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Capítulo I Dos grandes amores
Dieciséis años antes
Narrado por Candy
Me despierto gracias al bello canto de los pájaros que revolotean en el jardín que la señora Pony tiene en su casa, un bello jardín por cierto, lleno de flores y con un pequeño huerto en el cual siembra vegetales, hortalizas y alguna que otras frutas.
El aroma a café hace que mi estómago gruña por alimento lo cual me obliga a levantarme de mi cómoda cama, e ir hasta la cocina para ver que hay para desayunar.
Y cuando entro a la cocina me encuentro (como de costumbre) todo un banquete encima de la mesa del comedor.
—Ya has despertado —vocifera con alegría la señora Pony mientras termina de exprimir naranjas para el jugo—. Cariño, puedes ayudarme a acomodar las tazas.
—Por supuesto que sí Pony —respondo y me dirijo hasta ella para darle el beso de los buenos días y luego hasta el mueble de los trastes y la vajilla.
Sacó las tazas y voy colocando una por cada integrante de esta casa, cuando termino la alarma de alguno suena y cinco minutos después ya están todos.
—Buenos días —saluda Mary Jane con sus dos nietos los cuales corren a sus lugares para empezar a comer.
—¡Buenos días tengan todos! —Dice el señor Stevens y va hasta Pony para besar su mano—. Usted siempre se ve hermosa mi querida pony, pero es que esta mañana de hoy ha exagerado.
—No sea usted mentiroso —replica Pony intentando ocultar su nerviosismo y su sonrojo, pero no puede ocultar ninguno de los dos.
—La señora Pony tiene razón papá, no seas mentiroso —dice Tom, el hijo del señor Steven, mientras se sienta en su lugar habitual.
—Le dijeron mentiroso al señor Steven —se burla Charles, el nieto de Mary Jane. Su abuela lo corrige y le dice que haga silencio.
—Buenos días tengan todos —menciona Flammy, la enfermera de la casa quien ya está lista con su uniforme blanco para irse al hospital luego de desayunar.
—¡Por fin ya es de día! —Exclama Dayana, la prima de Flammy, ella al contrario de su prima se dedica a la acrobacia—. Pase toda la noche pensando en comida.
—Tú solamente piensas en comida, hija —le recrimina Marian, la tía de Flammy y Dayana—. Buenos días Pony, buenos días señor Stevens, Tom, Mary Jane, Charles, Sofía y Candy. —Al contrario de las demás personas, Marian se toma la molestia de dar los buenos días a todos los presentes.
—Creo que no me has mencionado —dice una voz conocida para todos, pero aun así logra asustarnos.
—¡Por Dios, Eva un día de estos vas a matarnos a todos! —Vocifera Stevens.
—Perdón Eva, es que no te vi —se disculpa rápidamente Marian tomando de los hombros a sus dos sobrinas—. Mil disculpas, y buenos días, Eva, buenos días.
Eva, lleva viviendo con nosotros dos años, es un poco rara, ya que en su cuarto hay muchas velas e incienso el cual está todo el día prendido, algunas hierbas y flores secas y lo más llamativo es que ella pose como “mascota” una serpiente pitón bola a la cual llama Atenea.
—No te preocupes mi querida Marian —dice Eva con elegancia mientras se sienta en su silla—. Tampoco es que te vaya a lanzar una maldición por no saludarme, yo no soy ese tipo de brujas.
Marian y Stevens se ríen algo incomodos por el comentario de Eva.
—Bueno ya basta de bromas —regaña Pony y se sienta a la mesa. Todos estamos degustando del desayunos, platicamos entre nosotros y entre todos nos hacemos bromas.
Llega al comedor Natalie, la nueva inquilina de la señorita Pony, ella trabaja de asistente o algo de eso nos ha dicho.
—Buenos días —saluda Natalie y todos le respondemos.
—Buenos días Natalie, espero que hoy si tengas tiempo para desayunar con nosotros querida —dice Pony levantando para servirle su desayuno a Natalie, pero esta la detiene enseguida.
—Muchas gracias por su propuesta e insistencia, pero es que de verdad ya se me ha hecho tarde. —Se disculpa Natalie agarrando con fuerza su computadora portátil, la cual llego a considerar es su tesoro, su única compañera, amiga y familia—. Gracias y créame que voy a hacer todo lo posible para desayunar con todos ustedes un día. Lo prometo.
Natalie se va dejando a todos dando que hablar.
