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PECOCITAS quinto aporte capitana Candida, 2do capitulo del Terryfic Nada es lo que Parece

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CANDIDA

CANDIDA
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Hola guerreras y a quienes siguen esta historia  PECOCITAS quinto aporte capitana Candida, 2do capitulo del Terryfic  Nada es lo que Parece 971718 , Nada es lo que parece es un terryfic inspirado en los personajes de Candy Candy pero oh sorpresa no es continuacion ddel anime, esta es una historia alterna en donde Candy es una inmigrante mexicana y Terry un paria de la sociedad que vino delo  mas bajo estrato social pero que gracias a su inteligencia y audacia en los negocios    acumuló una gran fortuna eso si con mucho esfuerzo y la ayuda de un gran amigo. Espero este capitulo les agrade, en este se aclaran algunas cosas y asi será a todo lo largo de la historia.



Nada es lo que parece

Por Candida Grandchester
Los personajes Candy Candy propiedad de Kioko Mizuki y Jumiko Igarashi respectivamente




Capitulo 2
 
Eran, increíbles las vueltas que daba la vida. Ella vino  desde muy lejos persiguiendo sus sueños. Como todo inmigrante atravesó el desierto de Arizona ayudada  por un coyote y el muy ladino había intentado propasarse con ella. Recordaba cada minuto vivido, cada lágrima derramada, el inclemente sol y la fría noche.

3años  atrás

 Señor ¿falta mucho para llegar?- la incertidumbre de viajar a tierras desconocidas junto a un extraño le estaban carcomiendo el alma. Sola, lejos de las personas que conocía, de su madre, su madrina, tan lejos de su mundo.

¡Cállate, rubita! estamos cerca pero antes debemos parar – el coyote se despojó de una mochila y la depositó  en el suelo.- Suelta tu morral chiquita y descansa que la noche será muy larga.

OK , está bien Señor García- dijo la rubia un poco recelosa de aquel hombre.

¡Deja de decirme señor y tómame confianza chiquita!- dijo el coyote con voz melosa.

Tomarle confianza ¡como no!, eso era lo que menos le inspiraba  ese viejo panzón. – pensó Dulce.

Ella caviló en mil razones por las que se embarcó en tan arriesgada empresa y ninguna fue de suficiente peso para justificar su absurda decisión.  Su apacible vida en el campo, su querida madre a la que dejó sola y un novio ¡si es que se le podía llamar así!, nunca se besaron, eran unos buenos amigos. Esa vida de la que tanto se quejaba  ahora se le antojaba como la mejor de todas. ¡Cuánto  aprendió a valorarla  en estos días de infortunio!, que falta le hacían unos buenos taquitos al pastor, calientitos acabados de hacer por las amorosas manos materna.


Nacida en la sierra de Sonora, en un pequeño poblado indígena, específicamente en la comunidad de Kipor municipio de Yecora, creció ajena a las modernidades y avances de la tecnología, incluso la electricidad era un lujo que conoció en el 2005 cuando el presidente Fox visitó su comunidad. Él se extrañó al ver esta jovencita indígena de cabellos dorados y grandes ojos verdes, un acontecimiento asombroso para él, pero su madre le explicó que ella era el vivo retrato de su padre un doctor que había ido hasta la zona.
Con un hambre insaciable de conocimiento, de explorar cosas nuevas, viajaba al pueblo más cercano para estudiar canto, guitarra e inglés. Sus ojos quedaban maravillados con cada cosa nueva que veía.  Además su pueblo moría de hambre, sus niños desaparecían cada vez mas rápido, se rumoraba que sus propios padres los vendían por unos pocos pesos y no precisamente a padres amorosos sino a prostíbulos. Ella no podía seguir  permitiendo eso, iría hasta los Estados Unidos, aria dinero y volvería para cambiarlo todo.

Viendo cómo su juventud se iba en esa recóndita zona, decidió emprender su viaje hasta el país de las oportunidades, el dinero se encontraba en las calles “eso le decían”.

Sus recuerdos la llevaron a aquel día en que se despidió de su tierra y de su madre

Hijita ¿no te falta  nada?- preguntó  su madre  con lágrimas en los ojos- ¿llevas tu virgencita de Guadalupe? - la señora enjugaba sus lágrimas imparables cual manantial. Ese día su única hija partiría lejos, con poca garantía de salir con vida.

A’má ¡no llores!- la rubia abrazó a su madre- se me parte el corazón   al verte así. - Era difícil separarse de su madre, ambas se tenían la una a la otra, pero dentro de su pecho anhelaba explorar nuevos horizontes,  en su corazón ella sabía que no pertenecía  a estas tierras que la vieron nacer, su deber era encontrar su propio camino, su destino y estaba muy segura que su destino no estaba en Kipor.

