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HOLA HERMOSAS GUERRERAS AQUI LES DEJO LA TERCERA ENTREGA DE ESTA SERIE DE CARTAS ESPERO LES GUSTE ABRAZOS A TODAS.
Tercer Invierno.
Tus labios no saben a nada, – eso me dijo Susana antes de salir a mi cita de esta tarde – no hice otra cosa más que mirarla con indiferencia ya que es lo único que siento por ella, también he de agregar que me dijo que soy un tonto por esperar a alguien que de ante mano sé que no llegara, ¡Sí, aun guardo esperanzas!, por más absurdo que suene decirlo – otro invierno, pienso para mis adentros –, sé que dije que nunca más te citaría pero una cosa es lo que piensa mi mente y otra lo que dicta mi corazón – suspiro mientras entro al café que está lleno, Maxwell me mira y mueve la cabeza en señal de negativa –, sabes apostamos que este año si vendrías, obvio sé que perderé – sonrío con un poco de tristeza pero qué más da creo que ya es una costumbre después de cuatro años –, si Candy han pasado cuatro años desde que estuvimos aquí y para mí es como si hubiera sido ayer, estas tan presente en todo momento que en ocasiones pienso que nuestra separación fue solo momentánea, pero cuando despierto todas las madrugadas y veo a Susana recostada a mi lado, me doy cuenta de mi patética realidad, ¿no te he contado?, que desde aquel invierno me despierto todas las noches sin ninguna razón, de echo cada que despierto escribo algo – Maxwell llega con mi café y mi cheesecake al cual de inmediato le quito un pedazo con el tenedor –, bueno te decía que escribo cada que despierto y en cuatro años tengo una gran colección de poemas de echo un amigo de la compañía me sugirió publicar un libro con todo el material que he coleccionado todo este tiempo – por mi mente pasa una recuerdo y me da un poco de risa – ¿Qué, que piensa Susana?, ja, ja, ja – imagino esa expresión tuya interrogante y curiosa –, pues todas la mañanas como eso de las seis yo me hago el dormido y de reojo la miro leyendo cada cosa que escribo – cierro los ojos como para recordar los gesto de Susana al leer –, sé que puedo sonar un poco cruel pero quien la manda a meterse en lo que no le interesa, Elenonor dice “El que busca encuentra” y pues Susana busca mucho, anteriormente escondía todos los escritos en mi cajón y le ponía llave pero descubrí que ella había mandado hacer una copia de la llave así que decidí ya no ocultar mis sentimientos por ti, si ella es masoquista pues es su gusto – le doy un sorbo a mi taza de café – lo que quería contarte es que hace un par de meses me anime a llevar mis escritos a algunas casas editoriales y ¿Qué crees? – Por mi mente pasa tu rostro iluminado por la emoción –, si mi querida Candy publicaran los poemas que he escrito para ti, me siento muy orgulloso y espero que tú también te sientas orgullosa de que ahora no solo soy un famoso actor de Broadway si no también un escritor que desborda su amor por una maravillosa mujer por medio de palabras escritas en una pedazo de papel con tinta de sangre – enarco una ceja algo altivo, creo que exagere un poco –, bueno, no, no es en realidad sangre pero cada que veo correr la tinta por la hoja imagino que es mi sangre derramándose sobre tu piel blanca, impregnado casa sentimiento que despiertas en mi – intento controlar los latidos acelerados de mi corazón, mientras escribo uno de los tantos poemas que he escrito:
QUÉDATE CONMIGO.
Quédate conmigo esta noche,
Hoy más que nunca tengo miedo,
De esta terrible y solitaria oscuridad,
Que se queda cada vez que te vas.
Tu adiós me duele hasta los huesos,
Finjo una sonrisa mientras te veo marchar,
Por dentro quisiera gritar ¡no te vayas!,
Pero sé que aun que lo desees no te puedes quedar.
Miro tu fotografía antes de dormir,
Una lagrima, un beso, un adiós y mi soledad,
¿Qué fue lo que me hiciste?,
¿Qué fue lo que me diste?,
¿Hasta cuándo conmigo estarás?
Eres como un sueño hecho realidad,
Del cual no quiero despertar,
Me embrujas con tu sonrisa,
Me matas con tu mirar.
Día a día solo espero una palabra tuya,
Noche a noche deseo una caricia,
Siento frio recorrer mi cuerpo,
No puedo evitar llorar.
Tiempo al tiempo me repito sin parar,
Pero te necesito ahora,
Hoy, esta noche, toda mi vida,
En cada respiro, en cada paso que doy,
En cada lágrima, en cada sonrisa,
En mis miedos, en mis angustias,
En mis sueños y en mi soledad.
Quédate conmigo
No te marches jamás
Envuélveme en tus brazos
Bésame hasta cansarnos
Quédate conmigo no lo pienses más...