—Yo creo que es jovencita nos ve a nosotros como pobres y por eso no es capaz de sentirse digna de compartir la mesa con nosotros —opina Stevens.
—Yo creo lo mismo —apoya Marian enojada porque ella odia a las personas que se creen mejor que otras solo por su condición social.
—Yo solo creo que Natalie es una persona muy inteligente y dedicada a su trabajo —cometa Tom con cara de bobo y suspirando—. A demás de guapa la señorita tiene mucha inteligencia, ¿han visto la rapidez con la que pasa los dedos a través del teclado de esa computadora?
—Solo porque se vista como una ejecutiva, se peine con esa cola de caballo y use esos lentes enormes y horrorosos no significa que sea inteligente y hermosa —incrimina Dayana, la pobre ha estado enamorada de Tom desde que tenías los 11 años.
—Creo que alguien esta celosa —menciona Flammy y yo me rio porque es justo el pensamiento que tenía
—Bueno ya dejemos de hablar tonterías y sigamos comiendo porque el tiempo avanza en vez de quedarse estancado —Ponny siempre tiene alguna frase para cada ocasión, no sé de donde se inventa sus frasecillas, pero cada una de ellas me hace reír, enojar, llorar o simplemente reflexionar.
—La dama de negro ha llegado —dice Dayana.
Luego de ir a la facultad voy a mi trabajo en la cafetería de la señora Marian y sus sobrinas. Antes de que Flammy se volviera una enfermera ella ayudaba al igual que Dayana, pero desde entonces, ella ha dejado su vacante y yo la ocupe, ya que un dinero extra nunca está de más.
En todo este tiempo que he estado trabajando para esta cafetería, una mujer joven que se viste de negro viene varias veces a la semana a tomar un café, pedir un pastel de tres leches o un cheescake y quedarse por varias horas viendo hacia la ventana o haciendo no sé en un cuaderno que siempre lleva con ella.
—No le digas así —la regaño—. No hay que burlarse de las personas por como se visten o por sus aspecto físico.
Aun así Dayana ignora mi regaño y sigue viendo con todo su interés a la mujer.
—¡Mira! –Dice alzando la voz y señalando hacia la mesa de la mujer—. ¡Acaba de llegar un hombre!
Dirijo mi mirada hacia la mesa donde está “la dama de negro” y me encuentro con un hombre muy guapo, creo que es un treintañero, de cabellos rubios y buen porte.
—¿Será su novio? —Se cuestiona Dayana sin quitarle la vista a la posible pareja.
—Si son novios o no, ni a mí, ni a ti nos debería de importar —le digo enojada y para que de una buena vez terminé con todo esto y me deje trabajar en paz.
Dayana mira hacia al exterior y luego me ve a mí.
—Yo te cubro con mi tía y tú ve y averigua de que hablan –exige Dayana y yo me quedo impresionada por su nivel intromisión—. ¡Anda ve!
No me queda de otra que hacer lo que Dayana quiere, me escondo en una planta que está cerca de la mesa de la dama de negro y el caballero, donde gracias a Dios se puede escuchar la conversación.
—Ya no puedo más Albert —le dice la dama de negro al hombre de cual acabo de descubrir que se llama Albert—. Desde que me case con Archivald mi vida se ha vuelto un infierno, y todo por cobarde debí de haber sido valiente y huir contigo cuando me lo propusiste, pero no lo hice por querer tener la aprobación de mi padre, ¿y de que sirvió? De nada.
—No te preocupes más por eso dulzura —le dice el hombre—. Ambos cometimos errores, pero tenemos el suficiente tiempo aún podemos estar juntos.
—Espérame por un tiempo más por favor. En unos meses Archivald y yo estaremos oficialmente divorciados —le pide la mujer.
Por lo que entiendo la dama de negro es casada, pero a quien de verdad ama es al tal Albert.
—Eso es una maravillosa noticia, mi amor, ya que en unos meses tendré en definitiva la custodia de mi hija —le dice Albert a la dama de negro—. Y seremos un familia los tres juntos, te prometo que así será Karen.
“Karen” así se llama la dama de negro.
Los dos terminan de comer sus postres y de tomar sus bebidas en total silencio y yo salgo de mis escondite lo más silenciosa que puedo.
—¿Qué descubriste? —Me interroga Dayana con emoción por saber que es lo que he descubierto.
