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Bueno... ya les contaba que como me enferme no había podido subir capitulo pero hoy traigo doble, espero mañana poder subir otros dos y buenooo, hago el anuncio de que pronto muy pronto hare mi aparicion en el lado rosa oscuro
, y sin mas preambulos les dejo el capitulo.[img]
[/img]DESPUÉS DE LA GUERRA
PARTE 7
Los golpes en la puerta no cesaban desde hace más de diez minutos, había pasado casi una semana desde que la señora Bellamy me leyó es carta, me he mantenido encerrado en mí habitación, solo pruebo bocado una vez al día, me la he pasado mirando desde la ventana a Candy, sentado en este diván, como si fuera un espía, pero es que realmente no sé cómo reaccionaré ante ella, aun sigo tan confundido y en parte molesto, no esperaba que algo así pasara, uno nunca se imagina que puedes ser sustituido por alguien, ¡vamos Terry!, ¿para qué te haces el tonto?, me reproché mientras soltaba la cortina, ¡sí!, fui un estúpido al creer que ella me guardaría fidelidad hasta que Susana muriera, suspiré con pesadez y volví a recargar mi frente en las rodillas.
- ¡Vamos Clark!, abre la puerta – me ordenó Annie desde el exterior de mí habitación – no puedes pasártela encerrado aquí – no dejaba de insistirme, pero yo en verdad no tenía ánimos siquiera de levantarme - ¡ya basta Terry! – gritó, en ese instante escuché como en la cerradura entraba una llave, la cual al girar de inmediato quitó el seguro – ¡gracias! – le dijo Annie a alguien y luego cerró la puerta – ¿Qué te está pasando? – preguntó al ver mi deplorable estado físico y anímico, pero yo no respondí – ¡Para esto armaste todo el teatro del mayordomo! – me recriminó, volteé a verla con cierto recelo.
- ¡Voy a marcharme! – respondí, ya había tomado esa decisión pues creía que era lo mejor ya que no deseaba ser testigo del encuentro entre Candy y el tal Andrew, mi corazón no lo soportaría.
- ¿Qué? – Annie estaba estupefacta – Terry, ¿por qué? – se acercó y se sentó en la orilla del diván en el extremo contrario al mío.
- Creo que cometí un error al venir aquí – me acurruqué con la manta en la que me había envuelto.
- ¡Eso no es verdad! – Annie se acercó un poco y tomó mi mano – si no hubiese sido por ti, Candy no habría avanzado tanto en su recuperación – mis ojos se clavaron en los suyos.
- Ella sigue ciega – le recordé y me solté de su mano – así que no he sido de mucha ayuda.
- Terry, ¿has estado llorando? – me cuestionó, creo que la hinchazón en mi parpados me delato.
- ¡No! – respondí de manera cortante y me volteé – cuando salgas hazme el favor de cerrar la puerta – la corrí de manera grosera.
- Candy ha preguntado por ti – me confesó – y la verdad ya me cansé de mentirle, es más ella ya no me cree el cuento de que estás indispuesto por enfermedad.
- ¡Vete Annie! – ya no quería escuchar más de Candy, el solo escuchar su nombre me dolía, fue en ese momento que algo inesperado pasó.
- ¡Señor Clark! – era la voz de Candy, detrás de la puerta, Annie y yo nos volteamos a ver.
- Me dijiste que ella no sabía que yo dormía en este piso – le recriminé a Annie entre dientes.
- Se que usted se encuentra ahí – golpeó la puerta un par de veces – si no sale, le pediré a la señora Bellamy que me abra su puerta – aseguró, Terry supo entonces cómo fue que Annie había entrado anteriormente.
- ¡Espere un momento por favor! – Terry se levantó y a señas le pidió a Annie que se escondiera y que no hiciera ningún ruido – ¡lamento haberla hecho esperar! – dijo al abrir la puerta, frente a él estaba Candy, portaba un hermoso vestido en tono rosa pálido.
- ¿Está usted bien? – cuestionó con preocupación.
- ¡Sí! – respondí de inmediato, lo que no contaba era con lo que ella haría.
