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ESTE ES UN FIC DE ALTO CRITERIO SI USTED NO GUSTA DE ESTE TIPOS DE ESCRITOS CON ALTO CONTENIDO VIOLENTO SOLO PASE DE LARGO 18+ 
VIVIR SIN ALMA
Por: an le mon
Por: an le mon
Los personajes de esta historia pertenecen a Kyoko Mizuki & Yumiko Igarashi
[b
]Nuevo york, diciembre 1914.
Candy, serraba la puerta de la habitación donde se encontraba Susana en recuperación, después del accidente que tuvo en los ensayos de Rome y Julieta. Se recargo en la puerta al sentir un fuerte mareo [¡es lo mejor! ¿ira hacer feliz?] pensaba mientras se frotaba la frente, y respiraba muy onda para deshacer ese tremendo nudo en la garganta [¡no puedes llorar!] se recriminaba internamente.
Al pie de la escalinata Terry la observaba, al cruzar sus miradas Candy se sobresaltó y apretó su abrigo, como si esto le fuera a dar fuerza para lo que haría. Comenzó a caminar y al pasar junto a él arguyo su decisión:
- ¡Bien me voy!, quiero tomar el tren que sale en la noche rumbo… - Terry paro en seco su palabrería la tomo del brazo y la encamino hacia los peldaños de las escalinatas – ¡Te llevare! – se lo dijo con determinación. Ella se zafo del agarre – ¡no gracias! – y corrió rumbo a la salida del hospital. Terry la atrapo a la mitad de la sala de espera y la atrajo hacia el en un abrazo – ¡Candy no te vayas, no quiero perderte, podemos encontrar una solución! – lloraba con desesperación el chico.
- ¡Terry, el que yo me vaya es lo correcto! – aseguraba Candy. Él la miro furioso - ¿Lo correcto? ¿Para quién? - Se alejó unos pasos, estas palabras lo estaban lastimando - ¿Dime que mierda significo para ti? - sonrió irónicamente - ¡ah! ¡Ya se! ¿soy el idiota chamaco mocoso, al cual le tienes lástima porque te hice el favor de largarme del colegio, para que tu reputación no quedara manchada? - Estaba fuera de sí y eran crueles sus palabras.
- Terry tu ere y serás … - no pudo terminar sus palabras en su garganta se formaba un nudo por las lágrimas que retenía – ¡No mujer! no llores -. Terry le tomo de la barbilla intento buscar su mirada, pero ella solo poso su vista hacia un costado, al no ver respuesta el chico tomo la palabra – ¡Yo te amo pecas quedémonos juntos! – Candy ya no aguanto mas tapo su rostro y entre sollozos dijo – ¡No! ¡no podemos! ¡no debemos! ¡Terry, esto ya se acabó! -.
Terry volvió su mirada hacia la parte donde estaba los cuartos del hospital, con su barbilla indico el lado donde se encontraba la habitación de Susana – ¡dime! ¿ella es lo que te detiene para quedarte a mí lado? ¿qué ha pasado ahí adentro? – Candy dejo de llorar y empalideció, él se acercó a su rostro y le dio una sonrisa de lado - ¿se jugaron mi destino? ¿tiraste los dados y perdiste pecosa? - Terry exasperado masajeo el tabique de su nariz – por lo visto ni mi opinión ni mis sentimientos contaron ¿verdad? – ironizaba demasiado cada palabra.
- ¡A la puta madre!, ella, tú y todos, yo soy libre a mí no me van a venir a joder la vida - Terry había perdido toda razón estaba enloquecido. – ¡cálmate Terry! – la rubia estaba demasiado asustada pero aun asi lo trataba de hacer entrar en razón. –No Candice de ahora en adelante cada quien que ¡agarre su mierda camino! y el favorcito del colegio, ese tenlo por seguro que algún día me lo cobrare – Candy no se la creí y Terry estaba lleno de rencor se sentía traicionado.
- ¿Qué es lo que dices Terry? - ella lo miraba como si fuera otra persona – ¡Lo que escuchas! yo a ti no te jugué tú siempre estuviste sobre todos, hasta de mí mismo y mira hoy me dejas porque es lo correcto – La tomo del brazo y arrastrándola la llevo fuera del hospital – Te voy a dar una mano para que termines tu jugada vale, pero recuerda que siempre que apuestas pierdes. – La lanzo al piso tal cual muñeca de trapo. Candy lo miro con tristeza, el solo se giró y se adentró al hospital, soltando una de sus estruendosas carcajadas – maldita egoísta – susurro pues su lagrimas ya corrían por sus mejillas.
Robert corrió, ayudo a Candy levantándola del piso – ¿Qué ha paso linda? – ella muy apenada se apoyó en el – Nada señor es solo que...- la chica agacho la cabeza – Disculpé y muchas gracias – Comenzó a caminar las lágrimas salían sin parar [ te perdí amor, ¡te perdí! y ahora me odias] pensaba la pecosa, mientras caminaba rumbo al hotel por sus cosas bajo una tremenda ventisca de nieve. Las calles estaban solitarias y frías, pero eso no la detuvo para gritar tan fuerte – ¡Terry te amo! – se tuvo en una banca ya sin nada de fuerzas, se sentia como si la hubiesen vuelto a abandonar.
Terry subía las escaleras que llevaban a la habitación de Susana, cunado le pareció escuchar el grito desesperado de Candy paro en seco [¡maldita traidora! que me vas a estar gritando te amo, te has de estar riendo de lo lindo de este pobre pendejo infeliz] mientras pensaba esto se frotaba la cien, tomo una fuerte bocanada de aire y se adentró a la habitación.
Susana lo recibió con una gran sonrisa, que tenía bien practicada – ¡Terrence! – lo llamo con voz dulce y melodiosa, a Terry esa vos le erizaba la piel, el chico sin hablar se dirigió hacia la venta abrió la cortina y miraba hacia afuera tenía su vista perdida, metida en la nada [ Mi señorita mona pecas perdóname, pero yo no puedo anclar ni mi vida, ni mi alma en un lugar donde tú no estés soy una mierda egoísta, tu eres mi ángel…]
– Terrence - Otra vez esa voz chillona de rata atrapada lo sacaba de sus pensamientos. Apretó los ojos y antes de volverse a la chica pensó [pinche Susanita hija de la chingada] – ¡aun puedes ir tras ella tal vez la alcances! – decía la muy cabrona, Terry soltó una risita y se acercó a la silla de ruedas colocando sus manos en la posadera de esta. – Susana ¿si te has dado cuenta que se me acaba de chingar la vida? ¡Ella ya se fue con mi alma y mi corazón! –
Susana lo miro con coraje – ¡terrence, yo por ti… – de un grito la mando a callar – ¡ya para con esto Susi! ¡lo de tu pierna lo siento y mucho! pero esto no te da derecho de quedarte con mi cuerpo, ¡porque esto que tienes enfrente seria tu premio un cuerpo sin corazón ni alma y mucho menos sentimientos, ella se los ha llevado esta fría noche! -.
En Susana se enmarco una sonrisa maquiavélica y llena de triunfo le escupió su veneno – ¡prefiero esto a nada! – Terry dio un puñetazo a la mesa y la chica dio un respingo de susto – ¡Yo no soy un pendejo títere que pueden mangonear! - empujo la silla donde estaba postrada Susana. – ¡Tú, no conoces a este mal nacido que tienes en frente, porque solo te dedicaste a ver al actor y al bulto que traigo entre las piernas! pero apréndasela bien cabrona ¡yo mando en mi perra vida y tomo mis propias decisiones, agarren a otro pendejo de los cojones porque no necesito de pilmamas! -
Terry tomo pie rumbo a la puerta, giro la perilla y sin volver a mirarla le dejo bien en claro – El trato que tú y Candy hayan tomado en este lugar no me compete, porque no estuve presente para poner sobre la mesa mi sentimiento y a ti al igual que a ella te saco de mi vida, ¡ah! por los gastos no te preocupes, tu mama ya mando una carta al Duque de Grandchester, ¡asi que el vera por ti! –
Susana se puso temblorosa y comenzó a gritar un sinfín de incoherencias – Terrence Graham, si das un paso a fuera yo … - Él volvió la cara con una sonrisa de medio lado y le remarco – para ti Duque de Grandchester, aunque eso ya lo sabias arpía, manipuladora, te subestime muy bajo me lo advertiste ¡mío o de nadie!, eres una cínica arribista-. Terry le miraba con desprecio.
Susana fuera de sí comenzó a lanzar una ráfaga de maldiciones – Yo te maldigo a ti y a tu camino, nunca serás feliz y te regalo una vida de dolor y castigo, tu corazón nunca tendrá paz y siempre sangrará, caminaras entre las penumbras y tu sombra nunca te encontrará -. El chico aun parado en el lumbar de la puerta volvió a soltar tremenda carcajada, esto lo hacia sentirse dueño del control – ¡estúpida Susana! ya tú ves que no sabes nada de este bastardo, el que quieras abrirme las piernas no significa que puedas entrar en mi vida. - Susana seguía gritando, pero el ya no escuchaba.