¿Cómo quieres que esté?- le reprochó- cuando estás por arriesgar tu vida en un absurdo. Esta es tu tierra, tu gente… fuera de aquí   encontrarás dolor y penas.


Amaita ¡entiéndeme! yo quiero darte muchas cosas, quiero ayudar a esta gente- tomó el rostro materno en sus manos y le  besó la frente- no llores más. – el nudo en la garganta le impedía hablar. Ambas volvieron a fundirse en un abrazo.- Hablé con madrina Justina para que te cuide  y vea como sigues.

No es lo mismo.- señaló con pesar  la mayor de las mujeres.- extrañaré hablar contigo, abrazarte, peinar tu pelo de oro y ver el valle en tus ojos, echaré de menos ver a tu padre en tu rostro, eres lo único que me queda de él- ambas lloraron abundantemente, las lágrimas les quemaban las mejillas, como extrañaría aquellos brazos tan cálidos.

Abrázame fuerte a’ma- decía Dulce con un hilo de voz.

Si quieres que te abrace tanto así, no me dejes, no te vayas.- la suplica se veía en aquellos ojos oscuros empañados por las lágrimas.

No lo hagas más difícil. Te escribiré seguido.- decía la menor de las mujeres mientras enjugaba sus lagrimas con la manga de su blusa.

De qué me sirve un papel, si no puedo tocarte.

No te quejes, yo quiero lo mejor para ti, quiero darte tantas cosas, además después de mí y algunos otros jóvenes eres la única que sabe leer en estas tierras, debes aprovechar ese lujo.  

Aparte de ti esa es la segunda cosa que le agradezco a tu padre - dijo con nostalgia la indígena  de largos cabellos tan negros como la noche, se llevó una mano al pecho y secó sus lágrimas con su viejo  delantal.

No hablemos de cosas tristes, con las penas que tenemos son suficientes.- su padre era un recuerdo doloroso, una espina que permanecía clavada en su corazón, aun no comprendía porqué prometió volver si nunca lo haría - ¡Adiós a’má! dame la bendición.- con manos temblorosas su madre hizo la señal de la cruz sobre la cabeza de su retoño, le dio un beso en la frente  y le dijo:

Que Dios te bendiga, hijita..- cuanto debe sufrir una madre al ver partir a sus hijos, al fruto de su entrañas y mas aun cuando estos persiguen sueños que pueden llegar a ensombrecer sus vidas.

Te quiero a’ma. No lo olvides nunca… volveré por ti.

Hija, nunca pierdas la dignidad. ¡Recuérdalo, nunca la pierdas!

Nueva vez las palabras sobraron y  el calor del regazo materno se hizo necesario. ¿Cuánto tiempo tendría que pasar hasta volver a estar así en los brazos de su  progenitora? Eso ella no lo sabía, esas cosas no se pueden predecir.


Se fue sin mirar hacia atrás con una mochila cargada de sueños. En la distancia su madre observaba cómo su pequeña se perdía en el estrecho camino y comenzó a correr para tratar de alcanzarla.

¡Hija! ¡Hija! ¡Detente por favor…. Hijita, debo darte algo… algo de tu padre.

Al escuchar la palabra padre se detuvo en seco y volteó a ver a su madre.

Perdona por no dártelo antes  - dijo casi sin aire exhausta por  la carrera- Esto él lo dejó antes de partir,- aclaró mientras sostenía entre sus manos  una singular cruz en oro, fuera de lo común, con una virgen y en la parte trasera tenía unas iníciales inscriptas C.W.A

 Sosteniendo el valioso objeto en sus manos habló_ tu padre me dijo que esto era de su madre, ella se llamaba Candice. Él siempre te hablaba  cuando estabas dentro de mi vientre, te contaba historias y te llamaba Candy, me dijo que Candy significa Dulce o caramelo, por eso te puse Dulce.  – tomó las manos de su hija entre las suyas y depositó el valioso objeto.

¿Madre nunca me contaste esa historia? – dijo  aferrando la cruz a su pecho.

Evadiendo una respuesta la indígena le advirtió  -  No la pierdas nunca ¿entendiste?    

La cuidaré más que a mi propia vida a’má- se colocó en el cuello la cruz de oro  que pendía de una cadena  del mismo material  y partió sintiéndose doblemente protegida, llevaba en su pecho el calor de   las lágrimas derramadas  por su madre sobre esa cruz,  y ese objeto había sido un  regalo de su padre, de aquel hombre que ella nunca llegó a conocer.

A lo lejos vio a José un jovencito de su misma edad. Ellos mantenían una relación de noviazgo que para Dulce no pasaba más allá de una linda amistad. Además le parecía que él, le tenía hasta cierto punto miedo.  Agitó su mano en señal de despedida recibiendo como respuesta una sonrisa tímida.