—Que no son novios —Eso va a ser lo único que sepa Dayana de todo lo que escuche.
No entiendo porqué, pero ahora es a mí a la que le ha interesado la historia de Karen, no la conozco, pero después de haber escuchado que es casada y que ama a otro hombre, me he puesto en el lugar de ella. Según entendí se casó con su marido para agradar a su padre, pero que su sacrificio no funcionó y ahora se arrepiente de no haberse fugado con Albert, el caballero buen mozo.
La vida de Karen, la dama de negro es tan interesante que a varios les podría interesar y hacer una telenovela como las que le gustan ver a Pony y Mary Jane por las tardes y noches.
Han pasado dos meses desde que me enteré de lo que esa mujer sufría y desde entonces hasta el día de hoy cada vez que la dama de negro va a la cafetería, siempre hay una sonrisa en su rostro, cosa que antes no había, solo una inmensa tristeza y amargura era lo que irradiaba.
—Aquí está su capuchino y su tartaleta de fresa —le digo a la dama de negro nerviosa sirviéndole su pedido—. Espero que lo disfrute.
—Hace falta el azúcar —alega la dama, y yo me regreso.
—Discúlpeme —digo dándole rápidamente los sobres de azúcar—. Es que siempre pide su café sin azúcar.
Karen se ríe, mientras abre los sobrecitos y se los agrega al capuchino.
—He venido muchas veces acá que ya se saben mis gustos, ¿verdad? —Cuestiona mirándome y ahora que la miro tan de cerca me doy cuenta que la dama de negro es muy hermosa, ojos azules y un cabello castaño, las facciones su cara son finas y delicadas, si no se vistiera como una señora de avanzada edad diría que Karen bien podría ser una modelo.
—Así es señorita —digo sonriéndole, mi vista pasa sin querer cerca de su cuaderno donde veo un hermoso vestido color crema—. ¡Que hermoso vestido!
Me emocionó por el dibujo y por lo que veo a la dama de negro también le emocionó mi comentario.
—¿Te gusta? —Cuestiona sonriendo y yo asiento—. Lo he diseñado yo.
—¿Es diseñadora de modas o algo por el estilo? —Pregunto intrigada por saber más de ella.
—No —niega con una sonrisa algo triste—. Me hubiera gustado estudiar diseño de modas, pero mis padres pensaron que era mejor que me casará y tuviera una familia.
Lastima, es la palabra que pasa por mi mente cuando la dama de negro me cuenta esa pequeña parte de su vida y en la cual he acertado al pensar que su vida no era nada fácil.
No sé que responder así que me limito a darle una mirada llena de compresión, el teléfono celular de la dama de negro suena y con una sonrisa me voy a seguir atendiendo a los demás clientes.
Pero no puedo ya que de la misma voz de la dama de negro que hace a penas unos segundos estaba calmada ahora exclama unas palabras en las cuales se puede sentir angustia.
—¡No, Albert no puede estar muerto, tú me estás haciendo una broma Graham! ¡¡¡Tiene que ser una broma!!!
La angustia de la dama de negro, hace que los clientes se pongan alerta y atentos a lo que dice. Luego se escucha un sollozó y en un segundo más la dama de negro se cae al suelo, seguramente porque ha recibido una mala noticia.
—¡Señorita, señorita! —Le digo cuando llegó hasta donde está ella desmayada.
—¿Qué ha ocurrido? —Pregunta Marian pasando entre los curiosos clientes que se han parada para ver si puede ayudar con la desmayada.
—No lo sé —respondo.
Flammy, se abre paso entre la gente hasta llegar donde la dama de negro y yo nos encontramos.
—Hay que recostarla en algún lugar —nos dice Flammy—. Y ustedes aléjense un poco por favor. —Pide a los clientes quienes obedecen al verle la cara llena de enfado—. La señorita necesita aire.
—Llevémosla a casa de Pony —propone Marian—. Ahí hay varias camas y estará cómoda, así podrás llamar algún doctor para que la revise, Flammy. Candice por favor acompaña a Flammy.
Rápidamente tomo todas las cosas de la dama de negro y las meto a su bolso. Gracias a un joven que estaba tomando café logramos llevar a dama de negro hasta la casa. Yo ofrezco mi habitación para que la dejen ahí, pero Flammy se niega y es la suya dónde la dejan.
