ella hacia cada vez que se cambiaba de ropa. Había ido al baño a refrescarse y regreso envuelta en ese aroma de rosa tan sutil y a la vez tan embriagador que lo hacía sentir relajado y feliz.
—¡Terry..! De repente te encuentras muy callado, ¿estás Bien?
—¡Así es! Solo estoy disfrutando de la vista así como de tu amena conversación. Tal vez finalmente pueda escuchar de tus labios si lograste extrañarme un poco en estos días.
Candy que acababa de ponerse un sencillo vestido de chiffon color malva se volvió hacia él risueña, mientras tomaba asiento frente a su peinadora para terminar de arreglarse.
—Ahh era eso lo que tanto querías escuchar. Pero para qué voy a decir algo que sabes de sobra. Además tú siendo el caballero que eres deberías haber sido el primero en decirlo. —Le reto ella mirándolo en el reflejo del espejo.— Haber.. Milord! Durante su última ausencia ¿tuvo tiempo para extrañar a su esposa y si fue así que tanto la extraño?
—Bueno Mi Lady bien sabe que si y cuánto pues... creo que recién acabo de demostrárselo y muy bien. ¿No creé?
Candy no pudo evitar mostrar una sonrisa de pícara satisfacción mientras se levantaba para ir hacia él.
—Bueno, como siempre vuestros nobles actos hablan por usted Milord. Gracias a ellos puedo dar fé que en verdad su gracia me ha extrañado muchísimo, tanto como Yo a usted! Le besó dulcemente en los labios.
El quedó fascinado con el beso que ella le diera. Por eso le dolió el que ella se alejara de él nuevamente para ponerse sus zapatillas.
—No te vayas Pecosa, no sabes cuánto amo que me hables en ese lenguaje isabelino. ¿Sabes? pudiste ser una estupenda Julieta.
—Vaya...! Sí que te tomó tiempo el poder darte cuenta. No pensabas así cuando te dije que quería cambiar el nombre de Karen Kleis por el mío en aquel afiche. Recuerdo muy bien que cuando te lo dije te pareció muy gracioso y solo te echaste a reír.
Terry frunció el ceño divertido.
—No recuerdo muy bien ese incidente.
—No te hagas el gracioso. Sé que lo recuerdas y muy bien. Esa sonrisa contenida que llevas en tu rostro te delata. Casi podría volver intentar a darte tu merecido como lo hice aquella vez.
—Solo bromeaba, bien sabes que desde aquel festival de Mayo para mí no ha habido, ni habrá mejor Julieta que tú! —Candy sonrió conmovida al recordar nuevamente esos días del Saint Paul.
—Sabes es curioso que lo menciones, pues precisamente hoy estuve recordando muchas cosas...— Después de emitir un hondo suspiro continuo.— Han pasado tantos años de esos días tan maravillosos de nuestra juventud. Me alegra que tú también los recuerdes.
—¿Cómo podría olvidar esos días? En especial ese día de Mayo. Desde entonces comencé a tener miles de fantasías con una hermosa Julieta que se desnudaba frente a mí en el bosque. —Candy lo miró asombrada al recordar ese momento en que ella se cambiaba el traje de Romeo al de Julieta, sin siquiera sospechar que alguien estaría observando atento a cada uno de sus movimientos.
Aun de espalda a él mientras terminaba de arreglarse se giró lentamente sobre la banqueta en la que estaba sentada para mirarlo atónita por lo que acababa de escuchar.
—¡Lo sabía!, no sé ni porqué me sorprendo. No debí creer nunca en tu absurda excusa de "Te vi, pero no te mire" Le dijo remedándolo. Sabía que no solo me viste !me miraste...!
—Bueno, ¡pero no exageres!, lo que alcance a ver esa vez no tiene comparación con lo que he estado admirando los últimos minutos. Pero sí, Debo confesar que esa vez te miré, fueron tan solo unos escasos segundos, hasta que mis principios de caballero privaran ante los instintos naturales del adolescente libidinoso que también habitaba en mí en ese entonces. —Ella sin decir nada más solo se limitaba a mirarlo esta vez con mirada acusadora.— ¡Vamos Pecosa no debes molestarte! ¿Qué podías esperar de un joven que por muy bien educado y caballero que fuera, pudiera resistirse a no mirar aunque sea por un par de segundos a una chica tan hermosa como tú. Debes saber que contrario a lo que te dije ese día, ¡claro que me gustaste...! De hecho aunque no quería reconocerlo en ese entonces, tú ya me gustabas y mucho...