Al llegar a Altar, zona usada por los mexicanos y otros tantos latinoamericanos para cruzar la frontera y pisar suelo Estadounidense, una lúgubre frase le dio la bienvenida.

“Nadie puede asegurarte que sobrevivirás”. ¡Ya van muchos hermanos muertos! ¡No te arriesgues!- rezaba el cartel sobre la iglesia de la plaza.  Los pelos de la nuca de la joven se erizaron  y lentamente tragó saliva.

Llegó hasta el parque  del pueblo  y se sentó a esperar.

Ese era el siguiente paso, sentarse a esperar un pollero o coyote que negociara con ella pasarla del otro lado a través del desierto de Arizona. Un hombre de contextura fornida, abultado  abdomen,  cara rechoncha cubierta  con barba y espeso  bigote se le acercó.

¿Buscas algo, preciosura?- el cigarro en sus labios le daba un aspecto de hombre rudo y despiadado.

Espero a un pollero-dijo la joven sin tapujos- acaso ¿usted conoce alguno?

Podría ser… – replicó aquel con ojos brillantes – quizás yo te pueda dar lo que buscas. – después de negociar el precio él le dio instrucciones de lo que debía hacer.

Ve y hospédate en aquel hotel,-  señaló la modesta estructura  con un letrero colgante que rechinaba con el viento- pide en la recepción   estadía de paso. ¿Entendido?

Entendido, Señor – decirle  señor fue mas por respeto que por merito propio,  tomó su mochila y se encaminó hasta la destartalada edificación.

El tercer paso,   hospedarse en un hotel.  Al caer la tarde un camión pasaría a buscarle. Antes de partir debía comprar provisiones, uno que otro enlatado y agua, no podía comprar muchas cosas, “el equipaje debe ser ligero le dijo el coyote”.

El hotel era un lugar de quinta con poca iluminación y mucha humedad. Los dormitorios, si así se les podía llamar, eran pequeños cuartos  con una ventana cubierta por una cortina que había perdido su color por el inclemente sol de Altar en donde se registran temperaturas de hasta 50 grados centígrados durante el día y en las noches descienden hasta congelar los huesos. En los dormitorios había camarotes de tres niveles cada uno con sábanas sucias y sin almohadas; el precio de la estadía era entre 5 a 10 dólares. Hombres y mujeres compartían el pequeño espacio, entremezclados. El hedor a sudor era insoportable y asfixiante.
En el poco tiempo que duró hospedada en el hotel conoció a varias personas y sus historias. Su trato amable y brillante sonrisa lograron ganarle unos cuantos amigos.


 Hace 25 días salí de Jalapa, Guatemala,  voy para Atlanta. Allá me espera un hermano y mis tíos- Selvin Antonio Méndez “Tony” como ella le apodara, un jovencito de 18 años de edad, estaba recostado en un camarote mientras le contaba a la joven indígena sus sueños y lo que pensaba hacer cuando fuera muy rico.  Sus ojos brillaban por la emoción. Su cara redonda de tez   tostada por el sol del campo mostraba aun la inocencia de una niñez perdida y el anhelo de un mejor porvenir.

 Tony – le dijo con dulce voz - me gustaría estar ahí cuando logres todos tus sueños- le miró con verdadera sinceridad.

Eres una gran chica y si vinieras conmigo de seguro serías mi novia- ambos rieron de buena gana.
Deja de bromear  - le dijo guiñándole  un ojo- tengo un novio, pero me trata extraño. Los  hombres de mi tribu me tenían miedo ¿sabes?- hizo un mohín- Decían que yo era un demonio blanco que llegó para destruir nuestra  tribu. - Los Pimas ( tribu a la que pertenecía) -  Son bien ariscos con los blancos. Una de sus leyendas habla de todas las cosas malas  que hicieron los de mi color. Había una vez un anciano pima, el último de la tribu que vivía en lo alto de un cerro con un bonito venado que había criado desde pequeño. Alejado de las gentes vivían muy felices hasta que un día llegaron los hombres blancos tumbaron todos los pinos y mataron los animales. Preocupado el anciano le decía al venado  “si esto continúa un día acabaran con todo lo que nos queda  ¿Que podemos hacer?”
El venado le contesto:"debemos hablarles pa’  no morir". Entonces hablaron pero no entendieron y un día mataron al venado y al anciano lanzándolos a una barranca, pero cuando llegaron al fondo se convirtieron en muchas raíces que no pudieron tumbar. Mi padre era blanco y también nos abandonó a mi a’má y a mí. Mi madre dice que me parezco a él y por ser blanca     siempre me excluyeron de la tribu.          