—Candy quítale los zapatos, por favor —pide Flammy y yo hago lo que me pide—. Su vestido tiene un lazo que se amarra en la espalda hay que aflojárselo para que la circulación mejore. Hazlo y yo voy a ver si el doctor Henry puede venir.
Hago todo lo que me pide y cuando terminó el celular de Karen empieza a sonar, sin pensarlo dos veces contesto.
—¡Karen, por Dios, ¿por qué no me contestabas?! —Dice una voz masculina.
—La señorita Karen se ha desmayado —Le digo, esperando que sea alguien que la conozca.
—¡¿Qué le ha ocurrido a Karen?! —Pregunta la voz masculina—. ¡¿Dónde está mi hermana?!
«Así que es su hermano» pienso.
—Ella estaba en una cafetería, ahí se desmayo y la dueña de la cafetería pidió que la trajéramos a un lugar cómodo —explicó para que el pobre hombre no se asusté más y no se mortifique—. Estamos en la calle The Circus 28-07.
—Voy para allá —Es lo último que me dice el hermano de Karen antes de colgar.
Me quedo nerviosa aunque no entiendo porqué, luego miro hasta donde Karen se encuentra, veo que en sus ojos tienes lágrimas así que busco entre mi bolsa del pantalón una servilleta para limpiarle las lágrimas.
—Pobrecita —susurró—. Creo que has sufrido bastante.
Media hora más tarde luego que el jefe de Flammy, el doctor Henry haya revisado a Karen y que esta se haya despertado, llega alguien a tocar la puerta.
—Seguramente es su hermano —le digo a Karen—. Iré a abrirle la puerta.
Corro hasta llegar a la puerta, cuando la abro me encuentro a un chico el cual sin duda alguna es el hombre más guapo que he visto en mi vida.
Me quedo sin palabras ante la presencia de este chico hermoso el cual impone elegancia, porte y algo más que no sé que es.
—Perdón, una chica dijo que mi hermana se desmayo y la trajeron aquí. —Habla el chico.
—Aja —susurro y mi inconsciente me despierta de mi ensoñación cuando menciona lo del desmayo—. Es decir ¡sí! La señorita Karen se encuentra aquí, ¿usted es..?
—Therius —responde rápidamente—. ¿Puede guiarme hasta donde se encuentra mi hermana?
—Por supuesto, por supuesto —digo con nerviosismo quitándome de la puerta—. De hecho fui yo la que le contesto el teléfono y con ayuda de un muchacho trajimos hasta acá a su hermana ya que fue en la cafetería en la que trabajo donde…
¡Por Dios Candice, acabas de conocer a alguien interesante y le dices puras tonterías! Me regaño a mí misma, Therius se me queda mirando como si fuera algún animal exótico o una rata de laboratorio.
Seguramente está impaciente por ver a su hermana.
—Por favor joven Therius, sígame lo guiare hasta donde se encuentra Karen —anunció caminado hasta la recámara de Flammy.
—Gracias —agradece con algo de frialdad la cual no sé si interpretarla como enojo por hacerlo perder el tiempo o por la angustia que siente por su hermana.
—Aquí esta —digo entrando a la recámara de Flammy.
En cuanto la dama de negro ve a su hermano, se levanta y Therius corre hasta ella.
—Graham —dice ella en un sollozó y cuando él está cerca se hecha a sus brazos a llorar.
—Ya, ya hermanita todo va a estar bien. —Therius trata de calmar a Karen.
—Señores, los dejamos solos —anuncia Flammy haciendo un clara señal la cual indica que debemos de dejarlos solos.
Hago lo que me pide muy a mi pesar, pero se me cruza una idea loca por la cabeza.
—Se me olvidó que la señora Eva me pidió que llevará los platos de vuelta a la cocina —le miento a Flammy, aunque si haré lo que Eva me pidió después de escuchar lo que quiero.
Flammy no me dice nada, solo sigue con su camino y yo regresó con paso rápido hasta donde está la dama de negro y su guapísimo hermano.
—Tienes que seguir adelante —le dice él—. Yo sé que ahora te duele, pero debes prometer que serás fuerte, tienes que ser fuerte, porque si Archibald se entera el muy maldito le contará a papá y no quiero que él te haga daño.
—Aun no puedo creer que Albert se haya ido —menciona Karen y los recuerdos me llegan a la mente, Albert era el hombre que estaba con ella hace dos meses y con el cual ella se iba a fugar y también era el hombre que ella amaba.
