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Capítulo 10
—Será posible, no, tal vez son locuras de mi embriaguez pero debemos salir de la duda. Subió a su habitación corriendo y cuando entró vio a Neil con tan solo una toalla en la cintura —¡Ah…! Lo siento —le dijo sin dejar de verlo “es tan guapo” pensó —Anda vístete deprisa debemos ir al pueblo y después a la villa Ardlay. El iba a renegar pero recordó que debía entregar una carta a su dueña.
—Y por favor necesito que traigas el anillo y los pendientes que tienes.
—¿Hurgaste en mis cosas? ¡Así que eres una entrometida eh!
—No te enojes, después lo entenderás, anda
apresúrate.
En el auto donde se dirigian hacia el pueblo ambos iban muy callados se sentía la tensión entre ambos y aunque querían hablar ninguno de los dos se atrevía.
Llegaron al pueblo y Blair le pidió los aretes y el anillo.
—¿Qué vas a hacer? —Tengo una loca idea pero si me equivoco te juro que haré lo que tu quieras.
—Lo que yo quiera, estás segura de lo que estás diciendo y que cumplirás tu palabra.
—Si te lo prometo, pero anda dame las joyas y espérame en el auto unos minutos
Esa oferta fue muy tentadora para Niel y la dejó en toda su locura, verla de ese modo le divertía.
Ella entró a la joyería más antigua del lugar, conocía muy bien al dueño pues habían servido a la Familia Arnold por muchos años.
—Señorita Blair, que gusto verle en que la puedo servir, me enteré que se casó ayer, acaso le quedó muy grande su anillo quiere alguna compostura.
La chica abrió la caja y pensó por un momento cómo sería portar aquel anillo. “Pero no es para mí, nos separemos en dos años”
—¡Señorita! —Eh… ah sí dígame si hay unas iniciales ocultas en estas joyas, tengo entendido que las familias aristocráticas siempre piden que lleven ocultas sus iniciales —entregó los aretes y el anillo al joyero.
El hombre puso su pequeña lupa en el ojo y empezó a revisar con detenimiento las hermosas alhajas.
—Si señorita, usted tiene razón, están en letras muy diminutas la palabra DG. Este par de aretes y anillo pertenecen al ducado Grandchester, conozco muy bien ese grabado y además al lado están las iniciales del joyero real CRB.
—Acaso quiere venderlas, —preguntó sorprendido —Yo no podría pagarlas ni con toda mi tienda son de un valor incalculable pero puedo conseguir compradores si así usted quiere. ¿cuánto quieres por ellas?
—Está loco, son un regalo de mi esposo.
—Eres una Grandchester —mencionó sorprendido—. Señorita le pido disculpas por mi atrevimiento. —No se preocupe gracias por su ayuda —dejó su pago en el mostrador.
Ella regresó al auto y le entregó las cajas de terciopelo a Neil. —Ten son tuyas, solo quería cerciorarme de algo. —¿De que? Acaso pensaste que sería capaz de regalarte una imitación de esmeraldas.
—Ay Neil, jamás pensaría eso de ti, deja que lleguemos a la villa Ardlay debo hablar con Terry. Y no, no son falsas, de hecho el joyero me pagaría una fortuna o más bien dijo podría conseguir un buen comprador, tal vez si las vendiera conseguiría un buen dinero para huir muy lejos de ti.
El se puso serio ante su respuesta. —Leí la pequeña nota de tu maleta, fueron joyas de tu verdadera madre y deben pertenecer a la mujer que ames y esa no soy yo, lo tengo muy claro, la mujer que llegue a poseerlas será muy afortunada no solo por las joyas sino porque tendrá tu corazón.
Él le iba a responder cuando se dio cuenta que habían llegado a la villa Ardlay. Tocaron a la puerta y se asombraron todos de verlos.
—Pero qué hacen aquí —mencionó Terry preocupado—. Deberían de estar disfrutando su luna de miel tortolitos —¿Algo paso? preguntó Albert.
—No, no todo está bien —respondió nervioso Neil, es solo que a mi esposa se le metió hoy el diablo y está haciendo cosas que ni yo entiendo.