Nuestras culturas están plagadas de tabúes y cosas que los más ancianos no comprenden y que van pasando de generación en generación- le miró con complicidad- En mi tribu tu serías una diosa blanca salvadora.- en realidad mentía, todas las historias de su tribu  hablaban de blancos avaros, asesinos y despiadados pero la mirada triste de la rubia le conmovió y quería animar a la chica para que no se sintiera menospreciada.

¡En serio!- sus ojos se abrieron como platos centelleantes y una sonrisa ingenua se dibujó en sus labios color rosa..

Su entusiasmo lo animó a inventar una historia fantástica de dioses y demonios, de tribus esperando a la Diosa salvadora de pelo dorado y ojos de esmeralda.

Es una historia muy linda-    le dijo cuando terminó su relato y ella se permitió soñar por poco tiempo que era una Diosa vestida de oro que deslumbraba como los rayos del sol.

¿A quién lograría ella salvar? ¿Sería capaz de hacerlo?- se preguntaba.

Tony – le susurró

Ummm- fue su parca respuesta

¿Estás dormido?

Ya no-se talló los ojos- me acabas de despertar.

Perdón- dudó por un momento antes de hablar y él la instó a continuar.

Dime pecas.

No me digas así, por favor – le reclamó, fingiendo enfado-Quiero decirte que me ha gustado conocerte y que me encantaría algún día reencontrarnos y….,- una sombra de duda cruzó su mirada.

¿Y?- le instó él, ella se arrodilló a lado de la desvencijada cama que ocupaba Tony.

Y si muero en esta travesía  - él trató de interrumpirla pero ella le pidió con la mirada que la dejara continuar- como te decía, si muero quiero que tomes esta cruz y se la hagas llegar a mi madre al poblado indígena Los Pimas  de Yecora. Dile que me perdone. Que fui una insensata  y una cabezota.

Pecas – fue su trémula  respuesta- estas poniéndote sentimental.

Por favor - le suplicó- promételo, eres en el único en quien confío- le susurró de nuevo mirando con sigilo a su alrededor.

Ok , te lo prometo. – los ojos de Tony eran sinceros de un color café oscuro, igual que su pelo. De estatura media y complexión firme, se notaba en su cuerpo las marcas del trabajo duro en el campo como también lo demostraba su piel tostada por el sol. No era un hombre hermoso de aquellos que desatan suspiros a su paso pero su sonrisa sincera y nobles ojos dejó más de un corazón roto.

Júralo y levanta tu mano derecha.- le exigió.

Él  de mala gana levantó su mano derecha y juró solemnemente cumplir su promesa

  Conforme mi comandante.- rió el divertido, mofándose de su nueva amiga

Ahora sí- le regaló una hermosa  sonrisa. – ¡bromista!  Doy gracias a Dios por ponerte en mi camino.

Si sigues riendo así cumpliré todo lo que me pidas.- le alborotó el pelo con su mano- No debes temer niña boba. Llegaremos a nuestro destino, sanos y salvos, yo cuidaré de ti. Ahora yo te pediré a ti un favor.

Ella lo señaló con el dedo índice sonriendo picara .

  Anja no que  muy machito sin temores y sentimentalismos.

¡Déjate de tonterías y escucha!- hablaba muy quedo- dentro de mi morral llevo una pequeña pistola. Mi padre me la regaló como protección. Tú comprendes, hay muchos peligros allá afuera en caso de que me pase algo quiero que la tomes   y la uses para protegerte.  ¿Entendiste? – los peligros a los que se refería Tony iban desde  ladrones, narcotraficantes hasta violadores.

Ahora eres tú el que esta hablando tonterías-  su rostro se entristeció. Él le acarició la mejilla con el dorso de su mano derecha y luego  le levantó el mentón para que lo viera a los ojos.

Promete que la usarás.  Si quieres te enseño a usarla cuando salgamos de esto y cambia esa cara parece que vas a un funeral- le pellizcó la nariz - No nos pasará absolutamente nada ¿entiendes? Yo cumpliré mi sueño y Tú el tuyo.

A las 3:00 de la tarde llegó la hora de la partida. Todos los inmigrantes, entre ellos la joven pecosa, corrieron a hacer fila para subir a la destartalada camioneta. La rubia dirigió una plegaria al cielo y giró la vista hacia la iglesia. En   la entrada colgaba un letrero  que  decía:

“Hermano migrante nadie puede asegurarte que sobrevivirás a las altas temperaturas del desierto. Ya van varios hermanos muertos, no te arriesgues”.


Continuará …




capitulo 1

https://www.elainecandy.com/t21560-pecocitas-cuarto-aporte-capitana-candida-terryfic-nada-es-lo-que-parece#349076

ladylore

ladylore
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

casi se me pierde el capitulo candida.....
nunca pense que tan dificil es para los migrantes hacer ese peligroso viaje por el sueño americano
muy buena tu historia... 
espero que no les pase nada a ese duo de amigos

Weiss

Weiss
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony


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