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Legados de Sangre
Escrito realizado por: Saadesa & Anialeen82
Capitulo siete
Albert, adelanto su paso. Estaba deseoso por presentarse, La lenguaraz invitación que la Bestia les lazaba, no podían haber llegado en mejor momento.
“Abad” el jefe de la Tribu Maasai, le tomo por el antebrazo a Albert. El viejo sabio, podía sentir la soliviantada del Rubio. Sin temor alguno ante lo que Albert, le había transmitido. Le dijo con tono seco en su voz : “ta ama’ a’ni’ bu,-buhe zemera ¡msah! Aku ‘(esta noche yo iré delante amigo guerrero)
- Lo siento “Jefe Abad” no detendré mi paso. Lo que más me importaba ¡está ahí!con el cuerpo destrozado y sin hilo de su alma – apunto con su mano, hacia la estaca. Donde exhibían a Ayira. Como si fuese un deleite para la vista primitiva
George se le enfrento. Serenamente le cuestiono: Albert ¿y tu hija? Ella también perdió a su madre esta noche. Se racional. Deja que esta guerra la guiemos nosotros. Como escuchas somos viejos conocidos, sabemos su juego. Él… ya no tiene nada, su pacto termino. Pero si te destroza esta noche, ira tras tu hija y nada en el mundo se la podrá arrancar de sus manos.
- ¿Cómo? si él atrapa a mi hija ¿se la puede quedar? ¡es mi hija! – la duda se reflejó en su rostro –. ¡no sé cómo! pero ella es mi hija ¿Por qué tendría el derecho sobre ella?
- Porque esa mujer, que el acaba de castigar… era su hija – Albert desconcertado solo negaba con su cabeza. George continuo: hace quinientos años, exactamente veinte generaciones atrás. Una jóvenes de las doncellas hizo un pacto con la Bestia. Él mantenía a la comunidad olvidada y sometida, los grandes diluvios desbordaban los ríos, así que se les cerraban los caminos. Cada determinado tiempo, él baja y se llevaba a los niños más pequeños; en especial a los recién nacidos.
- ¿por qué los entregaban? – el espíritu rebelde de Albert, comenzaba a florecer.
- “kela hu ‘ kani swa’ho (hambre eso golpea el corazón)
- ¿Y cuál fue el pacto? ¿qué tiene que ver, con Ayira? ¿por qué atacarla así? y ¿por qué ese ser “Nahual” tendría derechos sobre mi hija?
- ¿Que os sucedéis? ¡¡Oh ya…!! esperáis vuestros aperitivos – dijo con ironía la Bestia, apurando a sus combatientes
- Seré breve con las respuestas -. dijo George - El pacto, fue que la primera doncella, descendiente de la familia de Ayira, seria poseída por el espíritu de la Bestia. Albert..., Ayira era la ofrenda de esta generación. Ella era una cría de sangre pura. Deshonro a su clan y ese castigo, fue la dura paga por amarte; ase diez décadas atrás, sus caminos se cruzaron y cortaron con la pureza de su linaje. Su amor, creo el mestizaje. Nuevamente… sus caminos se volvieron a cruzan, dirigidos por el hilo rojo que les une. Pero recuerda ¡ella...! nació de la cruza que hubo, entre su madre y la Bestia, así que tu hija… es su hija.
Albert, camino tras los hombres mayores. Mantendría el juicio. Una..., por respeto a su gran amor y otra..., por que, bajo el manto sagrada de los dioses perpetuos, resguardaría a su pequeña hija.
- venid aquí – la Bestia extendió los brazos. Deseaba un acercamiento con uno de los dioses, fiel resguardador del gran valle de deidad – seréis descoritéis y no me abrasáis
George, solo miro como Albert, encamino su paso hacia Ayira, apoyado por los guerreros de la “Tribu Maasai” comenzaron a decender la estaca.
- ¡¡Voz!! ¡Dejáis! Esa seréis, la carroña que alimentad a mis mascotillais
Albert, indiferente ante las palabras de la Bestia, continuo con su dolorosa labor.
- No habéis realizaros bien vuestra tareáis. Mirad a tu mascotilla - la Bestia apunto hacia Albert - sois idit…
- ¡¡¡Para ya con tu palabrería cansona!!! – dijo George, uniendo su entrecejo – sabes que estáis acabado, Ya no tienes más. Ahora si… tus pasos errantes, caminaran solos a la sima de la montaña, donde se te a deja vivir por la piedad; que aún se te tiene.