—Hombre, —dio una palmada en su hombro Terry—. así son las mujeres hay momentos que uno no las entiende —en esos instantes volteo a ver a Candy a lo lejos, ella se encontraba con Dorothy.
—Vayamos a tu despacho —pidió Blair a Albert—. Deben estar tú y Terry para lo que tengo que decir.
Neil sintió su cuerpo tensar, acaso les diría lo que le dijo a ella la noche anterior, que se separarían en dos años.
—Yo porque —chiilo Terry—. No quiero saber que vienen con miedo porque se les apareció el fantasma que habita la villa Granchester. —soltó la carcajada.
—Deja de decir tonterías Terry, los fantasmas no existen —mencionó Blair—. por experiencia propia te puedo decir que hay que temerle a los vivos y no a los muertos.
Ya todos sentados en la oficina Blair le pidió a Neil enseñara las joyas a Terry.
—Dime Terry ¿reconoces esas joyas? —inquirió Balir.
—El porqué habría de reconocer las joyas de mi madre —preguntó Neil.
—Espera, yo he visto este anillo mmm —las observó detenidamente—. Si, si, es el anillo del cuadro en el que está mi padre con su hermano y hermana.
—¡Que! —asombrado mencionó Neil.
—Y estos pendientes son los mismos también —declaró al abrir la otra cajita de terciopelo.
Acabamos de venir del pueblo, yo se los enseñé a un joyero de confianza y me dijo que en su interior está la inscripción del ducado Granchester. Y las iniciales de la corona real. Hay la posibilidad que tu tía, fuera la verdadera madre de Neil.
—No creo que sean réplicas, se que en la familia Granchester hay cosas que pasan de generación en generación o son regalos de la Reina a familiares. El único que podría decirnos cómo es que estas joyas acabaron en tu familia Neil es mi padre, él no ha estado muy bien de salud ahora los médicos dicen está un poco estable, pero pide ver a mi madre, le quiere pedir perdón yo pienso que es la razón por la cual está resistiendo. La había mandado a llamar pero se negó a venir, y cuando yo vine a verlo me suplico se lo pidiera; yo le he mandado un telegrama explicando todo y viene en camino llegará en tres días.
—¿Puedo ver a tu padre? —preguntó Neil. —Claro que vayamos al hospital déjame ir por mi saco.
—Vaya noticia —declaró Albert pidiendo alisten el auto para los chicos. Se retiró dejando solos a los recién casados.
—Vamos Blair —mencionó Niel. —No, es mejor que te espere aquí, es un asunto muy personal y familiar claramente yo no lo soy, me has dicho anoche al quererte separar en dos años de mi, todo esto es una farsa, seguiré tu juego, así que no finjas que yo te importo. Ve no iré a ningún lado aquí estaré con Candy.
Si te vas a quedar te pedire un favor muy grande quiero que seas mi cómplice. —¡Cómplice has dicho!
—Si —él sacó de su saco un sobre y se lo dio a Blair—. Esto le pertenece a Candy dáselo por favor —le guiñó el ojo. —Está bien, seré feliz de entregar esto a su dueña
—Escóndelo que no lo vea Terry, por que si lo hace no se como pueda reaccionar, nos mataría a los dos.
Ella obedeció y esa tarde las verdades serían contadas. Los sentimientos serian leídos.
Candy agradeció el gesto y se alejó del lugar para leer su carta. Acabo de comprender muchas cosas, había estado evitando a Terry pero no lo haría más. El tiempo y lugar le estaban regalando cambiar su futuro le había dicho su amiga Blair.
*
*
*
Neil y Terry entraban a la habitación del hospital Royal Infirmary en Escocia.
El duque de Granchester tenía varias semanas de estar relativamente estable. Pero su diagnóstico era grave, los galenos le habían dicho a Terry que el duque era un hombre fuerte y no se explicaban el motivo por el cual se seguía resistiendo a morir. Después de hablar con su padre entendió que la razón era volver a ver a su madre para pedirle perdón. De igual modo lo hizo con él, y pensó que como hombre adulto y más maduro él mismo había hecho elecciones equivocadas en su vida, quién era él para seguir juzgando a su padre. “Te perdono padre” fueron sus palabras.
