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AMOR CON SABOR A PELIGRO
GIANNY 17
CAPITULO 3
GIANNY 17
CAPITULO 3
Después de que ella lo echara de su casa, solo se quedó mirando la entrada del edifico hasta el amanecer, no entendía que lo mantenía en aquel lugar y por alguna razón extraña se sentía dolido ante la respuesta que ella le había dado para sacarlo.
Miró su camisa manchada de sangre y sonrió amargamente al recordar que se había lanzado frente a un auto solo para poder verla una vez más.
“Que estúpido”
Se retó mentalmente mientras prendía el motor de su vehículo y se marchaba de allí.
Pero a pesar de tener el pensamiento firme de no volver nunca más a ese lugar, poco le duraron las fuerzas y el orgullo, ya que después de una semana nuevamente estaba estacionado aun lado del edificio mirando sus movimientos diarios, ya sabía donde trabajaba y la ruta que siempre tomaba para llegar a casa, pero aquella noche espero más de cuatro horas y aun no aparecía.
La ansiedad lo invadió y prendiendo su auto manejo hasta el hospital NYC Health donde ella trabajaba, solo iría a asegurarse que ella estuviera bien y luego se marcharía en silencio.
Pero a pesar que se lo dijo un centenar de veces mientras manejaba, al no verla por ningún lado tuvo que ingresar al atestado hospital y atreverse a buscar información de su paradero.
---Ahora está atendiendo un caso de intoxicación pero su descanso será aproximadamente en unos veinte minutos.- Le informo la mujer ya mayor al verlo preguntar por la siempre sonriente enfermera amiga suya. – Suele ir a tomar un café en el área de descanso, puedes esperarla allí. – Y agradeciéndole caminó hasta donde se le indico.
Se sentó en un rincón y observó como el lugar estaba lleno de personas al teléfono, otras realmente preocupadas tal vez por algún pariente , otras durmiendo y algunos miembros del hospital que intentando mantenerse despiertos tomaban una que otra bebida.
Apretó los puños al sentir cierta sensación de nervios en su interior y esperando silencioso al poco rato pudo verla caminar ataviada de su celeste uniforme de trabajo hacia la máquina de expresos.
---Candy ven con nosotros. - Escuchó que la llamaron un grupo de amigos suyos.
---Candy.- Repitió mientras la veía llenar el pequeño vaso de cartón.- Con que ese era tu nombre. – Sonrió ante el nuevo descubrimiento.
La joven terminó de servir su bebida y con una sonrisa dio unos pasos hacia sus amigos, pero algo la detuvo, la figura de aquel hombre la sorprendió y al ver que la miraba directamente no le quedó de otra que acercarse a él.
---¿Qué estás haciendo en este lugar? .- Le preguntó con el ceño fruncido.-¿Cómo sabes que trabajo aquí?
---¿Te olvides que soy un criminal? - Respondió con una sonrisa burlona.- Fue fácil en realidad.
---¿A qué has venido?
---Eres mi enfermera.- Soltó sin pena.- Quiero que revises mi herida, no se ha estado sintiendo bien estos últimos días.
Candy lo miró con cara de poco amigos y suspirando con fuerza, se llevó el vaso a la boca y terminó su bebida en un minuto.
---Vamos.
Inicio su marcha y guiando a Terry hacia un espacio libre le pidió que se sentara para después de cerrar las cortinas indicarle que se levantara la camiseta que llevaba esa noche.
---¿No sería mejor que me la quitara? .- Habló recordando las anteriores atenciones.
---No es necesario. - El tono frio que empleo lo hicieron verla con detenimiento. - ¿Dónde te duele exactamente?
---Aquí.- Señalo un lugar que se hallaba algo rojizo. - ¿Estas segura que sacaste la bala?
---Claro que lo hice.- Candy tocó la herida haciendo que Terry se estremeciera.- Lo siento.
---No pasa nada.
---Esto dolerá un poco, aguanta por favor. – Y asintiendo espero a que ella palpara la herida.
Apretó con fuerza el área afectada logrando que Terry se quejara y apretara los puños con dolor, después de seis minutos de aquel tormento por fin Candy dejo de hacerlo, logrando que el soltara el aire con alivio.
---No hay infección pero esta inflamado.- Lo miró con tanta diferencia a como lo hacía en su departamento.- Tendrás que tomar algunos medicamentos por algunos días, pero por hoy te colocare una inyectable que aliviara las molestias.
---Gracias.
---De nada.
La vio salir de aquel lugar y después de un rato regresar con lo que sería la inyectable.
---Bájate los pantalones. - Le ordenó Candy mientras preparaba el medicamento.