Se encamino hacia la calle donde fue atajado por Robert, - ¡Muchacho! pero ¿qué es lo que te pasa, maltrataste a ese hermoso ángel? - Terry lo miro y frunció su ceño –¿ángel? ¡ese es un dominio gritón! - Robert negó con la cabeza – ¡Chico me refiero a la rubia que has maltratado tirándola como trapo al piso! - Él se tomó la cabeza con las dos manos – ¿cómo esta Robert? – su mentor solo subió los hombros – no lo sé la auxilie para levantase y se sobaba los brazos ¡la lastimaste Terry! – el chico apretó los ojos [soy un malnacido, una mierda del infierno, tengo mi vida jodidamente podrida]
– ¡Robert, estoy acabado! - respiro un poco para aclarar sus ideas. –Robert, yo te pido una disculpa, pero me retiro de tu compañía teatral muchas gracias por la oportunidad- Robert solo miro con lastima como se alejaba un gran actor, y un buen ser humano que la vida le había dado una mala jugada.
Chicago 1916
Candy, caminaba rumbo al puesto de diarios como hacia todos los días, a pesar de la desastrosa despedida seguía buscando la manera de enterarse de la vida de su gran amor. [ Nada, ¡no hay nada de él! ya ha pasado mucho tiempo] mordía su labio inferior en signo de preocupación [¿Terry, que ha pasado contigo?] dio un largo suspiro y se encamino a su apartamento. Al entrar bajo su puerta encontró una nota la cual decía: “Querida Candy te espero el día jueves, a las cinco de la tarde, en el Lake Park “. No lleva firma [quien podrá ser, ¿Terry? No lo creo] levanto los hombros, y se dirigió a la bañera.
Cuando Terry salió de Nueva York, se dio a la tare de destruir su vida, se adentró en el alcohol y al terminar con sus ahorros, busco trabajo en una compañía teatral ambulante, eran pocas la monedas que le pagaban, pero le alcanzaba para sus botellas de vino barato, comía poco y dormía solo por ratos, su físico era algo deplorable había perdido peso, la ojera enmarcada oscurecían su linda mirada. Algunas veces por la noche habían trifulcas, como salía alcohólico a representar su papel, la gente se molestaba y aventaba cosas las cuales las lograba esquivar, pero no siempre corría con esa suerte, por eso también tenía algunos moretones en el rostro y cuerpo.
Era miércoles por la mañana, Terry se encontraba fuera de la tienda del dueño del teatro, estaba nervioso retorcía sus dedos unos contra otros, esperaba su paga para ir por su apetitoso desayuno, una botella de whisky barato. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y agacho la cabeza.
Levanto el rostro y su mirada se enfocó en una carpa de tela negra, y como si sus piernas hubiesen cobrado vida propia comenzó a caminar hacia la oscura tienda, estaba confundido nunca la había visto pero no podía dejar de ir hacia ella. Al entrar a la tienda, al segundo se arrepintió y girar en dirección a la salida. Se quedó estático al escuchar como barajeaban las cartas de manera profesional, a la primera pensó que tal vez había un circulo de apuesta clandestinas - ¡hola niño bonito! ¿la pregunta? - al escuchar las palabras y la voz se volvió enseguida. - ¡Buenas tardes madam! disculpe usted me he confundido, con su permiso que tenga lindo día- la gitana de pelo tan negro como sus ojos repitió las palabras - ¿la pregunta? - Terry no entendía porque seguía anclado ahí, pero en su mente escucho una pregunta [¿aun la quieres?] - ¡sí! - Se lo pensó,[¿lo había dicho en vos alta o en su pensamiento?]
La gitana con la mano le indico que tomara asiento y le empujo un paquete de pitillos. Nervioso tomo uno y lo prendió le dio una buena calada, estaban frente a frente solo los dividía una mesa desgastada. Corto las cartas y saco una, la dejo boca arriba en la mesa - ¡bien! ¿quieres seguir apostando por ella? - la gitana lo miro y supo su respuesta – debes de estar muy atento ¡Esta vez sí miraras! - Terry se levantó y miro a la gitana – Gracias - dijo e hizo una reverencia; - espera niño bonito pásame la pava, le daré la última calada- Terry le entrego el pitillo, ella al darle la jalada lo miro soltó el humo y dicto – aprovechen cada momento –. Le indico la salida con la mirada.
El salió rápido de la tienda [¿qué reverendo coño fue eso?, ¡putada de alcohol barato!, me está jodiendo el cerebro] se mofaba de el mismo - ¡Terry, chico! – se acercaba el dueño del teatro - disculpa estaba algo ocupado- con su mano sobaba su entrepierna, dando a entender que estaba follando. – bien dame mi paga – Terry ignoro el gesto desagradable [viejo hijo de puta, cerdo, miserable] pensó al ver salir a una jovencita llorando la tienda. – ¡vale aquí! vaya y compre su trago, lo quiero bueno para su noche- el viejo soltó una carcajada.
El día jueves llego, Candy iba un poco atrasada el trabajo en el hospital era muy demandante, corría apresurada, mientras se adentraba en el Lake Park, miraba en ambos sentidos pues a bien no sabía de quien era la invitación, se detuvo a la mitad del parque y despacio giro viendo a todas direcciones. [nada, no veo a nadie conocido, ¿tal vez dentro de ese circo ambulante este la persona que me espera] pensaba la chica, pero miraba desconfiada la carpa. Camino hacia el lugar y vio un cartel donde decía:
Teatro Ambulante ROCKSTOWN
Estrella Principal Terry Graham
al irse acercando se escuchaban gritos y abucheos, intrigada se adentró –¡Maldito payaso! - - ¡bufón! -
- ¡alcohólico de mierda! – eran los gritos de un público inconforme por el espectáculo - ¡y por esto pagamos! - - ¡mejor hubieran subido a un chango tendría más gracia! - - ¿qué es esta porquería de ser humano? ¡ya retírate estáis acabado! - Terry se tambaleaba en la tarima trataba de decir sus líneas, pero de lo alcohólico no coordinaba su pensamiento con las palabras.
Candy, se sostenía del respaldo de una banca, sentía que desmallaría, todo le daba vueltas y sus lágrimas comenzaron a correr, al ver en lo que Terry se había convertido. Él miro hacia la gente y se imaginó ver el rostro de su pecosa, sintió una fuerza interna y comenzó a decir sus líneas del dialogo correctamente con esa voz tan imponente, el público enmudeció, él se giró a su acompañante de escena y al volver la vista al público ya no vio a su vida, su alma nuevamente lo había abandonado. La gente comenzó a aplaudir, Terry Intento hacer una reverencia, pero el mareo del alcohol se lo impidió y cayó al piso, las risas de burla volvieron a comenzar.
La representación termino, Terry bajo a las bancas y se sentó en una de ellas [esta noche no hubo sillas volado] pensaba el chico con una sonrisa irónica [ ¡pecosa!, lo bueno que fue una alucinación no me gustaría que me hubieses visto así, acabado, desolado y demasiado solitario, no sé cuánto tiempo pase para poder terminar con mi vida, espero sea pronto ya no quiero seguir sin ti vida mía] se recargo en el respaldo de la banca continua y comenzó a sollozar, era el llanto más triste que un ser humano podía tener lleno de dolor y frustración - mi señorita pecas quisiera regresar el tiempo y volver al colegio, tomar tu mano y correr por la colina- Todas y cada una de sus palabras iban cargadas del dolor que tenía su alma. Grito con rabia – ¿Cuándo saldrás de aquí? – tenía la mano puesta en su corazón.
Una mano delicada se posó en el hombro de Terry, rápidamente él se giró quedándose estático. Ahí estaba ella, tan real, más hermosa que nunca, parecía un ángel. – ¡Terry mocoso engreído! ven vamos a casa – el chico la miro frunciendo el ceño – ¿me llevaras con la maldita de la marlow para que termine mi condena? – Candy se sentó a su lado y tomo su mano una mano. A la joven se le estrujo el alma al sentir la débil mano - No mi corazón, vendrás a nuestra casa – acariciaba con ternura su larga y maltratada cabellera.
– ¿sabes lo que haces pecosa tonta? ¡estoy hundido en el fango de mi propia mierda! - ella se levantó y se colocó frente a el – ¡veras! el fango siempre estará ahí y si no puedes salir entonces entrare contigo - él se levantó y salieron de aquel lugar, Terry aun tambaleaba por su estado alcohólico, Candy si pena alguna lo abraso por la cintura – ¡vamos cariño, despacio no tenemos prisa nos espera una larga vida! –
una persona con capucha miraba a la pareja alejarse, tras ella una voz algo roca – le dije que vendría- sonrió – ¡será feliz! – la vos – mmm… ¡es caro el precio! – se volvió la persona de capucha hacia la voz - ¡no importa, será feliz! – se limpió las lágrimas y se alejó.
