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Legados de Sangre
Escrito por: Anialeen82 & Saadesa
Capitulo Tres
Albert, se quedó extrañado ante la contestación, pero decidió no ondear mas en el tema y comenzó a degustar sus alimentos, el día transcurrió tranquilo. Albert, conoció a los aldeanos, los cuales le dieron a saber: que muchas de las especies resguardadas en esa reserva, eran animales en peligro de extinción.
El día había sido cansado, pero lo que más le perturbaba, era la cercanía de Ayira. Por una extraña razón, se sentía tan atraído a ella, su simple olor, lo transportaba a los despertares primitivos, de sus incontrolables deseos.
[cálmate Albert] se recrimino el mismo. Mientras dejaba caer su cabeza hacia atrás. El agua de la ducha, resbalo por su cuerpo; llevándose con ella su febril ímpetu, el volcán de su cuerpo había expulsado la lava ardiente, deseosa por correr en los bellos montes de su pensamiento.
En la tranquilidad de la noche, en su cama trataba de dormir, pero algo se lo impedía; es como si pudiese escuchar los llamados de su corazón. Se levantó y fue a la ducha, giró la manija de agua fría, lejos de sentí la frialdad de esta, era placentera sentirla recorrer sobre de él.
Su cuerpo se tensó al sentirse observado, súbitamente abrió sus ojos y se encontró con los de Ayira. El brillo dentellaste que fluía de esos bellos ojos, lograron atravesar su alma. La intensidad de esa mirada, era segadora. Centelleante como un feroz relámpago .
Volvió su vista a otro punto [Esto no puede ser...] pensó, mientras una sonrisa se posaba sus labios. El mismo se mofaba de su actitud infantil.
No era ciego y ella era muy hermosa, sus ojos verdes y su cabello castaño, y aunque no usaba ropa ajustada, era imposible no admirar sus atributos.
Volvió a la cama con la firme convicción, de obligar a su cuerpo a dormir. Pero la brisa que se coló por la ventana, dio un suave y cálido rose a su piel, era como una invitación para ver a través de ella.
Era su imaginación, oh acaso miro como un depredador, se alejaba con una velocidad descomunal de la propiedad.
- La magia de la oscuridad - dijo él, entre murmullos y se desplomo en su cama
- ¡No…! ¡ya se lo dije, que tratare de conseguir el dinero!
Ella, apretaba con fuerza el cable del teléfono fijo.
- Lo siento, me tendrán que esperar. Mi deber es seguir sustentando la reserva, solo deben darme un tiempo ¡No pienso vender mi casa! Hay animales, que están en peligro de extinción y este es su hogar, si dejamos de protegerlos serán…
Ayira, soltó un fuerte golpe contra la estantería.
- ¡Como pueden ser tan inhumanos! Los animales, serán cazados y a donde iría la “Tribu Masai”.
Decía Ayira, a través del auricular telefónico, no se había percato que Albert, estaba escuchando toda la conversación, mientras preparaba café para el desayuno.
En cuanto termino la llamada, ella se volvió. Su cuerpo dio un ligero trastabilleo, al toparse con la imagen de Alber. Por alguna razón, ahora le parecía aún más alto, estaba quieto con una taza de café en mano, al mirarlo detenidamente pudo memorizar todos y cada uno de sus rasgos.
Sus rubia cabellera aun se encontraba húmeda y revuelta, eso le hacia mirarse aun mas joven. Su vista enfoco su blanquecina piel y sus ojos profundos azul cielo, sus rasgos eran sumamente masculinos, demasiado atractivos para una mujer. Pero... los oscuros surcos, que enmarcaban sus bellos ojos; distaba mucho de haber obtenido un buen descaso.
Ella, negándose a la “epizumia” que le invadía, decidió liberarse de la intensa mirada, que se posaba sobre ella. Albert al igual que ella, la escaneaba con su vista. El efecto hipnótico que él creaba en Ayira, hacia que su cordura se desorientara y eso la atemorizaba.
