— ¡Terry, querido! —Gritó la chica abalanzándose sobre él y plantándole un beso en los labios. Fue tal la sorpresa de Terence que, a pesar de sus intentos por zafarse de los brazos de la mujer, ella lo volvía a envolver como pulpo. Candice al ver esto optó por alejarse, fue a la mesa de sus padres y les dijo que se sentía mal, que se retiraba. Ellos, que ya conocían a su hija no se opusieron, pensaban que Terence la llevaría a su departamento sana y salva, pero la rubia al salir del salón vio como la pareja continuaba con sus arrumacos, por lo que pidió su abrigo, en tanto que la hoster le solicitaba un taxi.
— ¡Suéltame, Susana! ¿Qué te pasa? — Pero, querido por qué me rechazas, yo sé que te gusto, pero eres tan serio, que… —Soy serio contigo, Susana ¿Cómo te hago entender que no me gustas? — Al decir esto, se soltó con mayor fuerza de los brazos de la chica, quien molesta le dijo — ¿Acaso no eres hombre? Otros estarían dichosos de que una mujer como yo les dirija una mirada — Jajaja… ¡No me hagas reír, Susana! Anda ve a ver quién te hace caso y a mi déjame en paz — Terence se dio la vuelta buscaba a Candy, pero ella ya se había ido.
Candy iba en el taxi, alcanzó a ver que Terence la buscaba, pero no hizo nada para detenerse — ¡Era demasiado lindo! Pero ¿En qué estaba pensando? Él ha de tener montones de chicas a su alrededor ¿Y yo? ¡Tonta que fui! Es la primera vez que encuentro alguien con quien me siento así, pero tal vez no sea para mí. Espero no volver a verlo ¡Que ni se le ocurra buscarme porque me conocerá! Llegó a su departamento votó las zapatillas conforme iba caminando se quitaba el vestido, el broche, votó todo, no pudo dormir, no dejaba de pensar en él retozando con esa rubia. Casi amanecía, decidió darse una ducha para ir a ver a su padre a su oficina, tendría que pedirle dinero para no dejar ver la mentira del contrato firmado con el consorcio Grandchester.
Stear y Annie se encontraban bebiendo café, aún era temprano para que Candy llegara, conversaban de todo lo que tendrían que hacer ahora que ya tenían la inversión garantizada, cuando escucharon la puerta —Buenos días, ¿Se encuentra la señorita Ardlay? — No, por el momento no, pero dígame ¿En qué le puedo servir? — ¡Entréguele esto y dígale que sólo necesito su firma! Aquí esta el cheque —Al decir eso el chico se dio media vuelta, pero fue interrumpido por Annie —Pero ¿Quién le decimos que la buscó? — Terence Grandchester —Respondió sin mirar atrás.
En ese momento Candy se encontraba en la oficina de su padre, a quien le había contado lo sucedido con su inversionista omitiendo, de quién se trataba — ¡Claro, hija! Sabes que cuentas conmigo, esta tarde expediré el cheque, pero dime ¿Cómo te fue con Terry? Me parece un buen muchacho, de buena familia y bastante bien educado — ¡Papá! Ya estas como mamá. Entre él y yo no hay nada, así que no te hagas ilusiones. Mejor dime tú ¿Por qué no me habías hablado de que conocías a esos Grandchester? —Porque tú, siempre que te platicaba algo de algunos conocidos huías, nunca quisiste involucrarte en las cuestiones de la empresa, mucho menos de mis tiempos de escolapio — ¡Papá, no digas eso! —Dijo la rubia sonriendo y abrazando a su padre, pero el abrazo fue interrumpido por el celular de ella que llamaba insistentemente — Stear, ¿Qué pasa? ¡En serio? ¡Voy para allá! — ¿Qué pasa, hija? ¿Todo, bien? — ¡Si, papi! Pero tengo que irme, te veo en la tarde… —Esta bien, ¿Oye? — ¡No lo dejes ir! Me gusta para yerno jajaja... —Dijo Aiden en tono burlón — ¡Hay papá! —Reparó la rubia moviendo negativamente su cabeza.