—Hijo —mascullo el duque de Granchester al ver a su hijo entrar a la habitación—. ¿Tu madre está aquí? —pregunto.
—No padre, mi madre llega en dos días, te lo prometí y voy a cumplir. —Solo estoy esperando por ella, no puedo irme sin decirle que me perdone.
—No hables así padre, has estado estable estos días. —No hijo mi tiempo ha llegado yo lo sé, pero dime quien es tu amigo —Observó al joven detrás de su hijo.
—Padre él es Neil Lagan, un amigo y ha venido porque necesita hacerte unas preguntas.
—¡A mi! Porque hijo, no se que sea, pero si puedo con gusto respondere.
Neil se acercó a él y le mostró las joyas que le había dejado su padre. —Duque le pido disculpas por importunar, pero necesito saber si usted reconoce estas joyas, y si es posible que su familia mandará hacer varias de estas o las regalarán a alguien.
Richard Granchester se tomó unos segundos para observar los hermosos pendientes de esmeraldas montadas en oro puro de filigrana.
—Estos aretes si no me equivoco pertenecieron a mi hermana Amar, fue la hija ilegítima de mi padre pero mi hermano y yo la amamos mucho. Su muerte nos causó mucho dolor y para mi padre fue un golpe muy duro, nunca se perdonó el no darle el lugar que le correspondía ante la sociedad. Hoy te puedo decir que el hombre no valora lo que tiene hasta que lo ve perdido. Así es nuestra naturaleza humana. La vida nos regala al mejor amigo tiempo, y lo que hacemos muchas veces es que le damos la espalda y es más fuerte nuestro orgullo. Aprendan de este morivundo hombre —les dijo a los dos.
—Mi padre, me dejó como herencia estas joyas, me dijo que pertenecieron a mi madre.
—¡¿Tu padre?! como se llamaba. —Él era Aron Lagan.
El duque se quedó callado tratando de recordar lo sucedido años atrás.
—¿Padre estás bien? —preguntó Terry al ver que su padre tardaba en responder.
—Sí, ahora recuerdo todo. Mi hermana Amar se enamoró de un joven extrangero si, si él era un Norteamericano. Aquel joven iba y venía para verla, de hecho hablo con mi padre para casarse con ella, y en aquel entonces mi padre se sintió aliviado pues ese hombre que era tu padre supongo se la llevaría a América, resultó estar embarazada y postergaron su viaje. Pero al dar a Luz un varón, ella falleció. Mi padre supongo que es el abuelo también de este muchacho; él permitió que aquel hombre se llevara al bebe era lo mejor. Tu abuelo no sabría explicar el origen del bebe y no quiso condenarlo a sufrir como tú madre —Miró a Neil—. Siempre escondida sin asistir a ningún evento de la sociedad.
—Supongo que mi padre le dio a tu padre las joyas de mi hermana, los pendientes y el anillo, son de origen de la india, son esmeraldas de un verde intenso, eso habla de su pureza y valor. Ese set de joyas se lo regaló la reina a mi hermana Amar, una tarde la invitó a tomar el té al saber de su existencia, que se habló en ese lugar nadie lo supo solo que regresó con un regalo hecho por la Reina, tal vez una manera de disculparse por esta aristocracia de mierda donde siempre lo más importante son las apariencias, solo recuerdo muy bien que cuando nos enseñó el regalo hecho por su majestad ella sonreía, mi padre le pidió que las luciera para la pintura que se encuentra en la biblioteca, de hecho debe haber un pequeña inscripción en la montura del ducado Granchester y del joyero real.
—¡Y tu padre! ¿acaso no quisiste conocer a tu sobrino?
—Yo sabía que aquel hombre amaba a su hijo con toda el alma, y tu tío y yo prometimos no interferir en su vida para que fuera feliz. Tú mismo me has dicho que el apellido Granchester es una maldición. Me alegra que la vida me haya regalado aún el tiempo de conocer al hijo de mi querida hermana Amar. —observó a Neil y le sonrió genuinamente.