El volvió a reír divertido al observar las diferentes expresiones que reflejaba el rostro de Candy ante cada confesión que él le hacía de sus días de juventud. Expresiones que iban desde la más absoluta incredulidad, pasando por una vehemente molestia, terminando finalmente con una sonrisa contenida que ella siempre trataba de reprimir mordiendo su labio inferior. Y es que ella realmente no sabía cómo debía responder ante semejante muestra de descaro de parte de aquel hombre, que tampoco dejaba de sorprenderla, haciendo gala de su encantador y muy seductor desparpajo, haciendo casi imposible para ella poder molestarse realmente con él por lo que fuera que hubiera dicho o hecho.
Verlo reír mientras aún retozaba en su cama no dejaba de ser un deleite para ella. Cómo podría reclamar por algo que ella misma hacia a voluntad cada vez que podía. Cuando finalmente sus ojos se encontraron con los intensos azules de él, pudo reconocer en ellos esa única forma que él siempre tenía de mirarla, y que lograba siempre hacer que su corazón acelerara sus latidos llenándola de turbación y deseo.
Esa misma mirada del joven del que se enamoró, permanecía intacta en el hombre de 40 que tenía en frente. Y una vez más reflexionó para sí, lo increíblemente tonta que fue al no querer darse cuenta en ese entonces cuánto le gustaba ella a Terry Granchester, pero sobre todo cuánto le gustaba él a ella.
Hizo todo lo que pudo por ocultar lo que realmente estaba pensando en ese momento, por eso desvió su mirada de la de él para así poder terminar de arreglarse y salir de la habitación lo antes posible. Pero el muy alto castaño que ya se había puesto en pie se había percatado del repentino mutismo de Candy por ello, anticipando los movimientos de la hermosa rubia y con un par de zancadas alcanzo a detenerla en la puerta justo cuando ella estaba por salir de la habitación. Al hacerlo deslizo su dedo índice en una sutil caricia sobre la nariz de ella para lograr que ella volviera a mirarlo a los ojos y así comprobar que en realidad no estuviera molesta.
—No, te habrás molestado conmigo pecosa?
—Por qué habría de estarlo Terry? Después de 12 años de matrimonio ya estoy acostumbrada a las diversas facetas de tu personalidad. Es la rapidez en como pasas de una a otra la que a veces me desconcierta. Aun no sé cómo puedes pasar de ser el hombre más dulce y romántico a ser un descarado y atrevido bribón.
—Ough Pecas! Descarado..? Bribon? El que pienses así de mi me duele, aunque... debo confesar que tal vez si lo sea un poco... Aunque no por ser un descarado Bribón, dejo de ser adorable ¿no es cierto?
Ella contesto, risueña de verdad su esfuerzo por permanecer seria e indiferente ante cada una de sus palabras y gesto de él, le era imposible.
— ¡Claro que no! De hecho a veces pienso que eres demasiado adorable... Ahora dejemos las tonterías a un lado y ponte algo de ropa, aun hace mucho frío y no quiero que termines atrapando un refriado.
—Y Yo mucho menos. Tengo muchos planes para nosotros en los próximos días. —Le dijo él con entusiasmo, mientras ella lo miraba intrigada. — Ya te contaré todo durante la cena. Cena que ahora sí estoy más que ansioso por devorar. —Dijo llevándose la mano sobre su estómago.— ¡Vaya! creo ahora si pude escuchar ese rugido dentro de mí.
Candy no pudo resistir más y termino riendo ante la cara de asombro de su marido al escuchar el rugido de su propio estómago.
—No puedo creer que hasta ahora te des cuenta de ello Tigre, quiero decir T.G, deja de hacer el tonto y déjame terminar de bajar para preparar la cena.
Ella le dió un breve beso y salió de la habitación. Dejando a un Terry algo confundido. A él le era gracioso que ella siempre asociará las iniciales de su nombre con el de ese magnífico animal "Tigre".
Cuando finalmente bajo ya la mesa estaba puesta el bajo hasta la pequeña bodega y busco una botella de vino para acompañar la exquisita cena que su mujer le había preparado. Durante la cena platicaron animadamente de las últimas anécdotas de sus hijos en Windemere, así como de los asuntos que habían tenido tan ocupado a Terry las últimas semanas.
