Hola chicas, llegamos al final de este candente mini escrito Espero hayan disfrutado de esta explosiva relación de nuestros rebeldes favoritos y haberlas hecho vibrar de emoción. Gracias Astrid Graham por tu colaboración, en esta loca idea que surgió de repente. ¡Eres muy talentosa! ¡Y ahora si prepárense a leer, la consumación de esta ardiente unión! Y mañana ¡Por ser viernes y el cuerpo lo sabe!, nuestra amiga gene.sis.tg nos mostrará el fanart sin censura, gracias a sus peticiones, ¡Espérenlo! Hazme tuya
Parte 4 Final
Candy.
Mis manos no alcanzaban para acariciar por completo su miembro, y eso solo había aumentado mi lívido, ya no soportaba aquella tortura. Sé qué era una estupidez hacer comparaciones, pero me fue inevitable… Cuando vi por vez primera el miembro de mi exnovio, me asusté, por su tamaño; pero, al conocer el de Terry, temía terminar partida en dos.
Mi corazón bombeaba con tal intensidad, al sentir sus ávidas manos acariciando mi cuerpo, que ya estaba semidesnudo sobre su cama. La humedad que goteaba de su miembro, erizaba mi piel con su roce, yo solo ansiaba por tenerlo dentro de mí, no me importaba donde, pero lo necesitaba.
Su lengua recorrió mis pechos, los cuales ya estaban muy sensibles, fue bajando, hasta llegar a mi vientre, separó un poco piernas, y se detuvo…
—Nena, abre los ojos y mírame…
Mandé al demonio el pudor y la vergüenza, así que le obedecí, sus ojos lujuriosos se encontraron con los míos, se acopló entre mis piernas, y miré como besaba cada uno de mis muslos, luego, su lengua llegó a mi intimidad, prodigando un exquisito placer, jamás antes sentido.
—Sabes deliciosa—. Me dijo con su voz grave, lamió y chupó intensamente, yo sentía que moría, luego introdujo uno de sus dedos en mi interior, yo me retorcí entre las sábanas, y alcé levemente las caderas al sentir la intromisión.
—Tranquila, seré delicado—. Se apartó para volver a besarme, pude sentir mi sabor entre su boca. Sabía que iba a doler, pero no me importaba, estaba ardiendo de deseo, y lo quería, ¡ya!, dentro de mí.
Terry lo supo, y se separó de mí, en cuando se alejó, detallé en su escultural y fornido cuerpo al descubierto, sus músculos estaban tensos y se le marcaban mejor, me mordí el labio inferior. Él notó como lo observaba, entonces tomó el falo entre sus manos, y lo acarició frente a mí, yo relamí mis labios… Segundos después me di cuenta del paquetito metálico, que traía entre los dientes, con esa sonrisa endemoniada.
Yo estaba a punto de tener un orgasmo, y aún no me penetraba.
—¿Me lo quieres poner? — Preguntó, con su voz afectada.
—Sí, me gustaría aprender; pero no será necesario—. Dije, y él alzó su ceja, confundido—Empecé a tomar la píldora— finalicé.
Como un tigre al asecho, se deslizó sobre la cama, aprisionándome con sus anchos brazos, me dio otros pequeños besos en el cuello, y lentamente encajó su pelvis entre mis caderas. Con una mano tomó su miembro, el cual se deslizó con facilidad entre mis pliegues, y finalmente se detuvo con la barrera de mi niñez, su vista buscó la mía, y poco a poco se introdujo, no pude seguir viéndolo, porque sentía que me estaba desgarrando…
—Tranquila mi vida—. Lo escuché decirme, mientras unas lágrimas brotaban de mis ojos y mojaban la almohada. Entonces sin esperarlo, de una estocada, se introdujo por completo en mi interior, apreté con todas las fuerzas las sábanas. Pensé que moriría, al tenerlo por completo dentro de mí.
Él permaneció quieto, besando y dedicando suaves caricias, en varias partes de mi cuerpo. Poco a poco me fui acostumbrando a su cuerpo.
—Eso es nena… Quiero que me sientas, y que también lo disfrutes—. Pasó su lengua sobre mis pechos y eso bastó para suplicarle que continuara, poco a poco empecé a mover las caderas.
—¡Terry! — Gemí, mientras me devoraba los pechos. También empezó a mover sus caderas, primero fue lento, y luego más rápido.
No pude más, y mi ser explotó en un delicioso orgasmo, él también estalló como una riada derramándose en mi interior; llegando juntos a ese mágico mundo del éxtasis.
— Ahora ya eres mía, y siempre lo serás—. Me dijo con la voz entrecortada, antes de desplomarse a mi lado.
…
Él fue delicado y me cuidó como no lo esperaba, después de nuestra entrega me dejó descansar. Horas más tarde, me cargó, yo parecía una pluma, tan ligera entre sus brazos y me llevó a la ducha. Pero con un leve roce suyo, mi cuerpo se encendió nuevamente, y su miembro parecía no querer dar tregua.
Él me aprisionó contra la pared, y le rodeé la cintura con mis piernas, sentir la punta de su falo rozando mi intimidad, era pecaminosamente exquisito. Nunca, mis fantasías se compararían a lo que Terry me hacía sentir en carne propia. Sin esperarlo, el roce de su miembro antes de entrar en mí, logró que me corriera sin siquiera penetrarme, yo le enterré las uñas en su espalda, por las sacudidas del placer. Mi fluido caliente se deslizó sobre su miembro, el cual introdujo, al alzarme por las caderas. Lo abracé por el cuello y comenzó a penetrarme, fuerte y salvaje.
—¡Joder Candy! ¡Eres exquisita!
Encendió la regadera, y nuestros gritos de placer, se mezclaban con el sonido del agua; juntos nos corrimos, viajando al más delicioso placer del nirvana.
Finalmente, terminamos de ducharnos, y nos recostamos desnudos sobre la cama; claro, yo me cubrí con una sábana ligera.
Platicamos de cosas banales, mientras que él, acariciaba mi cuerpo. Sus manos masajeaban dulcemente mis senos, y prodigaba suaves caricias en mi intimidad, de nuevo, ya estaba lista para él.
Me preguntó como me sentía, y le dije que de maravilla. Sonrió, y me tomó por la cintura, para levantarme y colocarme encima de él. Sus ojos eran dos dagas ardientes que quemaban, tomé con una mano su falo, y juntos lo guiamos hacia mi entrada; me llevó unos segundos para que entrara por completo. Luego comencé a cabalgarlo muy despacio, él tomó entre sus manos uno de mis senos y se llevó a la boca. Levantó sus caderas para profundizar la penetración, así que lo cabalgué con soltura, aumentó el ritmo y en seguida lanzó un gruñido, cuando nos corrimos de nuevo.
Me desplomé encima de él y me acarició la espalda, con las yemas de sus suaves dedos. Me acostó sobre su pecho, que aún estaba agitado, cerré los ojos y nos quedamos dormidos.
Al amanecer, nos encontramos abrazados y nuestras miradas se encontraron. Besó mis rizos alborotados.
— Eres mía y siempre lo serás—. Me dijo antes de besarme apasionadamente.
—FIN—