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Pero ¿Por Qué? P2
By Cherry Cheddar
Casi la misma rutina se repitió de camino a Misuri, Tennessee, Georgia y Florida. Demasiado movimiento para tan pocos días. Cuando estaba en la fiesta, hablaba con el director Muller y el asistente del señor Carcetti, de lo agradable que es la ciudad. Luego se acercan dos caballeros más y la conversación gira en torno a dinero… como eso a mí no me importa, me disculpo y a otra cosa mariposa. Albert ve lo que hago y hace lo mismo, tiene la clara intención de acercarse. Me pongo nerviosa. Pero ¿Por qué?
Cuando está por llegar a mi lado veo su sonrisa, creo que me quiere invitar a bailar
-Hola pequeña ¿Te estás divirtiendo?
-Bueno… hago lo que puedo
-¿Quieres bailar conmigo? –¡Lo sabía! De haber apostado, habría ganado; burlón, agrega – prometo que no te voy a pisotear hehehehe
-Eso es un alivio –Le contesto de manera burlona y le caso la lengua; cuando acepto su mano, siento en mi estómago contraerse… intento caminar normal ¡Normal! Porque siento que el suelo bajo mis pies ya no existe. Para controlarme un poco miro a mi derredor para corroborar que nadie es consciente de este estupor, veo unos rostros que me descolocan más. No sé cómo, doy un traspié y casi termino en el suelo –Ay, ay, ay
-¿Estás bien? – Su voz suena preocupada, si no es porque estaba a mi lado, seguro termino como una alfombra, mi cara se contrae, se arruga ¡Me duele! Y Albert se angustia más -¿Te has hecho daño?
-S-s… creo que sí – no soy capaz de prestar mucha atención a mi pie, aterrada busco con mis ojos a esas personas, mi acompañante sigue a dirección de mis ojos y es entonces que también los ve… ¡Los Leagan! Pestañeo tan rápido como si con mis ojos le puedo gritar en código morse ¡Ayuda! Sin necesidad que yo le diga nada, me alza en brazos y me lleva por otra puerta, fuera de ese lugar, lejos de esa gente, lejos de los Leagan.
Me siento como una pluma entre sus brazos, varias personas presencian la escena y yo me quiero morir ¡De vergüenza! Me lleva hasta una habitación aledaña al salón de fiestas, hay un pequeño camastro y me deposita sobre este. Siento que mi rostro arde ¡Arde!
-¿En dónde te duele? –me pregunta a la vez que se pone de cuclillas y toma mi pie. ¡Qué boba! No soy capaz de gesticular palabra. No sé si es por ver a esa familia, por el dolor en mi tobillo o porque estoy a solas con Albert ¡Y con lo que me había esforzado por evitar algo similar! Con voz suave me dice: - tranquila
-D-de verdad… no es nada
-Le echo un vistazo y te digo – sujeta con destreza mi pie y lo mueve… su semblante es serio, preocupado. Suelta la cinta de mi calzado y lo deja a un lado, luego sus dedos suben por mi pantorrilla hasta llegar a mi rodilla… me estremezco, maldigo ¡Rayos! Es que acaso ¿Me está torturando? Su mano se cuela bajo mi vestido y toca la cara interna de mi muslo, hasta que sus dedos tiran de mis medias, lenta, pausada, sutil y sensualmente. ¡Qué calor! Algo no está bien; y justo en el momento que clava su mirada en mi rostro me dice: - no pensaba hacer nada, pero…
-N-no hace falta que hagas nada… de verdad que estoy bien, solo ha sido un desliz de nada
Intento excusarme, pero su mirada es tan penetrante, que no soy capaz de mover ni un musculo mientras él apoya sus rodillas en el suelo y acerca su rostro peligrosamente a mío
-Si vas a atraer mi atención de esa forma, no puedo evitar tener ideas extrañas.