Chicago 1917
La recuperación de Terry fue lenta, su estado físico y mental estaba muy dañados, la desnutrición y deshidratación con la que llego era drástica, los medicamentos y alimentos que necesitaba el chico eran de alto costo, por su altura necesitaba recuperar peso si no sus huesos sufrirían las consecuencias de su mala vida y sus excesos en el alcohol; y si a esto le aunábamos las terribles crisis que pasaba por abstenerse de tomar y su mal humor que daban pie a largas peleas, Candy tuvo que cuidarlo y trabajar dobles turnos al mismo tiempo, necesitaba el dinero. Fueron meses difíciles, pero al final de las peleas terminaban abrazado, con un mil disculpas y promesas al por mayor. Terry no volvió a caer en el alcohol. Le juro a su pecosa que su esfuerzo no sería en vano.
A Neil Leagan, se la había metido la idea de casarse con Candy, una tarde llego con un enorme ramo de flores, ella palideció [que burrada trae este en la cabeza] era lo que pensaba ella, con una sonrisa lo hiso pasar al consultorio del doctor Lennar – mira Neil te presento a mi prometido – el doctor rapido capto la travesura de la pecosa – buenas tardes jovencito, lindas flores es un honor para mí saber que mi pequeña tiene admiradores – Neil se quedó torombolo sus ojos giraban y su piel bronceada perdió color. – disculpe doctor, yo no sabía que Candy … - titubeaba el muchacho - ¡No se preocupe pocos lo saben! bueno hasta luego ¿Por qué ya se va verdad? - al parecer, Neel había perdido el conocimiento de cómo caminar – ¡oh yo si me voy! – salió como hipnotizado.
Dentro del consultorio se escuchaban tremendas risas – ¡mira que creer que un viejo gruñón es tu prometido! - decia el doctor entre tremendas carcajada – ¡ese Neil siempre ha sido un cabezota - –Bien Candy, dime como va tu paciente – la rubia se tornó nerviosa, pero no quito de su rostro la bella sonrisa – Ya va mejorando – el doctor sabia del secreto que Candy escondía y la apoyaba – me alegra linda se te mira enamorada – candi se puso roja como camarón, el doctor lennar volvió a reír – yo creo que por eso Neil te creyó, que estas tan enamorada – la chica salió corriendo del consultorio se la savia a bien cómo se las gastaba el doctorcito en cuestión de burlas.
Los meses pasaron muy rápido, Candy y Terry volvían a ser los mismos chicos juguetones, el comenzaba a valoras su vida y daba gracias a su gran amor. Terry dormía en el cuarto que alguna vez ocupara Albert, Candy a pesar de sus dobles guardias no perdía el ánimo ni el buen sentido del humor. Terry seguía embromando con sus pecas, ella solo levantaba su puño amenazador.
Un día cuando despertó después de una larga jornada en el hospital, vio la cara de Terry pegada a la suya frunciendo su naricita pregunto - ¿Qué pasa Terry todo bien? – el castaño la vea como husmeando su rosto – ¡si todo bien pecas solo que al parecer hoy tienes una nueva peca! – se tomaba el mentón como si fuera un buen detective – Terry vuelve a la cama ¡tengo sueño amor! – El castaño sí que abrió muy grandes sus ojos – bien amor a desayunar ¡ven aquí! – la tomo entre sus brazos y la llevo al comedor, Candy ponía resistencia. - ¡Terry me vas a tirar! – gritaba la chica – ¡eso no pasara! ¡mira con la buena alimentación ya estoy recobrando mi cuerpo ingles que siempre te enloqueció! – ella le dio un ligero empujón – pretencioso, esos eran sus días llenos de felicidad.
Candy esa tarde regreso al hospital, había una nota para ella de parte del director el doctor lennar. De inmediato fue al consultorio toco la puesta y pidió el pase – pasa Candy – dijo algo serio el doctor – buenas tardes, dígame en que le puedo apoyar – el doctor bajo la mirada y con severidad espeto – bien señorita white esta es su carta donde el hospital prescinde de sus serbios – La chica se puso pálida no creía la situación. – doctor solo me gustaría saber si es por mi paciente – el Lennar doctor solo negó con la cabeza – esto viene de más arriba – candi apretó el papel – no se preocupe docto yo no quiero causarle problemas, muchas gracias es usted una gran persona con su permiso – la chica salía por la puerta cuando el doctor apretando los puños dijo – señorita whait ha sido vetada en todos los hospitales – Candy sintió un fuerte mareo y solo asentó con su cabeza.
La chica salió del hospital caía una fuerte lluvia, pero ella solo quería caminar y pensar [dios mío que voy a hacer sin trabajo, Terry aún necesita medicamentos y buenos alimentos y la renta] ella bien sabía que sus ahorros los había agotado entre medicamentos, alimentos de calidad y ropa para Terry. Camino algún tiempo no sabía que hacer como solucionar las cosas.
Llego a su apartamento el castaño la miro con suma preocupación – ¡Candy! ¿pero qué te paso? – la rubia lo miraba no entendía la pregunta - ¡Estas empapadas mujeres! – se miró su aspecto y comenzó a caminar de un lado a otro tratando de encontrar una buena excusa – bueno veras Terry, llego flamy y yo me vine y no me fije que llovía – no sabía que decir lo de la mentira no se le daba. Terry exclamo –para Candy ve a la ducha o te enfermaras y tendremos que comprar doble medicamento – la pecosa puso cara de horror - ¡no! - grito y salió corriendo a la ducha.
Mientras se bañaba escucho la puerta abrirse miro, por un lado - ¡Terry! ¿Qué haces aquí? estoy … - el castaño soltó unas risitas – pecas solo te traje la toalla y un camisón ya me estoy saliendo. Recuerda que tú me has bañado a mí - -pero es diferente – grito la rubia, el chico se recargo en el lumbral de la puerta con sus brazos en jarra y cuestiono - ¿en qué pecas cual es la diferencia? - - ¡Terry no pretendo tener una plática aquí contigo! - Y le aventó el jabón – ¡qué mala puntería tienes tarzán! - se giró dando sus típicas carcajadas. – ¡cierra la puerta malcriado! - - ¡no ¡- fue la cínica respuesta del castaño. Candy recargo su cabeza en la bañera [te amo Terry y por ti seria capas de todo, si el bien no me escuchara correré con el mal] abrió los ojos, se dio cuenta lo que había pensado no se regañó solo salió y se comenzó a cambiar.
El guapo castaño ya la esperaba en la sala con una taza de cacao caliente – ven aquí mi pequeña pecosa – le palmeaba su lado opuesto del sofá. Cuando se iba sentando él la atrajo hacia su regazo y apretó el abrazo – ¿todo bien Candy? - ella solo asintió con la cabeza y escondió su cara en el pecho de chico.
Terry levanto el mentón de la chica y poso suavemente sus labios sobre los de ella, los rosaba contra los suyos dando pequeños besos, después comenzó a delinear la comisura de sus labios con la punta de la lengua - abre un poco tus labios mi pecosa – le susurro entre besos. Ella obedeció sintió unas mordidas ligeras en su labio inferior, el castaño invadió su boca sutilmente con su lengua. La tomo por la cintura acomodándola más en medio asiendo que su miembro se posara entre las nalgas de Candy, las caricias iban de más a mayor al igual que la respiración. Los latidos de su corazón eran tan rápidos que los podían sentir.
El chico ya tenía su mano muy cerca a la entrepierna de ella, un jadeo proveniente de Terry la hizo reaccionar. Candy se levantó y pidiendo disculpas salió corriendo a su habitación [ Terry hubiera sido hermoso si no tuviera tantos problemas encima, debo pensar maduramente estas acciones pueden traer lindas consecuencias, pero no es el momento]. Un toque a su puerta la sacó de sus pensamientos, abrió y ahí estaba Terry de pie con la taza de cacao – ¡se te olvido pecas! – ella se sonrojo - ¡Terry! – recibió la taza y rápidamente él le tomo de las manos – pecosa será como tú quieras poco a poco ¿te parece? – Candy asintió con la cabeza poso un tierno beso fugas en los labios del chico y cerró la puerta.
Ya eran una semana sin que Candy se presentara al hospital, a Terry eso se le extraño - ¿Oye pecas y cuantos días te dieron de descanso? – a la rubia se le atoro el agua que tomaba y comenzó a carraspear - ¿ya no me quieres aquí? – en su boca se formó un puchero haciendo que el tema se desviara. No tenía ni idea donde pedir trabajo.
El sonrió se introdujo a la cocina se recargo en la pared, cruzo sus brazos y elevo una ceja - ¡Candy! esta vez quiero que me contestes ¿todo bien en tu trabajo? – ella frunció su nariz y afirmó con algo de molestia – si Terry ¿porque crees que algo anda mal? - - no lo sé ¿tu dímelo? - ella salió de la cocina y fue directo al perchero tomo su bolso y abrigo – Terry de echo ahora iba para el hospital a ver mis turnos ¡así que tu tranquilo todo esta excelente! – le dio su típica sonrisa sacando la punta de la lengua y le guiño el ojo. - Cuídate nos vemos más tarde – cerro la puerta y se fue.