No podía sentir aquella atracción por él ¡¡no debía!! su yo interno, lo sabia a la perfección. Fijarse en ese hombre, traería una tragedia nuevamente a su vida, y todo por el deseo o instinto, que empezaba a despertarse en ella.
Ayira trago saliva y bajó los párpados, sentía en su mirada extraños destellos y algo en su interior temblaba.
[¡Estupendo…! justo lo que necesitaba ¡no lo debí aceptar como huésped!] pensó, mientras corría a el escurreplatos. solo había un trasto por lavar ¡no importaba! necesitaba sentís algo frió, en alguna parte de su cuerpo.
Como si no fuera suficiente para ella, lo sucedido la noche anterior, ahora esto. No deseaba enfrentar algo de lo que tanto había huía. Su legado de sangre "el pacto ancestral" aquella maldición, por la que se alejaba de todos, en un mundo en el que trataba de estar sobria, de sangre y deseo.
- ¿Hay algún problema Ayira? -preguntó Albert, sacándola de sus pensamientos.
- Eh… ¡no! todo está bien, no te preocupes. ¿Quieres que te sirva el desayuno?
- SÍ..., está bien. Disculpa mi intromisión, pero pude escuchar sobre los problemas de la reserva, tal vez yo pueda ayudar.
- ¿Tu? (?) ¿cómo podrías hacerlo? (?) – respondió socarronamente
-Bueno..., veras. Soy un rico empresario, dueño de cadenas hoteleras por todo el mundo. Conozco gentes, amantes de la naturaleza como yo, y lo mejor son altruista. Ellos te pueden apoyar, para preservar este lugar y sus especies en él.
-Es increíble, no me lo tomes a mal, es un gesto muy generoso, pero no quiero la lastima de nadie.
-Te equivocas y no me malinterpretes. Cada año mi hermana Candy, busca fundaciones para ayudar. Ella, es una persona que se preocupa por los demás. Hace un par de semanas me comento, que no sabía a quién ayudar este año y creo haber encontrado el lugar, donde se necesitan mucho la ayuda.
- ¿Por qué lo haces? ¡ni siquiera me conoces! – ella se mantenía en una actitud hostil, parecía un animal acorralado.
Miraba a todo su alrededor como un enemigo. Su mirada desafiante y el tono de voz cargado de ira. Ella quería decirle con su actitud irracional, que defendería lo suyo con uñas y dientes. Aun y sabiendo, que su comportamiento era grotesco y mal agradecido. Pero debía hacer que se fuera, correrlo si era necesario...
Albert, sentía todo lo contrario, desde que estuvo en el umbral de la puerta y miró aquella escena con su hermana, es como si algo dentro de él, le dijera que estaba destinado para ese tiempo y lugar.
El semblante pasivo del rubio, derribo los pilares de jaula de Ayira, después de un tenues suspiro ella dijo:
- ¡Esta bien! – farfullo aun llena de ira - acepto, se paró por impulso y lo abrazo.
Ambos se quedaron inmóviles por unos segundos. Albert, al cerrar sus ojos, visualizo en su mente aquellos ojos, la intensidad de su mirada; reflejada oscuridad de la noche. “Hombre sensorial” su cuerpo respondió, al sentir a la joven doncella, tan próxima a él. El mal, del animal carnal despertaba en él [¡por Dios! ¿qué es, lo que pasa en mi] pensó y al instante se separó de ella, tratado de alejar esa sensación, que producía ella en él.
- ¡Disculpa! no debí... – la joven mujer, se disculpaba con el rostro demasiado sonrojado.
-No…, no te disculpes, está bien. Es solo que…. – Albert, no encontraba palabras para justificar, el eclipsarte momento
Ella cambió de tema y no lo dejo contestar. Pues los instintos hambrientos de ella, reaccionaron de igual modo, debía alejarse de él, lo más que pudiera.