Neil al escuchar todo aquello no pudo evitar derramar unas lágrimas. Estaba conociendo la historia de su verdadera madre. Había sido concebido con amor.
Terry solo puso su mano en el hombro de Neil en señal de apoyo.
—Neil, si observas el cuadro que está en la villa Granchester, con detenimiento te darás cuenta que tienes los mismos ojos que mi querida hermana Amar. Terry en mi testamento hay un lote de joyas ahí está el collar de mi hermana le pertenece a tu primo. Por favor dáselo —El duque empezó a toser sin parar una enfermera entró y les pido se retiraran.
—El duque se ha agotado de hablar, por favor les pido que se vayan, él debe descansar.
Ambos chicos se retiraron con emociones a flor de piel, los dos eran primos.
—Vaya historia la de los Granchester —declaró Terry—. Así que somos primos, si supiera tu madre que casi te mato a golpes en el colegio.
—Ya ni me lo recuerdes era un idiota me arrepiento y me avergüenza mi comportamiento de aquel entonces.
—Entonces ahora somos familia, ni en mis más locos pensamientos me imagine esto, eres mi primo Neil.
—Si tú estás sorprendido, imagínate yo, todavía no lo creo.
—No te sientas tan orgulloso del apellido Granchester tú mismo has visto que siempre han tenido una doble moral no debes manchar su nombre cuando ellos mismos son unas personas despreciables, mira que negar la existencia de mi tia Amar, tu madre. Nunca me he sentido orgulloso de ese apellido y es por eso que como actor renegué de él. Para muchos solo soy Terrence Graham Baker. Por mucho tiempo juzgue a mi madre, pensé que ella me había abandonado y no fue así, Richard me alejó de ella siendo muy pequeño y para qué, para que su esposa me tratara como un bastardo y viviera siempre recluido en el colegio San Pablo. Cuando conocí a Candy mi vida cambió totalmente, su manera de ser me cautivo y fue la primera persona en preocuparse por mi.
Después de aquellas palabras ambos fueron totalmente callados de regreso a la villa Ardlay, cada uno con sus propios pensamientos.
continuara...
—Será posible, no, tal vez son locuras de mi embriaguez pero debemos salir de la duda. Subió a su habitación corriendo y cuando entró vio a Neil con tan solo una toalla en la cintura —¡Ah…! Lo siento —le dijo sin dejar de verlo “es tan guapo” pensó —Anda vístete deprisa debemos ir al pueblo y después a la villa Ardlay. El iba a renegar pero recordó que debía entregar una carta a su dueña.
—Y por favor necesito que traigas el anillo y los pendientes que tienes.
—¿Hurgaste en mis cosas? ¡Así que eres una entrometida eh!
—No te enojes, después lo entenderás, anda
apresúrate.
En el auto donde se dirigian hacia el pueblo ambos iban muy callados se sentía la tensión entre ambos y aunque querían hablar ninguno de los dos se atrevía.
Llegaron al pueblo y Blair le pidió los aretes y el anillo.
—¿Qué vas a hacer? —Tengo una loca idea pero si me equivoco te juro que haré lo que tu quieras.
—Lo que yo quiera, estás segura de lo que estás diciendo y que cumplirás tu palabra.
—Si te lo prometo, pero anda dame las joyas y espérame en el auto unos minutos
Esa oferta fue muy tentadora para Niel y la dejó en toda su locura, verla de ese modo le divertía.
Ella entró a la joyería más antigua del lugar, conocía muy bien al dueño pues habían servido a la Familia Arnold por muchos años.
—Señorita Blair, que gusto verle en que la puedo servir, me enteré que se casó ayer, acaso le quedó muy grande su anillo quiere alguna compostura.
La chica abrió la caja y pensó por un momento cómo sería portar aquel anillo. “Pero no es para mí, nos separemos en dos años”
—¡Señorita! —Eh… ah sí dígame si hay unas iniciales ocultas en estas joyas, tengo entendido que las familias aristocráticas siempre piden que lleven ocultas sus iniciales —entregó los aretes y el anillo al joyero.
El hombre puso su pequeña lupa en el ojo y empezó a revisar con detenimiento las hermosas alhajas.