-P-pero… Albert
Y no me da tiempo a decir más y me besa. Su boca devora la mía y siento que me derrito. Sus manos acarician mis muslos y mis pechos, me cuesta respirar. ¿Qué me pasa? A este paso yo…
-Estás más mojada que la ves anterior ¿Te gusta?
Me pregunta mientras su mano acaricia mi sexo, calor, fuego, siento que me consumo y no logro hilar una frase, una respuesta coherente
-Yo… yo… es que… te… te
-¿Qué quieres decir? –parece molesto… pero ¿Por qué si no he logrado decir nada?; pero me vuelve a cuestionar: -Estás pensando en Terry ¿Verdad?
-Q-qué -¿Qué voy a estar pensando yo en Terry? ¿Cómo podría pensar en él cuando tú me estás haciendo esto? Será mejor que diga algo o se va a terminar creyendo lo que no es. Abro mi boca y me quedo como un pez; alguien llama a la puerta y él indica que puede pasar, es mi amiga Grace, que está preocupada por mi… al parecer alguien le ha dicho que me he hecho daño
-No te preocupes Grace, ha sido un doblón tonto
-Buscare hielo para ponerte en la lesión
-De verdad que no hace falta, tranquila –intento tranquilizarla sonriendo; Albert parece sombrío, porque dice algo
-Te llevaré a tu habitación, lo mejor será que descanses para que mañana estés mejor
-Gracias, no te preocupes que yo sola puedo cami… -nar, ya ni me dejó terminar porque me alzo en brazos y caminó rumbo a mi habitación, Grace viene tras nuestro y trae mi zapa y mi media en su mano… por favor ¡No me puedo morir más de la vergüenza! Mi amiga tan amable le solicito hielo a un botones ates de entrar al ascensor. Cuando finalmente me deja sobre la cama no me queda más de otra que dar las gracias. –gracias Albert
-Descansa. Y si ves que no puedes seguir con nosotros, buscaré un billete para que te regreses a Chicago -¿Qué le digo? ¿Debería aceptar? Pero seguirá creyendo algo que no es… ¿por qué de pronto me interesa que Albert no se lleve un concepto equivocado? Estaba a punto de decir algo cuando lo veo bajo el umbral de la puerta y me dice –buenas noches, que descanses
¡Se va! Se gira y se va… ¡Muy bien Candice! Te mereces un premio a la más lenta ¡Doña caracol! Grace aparece y me deja el hielo sobre mi pie magullado, tan linda, en tan poco tiempo nos hemos cogido mucho cariño. Como buena enfermera que soy ¡Sí, yo misma me doy piropos! Los necesito, me siento fatal por Albert, en fin, que me tomo un analgésico por si las moscas y me voy a dormir.
A la mañana siguiente me despierto casi ¡Como nueva! Me pongo un pequeño vendaje por si acaso y recojo mis cosas de la habitación. Desayuno con mi amiga mientras espero que aparezca Albert en el restaurante, pero no lo hace. Sin embargo, George, se aceró a saludarme
-Buenos días señoritas ¿Cómo han descansado?
-Buenos días George, muy bien, gracias por preguntar ¿Quisiera sentarse con nosotras a desayunar?
-Les agradezco la invitación.
Y como buen caballero que es, se sentó. Cuando finalizamos nuestros platos, nos vamos a la estación de tren. No veo a Albert por ningún lado y no me atrevo a preguntar por él a nadie. Cuando llegamos a Virginia logre divisarlo nada más descender del vagón, estaba hablando con el director Muller. Me ignoró. Y así se mantuvo los siguientes días que viajamos a Pensilvania y Nueva York. No pude evitar sentirme triste… extrañaba hablar con él, aunque mi amiga Grace fue una grata compañía. Pero no pude olvidar que gracias al mal trago que pasé por toparme con los Leagan, ahora Albert está enojado conmigo ¡Eso es seguro! Porque no le encuentro otra explicación. Como tampoco a sus osadías. Tengo que hacer las paces con él y de paso decirle que deje de hacer eso de una vez.
