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Renuncio a Ti
By Lady Flowers
Capítulo 9
La joven rubia apenas si había logrado pegar los ojos en toda la noche, lo acontecido horas atrás le impedían conciliar el sueño, la llegada inesperada del hijo que todos daban por fallecido de su difunta empleadora y amiga Eleanor Baker, la reacción de este al confesarle que ella era la heredera, sin ser del todo cierto y la sensación de los labios de aquel atribulado joven sobre su boca, no habían dejado de rondar en su mente, incluso aún podía sentir el sabor de la saliva del castaño sobre sus labios a pesar de haberlos relamido muchas veces.
Con pereza se sentó sobre la cama dio un gran bostezo aún sentía la tensión en todo su cuerpo, sus alborotados cabellos de rizos rubios caían sobre su cara sus hombros y espalda, sintio el frío del piso cuando sus pies tocaron el suelo, se daría un baño para lograr despejar su mente y así poder enfrentar al joven que desde la noche anterior compartiría vivienda.
–¿Porque tuve que salir a buscarlo?.. debí dejar que se fuera–se lamentaba la rubia mientras enjabonaba su cuerpo– pero se lo prometí a su madre no podía dejarlo ir así en ese estado de confusión, con esas heridas y mucho menos de noche.
Candice al escuchar el portazo se dirigió rápidamente hacia la puerta principal, al cruzar el recibidor pudo darse cuenta que ni la mochila ni la chaqueta de Terrence estaban, en efecto el había dado el portazo y se había ido, casi se le detuvo el corazón al percatarse de eso y sin pensarlo corrió para darle alcance no sabía exactamente como haría para hacerlo regresar pero de qué lo traería de vuelta lo traería.
–¡Terry! Terry! Espera por favor!– Gritaba Candice al divisar al castaño caminado por la acera a pesar de su leve cojera caminaba rápido.
–¡Espera por favor! ¡No te vayas!, ¡Terry, Terry!, ¡ Terrence Graham Grandchester te ordeno que te detengas!– grito la rubia sujetándolo por la manga de la chaqueta cuando logro alcanzarlo después de una frenética carrera.
–¿Acaso eres sordo?, ¿No escuchas que te estoy llamando?
–No tengo porque carajo hacerte caso, no sé quién coño eres, ni me interesa saberlo.–hablo Terrence librándose del agarre de la rubia alzando de manera brusca el brazo, haciendo que Candy perdiera un poco el equilibrio.
–Y no vuelvas a llamarme Terry solo mi madre y mi abuela lo hacían–dijo el castaño enojado siguiendo su andar.
–Ja claro que no–bufo Candice– tu abuela cada vez que hablaba de ti, te llamaba mi pequeño tigre.–dijo la rubia poniendo los brazos en jarra.
El castaño se detuvo, se volteo violentamente tomándola del brazo la atrajo hacia él e inclinándose hasta quedar frente a la chica le señalo con dureza.
–Nunca más en tu miserable vida, me vuelvas a llamar así
–¿Por…porque?..tu abue..
–Deja de una maldita vez hablar de mi abuela, o de mi madre o de mi como si fueras parte de la familia no sabes nada de mi.
–Desde que llegué a esta casa tanto la señora Alice como tu madre solo hablaban ti, por ejemplo se cuánto te gusta el pay de limón y la tarta de fresa, te gusta comer avena con trozos de banana, tocas magistralmente el piano, solo usas calcetines negros, estás muy orgulloso de tu cabellera , te apasiona la actuación y te sabes de memorias las novelas de William Shakespeare, también se cuánto te amaban esas hermosas mujeres que pensaron en ti hasta el último segundo de su vida, tu madre jamás se dio por vencida ahora te pido por favor me sueltes y me acompañes hasta la casa, estás enfermo, te lastimastes los brazos, debo curar tus heridas se te pueden infectar.
Las miradas zafiros y esmeraldas se encontraron frente a frente como si ambos jóvenes lucharán para ver quién era más fuerte
–Suéltame , estás lastimándome, por favor–las dos últimas palabras fueron dichas muy despacio.
Terrence la soltó y se dio media vuelta, al ver que comenzaba a caminar Candice lo sujetó.
–Vamos ven conmigo, recuerda soy enfermera, yo cuidare de ti al menos por esta noche por favor Terry, perdón quise decir Terrence.
–¿Que te hace pensar que quiero que me cuides?, No soy un bebé, soy un hombre hecho y derecho.
–Porque estás herido y casualmente soy enfermera, ya te lo había dicho antes y mi deber como enfermera es velar por el bien de mis pacientes.
–No soy tu maldito paciente
–¿Dios no puedes hablar sin dejar decir tantas vulgaridades?..si la Señorita Pony estuviese aquí te lavaría la boca con agua y jabón –decía la rubia molesta por la manera tan grosera de dirigirse a ella
.
–Si ojalá estuviera esa tal Señorita Pony para que me liberara de tu presencia–espeto el ex soldado de manera irónica haciendo molestar a Candice.
–Terrence por favor te pido, te imploro que me acompañes a la casa, prometo contarte todo sobre la herencia, de verdad no es como parece.