Él le agradeció por la cena y se ofreció a recoger los platos pero ella lo disculpo, pues era fácil notar los signos de cansancio en el semblante de su esposo.
Habían sido semanas de intenso trabajo y viajes constantes entre Londres y Stratford. Y por primera vez se sintió agradecida por los cambios que se avecinaban ya que con ellos el ritmo de trabajo para él se vería más relajado al no tener que Viajar tanto.
Lo único constante en la vida de las personas, es que siempre habrían cambios y para los Granchester se avecinaban unos cuantos en los próximos meses.
El volver a vivir a la ciudad de Londres después de vivir los últimos 5 años en el campo era el mayor de ellos. Tener que dejar atrás su vida tranquila y apacible guardaba tras de sí más de un importante significado. Uno de ellos era el saber que sus tres hijos estaban dejando atrás su etapa infantil para entrar en la adolescencia.
Como Padres Candy y Terry sentían algo de nostalgia al darse cuenta de ello, pero era un hecho que tanto Marianne cómo sus hermanos estaban ya en la edad de cursar estudios en instituciones con mayor nivel educativo del que podían encontrar en Stratford. Y aunque Terry y Candy jamás lo hubieron imaginado cuando hablaron con sus hijos sobre el cambio de escuela los tres pidieron ir a estudiar al prestigioso Real Colegio San Pablo. Terence se negó al principio y pensó en llevarlos a cualquier instituto menos a ese pero lo cierto es que el colegio había mejorado mucho en muchos aspectos, desde que la Hermana Margaret se había convertido en su nueva rectora, ya no era considerado "La Cárcel" como solían llamarlos sus antiguos alumnos.
Ahora el Real Colegio San Pablo era célebre no solo por su alto nivel académico si no por albergar a los equipos campeón de Futbol y de Cricket de los últimos años. Algo que sin duda tenía muy entusiasmado a sus dos menores hijos, ilusionados de que ambos podrían usar los colores del Saint Paul al lograr ser parte de alguno de sus equipos deportivos.
Lo que terminó de convencer a Terry fué que el instituto había cambiado el régimen del internado por uno más flexible, ya que sus alumnos podrían salir del Colegio todos los fines de semanas y no cada tercer domingo del mes como era antes.
Tanto para Terry cómo para Candy era muy importante el permanecer junto a sus hijos el mayor tiempo que les fuera posible.
Justo de eso conversaban mientras Candy le servía una última taza de té antes de ir a dormir.
-Tal vez no sea tan malo el que nuestros hijos estudien ahí Terry después de todo estarán los tres en el mismo Colegio. Son muy pocos los colegios mixtos en Londres. Es una suerte que no hayamos tenido que hacer entrevistas ni solicitudes adicionales para lograr que los chicos comiencen a estudiar el próximo año.
-Y ¿cómo crees que podríamos tener alguna dificultad? Solo bastó que Yo enviara una solicitud para que de inmediato me llamarán para decirme que ya tenían previsto el ingreso de nuestros hijos para el próximo año escolar, pues el Duque ya les había notificado del futuro ingreso de Marianne y de los gemelos. Al parecer Papá a pesar de mis negativas nunca perdió la esperanza de que los chicos estudiarían ahí. Además no nos hagamos los tontos estoy seguro que ha sido mi padre y Lewis quienes han influenciado a Alex y a Josh para ir al San pablo. En todo caso Las palabras de la Vice rectora fueron "Será un honor para nosotros recibir a los herederos de la casa Granchester en nuestra institución". Yo por mi parte solo espero que sean pocos los que recuerden mis años en el San Pablo o al menos confío en que la madre Margaret sea lo suficientemente benévola de haber olvidado todas mis... Ya sabes.
Candy sonrió al ver el rostro apenado de su esposo al recordar sus actos de rebeldía adolescente.
—Creo que no debemos preocuparnos por ello, la Hermana Margareth siempre fue comprensiva y amable. De hecho ella siempre fué de gran apoyo y consuelo para mi durante los días más difíciles del San Pablo. Sé que nuestros hijos estarán más que bien bajo su cuidado.
—Bueno eso lo sabremos cuando asistamos a su oficina el próximo mes para oficializar el ingreso de los chicos.