Los rasgos de la Bestia se tensaron, creando un espejo lúgubre en su jeta. Era tan monstruoso su cuerpo, pero más su rostro. La boca era tan grande como la de un gorila, sus dientes eran formados, por colmillos de cocodrilo, sucios y aserrados. Las escamas negras, que se mantenían por todo su pie, no reflejaba ni la oscuridad; el solo se mantenía cubierto, por el asqueroso olor a muerte.
El adonis, que alguna vez fue recocido por su belleza. Carcomido su espiritualidad por su vanidad. Había quedado lejos de la tierra celestial. El negro sentimiento que lo embargaba, había caminado dentro de él, dejando estragos por su piel. Ya no sentía amor, ni por su propia sangre. Sin piedad había traspasado las entrañas de su hija. La que dejaría poseer por espirito “CHITRAKA”. Cuanta maldad se había acumulado en su alma.
En cuanto Albert, tuvo a Ayira entre sus brazos. Un nuevo “deja vu” llego al guerrero, acompañado de un sentimiento de abandono.
- Hermosa… muéstrame los cánticos de las exóticas aves. Ayira… se te olvido enseñarme, como volver a casa sin ti – aun no podía creer, que la bella sonrisa, tan angelical de Ayira. Hubiese quedado muera, en esa piel helada, pálida y sin vida.
El corazón de Albert, golpeteaba con fuerza contra su pecho. Era tan grande su dolor, que sentía como las fuerzas lo abandonaban. No sabia si seria capaz de cumplir la promesa, que le había hecho. De donde sacaría las fuerzas, si no estaría ella a su lado.
- Albert, la “Tribu Maasai” se llevarán el cuerpo de Ayira. Ellos desean agradecer el sacrificio de sus ancestros y despedir su alma bajo sus creencias -. Albert, se negaba a soltar el cuerpo de Ayira. No se daba a la idea de no volverla a mirar – vamos hijo, deja ir su cuerpo. No se…, tal vez el destino te vulva unir a ella. El amor te trajo hasta aquí, para romper todos los infiernos que los desunían.
- ¿¡Y vos... como sabéis que el pacto ha finado!? – dijo la Bestia con un tono de voz grave, lleno de socarronería. Los tres hombres, integrados ante tal afirmación; volvieron la vista, hacia la Bestia. - ¡¡Keiiiilaaaa!! Podréis vos presentararos ante tan vuestros invitaros
El reflejo de un hermoso pelaje dorado, comenzó a visualizarse; en medio de la oscuridad del bosque. Una sumisa “CHEETAHA” con sigilo camino hacia la Bestia. llevaba su jeta gacha, indicaba el temor que le tenia a la oscura alma del "Chaman".
- ¿¡Cómo pudiste ser tan miserable!? ¡Robaste! ¡nos has engañado a todos! Pero que más se podría espera, de un ser tramposo como tú. Ahí esta una de las razones, por las que se te expulso del… - la ira había embargado el alma de George
- ¡¡¡Callad!!! vos sois un cretino. Y corrijáis. Yo… no hurto… ella me pertenecéis
- No sabes cuanto sufrió Ayira, por su hermana – dijo Albert, soltando el cuerpo de su amada y poniéndose en pie –, Lastimaste a tus dos hijas.
- ¡Sois impuras! Esa, sos una carroñera desleáis ante vuestra sangre. Esta sos… - tiro una fuerte patada, al sumiso cuerpo de la “CHEETAHA”. La pobre felina, solo gimió de dolor. Su cuerpo temblaba, toda su fiereza se había apagado a base de malos tratos. Él, le tomo por jeta y tiro un fuerte puñetazo sobre este.
- ¡¡¡Ya no más…!!! maldito tirano – grito Albert, poseído por su espíritu guerrero, y sin mas echó a correr hacia la Bestia. Tras de él, corrieron los combatientes de la “Tribu Maasai” lealtad y honor, le debían a su mayor guerrero
Él lazo una estruendosa carcajada. En un corto segundo, su semblante cambio. Y sin humor en su negra alma dijo: ¡atacaros! ¡¡atacaros Keila!! ¡¡¡malditais hijeáis!!! ¡atacaros “CHITRAKA”!
Él felino, se soltó en una rápida carrera, en dirección hacia los guerreros. “¡¡pam, pam!!”... dos sórdidos tiros de escopeta, se escucharon próximos a los guerreros. El cuerpo sin vida se desplomó sobre suelo. Los ojos de George, no daba crédito a lo que veían y “Él Jefe Abad” solo deslizo su cuerpo, acuclillándose ante lo sucedido.