–¿Mentiste al decir que mi madre te nombró heredera?–cuestiono Terrence frunciendo el ceño.
Candice dio un simple no por respuesta.
–Entonces no tengo porque volver a la casa que ya no me pertenece.
Y antes de que Terrence comenzara a caminar la rubia le dijo.
–En realidad yo solo sería la heredera si se comprobabá tu muerte, en todo caso sería yo la que tendría que irse de tu casa.
–¿Qué?
–Lo que oistes Terry, digo Terrence, si te interesa saber la verdad por favor volvamos a la casa está haciendo mucho frío aquí afuera, debo curarte las heridas.
–Estas heridas no me matarán créeme, ya soy experto en heridas–hablo con amargura
–¿Debes tener hambre? ..te prepararé una sopa.
–¿Sopa? Odio las sopas, espero no volver a probar una maldita sopa en toda mi vida.
La rubia casi se atraganta con su propia saliva al escuchar las palabras del castaño, ella solo tenía sopa aún no recibía su pago por su trabajo en el hospital y el las odiaba que demonios le iba a dar de comer? Se preguntaba.
–Emparedado de huevo y jamón también puedo ofrecerte eso.
–¿No sabes cocinar verdad?
– Soy enfermera no cocinera, te estoy ofreciendo lo que tengo en casa.
Terrence cerró los ojos tomo una bocanada de aire y camino en dirección a la casa de su madre, Candice lo siguia con pasos apresurados creyendo que había conseguido al menos por esta vez cumplir con la palabra dada a Eleanor. En minutos estuvieron frente a la casa y Terrence se percató que tanto la reja del jardín como la puerta principal estaban abiertas.
–¿Acostumbras a dejar siempre la puerta abierta de la casa?–prefgunto el ex soldado.
–Por supuesto que no, solo que salí de prisa a buscarte–se justifico Candice al notar el tono de reproche con que Terrence había hecho la pregunta.
–¿Tienes la llave?–pregunto él.
–Ya te dije que salí de prisa a buscarte, solo abrí la puerta no pensé en tomar las llaves.
–No puedes volver hacer esa estúpides, –decia Terrence mientras se detenía frente a puerta abierta–si me da la gana puedo dejarte aquí afuera.
–Si pero estoy segura que no lo haras verd...
Y antes de que terminara de hablar sintió como la puerta principal era cerrada en sus propias narices, solo unos milímetros separaban su pecosa nariz de la pesada puerta de caoba.
Candice abotonaba su blanco uniforme ya había faltado a la guardia nocturna en el hospital debia cubrir las horas diurnas de su amiga, el solo recordar la manera en que Terrence la dejo fuera de la casa por casi media hora la hizo molestar nuevamente, nunca creyó que el muy idiota le hiciera eso ya estaba a punto de marcharse cuando escucho que la puerta se abría tras de ella.
–Me ofreciste un emparedado y curar mis heridas, y lo que haces es quedarte afuera
–¡Tu cerrastes la puerta idiota!
–Y la volveré a cerrar si vuelves a decirme idiota–dijo Terrence.
Candice estaba molesta, furiosa y a la vez dolida, ese hombre era el hijo de Eleanor escucho hablar tanto de él que sentía que lo conocía incluso pensó que hasta podrían ser amigos si llegase aparecer, pero ese idiota arrogante que estaba frente a ella la hacía dudar de que algún día llegarán a entenderse, y lo peor tendría que compartir esa casa, primero porque se lo había prometido a la actriz y segundo porque no tenía otro lugar donde ir.
–Lo siento– susurro Candice.
–¿Dijistes algo?..no escuché bien lo que dijistes
–Lo siento–repitio la rubia alzando la voz y empujando al castaño para poder entrar a la casa una vez adentro corrió hacia las escaleras
–Tenia la mejor intención de curarte y darte de comer pero ya veo que eres un estupido malagradecido, lamento por todo lo que hayas tenido que pasar o vivir, le prometi a tu madre que si aparecias te ayudaría en lo que pudiera, no podía dejarte ir herido y enfermo como estas, pe..pero tú so..solo eres un..un idiota! Y llorando corrió escalera arriba a encerrarse en su habitación.
La rubia bajo a prepararse un café, ya iban a ser las 7AM la guardia comenzaría en media hora, tomo el café lo más rápido que pudo agarro unas galletas para llevar , trato de ser lo más sigilosa posible no quería encontrarse con Terrence.
–¿A que hora vuelves?– se escuchó la voz grave de Terrence
La pregunta la hizo sobresaltar
–Cuando terminé mi turno.
–¿A que hora termina su turno?
–A las 4PM.
– Te estaré esperando, tenemos muchas cosas de que hablar.
–Lo se–respondio la rubia dirigiéndose a la puerta.
–Que tenga un buen dia enfermera–dijo Terrence con voz calmada.
–Gracias–respondio Candy , cerrando la puerta dejando tras de ella el joven por el que tantas veces rezo para que volviera sano junto a su madre y con el que soñaba poder ver en persona, si era un amargado, arrogante, malcriado, pero tenía motivos de sobra para serlo y a ella eso por extraña razón le agradaba.
Continuara