- Albert, te agradezco tanto. Pero…, me gustaría hacerte una pregunta – él, asintió con un suave cerrar de ojos [¡ay no…! ¡No hagas eso!] pensó ella, mientras su corazón palpitaba a un ritmo desbocado, el hermoso gesto expresivo del rubio, ilumino todo su rostro; se miraba como un bello querubín con arpa.
Ayira, ligeramente carraspeo su garganta. Las palabras, se le habían atorado en algún punto, donde los sentimientos detiene a la razón.
Él la miro cuestionarte [que iba a preguntar] se había quedado en blanco, la mente de la bella señorita
- Te escucho – dijo Albert, posando una pícara sonrisa, el sonrojado rostro de joven, a él también le ponía intenso.
[¡ya no sigas… ¡por piedad!] Ayira, comenzó a enroscar en su dedo, las puntas de su cabello. Costumbre que tenía, al sentirse nerviosa
Albert, le tomo su temblorosa mano y se permitió acariciar el lindo rizo cobrizo, que se le había formado en el cabello de Ayira. El suave tacto entre sus manos, y la dulce mirada de la joven; fue acompañada, por la deslumbrante sonrisa del rubio.
["¡los pactos...! ¡¡son de honor...!! Y esta vez, no habrá "Legado" alguno en esta vida, que lo vega a romper con sus hachas de obsidiana]
Las sonoras y huecas palabras, retumbaron en la menta de la joven. Rompiendo así, con el mágico momento. La ofrenda ya había sido elegida y no había el por que iniciar una guerra.
- Albert…, ¡no estas comprometido a contestar! lo menos que me gustaría es incomodarte y que sientas invadida tu privacidad – él, solo negó con un suave moviente de cabeza. El cual, ella no vio por qué: decidió mantener la mirada agachada y así, sin mirarle continuo su pregunta: Un hombre como tú, que podría estar en uno de sus hoteles, con la suite más lujosa ¿terminó aquí? en medio de la nada (?).
-Bueno…, como ya lo sabes, tuve un problema de salud y me quisieron alejar de todo y todos. George, sabía que si iba a uno de los hoteles, no dejaría de trabajar. La presión por el trabajo me cobró factura y termine en el hospital. Pero mira..., las cosas pasan por algo, seré de ayuda en este lugar.
-Sí, pero..., no quiero ser la culpable de una nueva recaída.
[No…, solo eres culpable de despertar estos instintos en mi] eso solo lo pensó, pero tras una fingida sonrisa, mejor dijo: "No te preocupes, tomare las cosas con calma. Solo que necesito una portátil y señal de Internet. Ya sabes, para hacer una vídeo llamada a mi hermana Candy, y ponga en marcha el proyecto.
-Tendrás que ir al pueblo, se que está un poco retirado y me apena no tener Internet en este lugar. Como ya sabrás no puedo invertir en eso – dijo Ayimira, un tanto angustiada. El no poder proporcionar a su huésped, ciertas comodidades le llenaban de pesar.
- No te preocupes, será un gran paseó para mí. De regreso pasare con la "Tribu Masai". Su líder, en cuanto me vio dijo que por favor volviera, aseguraba que necesitaba hablar conmigo – sus labios apretaron una risilla – No quiero desairar al "Jefe Abu" así, que pasaré cuando venga de vuelta. No sé a qué hora regrese, quedó pendiente la historia del monte de "Kenia". La gran la leyenda del "CHEETAHS" .
¡crag…! - inmediatamente, Albert volvió su vista y miro hecho añicos el vaso de cristal, que a Ayira se le había resbalado de sus manos.
- Lo… que…, ¡lo que te digan es mentira! – farfullo nerviosa, en sus ojos se había acumulado, dos gotas cristalinas y brillantes. Con la respiración entrecortada dijo: "la leyenda es un mito... no existe. Solo cosas místicas de los Aldeanos. por favor... no creas todo lo que dicen.