—Si señorita, usted tiene razón, están en letras muy diminutas la palabra DG. Este par de aretes y anillo pertenecen al ducado Grandchester, conozco muy bien ese grabado y además al lado están las iniciales del joyero real CRB.
—Acaso quiere venderlas, —preguntó sorprendido —Yo no podría pagarlas ni con toda mi tienda son de un valor incalculable pero puedo conseguir compradores si así usted quiere. ¿cuánto quieres por ellas?
—Está loco, son un regalo de mi esposo.
—Eres una Grandchester —mencionó sorprendido—. Señorita le pido disculpas por mi atrevimiento. —No se preocupe gracias por su ayuda —dejó su pago en el mostrador.
Ella regresó al auto y le entregó las cajas de terciopelo a Neil. —Ten son tuyas, solo quería cerciorarme de algo. —¿De que? Acaso pensaste que sería capaz de regalarte una imitación de esmeraldas.
—Ay Neil, jamás pensaría eso de ti, deja que lleguemos a la villa Ardlay debo hablar con Terry. Y no, no son falsas, de hecho el joyero me pagaría una fortuna o más bien dijo podría conseguir un buen comprador, tal vez si las vendiera conseguiría un buen dinero para huir muy lejos de ti.
El se puso serio ante su respuesta. —Leí la pequeña nota de tu maleta, fueron joyas de tu verdadera madre y deben pertenecer a la mujer que ames y esa no soy yo, lo tengo muy claro, la mujer que llegue a poseerlas será muy afortunada no solo por las joyas sino porque tendrá tu corazón.
Él le iba a responder cuando se dio cuenta que habían llegado a la villa Ardlay. Tocaron a la puerta y se asombraron todos de verlos.
—Pero qué hacen aquí —mencionó Terry preocupado—. Deberían de estar disfrutando su luna de miel tortolitos —¿Algo paso? preguntó Albert.
—No, no todo está bien —respondió nervioso Neil, es solo que a mi esposa se le metió hoy el diablo y está haciendo cosas que ni yo entiendo.
—Hombre, —dio una palmada en su hombro Terry—. así son las mujeres hay momentos que uno no las entiende —en esos instantes volteo a ver a Candy a lo lejos, ella se encontraba con Dorothy.
—Vayamos a tu despacho —pidió Blair a Albert—. Deben estar tú y Terry para lo que tengo que decir.
Neil sintió su cuerpo tensar, acaso les diría lo que le dijo a ella la noche anterior, que se separarían en dos años.
—Yo porque —chiilo Terry—. No quiero saber que vienen con miedo porque se les apareció el fantasma que habita la villa Granchester. —soltó la carcajada.
—Deja de decir tonterías Terry, los fantasmas no existen —mencionó Blair—. por experiencia propia te puedo decir que hay que temerle a los vivos y no a los muertos.
Ya todos sentados en la oficina Blair le pidió a Neil enseñara las joyas a Terry.
—Dime Terry ¿reconoces esas joyas? —inquirió Balir.
—El porqué habría de reconocer las joyas de mi madre —preguntó Neil.
—Espera, yo he visto este anillo mmm —las observó detenidamente—. Si, si, es el anillo del cuadro en el que está mi padre con su hermano y hermana.
—¡Que! —asombrado mencionó Neil.
—Y estos pendientes son los mismos también —declaró al abrir la otra cajita de terciopelo.
Acabamos de venir del pueblo, yo se los enseñé a un joyero de confianza y me dijo que en su interior está la inscripción del ducado Granchester. Y las iniciales de la corona real. Hay la posibilidad que tu tía, fuera la verdadera madre de Neil.
—No creo que sean réplicas, se que en la familia Granchester hay cosas que pasan de generación en generación o son regalos de la Reina a familiares. El único que podría decirnos cómo es que estas joyas acabaron en tu familia Neil es mi padre, él no ha estado muy bien de salud ahora los médicos dicen está un poco estable, pero pide ver a mi madre, le quiere pedir perdón yo pienso que es la razón por la cual está resistiendo. La había mandado a llamar pero se negó a venir, y cuando yo vine a verlo me suplico se lo pidiera; yo le he mandado un telegrama explicando todo y viene en camino llegará en tres días.