La tarde era fría caminaba hacia una banca, al darse cuenta del lugar sonrió [ el rió de chicago, Terry aquí venía a leer tus cartas, ya no hay cartas ahora hay conversaciones interminables, está a mi lado y mi corazón vive cada día] se levantó y comenzó a caminar miraba hacia los locales buscando anuncios de puestos vacantes [¡caray! no pensé que todos los puestos estuvieran ocupados] pensaba la chica mientras caminaba sin rumbo ni siquiera se había percatado que la noche había caído.
Se adentró a un callejón del cual provenía una linda música de jazz. Al terminar el callejón esta una hermosa casa. Se quedó parada admirándola. A sus espaldas una voz femenina le susurro – eres muy bonita y tienes el alma limpia para esta aquí – Candy de volvió y miro a una chica tan blanca como ella de cabellos largos y rojizos, lindo rostro, pero con mirada lúgubre. Titubeante respondió la rubia – hola, bueno yo solo … - la pelirroja subió su ceja – no me digas que la música te atrajo- la rubia solo asintió con la cabeza – bien me llamo Medad ¿y tú eres? - - ¡Candy! - respondió algo tímida la pecosa.
- ¡Candy! ¡jum! dulce nombre, permíteme mostrarte lo que ha llamado tu atención – y sin que la rubia dijera nada se introdujo en el lugar con Medad. La casa estaba llena de vitrales que dividían los espacio. En cada espacio había un sillón grande de media luna y una mesa para colocar las bebidas, el piso era negro y la iluminación era tenue de color rojo. El lugar estaba invadido por el humo de los pitillos y el opio que consumían sin desenfreno.
La rubia casi pierde el paso cuando encontró a un hombre orinando en el escupidero. En otro apartado tres chicos penetraban al mismo tiempo a una mujer, la cual gemía de dolor. En otros espacios habian señores con pequeñas jóvenes. Algunas tomaban y fumaban reían con fuerte carcajadas y otras sobre la mesa tenían sexo animal con su cliente, como los llamaban ellas.
A lo lejos la pecosa escucha una voz masculina que repetía muy excitado su nombre esto le llamo la atención y camino al final del pasillo – ¡Neil! – murmullo con gran sorpresa, el joven estaba con tres chicas, una le lamia su miembro las otras lo acariciaban y dejaban que Neil tocara su parte íntimas. Tras ella la pelirroja tenía una sonrisa irónica – ¿qué pasa querida es tu hombre? – Candy volteo hacia la chica enfurecida – ¡claro que no! Él es un … - Medad levanto la mano, indicándole que no siguiera.
Neil levanto su vista y enfoco a la rubia, su rostro ya transfigurado por el alcohol y la droga, se tornó a un ser diabólicamente salvaje. Tomo de los cabellos a la mujer que le daba placer oral, y a patadas y jalones la llevo hasta la mesa del privado – ¡ahora veras zorras lo que es un verdadero hombre y no los muñequitos que te han abandonada! – sin piedad la penetro por atrás. La mujer soltó un grito de dolor – ¡grita linda! ¡grita Candy! ¡siente mi calor pequeño hospiciana! -.
Medad atrajo a la rubia la coloco detrás de muro. Candy sentía que sus piernas se doblaban - ¡Medad, Neil matara a esa mujer! – sollozaba la rubia, la pelirroja coloco su mano en la boca de Candy – ¡shsss tranquila! no la matara, solo le dará unos cuantos buenos madrazos y le dejara un bonito recuerdo en el culo – Medad lo decía como si fuera algo normal y con burla en sus palabras.
La música paro, bajando por unas largas escaleras, venia una mujer hermosa rubia, vestía una bata transparente el cual dejaba ver sus hermosos atributos. Se colocó en el centro del pasillo – Buenas noches caballero, bienvenidos a su lugar favorito “Barre Hause Sweet Cherry”-. Abría los brazos como si diera la bienvenida a las puertas del cielo - Hoy tenemos el honor de ser deleitados por la banda de jazz Dixieland Jazz Band -.
Medad aprovecho la distracción de los caballeros y saco a Candy del lugar – espera Medad, debo de ayudarla - la rubia ponía resistencia pues se preocupaba por la mujer que Neil lastimaba – la pelirroja bien cabreada sacó de un solo empujo a Candy, ya fuera del lugar Medad grito llena de rabia – ¡Pero deberás que eres una puta pendeja! nos pudieron hacer lo mismo ahí dentro ¿a que la ibas a ayudar? ¡Ah! ¿a compartir la verga en tu culo? – Candy agacho su cara las lágrimas escurrían por sus mejillas – vamos mujer limpia esas lágrimas, ellas están tan acostumbradas bien se la saben que este lugar nos es para echarse unas risas, ¡venga ya para! veras que no tardará nada en reponerse, además ¡tú sabes cuanta pasta tendrá que dejar ese carbón por el daño! –
Candy limpio sus lágrimas con el dorso de sus manos. Medad miraba al piso y se cuestionaba [mierda estoy jodida, no pudiste poner una menos estúpida] y dio un taconazo fuerte sobre este. – ¡hablemos claro rubia! – la voz de la pelirroja llevaba un tono molesto – ¿si estás aquí es por que necesitas algo de pasta o me equivoco? Candy solo asintió con la cabeza pues tenía la garganta seca. - ¿y lo quieres conseguir así? ¡eh! – Medad señalaba la entrada de la casona. La rubia negó con la cabeza – Bien - continuo la pelirroja – te enseñare una manera ¡que es igual a esta mierda! pero con la diferencia de que ese cuerpecito angelical ¡estará a salvo! - con una mirada la recorría de pe a pa’.
Medad tomo bruscamente el brazo de Candy y la llevo casi a la salida del largo callejón, había una entrada estrecha ahí se encajaron, la pelirroja comenzó a dar indicaciones a la pecosa – aquí esperaremos un momento ¡no tardará será rápido desplumar al pardillo! - Candy le tomo del brazo para atraer la atención de Medad – ¿qué has dicho? ¿esperamos un pájaro? – la pelirroja solo movió la cabeza – ¡sí que eres lenta! ¡toma! – jalo la mano de la rubia y coloco un puñal. En cuanto cruzaron sus miradas Candy negó con la cabeza. – mira pecosa sé que estas cagadas del miedo, pero lo aremos en silencio pues no se me apetece que algún chulo merodee vuestro trabajo - Candy frunció su naricita - ¿trabajo? – medad levantó la mano en señal de silencio – ¡ahí viene! te recomiendo que hagas las cosas bien oh la próxima cogida y golpeada serás tu cariño ¿y qué coño le dirás a tu macho? ¡ah! – Al escuchar esas últimas palabras a la rubia se le heló la piel.
Sobre la acera se escucha unos pasos que eran acompañados del sonido metálico de un bastón, la rubia tomo el brazo se Medad – ¡espera puede ser un anciano! escucha el bastón- Medad miro a Candy con furia – ¡mis bolas! ese lo ocupan para joder a la mujer ¡espero que sepas actuar rápido princesita! -. Medad se quitó el abrigo, bajo este posaba un vestido color plata ajustado y corto. Los ojos de la rubia no daban crédito a lo visto.
- Buenas noches caballero – saludo Medad con elegancia – haga su paso a un lado bella dama, no soy pendejo y sé que por algún lado saldrá su chulo – la pelirroja dio unos pasos hacia el hombre – no mi caballero yo no mantengo malas pulgas – el hombre esbozo una sonrisa mostrando su diente de oro [buen hueso] peso Medad. – entonces hermosa dama quieres probar mi mástil – acariciaba su bastón como si fuese su miembro. De un movimiento rápido replegó a la chica a la pared – ¡sabes a ti si te daría hasta por el culo, me gustan las españolas! – ella lo miraba con frialdad – serás generosa conmigo – Medad dio un respingo al sentir un mordisco en su hombro – tan generosa como lo está siendo usted caballero -.
Candy salió del angosto pasillo apretó los dientes y clavo el puñal a la espalda del hombre – bien cariño una más – replicaba la pelirroja con alegría, el hombre cayó al piso y Medad ordeno – ¡sin rastro! – la rubia elevo el puñal y lo clavo en el corazón. – ¡wow! ¡joder linda! eso si no es querer dejar nada de rastro– sonreía sin piedad Medad. Candy comenzó a temblar cuando vio sus manos llenas de sangre y las empezó a limpiar en su uniforme.
– ¡vale carajo de eso, echa mano aquí lo más pronto que tus manos den! – ordeno Medad, a toda prisa obtuvieron las pertenencias. Antes de levantarse Medad dijo – quítate las zapatillas – Candy no comprendía - ¿Cómo dice? - - ¡que te descalces y corre tras de mí! -.
Las chicas salieron corriendo de barrio, ya alejadas Medad acompaño a Candy a su apartamento. – bien te toca las pelas y yo las alhajas ¿estás de acuerdo? – Candy estaba fuera de sí. Medad tomo la mano de la rubia donde le deposito la pasta, y soltó su despedida – nos vemos pasado mañana – Candy negó con la cabeza – ¡entras ya no sales! ¿recuerda tu ofrenda? – decia con decisión Medad, encaminándose hacia las calles contrarias.
continuara
[/b]Candy, serraba la puerta de la habitación donde se encontraba Susana en recuperación, después del accidente que tuvo en los ensayos de Rome y Julieta. Se recargo en la puerta al sentir un fuerte mareo [¡es lo mejor! ¿ira hacer feliz?] pensaba mientras se frotaba la frente, y respiraba muy onda para deshacer ese tremendo nudo en la garganta [¡no puedes llorar!] se recriminaba internamente.