Los que están más que felices con nuestro regreso son los señores Carson. Elias me ha confesado que si bien le ha gustado trabajar en Kensington volver a estar solo a nuestro servicio en nuestra casa en Eaton Scuare les será mucho más agradable. Me parece que nunca lograron adaptarse del todo al ambiente tan rígido que lleva Brighton en las casa de mi padre en Kensington. Elias dice que para ser un mayordomo se da más aire que el propio Rey.
Terry dijo esto último y guardo silencio. Sin darse cuenta su mente lo llevo una vez más a replantearse la decisión de volver a Londres.
El no dudaba que volver a Vivir en Londres traería sus beneficios: Los chicos estarían estudiando en un excelente colegio y estarían muy cerca para volver a casa cada fin de semana. Candy no tendría que viajar para atender su trabajo en la fundación e incluso volvería a trabajar en el hospital. Y él además de atender los asuntos relacionados al negocio familiar que seguramente le ocuparía un par de días a la semana. Tal vez también podría tener el tiempo suficiente para animarse a producir y hasta trabajar de nuevo con Baylis en el Old Vic. Pero antes ya tenía previsto participar en la exhibición aeronáutica que el Roya Club estaba preparando para el próximo verano. Las perspectivas para todos eran maravillosas pero aun así había algo que lo inquietaba. Y a su mente llegaban las conversaciones que había tenido la noche anterior.
Mientras él se perdía en sus pensamientos su esposa, lo observaba atenta a cada uno de sus gestos.
Los años vividos a su lado le había enseñado no solo a respetar sus largos silencios sino también a entender cada uno de sus gestos. Y el que hacía en ese momento juntando sus cejas mientras su mirada se perdía en algún punto de la estancia le decía que en su cabeza se desataba un debate interno, al parecer bastante preocupante. Curiosa y preocupada por el bienestar de su marido no quiso esperar para saber que era todo aquello que le perturbaba.
Terry..! Terry! —le llamó por segunda vez ella y fue entonces cuando él se dio cuenta que se había perdido en sus pensamientos dejando a su esposa como siempre bastante intrigada.
—Lo siento amor estaba pensando en algo que estuvimos hablando Hugh, Bill y Yo anoche durante la cena.
—¿Y qué puede ser eso que te tenga tan preocupado? ¿Acaso han tenido algún problema?
— No, no realmente es solo que ya conoces a Bill y Hugh, después de hablar sobre todos los detalles de la próxima competencia de la Copa Grovesnor. No pudieron evitar tocar el tema de Hitler. Ambos están convencidos que los actos armamentista en Alemania y todo lo que dice en sus discursos deberían tomarse más en serio. Cosa con la cual Yo estoy completamente de acuerdo. Pero ya sabes, como ambos estuvieron peleando en la Guerra, no dudan que tras todo sus palabras las verdaderas intenciones de este alemán terminen por causar una nuevo conflicto.
—Y tú, ¿piensas lo mismo? —Le pregunto ella sin poder ocultar su ansiedad.
—Yo, solo espero que los líderes de todos los países aliados estén alerta y le pongan freno a este hombre antes que comience a cumplir con sus amenazas. —Terry vio como el color en el rostro de su esposa comenzaba a desaparecer a medida que ella comenzaba a entender el verdadero significado de sus palabras. Preocuparla era lo último que él hubiera querido hacer. Por eso intento cambiar el tema de inmediato.
—Pero mejor no hablemos de cosas que al final de cuentas están fuera de control. Además es más que seguro que tanto Hugh como Bill solo se dejan llevar por sus amargas experiencia del pasado.
—Eso espero, la verdad sería espantoso que la violencia se volviera instaurar en Europa.
—Vamos Amor no pensemos en eso, le insistió él mientras se acercaba a ella para tomar sus manos entre las suyas.
Y tratando de cambiar el tema comenzó a contarle la propuesta que le había hecho Bishop de sustituirlo cómo instructor de vuelo en el próximo trimestre en el Royal Aero club.