Cuando llegó a su oficina, sus amigos estaban felices festejando por el flamante cheque, que les permitiría continuar con su trabajo y sin pasar penalidades, ahora sí, decían ¡Será una magnifica navidad y un mejor año nuevo! Todo salió de maravilla — ¡Candy, eres un sol! —Exclamó Stear abrazando a la joven, al abrazo se sumó Annie, que llevaba consigo una botella de champaña — ¡Brindemos! —Propuso entregando a cada uno una copa y descorchando la bebida —Pero… — ¡Pero, nada! Todo es éxito de ahora en adelante, Candy —Interrumpió el chico, quien ya bebía el espumeante liquido… La rubia, no supo qué decir, sólo bebió un poco de su copa y salió de nuevo tomando el cheque — ¿A dónde vas? Ven sigamos brindando que mañana será nuestra mejor noche buena… Seguía diciendo el ingeniero — ¡Déjala, que no ves que va a depositar el cheque?... — Ahh… Bueno si es así ¡Nos vemos al rato, amiga! —Continuaba con una sonrisa de oreja a oreja.
Candy tomó su auto y se dirigió al Empire State, no aceptaría ese cheque, es más no necesitaba nada de ese engreído, farsante, manipulador —Decía por lo bajo. Al llegar Patty con su cálida sonrisa la hizo pasar, a la rubia le sorprendió, que no fuera anunciada, pero que más daba devolvería el cheque y rompería su trato. Ya tenía la ayuda de su padre y aunque no quería aceptarla, eso era mejor que dejar a Annie sin trabajo y a Stear sin sus ahorros. Tenía que aceptar que necesitaba ayuda.
Al entrar su asombro fue mayor, ya que el engreído estaba acompañado por dos personas, ella dudó en pasar, pero Terence se levantó para dirigirse a ella — ¡Mamá, Papá! Les presento a Candice White Ardlay es la directora general de “CanSteap, Paso a Paso Programando a su Medida”, es la empresa que junto con nuestro grupo de ingenieros diseñará las aplicaciones que les había comentado — ¿Candice Ardlay? ¡Hija de Aiden Ardlay? —Dijo Eleanor, lo que provocó que Richard se levantara para observar mejor a la joven — ¡Claro esos ojos son de Rose Marie! Y la nariz es de Aiden —Aclaró el hombre mayor — ¡Querida es un gusto! Hace mucho que no vemos a tus padres, pero dime ¿Cómo están? —Le decía Eleanor tomando del brazo a la rubia enmudecida —Es la hora del almuerzo, vamos Candy, los negocios los ves con Terry, vamos Richard, Terry ¿Nos acompañas? —Continuaba la bella mujer encaminándose junto con la joven a la salida. Richard y Terence las siguieron, sin decir nada.
El almuerzo era ameno, Candy no podía negar que los padres del engreído eran muy agradables, le contaban anécdotas de sus tiempos escolares, así como lo mucho que convivieron con sus progenitores. Cuando llegó la hora de despedirse Eleanor preguntó — ¿Vendrás a nuestra fiesta? ¡Espero que ya la hayas invitado Terence! —Si madre, de echo ayer fuimos al festejo de las empresas Ardlay —Contestó él, mirando de reojo a la chica —Bueno, entonces, es necesario que también vayan Aiden y Rose Marie —No te olvides de la abuela Elroy, querida, así estaremos todos en familia, será grato volver a reunirnos —Tienes razón, querido. Candy por favor dame el número de tu casa, hablaré con Rose Marie para saludarla e invitarla. La rubia no pudo decir más, le proporcionó lo requerido y disculpándose tomó su bolso para retirarse —Te acompaño, no trajiste tu auto —Comentó Terence —No es necesario esta muy cerca, caminaré un poco — ¡Por eso! te acompaño —Concluyó tomándola del brazo.
Al salir, ella se volvió a mirarlo de frente —Me puedes decir ¿Qué fue todo esto? Después de que me haces pasar como una tonta, exponiéndote mi trabajo para lograr un contrato, pasas a mi casa como una persona bien educada, me llevas a una fiesta, donde una mujer reclama tus encantos y ahora actúas como si nada hubiera pasado… ¡Creo que estas mal! No quise decirte nada delante de tus padres, que son maravillosas personas y seguramente no saben cual es el verdadero comportamiento de su hijo… Él sólo la miraba a los ojos, le parecía increíble poder sumergirse en ese verde que lo tenía hechizado —Y Ahora ¿Qué me ves? Mira, es mejor que me vaya, aquí esta tu cheque, no lo necesito, así que tu verás cómo les dices a tus padres que no hay trato ¡Adiós! —Concluyó y comenzó a caminar. Terence la seguía, no sabía cómo decirle lo que sentía y el motivo de su comportamiento, el lo único que quería era acercarse más a ella, pero se había equivocado en la forma.