Al pie de la escalinata Terry la observaba, al cruzar sus miradas Candy se sobresaltó y apretó su abrigo, como si esto le fuera a dar fuerza para lo que haría. Comenzó a caminar y al pasar junto a él arguyo su decisión:
- ¡Bien me voy!, quiero tomar el tren que sale en la noche rumbo… - Terry paro en seco su palabrería la tomo del brazo y la encamino hacia los peldaños de las escalinatas – ¡Te llevare! – se lo dijo con determinación. Ella se zafo del agarre – ¡no gracias! – y corrió rumbo a la salida del hospital. Terry la atrapo a la mitad de la sala de espera y la atrajo hacia el en un abrazo – ¡Candy no te vayas, no quiero perderte, podemos encontrar una solución! – lloraba con desesperación el chico.
- ¡Terry, el que yo me vaya es lo correcto! – aseguraba Candy. Él la miro furioso - ¿Lo correcto? ¿Para quién? - Se alejó unos pasos, estas palabras lo estaban lastimando - ¿Dime que mierda significo para ti? - sonrió irónicamente - ¡ah! ¡Ya se! ¿soy el idiota chamaco mocoso, al cual le tienes lástima porque te hice el favor de largarme del colegio, para que tu reputación no quedara manchada? - Estaba fuera de sí y eran crueles sus palabras.
- Terry tu ere y serás … - no pudo terminar sus palabras en su garganta se formaba un nudo por las lágrimas que retenía – ¡No mujer! no llores -. Terry le tomo de la barbilla intento buscar su mirada, pero ella solo poso su vista hacia un costado, al no ver respuesta el chico tomo la palabra – ¡Yo te amo pecas quedémonos juntos! – Candy ya no aguanto mas tapo su rostro y entre sollozos dijo – ¡No! ¡no podemos! ¡no debemos! ¡Terry, esto ya se acabó! -.
Terry volvió su mirada hacia la parte donde estaba los cuartos del hospital, con su barbilla indico el lado donde se encontraba la habitación de Susana – ¡dime! ¿ella es lo que te detiene para quedarte a mí lado? ¿qué ha pasado ahí adentro? – Candy dejo de llorar y empalideció, él se acercó a su rostro y le dio una sonrisa de lado - ¿se jugaron mi destino? ¿tiraste los dados y perdiste pecosa? - Terry exasperado masajeo el tabique de su nariz – por lo visto ni mi opinión ni mis sentimientos contaron ¿verdad? – ironizaba demasiado cada palabra.
- ¡A la puta madre!, ella, tú y todos, yo soy libre a mí no me van a venir a joder la vida - Terry había perdido toda razón estaba enloquecido. – ¡cálmate Terry! – la rubia estaba demasiado asustada pero aun asi lo trataba de hacer entrar en razón. –No Candice de ahora en adelante cada quien que ¡agarre su mierda camino! y el favorcito del colegio, ese tenlo por seguro que algún día me lo cobrare – Candy no se la creí y Terry estaba lleno de rencor se sentía traicionado.
- ¿Qué es lo que dices Terry? - ella lo miraba como si fuera otra persona – ¡Lo que escuchas! yo a ti no te jugué tú siempre estuviste sobre todos, hasta de mí mismo y mira hoy me dejas porque es lo correcto – La tomo del brazo y arrastrándola la llevo fuera del hospital – Te voy a dar una mano para que termines tu jugada vale, pero recuerda que siempre que apuestas pierdes. – La lanzo al piso tal cual muñeca de trapo. Candy lo miro con tristeza, el solo se giró y se adentró al hospital, soltando una de sus estruendosas carcajadas – maldita egoísta – susurro pues su lagrimas ya corrían por sus mejillas.
Robert corrió, ayudo a Candy levantándola del piso – ¿Qué ha paso linda? – ella muy apenada se apoyó en el – Nada señor es solo que...- la chica agacho la cabeza – Disculpé y muchas gracias – Comenzó a caminar las lágrimas salían sin parar [ te perdí amor, ¡te perdí! y ahora me odias] pensaba la pecosa, mientras caminaba rumbo al hotel por sus cosas bajo una tremenda ventisca de nieve. Las calles estaban solitarias y frías, pero eso no la detuvo para gritar tan fuerte – ¡Terry te amo! – se tuvo en una banca ya sin nada de fuerzas, se sentia como si la hubiesen vuelto a abandonar.
Terry subía las escaleras que llevaban a la habitación de Susana, cunado le pareció escuchar el grito desesperado de Candy paro en seco [¡maldita traidora! que me vas a estar gritando te amo, te has de estar riendo de lo lindo de este pobre pendejo infeliz] mientras pensaba esto se frotaba la cien, tomo una fuerte bocanada de aire y se adentró a la habitación.
Susana lo recibió con una gran sonrisa, que tenía bien practicada – ¡Terrence! – lo llamo con voz dulce y melodiosa, a Terry esa vos le erizaba la piel, el chico sin hablar se dirigió hacia la venta abrió la cortina y miraba hacia afuera tenía su vista perdida, metida en la nada [ Mi señorita mona pecas perdóname, pero yo no puedo anclar ni mi vida, ni mi alma en un lugar donde tú no estés soy una mierda egoísta, tu eres mi ángel…]
– Terrence - Otra vez esa voz chillona de rata atrapada lo sacaba de sus pensamientos. Apretó los ojos y antes de volverse a la chica pensó [pinche Susanita hija de la chingada] – ¡aun puedes ir tras ella tal vez la alcances! – decía la muy cabrona, Terry soltó una risita y se acercó a la silla de ruedas colocando sus manos en la posadera de esta. – Susana ¿si te has dado cuenta que se me acaba de chingar la vida? ¡Ella ya se fue con mi alma y mi corazón! –
Susana lo miro con coraje – ¡terrence, yo por ti… – de un grito la mando a callar – ¡ya para con esto Susi! ¡lo de tu pierna lo siento y mucho! pero esto no te da derecho de quedarte con mi cuerpo, ¡porque esto que tienes enfrente seria tu premio un cuerpo sin corazón ni alma y mucho menos sentimientos, ella se los ha llevado esta fría noche! -.
En Susana se enmarco una sonrisa maquiavélica y llena de triunfo le escupió su veneno – ¡prefiero esto a nada! – Terry dio un puñetazo a la mesa y la chica dio un respingo de susto – ¡Yo no soy un pendejo títere que pueden mangonear! - empujo la silla donde estaba postrada Susana. – ¡Tú, no conoces a este mal nacido que tienes en frente, porque solo te dedicaste a ver al actor y al bulto que traigo entre las piernas! pero apréndasela bien cabrona ¡yo mando en mi perra vida y tomo mis propias decisiones, agarren a otro pendejo de los cojones porque no necesito de pilmamas! -
Terry tomo pie rumbo a la puerta, giro la perilla y sin volver a mirarla le dejo bien en claro – El trato que tú y Candy hayan tomado en este lugar no me compete, porque no estuve presente para poner sobre la mesa mi sentimiento y a ti al igual que a ella te saco de mi vida, ¡ah! por los gastos no te preocupes, tu mama ya mando una carta al Duque de Grandchester, ¡asi que el vera por ti! –
Susana se puso temblorosa y comenzó a gritar un sinfín de incoherencias – Terrence Graham, si das un paso a fuera yo … - Él volvió la cara con una sonrisa de medio lado y le remarco – para ti Duque de Grandchester, aunque eso ya lo sabias arpía, manipuladora, te subestime muy bajo me lo advertiste ¡mío o de nadie!, eres una cínica arribista-. Terry le miraba con desprecio.
Susana fuera de sí comenzó a lanzar una ráfaga de maldiciones – Yo te maldigo a ti y a tu camino, nunca serás feliz y te regalo una vida de dolor y castigo, tu corazón nunca tendrá paz y siempre sangrará, caminaras entre las penumbras y tu sombra nunca te encontrará -. El chico aun parado en el lumbar de la puerta volvió a soltar tremenda carcajada, esto lo hacia sentirse dueño del control – ¡estúpida Susana! ya tú ves que no sabes nada de este bastardo, el que quieras abrirme las piernas no significa que puedas entrar en mi vida. - Susana seguía gritando, pero el ya no escuchaba.
Se encamino hacia la calle donde fue atajado por Robert, - ¡Muchacho! pero ¿qué es lo que te pasa, maltrataste a ese hermoso ángel? - Terry lo miro y frunció su ceño –¿ángel? ¡ese es un dominio gritón! - Robert negó con la cabeza – ¡Chico me refiero a la rubia que has maltratado tirándola como trapo al piso! - Él se tomó la cabeza con las dos manos – ¿cómo esta Robert? – su mentor solo subió los hombros – no lo sé la auxilie para levantase y se sobaba los brazos ¡la lastimaste Terry! – el chico apretó los ojos [soy un malnacido, una mierda del infierno, tengo mi vida jodidamente podrida]
– ¡Robert, estoy acabado! - respiro un poco para aclarar sus ideas. –Robert, yo te pido una disculpa, pero me retiro de tu compañía teatral muchas gracias por la oportunidad- Robert solo miro con lastima como se alejaba un gran actor, y un buen ser humano que la vida le había dado una mala jugada.