---¿Qué?.- La voz de Terry sonó alarmada mientras miraba a todos lados.
---Que te bajes los pantalones.- Candy reconoció el nerviosismo del joven y mirándolo divertida soltó.- No me digas que te da vergüenza, recuerda que te desvestí para cuidar de ti.
---Estaba inconsciente.
----Oh por favor.- Blanqueo los ojos ante las palabras absurdas de él.- Tengo que regresar al trabajo en diez minutos así que date prisa.
---No lo puedo creer. - Y dándose la vuelta obedeció sin rechistar.- Eres muy dura con tus pacientes.- Soltó al sentir el algodón húmedo sobre su piel.
---Tú no eres mi paciente. - Le refutó ella.
---Claro que lo soy, tu cuidaste...mmmm.- La aguja lo hizo pujar al ingresar en su carne.- De mi …en tu departamento.
---Porque lo necesitabas.- Candy colocó el algodón en el pinchazo y lo ayudo a subirse los pantalones. – Terminamos.
---Bien.- Y acomodando el cinturón se dirigió a ella.- Ya que no tengo permitido ir a tu casa vendré aquí.
---¿Qué?...Claro que no.- Chilló sin darse cuenta que lo había dicho muy alto.
Se tapó la boca al comprender que varios se quedaron callados ante su grito.
---¿Por qué haces esto?.- Susurro mientras se acercaba a él.
---Necesito de una enfermera que me cuide y me gustas tú.
---No puede ser.- Candy negó al escuchar su palabras. – Por favor busca a otra persona.
---Me gustas tú. - Volvió a decir con más determinación.
---¡NO!
---Candy.- La rubia abrió los ojos al escuchar su nombre salir de su boca.- Me gustas.
“OH POR DIOS”
Los susurros que se escucharon detrás de las cortinas les indicaron que otras personas estaban al pendiente de su conversación.
---No digas eso.- Candy le tapó la boca apresuradamente.- ¿Quieres que hablen de mi en todo el hospital?
Pero Terry tomó sus manos y dándoles un suave beso le habló.
---Quiero que salgas conmigo.
---¿Qué?
---Ten una salida conmigo, si después de eso sigues con la idea que no verme más me iré.- Candy miró la determinación en aquellos ojos azules y sintiéndose extraña retrocedió unos pasos.
---Estás loco.- Se alejó hasta que se sintió segura de aquel hombre.
---Vamos.- Pero Terry aprovecho aquella debilidad para disuadirla.- ¿Me tienes miedo?
---Claro que si.- Soltó con énfasis la rubia haciendo que el frunciera el ceño antes su rápida respuesta.
---Candy.- Intentó hablar con paciencia.- No te hare daño, lo juro, solo quiero ir a cenar contigo o lo que tú quieras por último.
Ella lo miro por un rato y sintiendo que estaba cometiendo un terrible error asintió quedamente.
---Bien, solo una salida, una comida rápida y adiós.
---Bien.
---Mañana a las 6.
---Paso por ti.- Se adelantó a decir al verla tomar las cortinas.- Y no digas que no, ya conozco tu casa.
---Está bien.
La sonrisa endemoniada que le brindo Terry removió algo dentro de Candy y despidiéndose se retiró.
El castaño por su parte, satisfecho salió al fin del lugar donde había sido atendido y mientras se retiraba del hospital repaso mentalmente todo lo que sucedió momentos antes.
“Si alguien me viera no creería que fuera yo el que estuvo pidiendo una cita con tanta desesperación, vaya forma de recibir el karma”
Pensó sintiéndose algo estúpido pero feliz.
A la mañana siguiente después de apagar su celular todo el día y volverse inubicable mientras se hospedaba en un hotel de cinco estrellas. Compró la ropa más casual y cara del centro de New York, quería verse guapo pero común y demostrarle a aquella singular mujer que podía lograr que mojara sus bragas con solo aparecer frente a sus ojos.
Sabía que poseía una belleza única, los buenos genes de sus padres nunca fueron asunto de broma, su madre se sentía orgullosa del hermoso hijo que trajo al mundo mientras que Doménico alardeaba del parecido que tenía con su vástago en su juventud.
Se acomodó la chaqueta y llevando su mano a la loción que compro, roció un poco sobre él, dio una mirada más al espejo y tomando las llaves de su auto salió para poder recoger a la chica que lo traía loco por alguna razón.
Manejó hasta su edificio y bajando del auto caminó hasta la entrada y algo nervioso tocó por primera vez el timbre del lugar.
---¿Si?.- La bonita voz que salió del intercomunicador lo animó más de lo normal y apretando el puño habló.