—¿Puedo ver a tu padre? —preguntó Neil. —Claro que vayamos al hospital déjame ir por mi saco.
—Vaya noticia —declaró Albert pidiendo alisten el auto para los chicos. Se retiró dejando solos a los recién casados.
—Vamos Blair —mencionó Niel. —No, es mejor que te espere aquí, es un asunto muy personal y familiar claramente yo no lo soy, me has dicho anoche al quererte separar en dos años de mi, todo esto es una farsa, seguiré tu juego, así que no finjas que yo te importo. Ve no iré a ningún lado aquí estaré con Candy.
Si te vas a quedar te pedire un favor muy grande quiero que seas mi cómplice. —¡Cómplice has dicho!
—Si —él sacó de su saco un sobre y se lo dio a Blair—. Esto le pertenece a Candy dáselo por favor —le guiñó el ojo. —Está bien, seré feliz de entregar esto a su dueña
—Escóndelo que no lo vea Terry, por que si lo hace no se como pueda reaccionar, nos mataría a los dos.
Ella obedeció y esa tarde las verdades serían contadas. Los sentimientos serian leídos.
Candy agradeció el gesto y se alejó del lugar para leer su carta. Acabo de comprender muchas cosas, había estado evitando a Terry pero no lo haría más. El tiempo y lugar le estaban regalando cambiar su futuro le había dicho su amiga Blair.
*
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Neil y Terry entraban a la habitación del hospital Royal Infirmary en Escocia.
El duque de Granchester tenía varias semanas de estar relativamente estable. Pero su diagnóstico era grave, los galenos le habían dicho a Terry que el duque era un hombre fuerte y no se explicaban el motivo por el cual se seguía resistiendo a morir. Después de hablar con su padre entendió que la razón era volver a ver a su madre para pedirle perdón. De igual modo lo hizo con él, y pensó que como hombre adulto y más maduro él mismo había hecho elecciones equivocadas en su vida, quién era él para seguir juzgando a su padre. “Te perdono padre” fueron sus palabras.
—Hijo —mascullo el duque de Granchester al ver a su hijo entrar a la habitación—. ¿Tu madre está aquí? —pregunto.
—No padre, mi madre llega en dos días, te lo prometí y voy a cumplir. —Solo estoy esperando por ella, no puedo irme sin decirle que me perdone.
—No hables así padre, has estado estable estos días. —No hijo mi tiempo ha llegado yo lo sé, pero dime quien es tu amigo —Observó al joven detrás de su hijo.
—Padre él es Neil Lagan, un amigo y ha venido porque necesita hacerte unas preguntas.
—¡A mi! Porque hijo, no se que sea, pero si puedo con gusto respondere.
Neil se acercó a él y le mostró las joyas que le había dejado su padre. —Duque le pido disculpas por importunar, pero necesito saber si usted reconoce estas joyas, y si es posible que su familia mandará hacer varias de estas o las regalarán a alguien.
Richard Granchester se tomó unos segundos para observar los hermosos pendientes de esmeraldas montadas en oro puro de filigrana.
—Estos aretes si no me equivoco pertenecieron a mi hermana Amar, fue la hija ilegítima de mi padre pero mi hermano y yo la amamos mucho. Su muerte nos causó mucho dolor y para mi padre fue un golpe muy duro, nunca se perdonó el no darle el lugar que le correspondía ante la sociedad. Hoy te puedo decir que el hombre no valora lo que tiene hasta que lo ve perdido. Así es nuestra naturaleza humana. La vida nos regala al mejor amigo tiempo, y lo que hacemos muchas veces es que le damos la espalda y es más fuerte nuestro orgullo. Aprendan de este morivundo hombre —les dijo a los dos.
—Mi padre, me dejó como herencia estas joyas, me dijo que pertenecieron a mi madre.
—¡¿Tu padre?! como se llamaba. —Él era Aron Lagan.
El duque se quedó callado tratando de recordar lo sucedido años atrás.
—¿Padre estás bien? —preguntó Terry al ver que su padre tardaba en responder.