El día había sido cansado, pero lo que más le perturbaba, era la cercanía de Ayira. Por una extraña razón, se sentía tan atraído a ella, su simple olor, lo transportaba a los despertares primitivos, de sus incontrolables deseos.
[cálmate Albert] se recrimino el mismo. Mientras dejaba caer su cabeza hacia atrás. El agua de la ducha, resbalo por su cuerpo; llevándose con ella su febril ímpetu, el volcán de su cuerpo había expulsado la lava ardiente, deseosa por correr en los bellos montes de su pensamiento.
En la tranquilidad de la noche, en su cama trataba de dormir, pero algo se lo impedía; es como si pudiese escuchar los llamados de su corazón. Se levantó y fue a la ducha, giró la manija de agua fría, lejos de sentí la frialdad de esta, era placentera sentirla recorrer sobre de él.
Su cuerpo se tensó al sentirse observado, súbitamente abrió sus ojos y se encontró con los de Ayira. El brillo dentellaste que fluía de esos bellos ojos, lograron atravesar su alma. La intensidad de esa mirada, era segadora. Centelleante como un feroz relámpago .
Volvió su vista a otro punto [Esto no puede ser...] pensó, mientras una sonrisa se posaba sus labios. El mismo se mofaba de su actitud infantil.
No era ciego y ella era muy hermosa, sus ojos verdes y su cabello castaño, y aunque no usaba ropa ajustada, era imposible no admirar sus atributos.
Volvió a la cama con la firme convicción, de obligar a su cuerpo a dormir. Pero la brisa que se coló por la ventana, dio un suave y cálido rose a su piel, era como una invitación para ver a través de ella.
Era su imaginación, oh acaso miro como un depredador, se alejaba con una velocidad descomunal de la propiedad.
- La magia de la oscuridad - dijo él, entre murmullos y se desplomo en su cama
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- ¡No…! ¡ya se lo dije, que tratare de conseguir el dinero!
Ella, apretaba con fuerza el cable del teléfono fijo.
- Lo siento, me tendrán que esperar. Mi deber es seguir sustentando la reserva, solo deben darme un tiempo ¡No pienso vender mi casa! Hay animales, que están en peligro de extinción y este es su hogar, si dejamos de protegerlos serán…
Ayira, soltó un fuerte golpe contra la estantería.
- ¡Como pueden ser tan inhumanos! Los animales, serán cazados y a donde iría la “Tribu Masai”.
Decía Ayira, a través del auricular telefónico, no se había percato que Albert, estaba escuchando toda la conversación, mientras preparaba café para el desayuno.
En cuanto termino la llamada, ella se volvió. Su cuerpo dio un ligero trastabilleo, al toparse con la imagen de Alber. Por alguna razón, ahora le parecía aún más alto, estaba quieto con una taza de café en mano, al mirarlo detenidamente pudo memorizar todos y cada uno de sus rasgos.
Sus rubia cabellera aun se encontraba húmeda y revuelta, eso le hacia mirarse aun mas joven. Su vista enfoco su blanquecina piel y sus ojos profundos azul cielo, sus rasgos eran sumamente masculinos, demasiado atractivos para una mujer. Pero... los oscuros surcos, que enmarcaban sus bellos ojos; distaba mucho de haber obtenido un buen descaso.
Ella, negándose a la “epizumia” que le invadía, decidió liberarse de la intensa mirada, que se posaba sobre ella. Albert al igual que ella, la escaneaba con su vista. El efecto hipnótico que él creaba en Ayira, hacia que su cordura se desorientara y eso la atemorizaba.
No podía sentir aquella atracción por él ¡¡no debía!! su yo interno, lo sabia a la perfección. Fijarse en ese hombre, traería una tragedia nuevamente a su vida, y todo por el deseo o instinto, que empezaba a despertarse en ella.