---Soy yo.
---Bajo.
Y mirando extrañado el aparato después de un rato se alejó de ahí, esperó por un tiempo apoyado sobre la pared del lugar, jugueteo con algunas piedrecillas de la acera y cuando sintió el sonido de la puerta enderezó su postura para poder ver al fin la figura de Candy ataviada por un saco que cubría su cuerpo.
---Hola.- La saludo mientras se acercaba y le entregaba una pequeña caja.- Para ti.
---No te hubieras molestado. - Candy lo tomó algo dubitativa.
---Tranquila. - se rio Terry al verla desconfiar de su detalle. – Es solo un bolígrafo.
Le ayudo al abrir el regalo y se lo mostro. Un bello bolígrafo brillante apareció entre sus manos y Candy sonriendo lo tomó con cuidado.
---Gracias.- Dijo mientras lo tomaba con cariño.- Aunque no lo crees lo necesitaba.
Terry se felicitó internamente, todo el tiempo que estuvo pegado al celular investigando el mejor presente para una enfermera le sirvió al final de todo.
---Me alegro que sea útil. - Ella asintió y volviéndolo a guardar en su paquete se dirigió a él.
---¿A dónde vamos?
---Por aquí. - Y señalando su auto la acompaño a subirlo.
Terry quería llevarla a comer al restaurante más lujoso de New York pero recordando como se había comportado todo este tiempo, se decidió por un sitio más moderno y casual, no quería alardear y menos provocar anticuerpos en ella. Deseaba que ella pensara que era un tipo común con un pasatiempo algo peligroso y no el heredero de la mafia siciliana.
---Espero te guste la carne. - La invitó a sentarse mientras tomaba una de las sillas de la mesa.- Sino la salida será un desastre.- La rubia sonrió y quitándose el abrigo lo entregó al camarero.
---Me gusta.- Candy en verdad agradeció el esfuerzo que él estaba haciendo, nunca en su vida la habían tratado tan atentamente y era irónico que el que lo hiciera fuera el chico malo que ayudo y llevó a casa para cuidarlo.- Otra vez gracias.
---Terrence.- Al fin pudo decir su nombre, nombre que deseaba que ella se grabara y repitiera más seguido.- Me llamo Terrence.
---Gracias Terrence.- Respondió ella con una sonrisa.
A la señal la comida empezó a llegar y tras probar diferentes cortes y degustarlos con algunos vinos, ambos se sumergieron en una charla sobre cosas triviales, historias de la infancia, sueños y otros.
Candy descubrió que estaba encantada de escuchar el tono de su voz, aquella voz lograba inquietarla y ponerle la piel de gallina y más aún cuando entre sus palabras se filtraba aquella traviesa sonrisa que hacía que su corazón saltara emocionado.
A pesar de haber actuado como una niña temerosa ante un hombre peligroso, lo que en verdad le aterraba era el loco deseo de tenerlo cerca, tenía una atracción inimaginable hacia él, quería tocar su piel y sentir como se estremecía bajos sus dedos, quería que el la tocara y que hablara pegado a su oído justo en el tono que ahora le hablaba.
---Así que sí. - Dijo mientras se metía un pedazo de carne a la boca. – Soy un chico malo, pero puedo hacer cosas buenas de vez en cuando. - Lo miro divertido.
---¿En verdad?.- La ceja de Candy se elevó.- ¿Cómo cuáles?
---Preparar un cena encantadora.- Le guiño el ojo.- Hacerte reír sin problema y …
---Y…
---Mirarte y escucharte sin cansarme nunca. - El corazón de Candy se paró y con aquello se dio cuenta que perdió toda posibilidad a salir de ahí intacta.
---¿Quieres ir a beber algo, Terry? .- Soltó Candy mientras lo veía parpadear.- Tal vez después podamos ir a otro lugar.
Terry tomó su mano y entrelazándola con la de ella le sugirió.
---¿Qué tal si yo sugiero el lugar y bebemos allí? …que dices.
Candy se quedó embobada con aquella expresión y sabiendo que mañana se arrepentiría, asintió.
Y más veloz que el viento, el castaño pago la cuenta y montándola en su auto se dirigió al hotel donde se quedaba, apenas ingresaron los ojos de Candy se abrieron y sintiéndose extraña solo atinó a seguirlo silenciosa.
---¿En verdad eres un niño rico, verdad? .- La pregunta salió cuando se hallaban en el elevador.
---Creo que sí. - Le respondió mientras se acercaba y la tomaba por la cintura. - ¿Hay problema con eso?
---No, pero…
---¿Pero?.- La acercó más a él.