Chicago 1916
Candy, caminaba rumbo al puesto de diarios como hacia todos los días, a pesar de la desastrosa despedida seguía buscando la manera de enterarse de la vida de su gran amor. [ Nada, ¡no hay nada de él! ya ha pasado mucho tiempo] mordía su labio inferior en signo de preocupación [¿Terry, que ha pasado contigo?] dio un largo suspiro y se encamino a su apartamento. Al entrar bajo su puerta encontró una nota la cual decía: “Querida Candy te espero el día jueves, a las cinco de la tarde, en el Lake Park “. No lleva firma [quien podrá ser, ¿Terry? No lo creo] levanto los hombros, y se dirigió a la bañera.
Cuando Terry salió de Nueva York, se dio a la tare de destruir su vida, se adentró en el alcohol y al terminar con sus ahorros, busco trabajo en una compañía teatral ambulante, eran pocas la monedas que le pagaban, pero le alcanzaba para sus botellas de vino barato, comía poco y dormía solo por ratos, su físico era algo deplorable había perdido peso, la ojera enmarcada oscurecían su linda mirada. Algunas veces por la noche habían trifulcas, como salía alcohólico a representar su papel, la gente se molestaba y aventaba cosas las cuales las lograba esquivar, pero no siempre corría con esa suerte, por eso también tenía algunos moretones en el rostro y cuerpo.
Era miércoles por la mañana, Terry se encontraba fuera de la tienda del dueño del teatro, estaba nervioso retorcía sus dedos unos contra otros, esperaba su paga para ir por su apetitoso desayuno, una botella de whisky barato. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y agacho la cabeza.
Levanto el rostro y su mirada se enfocó en una carpa de tela negra, y como si sus piernas hubiesen cobrado vida propia comenzó a caminar hacia la oscura tienda, estaba confundido nunca la había visto pero no podía dejar de ir hacia ella. Al entrar a la tienda, al segundo se arrepintió y girar en dirección a la salida. Se quedó estático al escuchar como barajeaban las cartas de manera profesional, a la primera pensó que tal vez había un circulo de apuesta clandestinas - ¡hola niño bonito! ¿la pregunta? - al escuchar las palabras y la voz se volvió enseguida. - ¡Buenas tardes madam! disculpe usted me he confundido, con su permiso que tenga lindo día- la gitana de pelo tan negro como sus ojos repitió las palabras - ¿la pregunta? - Terry no entendía porque seguía anclado ahí, pero en su mente escucho una pregunta [¿aun la quieres?] - ¡sí! - Se lo pensó,[¿lo había dicho en vos alta o en su pensamiento?]
La gitana con la mano le indico que tomara asiento y le empujo un paquete de pitillos. Nervioso tomo uno y lo prendió le dio una buena calada, estaban frente a frente solo los dividía una mesa desgastada. Corto las cartas y saco una, la dejo boca arriba en la mesa - ¡bien! ¿quieres seguir apostando por ella? - la gitana lo miro y supo su respuesta – debes de estar muy atento ¡Esta vez sí miraras! - Terry se levantó y miro a la gitana – Gracias - dijo e hizo una reverencia; - espera niño bonito pásame la pava, le daré la última calada- Terry le entrego el pitillo, ella al darle la jalada lo miro soltó el humo y dicto – aprovechen cada momento –. Le indico la salida con la mirada.
El salió rápido de la tienda [¿qué reverendo coño fue eso?, ¡putada de alcohol barato!, me está jodiendo el cerebro] se mofaba de el mismo - ¡Terry, chico! – se acercaba el dueño del teatro - disculpa estaba algo ocupado- con su mano sobaba su entrepierna, dando a entender que estaba follando. – bien dame mi paga – Terry ignoro el gesto desagradable [viejo hijo de puta, cerdo, miserable] pensó al ver salir a una jovencita llorando la tienda. – ¡vale aquí! vaya y compre su trago, lo quiero bueno para su noche- el viejo soltó una carcajada.
El día jueves llego, Candy iba un poco atrasada el trabajo en el hospital era muy demandante, corría apresurada, mientras se adentraba en el Lake Park, miraba en ambos sentidos pues a bien no sabía de quien era la invitación, se detuvo a la mitad del parque y despacio giro viendo a todas direcciones. [nada, no veo a nadie conocido, ¿tal vez dentro de ese circo ambulante este la persona que me espera] pensaba la chica, pero miraba desconfiada la carpa. Camino hacia el lugar y vio un cartel donde decía:
Teatro Ambulante ROCKSTOWN
Estrella Principal Terry Graham
al irse acercando se escuchaban gritos y abucheos, intrigada se adentró –¡Maldito payaso! - - ¡bufón! -
- ¡alcohólico de mierda! – eran los gritos de un público inconforme por el espectáculo - ¡y por esto pagamos! - - ¡mejor hubieran subido a un chango tendría más gracia! - - ¿qué es esta porquería de ser humano? ¡ya retírate estáis acabado! - Terry se tambaleaba en la tarima trataba de decir sus líneas, pero de lo alcohólico no coordinaba su pensamiento con las palabras.
Candy, se sostenía del respaldo de una banca, sentía que desmallaría, todo le daba vueltas y sus lágrimas comenzaron a correr, al ver en lo que Terry se había convertido. Él miro hacia la gente y se imaginó ver el rostro de su pecosa, sintió una fuerza interna y comenzó a decir sus líneas del dialogo correctamente con esa voz tan imponente, el público enmudeció, él se giró a su acompañante de escena y al volver la vista al público ya no vio a su vida, su alma nuevamente lo había abandonado. La gente comenzó a aplaudir, Terry Intento hacer una reverencia, pero el mareo del alcohol se lo impidió y cayó al piso, las risas de burla volvieron a comenzar.
La representación termino, Terry bajo a las bancas y se sentó en una de ellas [esta noche no hubo sillas volado] pensaba el chico con una sonrisa irónica [ ¡pecosa!, lo bueno que fue una alucinación no me gustaría que me hubieses visto así, acabado, desolado y demasiado solitario, no sé cuánto tiempo pase para poder terminar con mi vida, espero sea pronto ya no quiero seguir sin ti vida mía] se recargo en el respaldo de la banca continua y comenzó a sollozar, era el llanto más triste que un ser humano podía tener lleno de dolor y frustración - mi señorita pecas quisiera regresar el tiempo y volver al colegio, tomar tu mano y correr por la colina- Todas y cada una de sus palabras iban cargadas del dolor que tenía su alma. Grito con rabia – ¿Cuándo saldrás de aquí? – tenía la mano puesta en su corazón.
Una mano delicada se posó en el hombro de Terry, rápidamente él se giró quedándose estático. Ahí estaba ella, tan real, más hermosa que nunca, parecía un ángel. – ¡Terry mocoso engreído! ven vamos a casa – el chico la miro frunciendo el ceño – ¿me llevaras con la maldita de la marlow para que termine mi condena? – Candy se sentó a su lado y tomo su mano una mano. A la joven se le estrujo el alma al sentir la débil mano - No mi corazón, vendrás a nuestra casa – acariciaba con ternura su larga y maltratada cabellera.
– ¿sabes lo que haces pecosa tonta? ¡estoy hundido en el fango de mi propia mierda! - ella se levantó y se colocó frente a el – ¡veras! el fango siempre estará ahí y si no puedes salir entonces entrare contigo - él se levantó y salieron de aquel lugar, Terry aun tambaleaba por su estado alcohólico, Candy si pena alguna lo abraso por la cintura – ¡vamos cariño, despacio no tenemos prisa nos espera una larga vida! –
una persona con capucha miraba a la pareja alejarse, tras ella una voz algo roca – le dije que vendría- sonrió – ¡será feliz! – la vos – mmm… ¡es caro el precio! – se volvió la persona de capucha hacia la voz - ¡no importa, será feliz! – se limpió las lágrimas y se alejó.
Chicago 1917
La recuperación de Terry fue lenta, su estado físico y mental estaba muy dañados, la desnutrición y deshidratación con la que llego era drástica, los medicamentos y alimentos que necesitaba el chico eran de alto costo, por su altura necesitaba recuperar peso si no sus huesos sufrirían las consecuencias de su mala vida y sus excesos en el alcohol; y si a esto le aunábamos las terribles crisis que pasaba por abstenerse de tomar y su mal humor que daban pie a largas peleas, Candy tuvo que cuidarlo y trabajar dobles turnos al mismo tiempo, necesitaba el dinero. Fueron meses difíciles, pero al final de las peleas terminaban abrazado, con un mil disculpas y promesas al por mayor. Terry no volvió a caer en el alcohol. Le juro a su pecosa que su esfuerzo no sería en vano.