“Abad” el jefe de la Tribu Maasai, le tomo por el antebrazo a Albert. El viejo sabio, podía sentir la soliviantada del Rubio. Sin temor alguno ante lo que Albert, le había transmitido. Le dijo con tono seco en su voz : “ta ama’ a’ni’ bu,-buhe zemera ¡msah! Aku ‘(esta noche yo iré delante amigo guerrero)
- Lo siento “Jefe Abad” no detendré mi paso. Lo que más me importaba ¡está ahí!con el cuerpo destrozado y sin hilo de su alma – apunto con su mano, hacia la estaca. Donde exhibían a Ayira. Como si fuese un deleite para la vista primitiva
George se le enfrento. Serenamente le cuestiono: Albert ¿y tu hija? Ella también perdió a su madre esta noche. Se racional. Deja que esta guerra la guiemos nosotros. Como escuchas somos viejos conocidos, sabemos su juego. Él… ya no tiene nada, su pacto termino. Pero si te destroza esta noche, ira tras tu hija y nada en el mundo se la podrá arrancar de sus manos.
- ¿Cómo? si él atrapa a mi hija ¿se la puede quedar? ¡es mi hija! – la duda se reflejó en su rostro –. ¡no sé cómo! pero ella es mi hija ¿Por qué tendría el derecho sobre ella?
- Porque esa mujer, que el acaba de castigar… era su hija – Albert desconcertado solo negaba con su cabeza. George continuo: hace quinientos años, exactamente veinte generaciones atrás. Una jóvenes de las doncellas hizo un pacto con la Bestia. Él mantenía a la comunidad olvidada y sometida, los grandes diluvios desbordaban los ríos, así que se les cerraban los caminos. Cada determinado tiempo, él baja y se llevaba a los niños más pequeños; en especial a los recién nacidos.
- ¿por qué los entregaban? – el espíritu rebelde de Albert, comenzaba a florecer.
- “kela hu ‘ kani swa’ho (hambre eso golpea el corazón)
- ¿Y cuál fue el pacto? ¿qué tiene que ver, con Ayira? ¿por qué atacarla así? y ¿por qué ese ser “Nahual” tendría derechos sobre mi hija?
- ¿Que os sucedéis? ¡¡Oh ya…!! esperáis vuestros aperitivos – dijo con ironía la Bestia, apurando a sus combatientes
- Seré breve con las respuestas -. dijo George - El pacto, fue que la primera doncella, descendiente de la familia de Ayira, seria poseída por el espíritu de la Bestia. Albert..., Ayira era la ofrenda de esta generación. Ella era una cría de sangre pura. Deshonro a su clan y ese castigo, fue la dura paga por amarte; ase diez décadas atrás, sus caminos se cruzaron y cortaron con la pureza de su linaje. Su amor, creo el mestizaje. Nuevamente… sus caminos se volvieron a cruzan, dirigidos por el hilo rojo que les une. Pero recuerda ¡ella...! nació de la cruza que hubo, entre su madre y la Bestia, así que tu hija… es su hija.
Albert, camino tras los hombres mayores. Mantendría el juicio. Una..., por respeto a su gran amor y otra..., por que, bajo el manto sagrada de los dioses perpetuos, resguardaría a su pequeña hija.
- venid aquí – la Bestia extendió los brazos. Deseaba un acercamiento con uno de los dioses, fiel resguardador del gran valle de deidad – seréis descoritéis y no me abrasáis
George, solo miro como Albert, encamino su paso hacia Ayira, apoyado por los guerreros de la “Tribu Maasai” comenzaron a decender la estaca.
- ¡¡Voz!! ¡Dejáis! Esa seréis, la carroña que alimentad a mis mascotillais
Albert, indiferente ante las palabras de la Bestia, continuo con su dolorosa labor.
- No habéis realizaros bien vuestra tareáis. Mirad a tu mascotilla - la Bestia apunto hacia Albert - sois idit…
- ¡¡¡Para ya con tu palabrería cansona!!! – dijo George, uniendo su entrecejo – sabes que estáis acabado, Ya no tienes más. Ahora si… tus pasos errantes, caminaran solos a la sima de la montaña, donde se te a deja vivir por la piedad; que aún se te tiene.