- Me he preocupado por usted – Candy buscó mi mano, pasó sus dedos por los míos, al contacto me sentí estremecer, después fue buscando mi rostro el cual tocó con la palma de su mano, y colocó sobre mí frente como si me estuviera tomando la temperatura, lo que ella no se imaginaba era la explosión de emociones que surgieron dentro mi al simple e inocente contacto con su piel, de nueva cuenta el infierno invadía mi cuerpo y yo tenía que sacar fuerzas quién sabe de dónde para controlarme, para no tomarla entre mis brazos y aferrarme a sus labios – su temperatura corporal esta estable – añadió.
- Le agradezco su preocupación – sujeté su mano con la mía y la quité de mí frente de modo tosco, y evité mirarla – pero no es necesario que venga hasta mí habitación – no pude eludir las palabras de esa carta aparecieran en mí cabeza de nuevo, así que los celos empezaron a transformarse en rechazo – ¡lamento no haber podido servir a la señorita Andley durante estos días! – mi arrogancia afloró – así que si usted cree conveniente despedirme por mí mal servicio… lo acepto – en ese momento volteé a verla, su expresión era de desconcierto, sus verdes ojos estaban clavados en mí, como si en verdad pudiera verme, ¡dios mío!, adoro esa expresión en su rostro, esta es mi Candy, la que me enloqueció en el colegio.
- ¡Eso me pasa por preocuparme por usted! – Candy respondió evidenciado su molestia por mí actitud – si usted se quiere ir, ¡puede hacerlo cuando quiera! – en verdad estaba furiosa, dio la vuelta y a tientas se alejó de mí habitación, yo en verdad quería ayudarla y pedirle disculpas por mí comportamiento, pero como explicarle que estaba celoso de ese tal Andrew, que no soportaba la idea de que ella tuviese algún pretendiente o peor aún algún novio que haya ocupado mi lugar, mis manos apretaban la hoja de la puerta, segundos después la cerré de un empujón.
- ¿Por qué la trataste así? – me cuestionó Annie, que estaba parada detrás de las cortinas, sus ojos azules me miraban con desaprobación.
- ¡Haz el favor de irte! – le señalé la puerta, no estaba de humor, no estaba para soportar sus reclamos, ¡no me soporto yo mismo!
- ¿Qué hizo cambiar tú actitud? – Annie siguió con el interrogatorio, yo no respondí solo me dirigí al diván y me volví a sentar ahí.
- ¡Te dije que te fueras! – me reúse a hablar de mí sentir, no me gustaba hacerlo y no veía el por qué tenía que hacerlo ahora y precisamente con Annie Britter.
- ¡Señorita Andley! – se escuchó un fuerte y alarmante grito en el corredor, además como si hubieran aventando algún objeto, Annie y yo nos volteamos a ver, de inmediato corrimos para ver qué había pasado - ¡ayuda por favor! – gritó una de las mucamas, nos dirigimos hacia la escalera. Mis ojos se llenaron de pánico al ver que en la parte de abajo junto al escalón de arranque se encontraba Candy y estaba inconsciente, no pensé en otra cosa más que en ayudarla así que bajé corriendo las escaleras.
- ¡Candy! – la desesperación volvió presa a mí voz.
- ¡Dios mío, Candy! – Annie ya estaba junto a mí, miré a mí alrededor cerca de ahí estaba un jarrón hecho añicos junto a las flores deshojadas - ¿Qué paso? – Annie le cuestionó a la mucama.
- Yo traía el jarrón cuando vi que la señorita caía por las escaleras – explicó la joven, que al parecer estaba entrando en una crisis nerviosa – ¡no fue mi culpa! – chilló mientras se limpiaba las lágrimas.
- ¡Hay que llevarla a su habitación! – la sostuve en brazos, como en aquella ocasión en el colegio cuando rodó por las escaleras de emergencia – ve por la señora Bellamy – le ordené, aunque me pesara verle la cara, estaba seguro de que era la única persona con la experiencia posible para auxiliar a Candy.
- ¡Terry! – gritó mi nombre, Annie también se había puesto histérica.
- ¡Ve y haz lo que te digo! – ordené mientras subía las escaleras con Candy en brazos, la mucama fue de tras mío, para ayudarme a abrir la puerta de la habitación, coloqué a Candy sobre su cama – traiga sales o alcohol – le pedí a la mucama para ver si podía hacer reaccionar a Candy, la joven me obedeció, volví a mirarla y fue ahí que me di cuenta de que su frente comenzaba a sangrar – ¡perdóname pecosa! – me incliné y recargué mi rostro sobre su abdomen, sujeté su mano – pero te amo tanto que los celos me están matando – susurré mientras una lágrima resbala por mí rostro, acto seguido sentí como una mano se postraba sobre mí nuca, como dándome consuelo.