Sé que está pendiente de mí, me consta porque aunque procura “Ser profesional” desliza sus ojos por toda mi cara en espera de una reacción. Aunque no sé cuál. Y tengo ganas de sacudirlo por el cuello y no ir a la fiesta de esta noche. Pero Grace es otro cantar, así que finalmente asisto una hora, hasta que ella me cambia por Jaime, y entonces me marcho en paz a descansar ¡Temprano, como las gallinas!
-¿Te vas tan pronto de la fiesta Candice?
Cuando escucho esa voz, giro sobre mis talones, veo a Albert que aparece por otro pasillo acompañado de una rubia despampanante ¡Hasta yo la veo guapa! Trago grueso hahaha ¿Estoy celosa? Pero ¿Por qué o de qué?
-Así es señor… -¿Señor X? hasta ahora caigo en cuenta que no le he preguntado su apellido a Albert ¡Qué poca vergüenza la que tengo!... pero es que en todo este tiempo no he escuchado que alguien lo llame por algún otro nombre. Candy ¡Tienes que fijarte más! Su voz burlesca me saca de mis cavilaciones
-¿No será porque hay alguien mejor para hacerle más entretenida la velada?
-La verdad es que sí, “Doña Almohada” me está reclamando. Estoy realmente cansada y me temo que mi compañía no es la más idónea para este tipo de eventos. Así que mejor me retiro. Que lo pasen bien. Buenas noches
Es que me merezco un premio, uno grande, importante con nombre y todo por mi gran actuación. Uno que se llame “Oscar” por haber logrado parecer indiferente ¡Inmune! Ante su presencia junto a esa mujer. Creo que ni se lo ha creído, pero su acompañante sí y con eso me basta y sobra. Creo. Aunque no me hace feliz verlo con una mujer. Pero ¿Por qué?
Una vez en mi habitación, me quito la ropa y busco mi pijama… por un momento me dio la impresión que alguien pasaba frente de mi puerta, pero nunca llamaron. De seguro es otro huésped del hotel. Después de martirizarme con imágenes de Albert junto a esa mujer logro quedarme dormida. Al día siguiente veo que intenta acercarse a mí, pero ahora soy yo la que lo quiere lejos. Y mientras viajamos hacia Ohio e Indiana, me planto entre el director Muller, el representante de los Morgan y Grace. Como muros infranqueables, que me permiten estar a salvo de él, su compañía, su sonrisa, su voz… ¡Ahs! Que ya estoy desvariando. Al final parecemos como niños que juegan al gato y el ratón.
Finalmente estamos en Chicago, pero el trabajo aún no termina. Han reservado el salón del Hotel Palace, para tener una conferencia. Se ha hecho un resumen de todo lo que hemos visto estos días. La verdad es que estoy molida, he ayudado a George y Albert en la preparación de esta presentación, aun no termino de entender ¿Por qué?, pero bueno. Lo hice. En la noche cuando llego a mi habitación me encuentro una caja sobre la cama y esta trae consigo una nota. Abro el sobre y para mi sorpresa leo
Perdón. Al
Creo que a mi corazón le quieren salir alas y abandonar mi pecho ¿Por qué me hace ilusión leer esa palabra? En la recepción veo que Grace va del brazo de Jaime, levanto mi pulgar y le guiño un ojo, hacen buena pareja. Toma una de las copas que me ofrece un camarero y me muevo entre los invitados. Picoteo algo, tengo hambre, hasta que un hombre se me acerca y dice muy halagüeño.
-Esté salmón está delicioso –me giro para sonreírle por su comentario, parece que es otro igual que yo, que está ahí por la comida y no lo que digan los demás. Doy vergüenza. Pero me quedo sin palabras al reconocer a un señor fornido, muy fornido, con un bigote y muchas canas en su cabeza; el hombre me pregunta: - ¿Ha probado el pato? Se lo recomiendo
-¿Doctor Martín? –no quepo en mi misma del asombro. ¡Es el doctor Martín! Me ha reconocido y me sonríe de esa manera tan dulce y cálida, muy al estilo de él.