— ¡Espera! Por favor, no te vayas, puedo explicarte todo, sólo dame la oportunidad, yo sé que no me he portado muy bien, pero lo de la chica esa no tiene importancia, siempre me ha seguido, pero yo no he querido, ni querré nada con ella. Respecto a mi comportamiento en la oficina, lo único que quería era ver bailar tus pecas, porque has de saber que se mueven cuando te exasperas. Pero tu trabajo es muy bueno, no es el momento para que lo sepas, pero yo también soy ingeniero, me especialice en mecatrónica, comparto tus ideas ¡De verdad! Te lo prometo —Continuaba Terry, quien no soltaba a Candice del brazo, acercándose a su cara para que viera la sinceridad en sus ojos. Ella poco a poco fue volteando hasta quedar de frente, no, no era imposible negarse a esa voz, su aroma, sus ojos, su… todo. —Mira te propongo algo, comencemos de nuevo ¿Sí? Ella lo miró detenidamente y finalmente le dijo nos vemos mañana en la fiesta que darán tus padres.
Al escuchar eso él la soltó, por fin habría una esperanza de conocerla mejor. Candy pensaba lo mismo, todos tenemos derecho a una segunda oportunidad —Se dijo a si misma y esbozó una sonrisa ¡Candy, no te equivoques!
Al regresar al restaurante Eleanor platicaba con Rose Marie por el móvil, era verdad los padres de ambos se conocían, pero ¿Por qué, nunca supo de ella? — ¿Papá? ¿Por qué nunca me hablaste de los Ardlay? — ¡Hijo! Porque tú nunca te interesaste en nuestras amistades, ni pusiste atención a los nombres que decíamos cuando te contábamos nuestras anécdotas de estudiantes — Era verdad, él no ponía atención, sólo sabía que sus padres al igual que él fueron muy rebeldes en su juventud.
La mansión de los Grandchester era inmensa, un batallón de sirvientes atendía a los invitados, al llegar los Ardlay, Richard y Eleanor fueron directamente a recibirlos, los cuatro se abrazaron fuertemente como grandes amigos. Terence estaba conversando con otros jóvenes, pero estaba pendiente de la entrada, cuando la vio fue directamente hacia ella, le tomó de la mano y besó su dorso — ¡Estas hermosa Candy! La chica se sonrojó, pero aceptó el cumplido — ¡Tú también estas muy elegante! La música comenzó y ellos sin decir palabra fueron a la pista de baile, querían sentir de nuevo esa magia que los envolvió la primera vez que bailaron.
Embelesados como estaban no se percataban que eran objeto de comentarios de sus padres — ¡Te lo dije Richard! Sólo era cuestión de que se conocieran — ¡Tienes razón! Si los hubiéramos obligado como pensábamos a estar juntos, así como son de rebeldes nunca nos hubiesen hecho caso… jajaja —Rieron los hombres, mientras que Rose Marie con una copa en la mano le decía a Eleanor — ¡Mi estrategia de obligar a Candice a tener una relación estable, también dio resultado ¡Míralos! Están enamorados… Así que querida amiga ¡Hay que comenzar los preparativos para una boda el siguiente diciembre! —Concluyó elevando su copa para brindar por el amor de sus hijos.
Terence y Candy no podían evitar que una corriente eléctrica traspasara sus sentidos, ambos querían permanecer, así juntos —Candy ¿Sientes lo mismo que yo? — ¿Qué sientes tú? — ¡Que te conozco de toda la vida! — ¡Pues, no lo sé con exactitud, pero yo también siento lo mismo! Seguían mirándose perdidos en sus confesiones. Él quería besarla, pero no ahí, así que poco a poco fue llevándola a uno de los balcones, pero su padre le gritó — ¡Terry! Estas bajo el muérdago y ya sabes lo que sigue jajaja… Los chicos voltearon hacía arriba y efectivamente estaba el muérdago, ella se ruborizó, él no lo dudó, se acercó a su boca y rosó suavemente sus labios sellando así una relación que iniciaba la noche buena.
Para año nuevo ambas familias se reunieron felices por la relación entre sus hijos, la abuela Elroy ya pensaba en lo que usaría el día de la boda. Un toque en una copa indicó que alguien quería hacer un brindis, todos voltearon viendo a Aiden y Richard parados al centro del comedor —Queremos hacer un brindis por nuestro reencuentro —Dijo Richard —Y también por la relación de nuestros hijos —Comentó Aiden. Todos brindaron, al concluir Terence volvió a tocar su copa —Yo brindo por el amor dirigiéndose a Candy y darle un beso tierno en la mejilla. Ella por su parte prosiguió, yo brindo por la vida, para que el próximo año la vivamos intensamente con todos los matices que trae consigo ¡Salud!
Fin…
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