- ¡Terry! – musito Candy, levanté la vista, pero me di cuenta de que ella seguía inconsciente.
- ¡Santo cielo! – escuché la voz de la señora Bellamy acercarse, así que me levanté, cuando entró yo estaba junto a la piecera.
- ¡Las sales, niña! – pidió a la mucama que estaba detrás de ella, la dama me ignoraba por completo – trae agua caliente y busca en el botiquín alcohol y gasas – solicitó, cuando se percató de la herida que tenía Candy en la frente - ¡Dios mío, señorita! – comenzó a auscultarla, puso su oído en su pecho y en su abdomen, luego comenzó a revisar sus extremidades inferiores, subió un poco la falda del vestido y quitó las medias, examinó sus tobillos.
- ¿Estará bien? – le cuestioné preocupado, fue en ese momento que la señora Bellamy se percató de que yo seguía ahí, volteó a verme con desaprobación y recelo, cubrió los tobillos de Candy con la ropa de cama.
- ¡Haga el favor de retirarse! – me ordenó con un tono de voz demasiado duro.
- Me preocupa la salud de la señorita – aseguré poniéndome a la defensiva.
- Si en verdad le preocupara – se puso de pie y se irguió intimidante, esa era la primera vez que yo me sentí pequeño – habría hecho su labor de atenderla, en vez de encerrarse en su habitación y provocar que ella viniera a buscarlo – en ese momento un sentimiento me invadió, “culpa” – así que no me venga con el cuento de que le preocupa la señorita – los ojos de esa mujer parecían dos candelas ardientes – usted no es más que un ser egoísta que solo piensa en sí mismo – la señora Bellamy siguió con la reprimenda y yo… bueno yo creía merecerlo – usted nunca fue bueno para cuidar de las personas – añadió, en ese momento entró Annie junto con la mucama, yo me di la vuelta para permitir que atendieran a Candy. Annie me miró como preguntándome ¿qué había pasado?, pero no dije nada, solo salí de la habitación y esperé afuera, hasta que me dieran noticias de cómo estaba mi pecosa, mientras tanto por mí mente no dejaba de pasar una y otra vez las palabras de la señora Bellamy, “usted nunca fue bueno para cuidar de las personas”.
- ¿Cómo sabe ella que yo he cuidado de alguien, además de Candy? – me recargué en la pared que estaba frente a la puerta de la habitación de Candy, nunca nadie supo que por un tiempo yo me hice cargo del cuidado de Susana, cuando su madre tuvo que hacer un viaje familiar, entonces por qué la señora Bellamy dice cosas sobre mí, como si conociera esa parte de mí vida que le oculté incluso a mí madre, las interrogantes comenzaron a arremolinarse en mí mente, yo sentía que ya era demasiado para mí, nunca imaginé que este viaje me traería semejante conflicto interno, no quería pensar en nada, me incorporé y me dispuse a retirarme imaginando que lo de Candy no era tan grave, porque de ser así Annie ya me lo hubiera informado, cerré los ojos, giré mi flanco, al tiempo que iba a dar el primer paso abrí los ojos, los cuales se llenaron de sorpresa al ver frente a mí aun hombre el cual no había visto durante mi estadía en la isla.
- ¡Buenas tardes! – me saludó de manera amable – perdón por tomarme el atrevimiento de entrar, pero no había nadie que me recibiera – me explicó, parecía buscar algo o a alguien con insistencia – mi nombre es Andrew Billard y busco a la señorita Candice Andley – confesó, en ese momento sentí que el piso debajo de mí se abría haciéndome caer en un abismo del cual no sabría si tendría escapatoria.
CONTINUARÁ…
Aquí va haber 
ya! Empezó lo bueno 
Astareth. Espero los siguientes capítulos 
. Y también te espero en el lado oscuro 
🤭
terry ahora ese Andrew estará más cerca de tu pecosa. 
y tú 
[/url]
Wooow que excelente capítulo. 
él a sentir sus manos sobre su cuerpo se derrite de amor por ella, pero recuerda la carta del tal Adrew y muerto de celos la trata muy mal, Candy se va y annie le reclama su actitud. 
como siempre un abrazo. 