A Neil Leagan, se la había metido la idea de casarse con Candy, una tarde llego con un enorme ramo de flores, ella palideció [que burrada trae este en la cabeza] era lo que pensaba ella, con una sonrisa lo hiso pasar al consultorio del doctor Lennar – mira Neil te presento a mi prometido – el doctor rapido capto la travesura de la pecosa – buenas tardes jovencito, lindas flores es un honor para mí saber que mi pequeña tiene admiradores – Neil se quedó torombolo sus ojos giraban y su piel bronceada perdió color. – disculpe doctor, yo no sabía que Candy … - titubeaba el muchacho - ¡No se preocupe pocos lo saben! bueno hasta luego ¿Por qué ya se va verdad? - al parecer, Neel había perdido el conocimiento de cómo caminar – ¡oh yo si me voy! – salió como hipnotizado.
Dentro del consultorio se escuchaban tremendas risas – ¡mira que creer que un viejo gruñón es tu prometido! - decia el doctor entre tremendas carcajada – ¡ese Neil siempre ha sido un cabezota - –Bien Candy, dime como va tu paciente – la rubia se tornó nerviosa, pero no quito de su rostro la bella sonrisa – Ya va mejorando – el doctor sabia del secreto que Candy escondía y la apoyaba – me alegra linda se te mira enamorada – candi se puso roja como camarón, el doctor lennar volvió a reír – yo creo que por eso Neil te creyó, que estas tan enamorada – la chica salió corriendo del consultorio se la savia a bien cómo se las gastaba el doctorcito en cuestión de burlas.
Los meses pasaron muy rápido, Candy y Terry volvían a ser los mismos chicos juguetones, el comenzaba a valoras su vida y daba gracias a su gran amor. Terry dormía en el cuarto que alguna vez ocupara Albert, Candy a pesar de sus dobles guardias no perdía el ánimo ni el buen sentido del humor. Terry seguía embromando con sus pecas, ella solo levantaba su puño amenazador.
Un día cuando despertó después de una larga jornada en el hospital, vio la cara de Terry pegada a la suya frunciendo su naricita pregunto - ¿Qué pasa Terry todo bien? – el castaño la vea como husmeando su rosto – ¡si todo bien pecas solo que al parecer hoy tienes una nueva peca! – se tomaba el mentón como si fuera un buen detective – Terry vuelve a la cama ¡tengo sueño amor! – El castaño sí que abrió muy grandes sus ojos – bien amor a desayunar ¡ven aquí! – la tomo entre sus brazos y la llevo al comedor, Candy ponía resistencia. - ¡Terry me vas a tirar! – gritaba la chica – ¡eso no pasara! ¡mira con la buena alimentación ya estoy recobrando mi cuerpo ingles que siempre te enloqueció! – ella le dio un ligero empujón – pretencioso, esos eran sus días llenos de felicidad.
Candy esa tarde regreso al hospital, había una nota para ella de parte del director el doctor lennar. De inmediato fue al consultorio toco la puesta y pidió el pase – pasa Candy – dijo algo serio el doctor – buenas tardes, dígame en que le puedo apoyar – el doctor bajo la mirada y con severidad espeto – bien señorita white esta es su carta donde el hospital prescinde de sus serbios – La chica se puso pálida no creía la situación. – doctor solo me gustaría saber si es por mi paciente – el Lennar doctor solo negó con la cabeza – esto viene de más arriba – candi apretó el papel – no se preocupe docto yo no quiero causarle problemas, muchas gracias es usted una gran persona con su permiso – la chica salía por la puerta cuando el doctor apretando los puños dijo – señorita whait ha sido vetada en todos los hospitales – Candy sintió un fuerte mareo y solo asentó con su cabeza.
La chica salió del hospital caía una fuerte lluvia, pero ella solo quería caminar y pensar [dios mío que voy a hacer sin trabajo, Terry aún necesita medicamentos y buenos alimentos y la renta] ella bien sabía que sus ahorros los había agotado entre medicamentos, alimentos de calidad y ropa para Terry. Camino algún tiempo no sabía que hacer como solucionar las cosas.
Llego a su apartamento el castaño la miro con suma preocupación – ¡Candy! ¿pero qué te paso? – la rubia lo miraba no entendía la pregunta - ¡Estas empapadas mujeres! – se miró su aspecto y comenzó a caminar de un lado a otro tratando de encontrar una buena excusa – bueno veras Terry, llego flamy y yo me vine y no me fije que llovía – no sabía que decir lo de la mentira no se le daba. Terry exclamo –para Candy ve a la ducha o te enfermaras y tendremos que comprar doble medicamento – la pecosa puso cara de horror - ¡no! - grito y salió corriendo a la ducha.
Mientras se bañaba escucho la puerta abrirse miro, por un lado - ¡Terry! ¿Qué haces aquí? estoy … - el castaño soltó unas risitas – pecas solo te traje la toalla y un camisón ya me estoy saliendo. Recuerda que tú me has bañado a mí - -pero es diferente – grito la rubia, el chico se recargo en el lumbral de la puerta con sus brazos en jarra y cuestiono - ¿en qué pecas cual es la diferencia? - - ¡Terry no pretendo tener una plática aquí contigo! - Y le aventó el jabón – ¡qué mala puntería tienes tarzán! - se giró dando sus típicas carcajadas. – ¡cierra la puerta malcriado! - - ¡no ¡- fue la cínica respuesta del castaño. Candy recargo su cabeza en la bañera [te amo Terry y por ti seria capas de todo, si el bien no me escuchara correré con el mal] abrió los ojos, se dio cuenta lo que había pensado no se regañó solo salió y se comenzó a cambiar.
El guapo castaño ya la esperaba en la sala con una taza de cacao caliente – ven aquí mi pequeña pecosa – le palmeaba su lado opuesto del sofá. Cuando se iba sentando él la atrajo hacia su regazo y apretó el abrazo – ¿todo bien Candy? - ella solo asintió con la cabeza y escondió su cara en el pecho de chico.
Terry levanto el mentón de la chica y poso suavemente sus labios sobre los de ella, los rosaba contra los suyos dando pequeños besos, después comenzó a delinear la comisura de sus labios con la punta de la lengua - abre un poco tus labios mi pecosa – le susurro entre besos. Ella obedeció sintió unas mordidas ligeras en su labio inferior, el castaño invadió su boca sutilmente con su lengua. La tomo por la cintura acomodándola más en medio asiendo que su miembro se posara entre las nalgas de Candy, las caricias iban de más a mayor al igual que la respiración. Los latidos de su corazón eran tan rápidos que los podían sentir.
El chico ya tenía su mano muy cerca a la entrepierna de ella, un jadeo proveniente de Terry la hizo reaccionar. Candy se levantó y pidiendo disculpas salió corriendo a su habitación [ Terry hubiera sido hermoso si no tuviera tantos problemas encima, debo pensar maduramente estas acciones pueden traer lindas consecuencias, pero no es el momento]. Un toque a su puerta la sacó de sus pensamientos, abrió y ahí estaba Terry de pie con la taza de cacao – ¡se te olvido pecas! – ella se sonrojo - ¡Terry! – recibió la taza y rápidamente él le tomo de las manos – pecosa será como tú quieras poco a poco ¿te parece? – Candy asintió con la cabeza poso un tierno beso fugas en los labios del chico y cerró la puerta.
Ya eran una semana sin que Candy se presentara al hospital, a Terry eso se le extraño - ¿Oye pecas y cuantos días te dieron de descanso? – a la rubia se le atoro el agua que tomaba y comenzó a carraspear - ¿ya no me quieres aquí? – en su boca se formó un puchero haciendo que el tema se desviara. No tenía ni idea donde pedir trabajo.
El sonrió se introdujo a la cocina se recargo en la pared, cruzo sus brazos y elevo una ceja - ¡Candy! esta vez quiero que me contestes ¿todo bien en tu trabajo? – ella frunció su nariz y afirmó con algo de molestia – si Terry ¿porque crees que algo anda mal? - - no lo sé ¿tu dímelo? - ella salió de la cocina y fue directo al perchero tomo su bolso y abrigo – Terry de echo ahora iba para el hospital a ver mis turnos ¡así que tu tranquilo todo esta excelente! – le dio su típica sonrisa sacando la punta de la lengua y le guiño el ojo. - Cuídate nos vemos más tarde – cerro la puerta y se fue.
La tarde era fría caminaba hacia una banca, al darse cuenta del lugar sonrió [ el rió de chicago, Terry aquí venía a leer tus cartas, ya no hay cartas ahora hay conversaciones interminables, está a mi lado y mi corazón vive cada día] se levantó y comenzó a caminar miraba hacia los locales buscando anuncios de puestos vacantes [¡caray! no pensé que todos los puestos estuvieran ocupados] pensaba la chica mientras caminaba sin rumbo ni siquiera se había percatado que la noche había caído.