-Candy, no me lo puedo creer, eres tú. No has cambiado nada
-Hehehe es muy amable por su parte, me alegro de verlo tan bien.
-Pero dime ¿Qué haces aquí? No me digas que…
-Formé parte del equipo que anduvo haciendo la gira en los hospitales y en las instalaciones de los laboratorios como la secretaria de Albert
-¿De verdad? – se ha quedado de cuadros, no sé qué le sorprende más, que haya sido la secretaria o que fuese junto con Albert. Conversamos un poco de lo que he visto cuando de presto me comenta – Ese Albert ha cambiado, se le ve diferente de alguna forma.
-L-la verdad… es que sí
-Sin embargo, tú fuiste muy descortés –ante esas palabras me erizo ¡No me hace falta darme la vuelta para saber que él está tras de mí! Y Martín sonríe muy fresco. Albert se inclina un poco para acercar su rostro, casi apoyándolo sobre mi hombro y prosigue – no me recordabas
-E-eh… es que
-Aunque yo la reconocí a primera vista
-Ahs –más vale que no diga más… siento que un párpado me tiembla, y que soy capaz de darle con un florero en la cabeza para que le vuelva la amnesia… es porque me reconoció él primero, que esos encuentros que hemos tenido se han dado. Su voz me trae otra vez al momento con su comentario – luces muy bella con ese vestido, acaso ¿Algún pretendiente te lo ha regalado?
Martín sonríe. Yo bufo. Albert sonríe. Vaya par el que me rodea. Cuando hago el gesto de marcharme, siento como una mano me detiene. Él, que me quita la copa y que quiere que lo acompañe a bailar y el doctor que poco le falta para hacernos porras. Su mirada azur me dice que acceda, que diga que sí, y mi estoma se pone a girar como si se hubiese vuelto un tornado. Pero ¿Qué me pasa?
Cuando estamos en la pista entre las otras parejas, soy guiada por Albert siguiendo la melodía.
-¿Cómo sigues de tu pie?
-Mucho mejor –¿Eso quiere decir que se ha preocupado por mí?
-Eso es bueno, me alegra saber que estás mucho mejor –no puedo evitar estremecerme con esa declaración, lo ha dicho de tal forma; con su voz grave, cerca de mi oído. Tanto, que he sentido su aliento acariciando mi cuello. Nos seguimos desplazando por la pista, hasta que vuelve a susurrar cerca de mi oído: - no te asustes, pero los Ardley acaban de llegar al salón…
Con sutileza me hace girar y puedo ver a la tía Elroy, George, Archie, Neil, Elisa, Sara y el señor Leagan; que son recibidos por mi jefe, el director Muller. Doy un traspié, pero Albert me tiene bien sujeta. No puedo evitar ponerme nerviosa. Pero ¿Por qué?
-Tranquila pequeña, te dije que, si te mantienes a mi lado, todo estará bien. -¿Por qué oír eso me hace pensar peor? Pero me dice: - tranquila, si actúas extraño, pensarán que está pasando algo
-Pero si me sujetas tanto, de seguro van a pensar que pasa algo –solo sonríe ¡Sonrie! Y se piensa que con eso soluciona todo… no puedo evitar rodar mis ojos y ponerlos en blanco. Mejor eso que cogerlo del cuello. Estaba tan concentrada en contener mis ganas de ahogarlo que no me había percatado que los Ardleys nos están observando. ¡Tengo miedo! Terminamos de dar un par de vueltas y finalmente acaba la canción. Albert me sugiere salir de la pista poniendo una mano suya en mi cintura… pueda que esté bien, así esa gente no querrá acercarse a mí, creyendo que estoy con él. Si siguen pensando que es un don nadie, no tienen razón para entablar conversación con él.
-Pequeña, tengo curiosidad por saber cómo está tu pie
-¿Eh? -¿Pero de qué está hablando?