Siento pena por ella. Puedo asegurar solemnemente que jamás me he enamorado de alguien como para llorar como Karen lo hace por Albert, no quiero ni imaginar por el dolor que está pasando.
—¿Cómo fue? ¿Cómo…murió? —Pregunta ella con pesar.
—Aun no lo sé, enana —responde Therius con ternura—. Solo sé que es un hecho que Albert está muerto.
Y Karen vuelve a sollozar. Yo decido que ya está bien de escuchar conversación ajenas y voy por los platos de Eva.
Al cabo de una hora los hermanos salen de la habitación, Therius lleva agarrada de la cintura a su hermana quien está con los ojos hinchados y muy pálida.
—Muchas gracias a todos ustedes por ayudar a mi hermana —agradece Therius con cara de seriedad y yo vuelvo a quedarme petrificada gracias a su mirada.
Es que en serio él tiene algo, puede que sea un tipo de hechizo, porque aunque mi mente me ordena una y otra vez que deje de mirarlo, mis ojos no me obedecen.
—No hay nada que agradecer señor, su hermana necesitaba ayuda y era nuestro deber dársela —dice Pony—. Y de verdad que sí hay algo más en lo que podamos hacer por ustedes, nosotros encantados.
—Por el momento no hay nada más que hacer —Es lo último que Therius dice antes de que desaparezca de mi vista.
—Pobre muchacha, perder a su alma gemela así —menciona Eva apareciéndose de la nada.
—¡Eva por Dios, no nos asusté! —Regaña el señor Stevens—. ¿De dónde ha salido?
—¿Cómo sabe eso? —Cuestiono, ¿será que escucho toda la conversación de los hermanos desde su cuarto?
—Las runas, niña, las runas jamás mienten —responde guiñándome un ojo.
—¿Y que es lo que le dicen ahora? —Pregunta Tom para hacer enojar a su papá ya que él detesta las cosas de brujería y supersticiones.
—Que un gran amor llegó a su fin —contesta Eva sin dejar de ver su figuritas las cuales son sus runas—. Y que hoy un gran amor se está empezando a formar.
—Ya no sigas con tus cosas, Eva, ya no —dice molesta Mary Jane.
Pasa todo un mes en el cual la dama de negro no vuelve a la cafetería, yo me entristezco ya que mi ilusión de todas las mañanas es volver a ver el chico el cual aparece todas las noches en mis sueños, pero en la realidad no está.
Poco a poco y día con día me resigno a que jamás volveré a ver a Therius del cual lo único que sé de él es su nombre y estoy segura que en toda Gran Bretaña existen decenas de hombres llamados así.
El día de hoy fue un día bastante ajetreado, tuve que estudiar hasta horas de la madrugada, me desperté con un fuerte dolor de cabeza y fueron tres largas horas las que duró el examen y para cerrar con broche de oro Marian se fue con sus dos sobrinas a celebrar por el primer pago de Flammy y me han dejado a mí a cargo de la cafetería con ayuda de una chiquilla la cual no sabe nada de lo que se trata atender un negocio.
Gracias a Dios el día termina la muchacha se va y me deja a mí limpiando el local y lavando los trates.
Estoy a punto de terminar de lavar cuando la campanilla de la puerta suena clara señal de que un tonto cliente ha entrado. Yo me exaspero, ¿Qué acaso la gente no sabe leer el rótulo de “cerrado”?
Le comentaré a Marian que necesitamos un rótulo aún más grande con letras gigantes.
—Lo siento, pero ya hemos cerra…—la frase se queda inconclusa porque el tonto cliente no es otro que Therius, el hermano de la extraviada dama de negro—. ¡Therius!
—Veo que te acuerdas de mí ¡Hola! —saluda Terrece sonriendo. Está de más decir que no lo había visto sonreír, tiene una sonrisa hermosa la cuál adorna su rostro—. Perdón, pero hay luz y el cartel de afuera indica que no han cerrado, por eso pensé que todavía estaban atendiendo.
Tiro el trapo de cocina y camino hasta la puerta y efectivamente el cartel con las letras que indican que aún atendemos está puesto.
—¡Sabía que Dolores es medio torpe, pero se está pasando! —Vocifero enojada—. Ya está cerrado, pero por ser hermana de nuestra clienta frecuente lo atenderemos.