El sustituir a William (Bill) Bishop, era algo que ya había hecho Terry anteriormente. Diez años han transcurrido desde que Terry había sacado su licencia de piloto y desde entonces había recibido clases del veterano y As de la aviación William Avery Bishop quien era una absoluta leyenda de la aviación por haber derribado más de 72 aviones del escuadrón alemán durante la guerra, además de haber atacado un aeropuerto militar alemán causando el suficiente daño para neutralizar la salida de más de una docena de aviones alemanes. Por ello había recibido el más alto reconocimiento con la Cruz de la Victoria. El 3 de agosto de 1918 el London Gazette informó que Bishop sería condecorado con la Distingished Flying Cross por el logro de 25 aviones abatidos en 12 días. El gobierno de Francia lo nombró Chevalier de Légion d'Honneur y le fue otorgado la Croix de Guerre avec Palmes. La carrera militar como piloto de la aviación había sido impecable.
Después de mucho años decidió dar clases en la escuela de pilotos en el Royal Aero Club donde conoció a Terry a quien no solo le enseño todo lo que sabía en lo referente al pilotaje de avión si no que fue más allá. Gracias a la amistad que entablaron y el gran talento innato que había demostrado Terry para maniobrar la aeronave, este le enseñó las técnicas de combate aéreo que había perfeccionado junto a sus compañeros durante las batallas en los cielos de Francia y Belgica.
Terry como gran discípulo de Bishop, termino forjando una muy estrecha amistad no solo con Bill si no con la elite de pilotos militares de la Real Fuerza Aérea(R.A.F) a la que pertenecía el actual Duque de Westminster, Hugh Grovesnor, Keith Park y muchos otros más. Lo que habían hecho estos hombres durante la Gran Guerra era realmente admirable. No fue hasta que los conoció y escucho sus historias y la de sus compañeros caídos que Terry llegó a sentirse verdaderamente culpable por no haber participado en la Gran Guerra.
Candy que había quedado impresionada al saber que Terry volvería a dar clases en el aero club, se preocupo
—Estas seguro de querer hacerlo? Pensé que seguramente volverías al Old Vic, después de todo el teatro es tu gran pasión.
—Y así es cariño pero no debo mentir, los últimos 5 años en el Memorial me han dejado agotado, creo...! No!,.! estoy seguro! que deseo tomarme al menos un año de descanso de todo lo que tenga que ver con el ambiente teatral.
Candy sabía que para su esposo el volar aviones se había convertido en más que una simple afición y como en todo en lo que él se dedicaba siempre destacaba por su gran habilidad y excelencia. Pero qué pasaría con su carrera se preguntaba a si misma mientras escuchaba a Terry contarle lo ocupado que estaría los próximos meses en el aeroclub.
— Pero Terry es que... ¡no lo sé amor! sabes que nunca es cuestionado tus decisiones con respecto a tu carrera pero sabes bien que me pone nerviosa el saber que va a estar a diario montado en un avión. Desde la última vez que te vi haciendo aquellas piruetas en el aire y después caer en picada. ¿ Acaso es eso lo que les vas a enseñar a esos nuevos pilotos?
Terry sonrió y la miro con ternura ante las palabras llenas de angustia de su mujer.
—No, esta vez será apenas es un curso introductorio, solo será lo básico después tal vez inicie un curso mas avanzado, sin embargo no te preocupes, ese tipo de maniobras solo se enseñan a pilotos bastante experimentados. Confía en mí. Soy demasiado listo para que algo malo pueda pasarme.
Ella no quiso decir más, pues a su mente llego el recuerdo de lo que había escuchado en la última exhibición aérea en la cual había participado Terry.
¨! Vaya ese Granchester pudo haber sido de gran ayuda durante la guerra, no crees Robert? ¨
¨ Ya lo creo que sí! Pudo ser otro gran As de la aviación como lo es el afortunado de Bishop, o estaría sembrado en algún lugar del continente como tantos más que murieron en suelo francés. Aún recuerdo al Capitán Rolf Baufman quien se aseguró de haber aterrizado perfectamente su avión antes de morir. Él también era un As de la aviación¨
Las voces de esos hombre retumbaban en su cabeza y no fue hasta que sintió el toque de Terry sobre su rostro lo que le hizo volver a la realidad.
No es que no confié en ti , es solo que recordé lo que aquellos hombres hablaban entre si aquella vez y...