Se adentró a un callejón del cual provenía una linda música de jazz. Al terminar el callejón esta una hermosa casa. Se quedó parada admirándola. A sus espaldas una voz femenina le susurro – eres muy bonita y tienes el alma limpia para esta aquí – Candy de volvió y miro a una chica tan blanca como ella de cabellos largos y rojizos, lindo rostro, pero con mirada lúgubre. Titubeante respondió la rubia – hola, bueno yo solo … - la pelirroja subió su ceja – no me digas que la música te atrajo- la rubia solo asintió con la cabeza – bien me llamo Medad ¿y tú eres? - - ¡Candy! - respondió algo tímida la pecosa.
- ¡Candy! ¡jum! dulce nombre, permíteme mostrarte lo que ha llamado tu atención – y sin que la rubia dijera nada se introdujo en el lugar con Medad. La casa estaba llena de vitrales que dividían los espacio. En cada espacio había un sillón grande de media luna y una mesa para colocar las bebidas, el piso era negro y la iluminación era tenue de color rojo. El lugar estaba invadido por el humo de los pitillos y el opio que consumían sin desenfreno.
La rubia casi pierde el paso cuando encontró a un hombre orinando en el escupidero. En otro apartado tres chicos penetraban al mismo tiempo a una mujer, la cual gemía de dolor. En otros espacios habian señores con pequeñas jóvenes. Algunas tomaban y fumaban reían con fuerte carcajadas y otras sobre la mesa tenían sexo animal con su cliente, como los llamaban ellas.
A lo lejos la pecosa escucha una voz masculina que repetía muy excitado su nombre esto le llamo la atención y camino al final del pasillo – ¡Neil! – murmullo con gran sorpresa, el joven estaba con tres chicas, una le lamia su miembro las otras lo acariciaban y dejaban que Neil tocara su parte íntimas. Tras ella la pelirroja tenía una sonrisa irónica – ¿qué pasa querida es tu hombre? – Candy volteo hacia la chica enfurecida – ¡claro que no! Él es un … - Medad levanto la mano, indicándole que no siguiera.
Neil levanto su vista y enfoco a la rubia, su rostro ya transfigurado por el alcohol y la droga, se tornó a un ser diabólicamente salvaje. Tomo de los cabellos a la mujer que le daba placer oral, y a patadas y jalones la llevo hasta la mesa del privado – ¡ahora veras zorras lo que es un verdadero hombre y no los muñequitos que te han abandonada! – sin piedad la penetro por atrás. La mujer soltó un grito de dolor – ¡grita linda! ¡grita Candy! ¡siente mi calor pequeño hospiciana! -.
Medad atrajo a la rubia la coloco detrás de muro. Candy sentía que sus piernas se doblaban - ¡Medad, Neil matara a esa mujer! – sollozaba la rubia, la pelirroja coloco su mano en la boca de Candy – ¡shsss tranquila! no la matara, solo le dará unos cuantos buenos madrazos y le dejara un bonito recuerdo en el culo – Medad lo decía como si fuera algo normal y con burla en sus palabras.
La música paro, bajando por unas largas escaleras, venia una mujer hermosa rubia, vestía una bata transparente el cual dejaba ver sus hermosos atributos. Se colocó en el centro del pasillo – Buenas noches caballero, bienvenidos a su lugar favorito “Barre Hause Sweet Cherry”-. Abría los brazos como si diera la bienvenida a las puertas del cielo - Hoy tenemos el honor de ser deleitados por la banda de jazz Dixieland Jazz Band -.
Medad aprovecho la distracción de los caballeros y saco a Candy del lugar – espera Medad, debo de ayudarla - la rubia ponía resistencia pues se preocupaba por la mujer que Neil lastimaba – la pelirroja bien cabreada sacó de un solo empujo a Candy, ya fuera del lugar Medad grito llena de rabia – ¡Pero deberás que eres una puta pendeja! nos pudieron hacer lo mismo ahí dentro ¿a que la ibas a ayudar? ¡Ah! ¿a compartir la verga en tu culo? – Candy agacho su cara las lágrimas escurrían por sus mejillas – vamos mujer limpia esas lágrimas, ellas están tan acostumbradas bien se la saben que este lugar nos es para echarse unas risas, ¡venga ya para! veras que no tardará nada en reponerse, además ¡tú sabes cuanta pasta tendrá que dejar ese carbón por el daño! –
Candy limpio sus lágrimas con el dorso de sus manos. Medad miraba al piso y se cuestionaba [mierda estoy jodida, no pudiste poner una menos estúpida] y dio un taconazo fuerte sobre este. – ¡hablemos claro rubia! – la voz de la pelirroja llevaba un tono molesto – ¿si estás aquí es por que necesitas algo de pasta o me equivoco? Candy solo asintió con la cabeza pues tenía la garganta seca. - ¿y lo quieres conseguir así? ¡eh! – Medad señalaba la entrada de la casona. La rubia negó con la cabeza – Bien - continuo la pelirroja – te enseñare una manera ¡que es igual a esta mierda! pero con la diferencia de que ese cuerpecito angelical ¡estará a salvo! - con una mirada la recorría de pe a pa’.
Medad tomo bruscamente el brazo de Candy y la llevo casi a la salida del largo callejón, había una entrada estrecha ahí se encajaron, la pelirroja comenzó a dar indicaciones a la pecosa – aquí esperaremos un momento ¡no tardará será rápido desplumar al pardillo! - Candy le tomo del brazo para atraer la atención de Medad – ¿qué has dicho? ¿esperamos un pájaro? – la pelirroja solo movió la cabeza – ¡sí que eres lenta! ¡toma! – jalo la mano de la rubia y coloco un puñal. En cuanto cruzaron sus miradas Candy negó con la cabeza. – mira pecosa sé que estas cagadas del miedo, pero lo aremos en silencio pues no se me apetece que algún chulo merodee vuestro trabajo - Candy frunció su naricita - ¿trabajo? – medad levantó la mano en señal de silencio – ¡ahí viene! te recomiendo que hagas las cosas bien oh la próxima cogida y golpeada serás tu cariño ¿y qué coño le dirás a tu macho? ¡ah! – Al escuchar esas últimas palabras a la rubia se le heló la piel.
Sobre la acera se escucha unos pasos que eran acompañados del sonido metálico de un bastón, la rubia tomo el brazo se Medad – ¡espera puede ser un anciano! escucha el bastón- Medad miro a Candy con furia – ¡mis bolas! ese lo ocupan para joder a la mujer ¡espero que sepas actuar rápido princesita! -. Medad se quitó el abrigo, bajo este posaba un vestido color plata ajustado y corto. Los ojos de la rubia no daban crédito a lo visto.
- Buenas noches caballero – saludo Medad con elegancia – haga su paso a un lado bella dama, no soy pendejo y sé que por algún lado saldrá su chulo – la pelirroja dio unos pasos hacia el hombre – no mi caballero yo no mantengo malas pulgas – el hombre esbozo una sonrisa mostrando su diente de oro [buen hueso] peso Medad. – entonces hermosa dama quieres probar mi mástil – acariciaba su bastón como si fuese su miembro. De un movimiento rápido replegó a la chica a la pared – ¡sabes a ti si te daría hasta por el culo, me gustan las españolas! – ella lo miraba con frialdad – serás generosa conmigo – Medad dio un respingo al sentir un mordisco en su hombro – tan generosa como lo está siendo usted caballero -.
Candy salió del angosto pasillo apretó los dientes y clavo el puñal a la espalda del hombre – bien cariño una más – replicaba la pelirroja con alegría, el hombre cayó al piso y Medad ordeno – ¡sin rastro! – la rubia elevo el puñal y lo clavo en el corazón. – ¡wow! ¡joder linda! eso si no es querer dejar nada de rastro– sonreía sin piedad Medad. Candy comenzó a temblar cuando vio sus manos llenas de sangre y las empezó a limpiar en su uniforme.
– ¡vale carajo de eso, echa mano aquí lo más pronto que tus manos den! – ordeno Medad, a toda prisa obtuvieron las pertenencias. Antes de levantarse Medad dijo – quítate las zapatillas – Candy no comprendía - ¿Cómo dice? - - ¡que te descalces y corre tras de mí! -.
Las chicas salieron corriendo de barrio, ya alejadas Medad acompaño a Candy a su apartamento. – bien te toca las pelas y yo las alhajas ¿estás de acuerdo? – Candy estaba fuera de sí. Medad tomo la mano de la rubia donde le deposito la pasta, y soltó su despedida – nos vemos pasado mañana – Candy negó con la cabeza – ¡entras ya no sales! ¿recuerda tu ofrenda? – decia con decisión Medad, encaminándose hacia las calles contrarias.
continuara
Como ven mi musa no andaba muy de buenas 
muy bien compañera espero t haya servido para desahogarte, me gustó mucho y estaré esperando el próximo capitulo 
muero por leer la continuación. 
espero con ansia loca el siguiente capítulo 
eres muy buena escribiendo... 
te mando un fuerte abrazo
,SIN PALABRAS, 
NO TARDES EN ACTUALIZAR QUIERO SABER QUE PASA CON ESTA CANDY ASESINA. 
sólo no me los mates por favor 
con Ansias espero el próximo Capítulo 
me dejaste picada 
ESPERO LA CONTINUACION ...
. Pero!? Qué fue eso,de candy,ya es una asesina drogadicta 
oh! Qué onda. Espero el próximo capítulo.