---Intimida demasiado. - Candy lo alejó colocando sus manos en el pecho.
---Si quieres renuncio a todos esos privilegios. - Cada vez se hallaba más cerca de su rostro. - ¿Quieres que lo haga?
---Claro que no.- Soltó ella divertida.- Para mí no es importante, no somos nada.
Terry frunció el ceño y respirando profundo, se alejó al ver que se abrían las puertas.
---Eres una mujer terrible.- Le soltó mientras caminaba a su suite .- Trato de conquistarte con lo que tengo pero a ti te da igual.
Abrió la puerta y mientras la invitaba a ingresar, la observó atentamente.
---¿Para qué deseas conquistarme? .- Lo picó a ver la sutil molestia en su persona. – Si acepte venir a tu habitación es porque deseo acostarme contigo. -Terry la miró aún más sorprendido que antes.- Para ser un chico malo te sorprendes con mucha facilidad.- Candy se acercó con una sonrisa y rodeo su cintura.- Dime que no sientes esa tensión entre nosotros, esa sensación que calienta nuestro cuerpo en cada rincón cada que nos vemos.- El castaño estaba hipnotizado por su boca.- Dime que no deseas verme desnuda como yo deseo verte a ti.- Su mano se filtró a través de la cintura de su pantalón.
---Candy.- Terry la detuvo con urgencia. – Te habían dicho lo bonita que te vez vestida de blanco.
Ella sonrió y alejándose de él caminó hasta la espaciosa terraza completamente iluminada y mirándolo seductoramente se quitó el abrigo para dejarle ver el vestido que él llamaba hermoso.
Un dolor en su parte baja lo hizo respirar profundo.
El elegante vestido que se veía blanco a simple vista y le daba esa sensación de pureza, con un poco de luz en contra dejaba ver el cuerpo esbelto y contorneado de Candy que tentador se mostrada a su persona.
---¿Te quedaras parado ahí o vendrás a besarme?
Hasta ahí llego la poca cordura que había intentado demostrar a la rubia y arrastrándose hacia ella la tomó entre sus brazos para poder tomar su boca y saborearla a su antojo.
De pronto una idea cruzó su mente borrosa y alejándose un poco, se atrevió a preguntar.
---Solo para dejar las cosas claras.- La rubia beso con suavidad su labios.- ¿Soy yo el que logro convencerte para que todo esto pasara verdad?
Candy sonrió magníficamente y pasando sus brazos por su cuello susurro.
---Por supuesto…Terry.
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Terry la miro dormida a su lado y tocando su nariz con su dedo la vio estremecerse ante su tacto, en verdad podía pasar horas solo mirándola de esa forma y contemplando su belleza.
---¿Qué haces?.- La voz adormilada de Candy lo hizo sonreír.
---Te contemplo.
---¿Por qué?
---Porque me gusta. - La rubia abrió los ojos y cerrándolos por un rato, se quedo observándolo.- Cada que te veo de esa forma me recuerda la primera vez que estuvimos juntos.
---¿La primera vez?
---Si, nuestra primera cita. - Colocó el mechón de cabello detrás de la oreja de Candy.- Tu sexi vestido blanco y tu linda sonrisa me calentaron a un nivel inexplicable.
---Que romántico. - Sonrió mientras se acomodaba en sus brazos. - Yo recuerdo que me tenías ganas de mucho más antes que eso.
---Que soberbia.- Una risa escapo de su labios mientras la abrazaba.- Pero es verdad, me gustabas mucho y me volvías loco.- Respiró el aroma de su cabello.- ¿Te acuerdas que apenas salió el sol te levantaste y después de vestirte te marchaste sin decir nada?.
---Me despedí de ti.- Se defendió ella.
---Me dijiste que no te buscara más.- Pudo sentir sus labios curvarse en su pecho.- He tenido que enfrentarme a muchos hombres malos pero de todos, tu fuiste la más cruel, no te importaba nada el cómo me sentía.
---Oh vamos. - Ella se removió y lo miro con ojos curiosos. - Tu solo querías quitarte el gusto que tenias por mi y yo quería tenerte sin tener que lastimar mi corazón.
---Pero lastimaste el mío. - El puchero que hizo Terry logró que ella sonriera.
---Lo sé. - Acaricio su rostro con mucho cariño. - Prometo ya no hacerlo más.
Como la amaba, aquella mujer había logrado que el se rindiera completamente, algo en su interior hacia que el la buscara y siempre estuviera pensando en ella. Candy se había convertido en su lugar seguro.
---¿Quieres ir a cenar?
Se susurro mientras besaba su frente.