Ayira trago saliva y bajó los párpados, sentía en su mirada extraños destellos y algo en su interior temblaba.
[¡Estupendo…! justo lo que necesitaba ¡no lo debí aceptar como huésped!] pensó, mientras corría a el escurreplatos. solo había un trasto por lavar ¡no importaba! necesitaba sentís algo frió, en alguna parte de su cuerpo.
Como si no fuera suficiente para ella, lo sucedido la noche anterior, ahora esto. No deseaba enfrentar algo de lo que tanto había huía. Su legado de sangre "el pacto ancestral" aquella maldición, por la que se alejaba de todos, en un mundo en el que trataba de estar sobria, de sangre y deseo.
- ¿Hay algún problema Ayira? -preguntó Albert, sacándola de sus pensamientos.
- Eh… ¡no! todo está bien, no te preocupes. ¿Quieres que te sirva el desayuno?
- SÍ..., está bien. Disculpa mi intromisión, pero pude escuchar sobre los problemas de la reserva, tal vez yo pueda ayudar.
- ¿Tu? (?) ¿cómo podrías hacerlo? (?) – respondió socarronamente
-Bueno..., veras. Soy un rico empresario, dueño de cadenas hoteleras por todo el mundo. Conozco gentes, amantes de la naturaleza como yo, y lo mejor son altruista. Ellos te pueden apoyar, para preservar este lugar y sus especies en él.
-Es increíble, no me lo tomes a mal, es un gesto muy generoso, pero no quiero la lastima de nadie.
-Te equivocas y no me malinterpretes. Cada año mi hermana Candy, busca fundaciones para ayudar. Ella, es una persona que se preocupa por los demás. Hace un par de semanas me comento, que no sabía a quién ayudar este año y creo haber encontrado el lugar, donde se necesitan mucho la ayuda.
- ¿Por qué lo haces? ¡ni siquiera me conoces! – ella se mantenía en una actitud hostil, parecía un animal acorralado.
Miraba a todo su alrededor como un enemigo. Su mirada desafiante y el tono de voz cargado de ira. Ella quería decirle con su actitud irracional, que defendería lo suyo con uñas y dientes. Aun y sabiendo, que su comportamiento era grotesco y mal agradecido. Pero debía hacer que se fuera, correrlo si era necesario...
Albert, sentía todo lo contrario, desde que estuvo en el umbral de la puerta y miró aquella escena con su hermana, es como si algo dentro de él, le dijera que estaba destinado para ese tiempo y lugar.
El semblante pasivo del rubio, derribo los pilares de jaula de Ayira, después de un tenues suspiro ella dijo:
- ¡Esta bien! – farfullo aun llena de ira - acepto, se paró por impulso y lo abrazo.
Ambos se quedaron inmóviles por unos segundos. Albert, al cerrar sus ojos, visualizo en su mente aquellos ojos, la intensidad de su mirada; reflejada oscuridad de la noche. “Hombre sensorial” su cuerpo respondió, al sentir a la joven doncella, tan próxima a él. El mal, del animal carnal despertaba en él [¡por Dios! ¿qué es, lo que pasa en mi] pensó y al instante se separó de ella, tratado de alejar esa sensación, que producía ella en él.
- ¡Disculpa! no debí... – la joven mujer, se disculpaba con el rostro demasiado sonrojado.
-No…, no te disculpes, está bien. Es solo que…. – Albert, no encontraba palabras para justificar, el eclipsarte momento
Ella cambió de tema y no lo dejo contestar. Pues los instintos hambrientos de ella, reaccionaron de igual modo, debía alejarse de él, lo más que pudiera.
- Albert, te agradezco tanto. Pero…, me gustaría hacerte una pregunta – él, asintió con un suave cerrar de ojos [¡ay no…! ¡No hagas eso!] pensó ella, mientras su corazón palpitaba a un ritmo desbocado, el hermoso gesto expresivo del rubio, ilumino todo su rostro; se miraba como un bello querubín con arpa.