Los rasgos de la Bestia se tensaron, creando un espejo lúgubre en su jeta. Era tan monstruoso su cuerpo, pero más su rostro. La boca era tan grande como la de un gorila, sus dientes eran formados, por colmillos de cocodrilo, sucios y aserrados. Las escamas negras, que se mantenían por todo su pie, no reflejaba ni la oscuridad; el solo se mantenía cubierto, por el asqueroso olor a muerte.
El adonis, que alguna vez fue recocido por su belleza. Carcomido su espiritualidad por su vanidad. Había quedado lejos de la tierra celestial. El negro sentimiento que lo embargaba, había caminado dentro de él, dejando estragos por su piel. Ya no sentía amor, ni por su propia sangre. Sin piedad había traspasado las entrañas de su hija. La que dejaría poseer por espirito “CHITRAKA”. Cuanta maldad se había acumulado en su alma.
En cuanto Albert, tuvo a Ayira entre sus brazos. Un nuevo “deja vu” llego al guerrero, acompañado de un sentimiento de abandono.
- Hermosa… muéstrame los cánticos de las exóticas aves. Ayira… se te olvido enseñarme, como volver a casa sin ti – aun no podía creer, que la bella sonrisa, tan angelical de Ayira. Hubiese quedado muera, en esa piel helada, pálida y sin vida.
El corazón de Albert, golpeteaba con fuerza contra su pecho. Era tan grande su dolor, que sentía como las fuerzas lo abandonaban. No sabia si seria capaz de cumplir la promesa, que le había hecho. De donde sacaría las fuerzas, si no estaría ella a su lado.
- Albert, la “Tribu Maasai” se llevarán el cuerpo de Ayira. Ellos desean agradecer el sacrificio de sus ancestros y despedir su alma bajo sus creencias -. Albert, se negaba a soltar el cuerpo de Ayira. No se daba a la idea de no volverla a mirar – vamos hijo, deja ir su cuerpo. No se…, tal vez el destino te vulva unir a ella. El amor te trajo hasta aquí, para romper todos los infiernos que los desunían.
- ¿¡Y vos... como sabéis que el pacto ha finado!? – dijo la Bestia con un tono de voz grave, lleno de socarronería. Los tres hombres, integrados ante tal afirmación; volvieron la vista, hacia la Bestia. - ¡¡Keiiiilaaaa!! Podréis vos presentararos ante tan vuestros invitaros
El reflejo de un hermoso pelaje dorado, comenzó a visualizarse; en medio de la oscuridad del bosque. Una sumisa “CHEETAHA” con sigilo camino hacia la Bestia. llevaba su jeta gacha, indicaba el temor que le tenia a la oscura alma del "Chaman".
- ¿¡Cómo pudiste ser tan miserable!? ¡Robaste! ¡nos has engañado a todos! Pero que más se podría espera, de un ser tramposo como tú. Ahí esta una de las razones, por las que se te expulso del… - la ira había embargado el alma de George
- ¡¡¡Callad!!! vos sois un cretino. Y corrijáis. Yo… no hurto… ella me pertenecéis
- No sabes cuanto sufrió Ayira, por su hermana – dijo Albert, soltando el cuerpo de su amada y poniéndose en pie –, Lastimaste a tus dos hijas.
- ¡Sois impuras! Esa, sos una carroñera desleáis ante vuestra sangre. Esta sos… - tiro una fuerte patada, al sumiso cuerpo de la “CHEETAHA”. La pobre felina, solo gimió de dolor. Su cuerpo temblaba, toda su fiereza se había apagado a base de malos tratos. Él, le tomo por jeta y tiro un fuerte puñetazo sobre este.
- ¡¡¡Ya no más…!!! maldito tirano – grito Albert, poseído por su espíritu guerrero, y sin mas echó a correr hacia la Bestia. Tras de él, corrieron los combatientes de la “Tribu Maasai” lealtad y honor, le debían a su mayor guerrero
Él lazo una estruendosa carcajada. En un corto segundo, su semblante cambio. Y sin humor en su negra alma dijo: ¡atacaros! ¡¡atacaros Keila!! ¡¡¡malditais hijeáis!!! ¡atacaros “CHITRAKA”!
Él felino, se soltó en una rápida carrera, en dirección hacia los guerreros. “¡¡pam, pam!!”... dos sórdidos tiros de escopeta, se escucharon próximos a los guerreros. El cuerpo sin vida se desplomó sobre suelo. Los ojos de George, no daba crédito a lo que veían y “Él Jefe Abad” solo deslizo su cuerpo, acuclillándose ante lo sucedido.
Continuara...
