-Gracias amable caballero- dijo Candy en su dirección extendiendo un billete de $5 dólares- quédese con el cambio, que tenga un lindo día- se despidió Candy con una sonrisa bajando del automóvil, deslumbrando al chófer.
Candy se acomodó su sombrero cloche y caminó con pasos lentos y nerviosos aquel camino de grava que conducía al hogar de la señorita Baker, con el corazón latiendo frenéticamente llamó a la puerta.
-Disculpe la molestia pero busco a la señorita Eleanor Baker- dijo Candy al ama de llaves que le abrió la puerta- mi nombre es Candice Andley.
La anciana mujer que ya tenía varios años de trabajar con la actriz miró con ojo crítico a aquella señorita, si bien no tenía el aspecto de ser una reportera, no podía dejarse llevar por las ropas finas que portaba la rubia.
-Permitame un segundo, veré si la señorita Baker la puede atender.
La anciana mujer se dirigió al estudio de la actriz para notificarle de la señorita que la esperaba en el vestíbulo.
-¡Mary, es Candy!- dijo emocionada Eleanor.
- Candy... ¿La Candy del joven Terry?- preguntó la anciana ama de llaves, llevándose ambas manos al rostro- ¡Oh por Dios! Y yo le he dejado ahí de pie en el vestíbulo.
Ambas mujeres se dirigieron al vestíbulo, ahí de pie se encontraba Candy el amor de su hijo, atrás había quedado aquella jovencita con curvas apenas pronunciadas que conoció brevemente en Escocia y posteriormente en Rockstown, ahora era una hermosa señorita. Ambas rubias se miraron fijamente, mientras Candy esbozaba una pequeña sonrisa.
-Siento... Siento haberme presentado sin avisar señorita Baker.
- No hay nada porqué disculparte Candy, anda pasemos a la sala ¿Gustas tomar un poco de té?
- Un poco de agua estaría bien, por favor.
Ambas mujeres se dirigieron al acogedor cuarto de estar que se encontraba bellamente iluminado por el sol de medio día que entraba a raudales por el ventanal principal.
-Si hubieras llegado cinco minutos atrás, hubieras encontrado a Terry aqui- dijo Eleanor, mirando como Candy abría enormemente los ojos y el ligero sonrojo que cruzó por su rostro.
-De hecho... Justamente vine a Nueva York con la intención de verlo- respondió en un susurro Candy, sonrojándose aún más- hace aproximadamente dos semanas atrás... Recibí una carta de... Terry, hace algunos días le envié una carta de respuesta pero... No podía más con la incertidumbre. Y la única forma en la que podría hallar a Terry era por medio de usted, así que me atreví a venir a la dirección de la carta que me envió, disculpe mi atrevimiento.
-No tienes nada de que disculparte Candy, hiciste bien en buscarme, y me alegra que por fin puedan verse, si de algo te sirve mi opinión, mi hijo de verdad te ama- Eleanor tomó las manos de Candy envolviéndolas entre las suyas- ambos han sufrido lo inimaginable desde su separación, pero por fin el destino les ha hecho justicia.
-Yo... Yo me entristecí mucho cuando me enteré de la muerte de Susana, después de todo fue gracias a su acto de valentía que no le pasó nada a Terry, pero también me sentí... Liberada de aquella promesa que le hice aquella noche en el hospital, y aunque no respondí a la carta que me envió, fue un gran alivio el quitarme ese peso de encima.
-¿Sabías que Susana robaba las cartas que le enviabas a Terry? Supongo que de ahí obtuvo la dirección para enviarte aquella carta- Expresó Eleanor- pero no hablemos de cosas que no tienen caso recordar. Hay que mirar hacia adelante pequeña, Terry será el más feliz cuando te vea.
- Eso espero señorita Baker- respondió Candy limpiándose las lágrimas.
- Si no me equivoco debe de estar en su apartamento, el ensayo empieza a las 4 de la tarde. ¡Mary, dile a Thomas que aliste el auto!-ordenó Eleanor poniéndose de pie mientras Candy la imitaba.
Candy miraba distraída por la ventana del auto, el ir y venir de los automóviles, de las personas ajenas al tumulto de emociones que asediaban su ser. Ese nerviosismo le recordaba mucho al vivido hacia casi diez años atrás cuando quería que el carruaje en el que pretendía darle alcance a Terry fuera lo suficientemente rápido para poder decirle a Terry que lo amaba.
Por fin podría decirle a Terry cuánto lo amaba, para Candy ya nada importaba, ni las lágrimas derramadas, ni los momentos de soledad en los que renegaba de su destino, condenando su falta de egoísmo por no luchar por Terry.
-Hemos llegado cariño-la dulce voz de Eleanor la sacó de su reflexión- ¿Quieres que te acompañe?
- Es muy amable, pero iré yo sola. Deseeme suerte- dijo Candy con un sonrisa.
-Suerte pequeña, aunque creeme que no la necesitas. El número del apartamento es el 316.
Candy se bajó del auto despidiéndose de Eleanor. El edificio parecía ser nuevo, con unos grandes ventanales y tan alto que desde donde ella se encontraba de pie, parecía tocar el cielo. No supo cuánto tiempo se quedó ahí de pie, solamente escuchando el fuerte latido de su corazón, cuando repentinamente una voz tan conocida pero a la vez nueva, la sacó de su trance.
- Candy...
La voz se le atascó en la garganta mientras se giraba a aquel llamado, con ojos cristalinos, dirigió una dulce sonrisa en su dirección.
https://www.elainecandy.com/t30432-bandoleras-de-terry-mini-fic-el-reencuentro-capitulo-3-final
Última edición por usagi Grandchester el Lun Abr 08, 2024 12:54 am, editado 1 vez