No me da tiempo de nada, ni explica más. Salimos por una puerta a un pasillo que dirigen a los lavabos, pero antes de llegar a estos entramos en una pequeña habitación, cierra tras sí y me rodea con sus brazos… ¡Cielos! Estoy temblando. Con su nariz parece olfatear mi cuello, y me estremezco. Su aliento acaricia mi piel, tiemblo. Siento una de sus manos acariciando mi pecho y me empiezo a derretir.
Se escucha el ruido de unos pasos acercarse, la voz me suena familiar. Intento separarme, pero Albert me lo impide.
-N-no… para, puede que nos descubran
-Si haces ruido entonces si nos descubrirán –esa mirada ¡Por favor! Es de total seducción, su voz parece también cargada por el deseo, el mismo que me está quemando. Pero ¿Qué estoy diciendo?
-Me pareció haber visto a Albert
Mis ojos se abren como platos ¡Es Archie!, viene por el pasillo con alguien más, que le contesta
-Sí
-Y la persona con la que estaba bailando ¿Por casualidad, no era Candy?
-¿Por qué lo dice?
-Simplemente me dio esa impresión. – Albert sigue avasallando mi cuerpo con caricias, una de sus manos ha bajado la cremallera de mi vestido y este detiene su caída por mis manos. Quiero seguir escuchando lo que dicen, pero siento como unos dedos hurgan dentro de mi ropa interior y acarician mi sexo. Pero Archie cuando está a nivel de la puerta que nos oculta de ellos: - de seguro está saliendo con alguien que se le parece muchísimo, recuerdo que él ha estado enamorado de Candy desde hace mucho ¿No?
¿Qué acaba de decir? Albert ¿El mismo Albert que me está besando? No soy capaz de seguir pensando nada coherente… sus besos son avasalladores, posesivo, intensos. Como si deseara que con eso distraerme de lo que estaba oyendo. Finalmente, el vestido cae a mis pies y siento como sus manos de recorren mi cintura y caderas. Me abraza y siento como algo se endurece dentro de su pantalón.
No sé dónde está mi resistencia, ni sé dónde estoy yo. Solo me concentro en esas caricias eléctricas que sacuden mis labios íntimos. Su mano acaricia mi sexo con destreza y un fuego empieza a derretirme, pero de lo lindo; su palma se pringa de mi húmeda excitación. Mis piernas flaquean cuando siento como un dedo hurga en la entrada de mi vagina ¡Más fuego! Respiro agitadamente y tengo la fuerte necesidad de llenar un vacío que ignoraba que existiese ¡Soy lava!
Sin darme cuenta, Albert ha bajado la cremallera de su pantalón dejando expuesto su miembro, me gira y apoyo mi rostro en la pared mientras que él busca como saciar ese fuego y mi vacío de un empellón. Un gemido ronco se escapa de su garganta y a mí se me va el aliento, araño las paredes como si de ellas pudiera sujetarme, cuando vuelvo a sentir como se introduce otra vez. Se siente tan bien… tanto placer.
Me gira para devorar mi boca nuevamente en un apasionado beso ¡Lo necesito! Levanta una de mis piernas y busca nuevamente poseerme. Y yo lo dejo. Quiero que siga. Como puedo, intento sujetarme de su cuello tal y como me lo pide mientras apoya mi espalda en la pared y me penetra. Mis piernas están entre sus brazos y mueve su cadera para entrar una y otra vez, rozándome por completo, llenándome de su sexo, tan profundo. Es tan caliente y tan grande que siento que me puede romper en dos.
Siento que mi corazón está por romper las costillas y salir de su sintió, un fuego se centra en mi sexo y creo que voy a convulsionar. Mis piernas tiemblan, mi vagina se contrae con los espasmos rodeando su pene ante mi clímax; un gemido intenso atenta con salir de mi boca cuando Albert lo toma con un beso a la vez que él también estalla en mil soles por su orgasmo, mezclando nuestras esencias. Creo que no puedo con mi alma, me falta el aliento. Con cuidado Albert se sienta sobre la cama que hay ahí y esparce besos sobre mi cuello, y rostro. Dice algo, pero aun no soy capaz de coordinar muchas palabras juntas, aun creo convulsionar por el orgasmo.