Ayira, ligeramente carraspeo su garganta. Las palabras, se le habían atorado en algún punto, donde los sentimientos detiene a la razón.
Él la miro cuestionarte [que iba a preguntar] se había quedado en blanco, la mente de la bella señorita
- Te escucho – dijo Albert, posando una pícara sonrisa, el sonrojado rostro de joven, a él también le ponía intenso.
[¡ya no sigas… ¡por piedad!] Ayira, comenzó a enroscar en su dedo, las puntas de su cabello. Costumbre que tenía, al sentirse nerviosa
Albert, le tomo su temblorosa mano y se permitió acariciar el lindo rizo cobrizo, que se le había formado en el cabello de Ayira. El suave tacto entre sus manos, y la dulce mirada de la joven; fue acompañada, por la deslumbrante sonrisa del rubio.
["¡los pactos...! ¡¡son de honor...!! Y esta vez, no habrá "Legado" alguno en esta vida, que lo vega a romper con sus hachas de obsidiana]
Las sonoras y huecas palabras, retumbaron en la menta de la joven. Rompiendo así, con el mágico momento. La ofrenda ya había sido elegida y no había el por que iniciar una guerra.
- Albert…, ¡no estas comprometido a contestar! lo menos que me gustaría es incomodarte y que sientas invadida tu privacidad – él, solo negó con un suave moviente de cabeza. El cual, ella no vio por qué: decidió mantener la mirada agachada y así, sin mirarle continuo su pregunta: Un hombre como tú, que podría estar en uno de sus hoteles, con la suite más lujosa ¿terminó aquí? en medio de la nada (?).
-Bueno…, como ya lo sabes, tuve un problema de salud y me quisieron alejar de todo y todos. George, sabía que si iba a uno de los hoteles, no dejaría de trabajar. La presión por el trabajo me cobró factura y termine en el hospital. Pero mira..., las cosas pasan por algo, seré de ayuda en este lugar.
-Sí, pero..., no quiero ser la culpable de una nueva recaída.
[No…, solo eres culpable de despertar estos instintos en mi] eso solo lo pensó, pero tras una fingida sonrisa, mejor dijo: "No te preocupes, tomare las cosas con calma. Solo que necesito una portátil y señal de Internet. Ya sabes, para hacer una vídeo llamada a mi hermana Candy, y ponga en marcha el proyecto.
-Tendrás que ir al pueblo, se que está un poco retirado y me apena no tener Internet en este lugar. Como ya sabrás no puedo invertir en eso – dijo Ayimira, un tanto angustiada. El no poder proporcionar a su huésped, ciertas comodidades le llenaban de pesar.
- No te preocupes, será un gran paseó para mí. De regreso pasare con la "Tribu Masai". Su líder, en cuanto me vio dijo que por favor volviera, aseguraba que necesitaba hablar conmigo – sus labios apretaron una risilla – No quiero desairar al "Jefe Abu" así, que pasaré cuando venga de vuelta. No sé a qué hora regrese, quedó pendiente la historia del monte de "Kenia". La gran la leyenda del "CHEETAHS" .
¡crag…! - inmediatamente, Albert volvió su vista y miro hecho añicos el vaso de cristal, que a Ayira se le había resbalado de sus manos.
- Lo… que…, ¡lo que te digan es mentira! – farfullo nerviosa, en sus ojos se había acumulado, dos gotas cristalinas y brillantes. Con la respiración entrecortada dijo: "la leyenda es un mito... no existe. Solo cosas místicas de los Aldeanos. por favor... no creas todo lo que dicen.
CONTINUARA...
REALIDAD OH FANTASIA YA VEREMOS QUE NOS DEPARA EL SIGUIENTE CAPITULO ETA BUENA LA HISTORIA QUE BUENO QUE ESTE ARROCITO YA SE COCIÓ ESPERO EL SIGUIENTE CAPITULO 