—(Shhh...) No va a pasar nada malo, sé que es difícil no tener miedo y el haberte enterado de la muerte de quien fuera el comandante del escuadrón en el que estuvo Stear, no te trae más que tristes recuerdos. Pero sabes Yo quiero cambiar esa perspectiva que tienes sobre los aviones. Candy asombrada abrió sus verdes ojos, expectante ante lo que Terry quería decir con sus palabras.— Creo que es hora que subas a un avión conmigo, sé que antes no habíamos tenido la oportunidad pero ahora me parece que es el momento perfecto. De hecho es parte de los planes que tenía para hacer solos nosotros dos.
— pero ¿de qué hablas? —Pregunto ella tratando de entender.
—Primero déjame poner algo de música, pues así era que tenía pensado contarte sobre mis planes para los próximos días.
Candy aun abrumada solo pudo observar como Terry soltaba sus manos para dirigirse hasta la radio y poner la emisora que transmitía música en vivo a esa hora, Terry extendió su brazo invitándola a bailar mientras en la radio sonaban las notas de ¨ The Very Thougth of you¨.
Ya entre sus brazos ella solo pudo descansar su cabeza sobre sus hombros mientras se dejaba llevar por la suave cadencia de su cuerpo que ella conocía muy bien.
—Terry... ya la canción va a terminar y aun no me has dicho nada de los planes que tienes solo para nosotros dos. — Terry que se había dejado llevar por el encanto de la música y el calor que ella lee transmitía mientras la tenía en sus brazos, volvió a sus sentidos.
—Tienes razón Pecosa, disculpa me deje llevar por lo bien que se siente el tenerte entre mis brazos.
Ella sonrió una vez más sorprendida al descubrir aquel brillo de felicidad en los ojos de él cuándo le decía aquellas palabras. Ese brillo era una de las formas en que Terry dejaba ver cuánto la amaba.
A medida que Terry contaba en detalle sobre todos los planes que tenía para ellos, Candy no podía más que sonreír contagiada por el entusiasmo con el que Terry le hablaba.
— ¿En serio crees que podremos hacer todo lo que dices y aun llegar a tiempo a Windermere?
—Claro que si amor, de hecho si aceptas que te enseñe a volar podríamos, después ir en avión a visitar a los chicos, solo nos tomaría una hora en llegar allá.
—Tranquilo señor aviador, recuerde que tenemos que ir por ellos pues tus Padres piensan quedarse unas semanas más en Windermere. Y no creo que haya mucho espacio en tu avión para todos nosotros.
— ¡Es cierto lo había olvidado! Vaya a veces pienso en que habré hecho de bueno en esta vida para merecer tenerte a mi lado mi hermosa rubia pecosa.
— Bueno en palabras de la señorita Pony y la hermana Lane pues debiste haber hecho algo muy, pero muy bueno. Rio Candy contagiando a su marido que la miraba algo confundido.
—Creo que estoy de acuerdo con esa aseveración aunque realmente no se que pueda ser eso que hice como para merecerte. Ahora en tu caso me parece que dirás que habrás hecho algo medianamente bueno y por eso debes conformarte conmigo, no es cierto?
Candy dejo de reír y retomado el abrazo le miró de frente mientras la luz de la luna llena en lo más alto iluminaba el rostro de ambos.
—Bien sabes que no pienso de esa manera y aunque tampoco puedo decir que fue lo que hice para merecer tenerte en mi vida, solo sé que nada de esto es casualidad. Terry todo pasa por alguna razón, y es que en algún momento de nuestras vidas debimos hacer algo muy bueno, porque aquí estamos uno frente al otro amándonos como si fuera la primera vez. Disfrutando de todo lo que hemos construido juntos, de nuestros hermosos hijos y de nuestra maravillosa familia. Yo simplemente no podría ser más feliz.
Terry no dijo nada solo la acerco suavemente hacia él para besarla tan dulce y amorosamente le era posible, después el extendió sus besos hacia sus mejillas ya encendidas por la pasión y fue subiendo hasta llegar a sus cienes, tiempo que aprovecho para preguntarle entre susurros,
- Entonces quieres decir que como me amas ¿vas a aceptar volar conmigo?
—Claro que sí! — respondió decidida Ya sabes que cuando me besas así Yo soy capaz de aceptar cualquier cosa que me propongas, incluso ir contigo hasta el fin del mundo.
Terry solo sonrió satisfecho de escuchar esas palabras, y solo volvió a besarla.
Continuara...[/size]
Ahora un poco mejor eso de publicar de madrugada no es lo mejor 
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