—¿Segura? No quisiera causar molestia y…
—Nada de eso —digo interrumpiendo al chico y volviendo hasta el mostrador—. Cómo le dije su hermana es una de nuestras clientas estrella —miento con lo primero que se me pasa por la cabeza para empezar una conversación con él y que mejor de hablar sobre su hermana—. Que por cierto, ¿cómo está ella? Hace semanas que no nos visita.
—Es precisamente por ella que estoy aquí —menciona Therius y la sonrisa se le desvanece—. A Karen siempre le gustaron los postres y el café de aquí, quiero darle una sorpresa para animarla.
—El café favorito de la señorita Karen es el capuchino y el ice cooffe, de los dos es el último el que más le gusta, así que en seguida le preparo uno y también traeré una porción de su pastel favorito.
—Muchas gracias —dice él y yo me ruborizó. Voy rápido hasta la cocina para hacer el café, y después busco si todavía hay pastel de tres leches, cheesecake o algún otro pastel que haya probado Karen, pero mala suerte ya no hay ninguna rebanada de ningún pastel.
El proveedor de pasteles llegará hasta mañana en la tarde y no quiero decepcionar a Therius, pero no sé que hacer.
—Aquí está el café —digo entregándole el vaso—. Lamentablemente ya no contamos con pasteles, pero si usted quiere mañana en cuanto abra el local le tendré el pastel listo para la señorita Karen.
Therius me vuelve a sonreír lo que es un alivio y una alegría para mí.
—Claro que sí, mañana vendré a traerlo —asegura sacando dinero para pagar—. Mientras tanto le llevaré esto a mi hermana. Solo espero que ella se anime un poco.
—¿Cómo está ella? ¿Acaso recibió una mala noticia? —Preguntó ya que Therius no sabe que yo sé la verdad.
—Murió la persona que amaba y también el hombre que era mi mejor amigo —cuenta, me hago la sorprendida aunque ya lo sabía, bueno menos eso de que él tal Albert era su mejor amigo.
—Lo siento mucho —expreso con sinceridad mientras lucho con las ganas de colocar mi mano encima de la mano de él, se ve tan linda con dedos largos y las uñas bien limadas—. La señora Pony dice una frase en estos caso la cual es; que todos estamos sujetos a la muerte, en cualquier momento nos va a tocar morirnos, para los que mueren no hay dolor, más sin embargo para los vivos tenemos que seguir adelante siendo los recuerdos que vivimos con el ser querido el motor que no empuje a seguir viendo.
—Creo que es una buena frase —indica Therius sin dejar de mirarme, tiene unos ojos azules preciosos los cuales creo capaz que inundan hasta lo mas hondo del alma.
—En lo personal creo que es un poco fría, más sin embargo puede que a usted y a su hermana le sirva —comento con una sonrisa tímida.
—Lo hace —asegura—. Ahora que lo mencionas, no agradecí a la señora Pony, a los demás y a ti como se merecen por haber ayudado a mi hermana. De hecho ni siquiera sé tú nombre.
—Me llamo Candice White, pero me dicen Candy —digo y por impulso le tiendo la mano.
—Therius Grandchester —menciona él, al instante me toma mi mano para apretarla. Tiene la piel tibia y suave—. Y una vez más gracias por ayudar a Karen.
—¿Es muy importante tu hermana para ti?
—Basta decirte que somos mellizos para entender la gran conexión que tenemos —cuenta con alegría—. Tenemos otra hermana mayor, pero con ella no soy tan unido.
—Es lindo tener hermanos, yo me quedé huérfana a los doce años, no tengo hermanos, pero si una familia postiza que me hace muy feliz —digo recordando a Pony y a todos en la casa.
Therius asiente y luego añade;
—Bueno señorita Candice, ha llegado la hora de retirarme —anuncia y mi corazón se entristece—. Mañana volveré por ese pastel, hasta entonces, que tenga una buena noche, Candy.
Therius se va dejándome sola, sola y escuchando los latidos de mi corazón por la emoción de que lo volví a ver y de que mañana lo volveré a ver también.
Todo sería tan hermoso, si no fuera porque ahora mismo tendré que preparar un pastel, lo que significa que otra ves me desvelaré.
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Hola queridas, les traigo el primer capítulo, espero que les guste. Pobre Candy ¿no? Ahora se va a desvelar, pero con tal de deslumbrar a Terry todas somos capaces de hacer hasta desvelarnos y no dormir nadita.
Las quiero♡
Muy lindo inicio de historia, un mundo diferente y situaciones diferentes. 
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