—Sí, ahora recuerdo todo. Mi hermana Amar se enamoró de un joven extrangero si, si él era un Norteamericano. Aquel joven iba y venía para verla, de hecho hablo con mi padre para casarse con ella, y en aquel entonces mi padre se sintió aliviado pues ese hombre que era tu padre supongo se la llevaría a América, resultó estar embarazada y postergaron su viaje. Pero al dar a Luz un varón, ella falleció. Mi padre supongo que es el abuelo también de este muchacho; él permitió que aquel hombre se llevara al bebe era lo mejor. Tu abuelo no sabría explicar el origen del bebe y no quiso condenarlo a sufrir como tú madre —Miró a Neil—. Siempre escondida sin asistir a ningún evento de la sociedad.
—Supongo que mi padre le dio a tu padre las joyas de mi hermana, los pendientes y el anillo, son de origen de la india, son esmeraldas de un verde intenso, eso habla de su pureza y valor. Ese set de joyas se lo regaló la reina a mi hermana Amar, una tarde la invitó a tomar el té al saber de su existencia, que se habló en ese lugar nadie lo supo solo que regresó con un regalo hecho por la Reina, tal vez una manera de disculparse por esta aristocracia de mierda donde siempre lo más importante son las apariencias, solo recuerdo muy bien que cuando nos enseñó el regalo hecho por su majestad ella sonreía, mi padre le pidió que las luciera para la pintura que se encuentra en la biblioteca, de hecho debe haber un pequeña inscripción en la montura del ducado Granchester y del joyero real.
—¡Y tu padre! ¿acaso no quisiste conocer a tu sobrino?
—Yo sabía que aquel hombre amaba a su hijo con toda el alma, y tu tío y yo prometimos no interferir en su vida para que fuera feliz. Tú mismo me has dicho que el apellido Granchester es una maldición. Me alegra que la vida me haya regalado aún el tiempo de conocer al hijo de mi querida hermana Amar. —observó a Neil y le sonrió genuinamente.
Neil al escuchar todo aquello no pudo evitar derramar unas lágrimas. Estaba conociendo la historia de su verdadera madre. Había sido concebido con amor.
Terry solo puso su mano en el hombro de Neil en señal de apoyo.
—Neil, si observas el cuadro que está en la villa Granchester, con detenimiento te darás cuenta que tienes los mismos ojos que mi querida hermana Amar. Terry en mi testamento hay un lote de joyas ahí está el collar de mi hermana le pertenece a tu primo. Por favor dáselo —El duque empezó a toser sin parar una enfermera entró y les pido se retiraran.
—El duque se ha agotado de hablar, por favor les pido que se vayan, él debe descansar.
Ambos chicos se retiraron con emociones a flor de piel, los dos eran primos.
—Vaya historia la de los Granchester —declaró Terry—. Así que somos primos, si supiera tu madre que casi te mato a golpes en el colegio.
—Ya ni me lo recuerdes era un idiota me arrepiento y me avergüenza mi comportamiento de aquel entonces.
—Entonces ahora somos familia, ni en mis más locos pensamientos me imagine esto, eres mi primo Neil.
—Si tú estás sorprendido, imagínate yo, todavía no lo creo.
—No te sientas tan orgulloso del apellido Granchester tú mismo has visto que siempre han tenido una doble moral no debes manchar su nombre cuando ellos mismos son unas personas despreciables, mira que negar la existencia de mi tia Amar, tu madre. Nunca me he sentido orgulloso de ese apellido y es por eso que como actor renegué de él. Para muchos solo soy Terrence Graham Baker. Por mucho tiempo juzgue a mi madre, pensé que ella me había abandonado y no fue así, Richard me alejó de ella siendo muy pequeño y para qué, para que su esposa me tratara como un bastardo y viviera siempre recluido en el colegio San Pablo. Cuando conocí a Candy mi vida cambió totalmente, su manera de ser me cautivo y fue la primera persona en preocuparse por mi.
Después de aquellas palabras ambos fueron totalmente callados de regreso a la villa Ardlay, cada uno con sus propios pensamientos.
continuara...
puedan hablar