Una vez que nuestras respiraciones son normales y creo volver a tener un corazón que late con normalidad en mi pecho, me encuentro vestida, Albert amablemente me lo ha colocado. Faltaría más, siendo él quien me lo quito. La espesura que tenía mi mente embotada va desapareciendo poco a poco y esas palabras dichas por Archie vuelven a perturbarme. Quiero preguntarle ¡Necesito preguntarle! Pero no me siento capaz de mover un solo musculo.
-Todos sospecharan por habernos ido tanto tiempo
¡Ya lo puedes dar por hecho! Y es tu culpa, aunque te ves muy tranquilo a pesar de eso.
-Oye, Albert
-¿Jum?
-Sobre esto… lo que dijeron…
-¿El qué? -¡ahs! Escuchar esa pregunta me molesta. De verdad ¿Se está haciendo como el que no ha oído nada? Frunzo el ceño, o eso creo. Quiero ponerme en pie y largarme de aquí. Pero inevitablemente me mareo, mis piernas no responden como deberían, perfecto ¡Lo que me faltaba! Al verme así me pregunta: - ¿Estás bien?
-Lo siento -¿Me estoy disculpando? Pues sí que estoy fatal – gracias
-Diré una excusa adecuada, así que quédate tranquila. Vendrás conmigo –me ayuda a sentarme nuevamente para luego salir al pasillo, su mirada es tan tierna, que siento como mi corazón se revoluciona, ¡Será traidor! ¿Ir con él? ¡Ay mi madre! Que me da algo. Un par de minutos después regresa y me levanta en brazos, como si fuera una princesa ¡Aasshh! Siento que mi cara arde del bochorno. Estar entre sus brazos, siempre tan protector; ver su mirada tan cargada de ternura… ¿Amor? Y ni qué decir de las mujeres que nos encontramos en el camino ¡Envidiosas! Porque este alto rubio, de unos ojazos increíblemente bellos me lleva en brazos. Creo que mi corazón se va a dar de golpes contra mis costillas, pero del gusto.
No soy capaz de decir nada, ni de preguntarle hasta donde me lleva. Pero creo volver a respirar con normalidad cuando veo el edificio donde vivo. Una vez dentro de mi habitación, Albert me vuelve a quitar el vestido y las medias, dejándome solo en ropa interior; la piel se me pone eriza de solo imaginar de lo que puede ser capaz, mi garganta se seca de golpe al recordar la sensación de su miembro en mi interior.
Entonces toda fantasía se borra ¿He dicho fantasía? Pues sí que estoy fatal. En fin que se me borra cuando me pide que levante los brazos y me ayuda a ponerme el pijama. Y como si fuese una niña me mete en la cama y me arropa. Cielos ¡Qué tierno! Y este corazón mío que late a lo tonto. Tengo revisarlo con el especialista, porque seguro es que se está enfermando. Albert a mi lado me arrulla mientras acaricia mis cabellos y rostro, prometiéndome que mañana, cuando me sienta mejor, hablaremos, largo y tendido. Largo y tendido es el sueño en el que caigo gracias cercanía y parsimoniosa voz.
PARTE 3 FINAL
Última edición por Cherry Cheddar el Mar Abr 28, 2020 6:06 pm, editado 1 vez
Uff que capítulo Cherry. 
y bueno no le queda de otra a Albert que llevarla a su habitación en brazos y ella observa cómo lo ven otras chicas... 
llega a su habitación y la deja ahí con sua amiga, además le dice que si quiere puede volver a Chicago.... 
no bueno pues ¿qué estrategia está siguiendo Albert para conquistar a Candy? 
y la lleva a la pista de baile y le dice que ahí están los Ardley pero que estando cerca de él nada le pasará... 
no bueno ¿qué le pasa? si ella está más que dispuesta. 
que se pone cada vez mejor. 
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