---Si, tengo hambre.- Y abrazándolo con fuerza al fin logro separarse de él. – Mañana tenemos que ir a la playa, sin falta.
---Bien.- Terry se acomodo para ver su figura y deleitarse con cada movimiento suyo. – Ponte algo ligero, está haciendo mucho calor.
---Bien.
Al cabo de un rato la pareja se dirigía a la cafetería mas cercana, el lugar estaba lleno de gente que al igual que ellos venia a disfrutar de unos días de playa, lograron encontrar una mesa de pura suerte y sentándose, esperaron a que la mesera los atendiera.
---Buenas noches.- Saludo la joven con una sonrisa.- ¿Puedo tomar su orden?.
---Un bistek para mi.- Hablo la rubia mientras miraba la carta.- Con papas gratinadas y ensalada.
---Yo...- Terry miró concentrado el menú. – Una paella
---Listo.- Anotó la joven.- Algo de beber.
---Dos cervezas. – Soltó Candy mientras miraba a Terry.
---Heladas, por favor.- Completo el castaño.
Y asintiendo los volvió a dejar solos.
No tardaron mucho en traerles su comida y después de agradecer, empezaron a degustarla.
Entre la conversación que ambos tenían, algo llamo la atención de Candy. Un grupo de cuatro hombres que bulliciosos hablaban desde un rincón del lugar, lograban que todos los comensales voltearan incomodos ante los comentarios fuera de lugar que ellos hacían a las personas que osaban acercarse a su grupo.
Terry la vio fruncir el ceño y girando su cabeza, observó al grupo que ya algo borrachos molestaba a una joven que intentaba ingresar al baño.
---¿Pasa algo?.-Le preguntó a su chica al verla silenciosa.
---No, solo que es un poco molesto ver eso.
---¿Quieres que los detenga?.- Preguntó algo divertido.- Puedo callarlos si deseas.
---Claro que no.- Lo retó con la mirada seria.- No quiero que te metas en problemas.
---Bien.
---Creo que ya se van.- Se vio como el grupo entre risas y algunos juegos por fin salían del local dejando un ambiente mas tranquilo.- Que bueno, ahora es más agradable comer.
---Si, lo es.
Al poco rato ambos terminaban su comida y pagando su cuenta, pudieron salir del ahí.
Pero la sonrisa de Candy se borro cuando al cruzar la puerta se toparon con aquel incomodo grupo en el estacionamiento, un frio recorrió su espalda y miro de reojo a Terry quien relajado y con una sonrisa caminaba hacia su auto.
---Miren, miren.- Habló uno de ellos al verlos acercarse a donde estaban.- Que guapa.
---Esta como quiere.- La miró otro con deseo.
---Venga mami.- Se atrevió a piropearla uno de ellos.- Me llamo Adrian, podemos conocernos.
Candy sintió los músculos de Terry tensarse y alarmándose intentó distraerlo.
---Terry te parece si vamos por una copa.- Canturreo nerviosa al estar cada vez más cerca de ellos.
---¿No es muy tarde para eso?.- Le soltó tranquilo.
---¿Lo es?.
---Muñeca, estas como quieres…- Ambos no miraron al grupo que estaba a su lado y pasando de largo los dejaron atrás.- Que bonito trasero…suerte la de tu novio.
De pronto Terry se detuvo y apretando la mandíbula intentó girarse.
---No lo hagas.- Lo detuvo con prisa.- Quiero ir a casa a descansar.- Terry la miró y reconociendo que estaba asustada simplemente se relajó.
--- Bien.
---Vaya.- Se rio el que lanzó el insulto. – Que novio para cobarde…¿no deseas pegarme?...Dije que tu novia tiene un hermoso trasero.- Grito fuerte para que el castaño lo escuchara.- Cobarde.
Y siguiendo con sus bromas pesadas fueron testigos de como la pareja se retiraba en su auto.
Después del mal momento Candy intentó calmar el animo movido de Terry, aunque no lo demostrara y a simple vista pareciera calmado, era todo lo contrario.
El castaño estaba furioso y era capaz de esperar a que ella durmiera para ir por ellos.
---Veamos una película.- Le rogo mientras lo instaba a sentarse en el sillón.
---Estoy cansado.- A regañadientes se sentó junto a ella.
---Terry.- Ella le hablo seriamente.- Necesito que me des tu palabra de que no iras a buscarlos.
---¿Qué?
---Dame tu palabra.- Blanqueando los ojos se lo prometió.
Ya más tranquila prendió la enorme pantalla y busco la película que vería por esa noche.
No Terry ni seas impulsivo, no preocupes a la pecosa. 
Los tipos. 
y esos hombres no saben con quien se están metiendo 