Para mí adorada pecosa. 27 de enero de 1916
¡Si Candy!, ese poema te lo escribí una noche antes de nuestra separación…
Tercer Invierno.
Tus labios no saben a nada, – eso me dijo Susana antes de salir a mi cita de esta tarde – no hice otra cosa más que mirarla con indiferencia ya que es lo único que siento por ella, también he de agregar que me dijo que soy un tonto por esperar a alguien que de ante mano sé que no llegara, ¡Sí, aun guardo esperanzas!, por más absurdo que suene decirlo – otro invierno, pienso para mis adentros –, sé que dije que nunca más te citaría pero una cosa es lo que piensa mi mente y otra lo que dicta mi corazón – suspiro mientras entro al café que está lleno, Maxwell me mira y mueve la cabeza en señal de negativa –, sabes apostamos que este año si vendrías, obvio sé que perderé – sonrío con un poco de tristeza pero qué más da creo que ya es una costumbre después de cuatro años –, si Candy han pasado cuatro años desde que estuvimos aquí y para mí es como si hubiera sido ayer, estas tan presente en todo momento que en ocasiones pienso que nuestra separación fue solo momentánea, pero cuando despierto todas las madrugadas y veo a Susana recostada a mi lado, me doy cuenta de mi patética realidad, ¿no te he contado?, que desde aquel invierno me despierto todas las noches sin ninguna razón, de echo cada que despierto escribo algo – Maxwell llega con mi café y mi cheesecake al cual de inmediato le quito un pedazo con el tenedor –, bueno te decía que escribo cada que despierto y en cuatro años tengo una gran colección de poemas de echo un amigo de la compañía me sugirió publicar un libro con todo el material que he coleccionado todo este tiempo – por mi mente pasa una recuerdo y me da un poco de risa – ¿Qué, que piensa Susana?, ja, ja, ja – imagino esa expresión tuya interrogante y curiosa –, pues todas la mañanas como eso de las seis yo me hago el dormido y de reojo la miro leyendo cada cosa que escribo – cierro los ojos como para recordar los gesto de Susana al leer –, sé que puedo sonar un poco cruel pero quien la manda a meterse en lo que no le interesa, Elenonor dice “El que busca encuentra” y pues Susana busca mucho, anteriormente escondía todos los escritos en mi cajón y le ponía llave pero descubrí que ella había mandado hacer una copia de la llave así que decidí ya no ocultar mis sentimientos por ti, si ella es masoquista pues es su gusto – le doy un sorbo a mi taza de café – lo que quería contarte es que hace un par de meses me anime a llevar mis escritos a algunas casas editoriales y ¿Qué crees? – Por mi mente pasa tu rostro iluminado por la emoción –, si mi querida Candy publicaran los poemas que he escrito para ti, me siento muy orgulloso y espero que tú también te sientas orgullosa de que ahora no solo soy un famoso actor de Broadway si no también un escritor que desborda su amor por una maravillosa mujer por medio de palabras escritas en una pedazo de papel con tinta de sangre – enarco una ceja algo altivo, creo que exagere un poco –, bueno, no, no es en realidad sangre pero cada que veo correr la tinta por la hoja imagino que es mi sangre derramándose sobre tu piel blanca, impregnado casa sentimiento que despiertas en mi – intento controlar los latidos acelerados de mi corazón, mientras escribo uno de los tantos poemas que he escrito:
QUÉDATE CONMIGO.
Quédate conmigo esta noche,
Hoy más que nunca tengo miedo,
De esta terrible y solitaria oscuridad,
Que se queda cada vez que te vas.
Tu adiós me duele hasta los huesos,
Finjo una sonrisa mientras te veo marchar,
Por dentro quisiera gritar ¡no te vayas!,
Pero sé que aun que lo desees no te puedes quedar.
Miro tu fotografía antes de dormir,
Una lagrima, un beso, un adiós y mi soledad,
¿Qué fue lo que me hiciste?,
¿Qué fue lo que me diste?,
¿Hasta cuándo conmigo estarás?
Eres como un sueño hecho realidad,
Del cual no quiero despertar,
Me embrujas con tu sonrisa,
Me matas con tu mirar.
Día a día solo espero una palabra tuya,
Noche a noche deseo una caricia,
Siento frio recorrer mi cuerpo,
No puedo evitar llorar.
Tiempo al tiempo me repito sin parar,
Pero te necesito ahora,
Hoy, esta noche, toda mi vida,
En cada respiro, en cada paso que doy,
En cada lágrima, en cada sonrisa,
En mis miedos, en mis angustias,
En mis sueños y en mi soledad.
Quédate conmigo
No te marches jamás
Envuélveme en tus brazos
Bésame hasta cansarnos
Quédate conmigo no lo pienses más...
Para mí adorada pecosa. 27 de enero de 1916
¡Si Candy!, ese poema te lo escribí una noche antes de nuestra separación…
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