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BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA

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RossyCastaneda

RossyCastaneda
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

ATADO A TI
CAPÍTULO XV PARTE II
BY ROSSY CASTANEDA
BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA Cbf14b10



—No me molesta ser solo Candy —se apresuró a decir la muchacha al ver el rostro de Eleonor, no quería que la señalara como una esnob. El título no es importante para mi. Perdí mi reputación en Londres y todo se volvió muy oscuro. En la alta sociedad en la que crecí, es habitual orquestar matrimonios por intereses y mi padre no fue la excepción.

—Ya veo.

—Mi padre investigó a esos dos candidatos por su posición y circunstancias.

—¿Y qué pasó? —se interesó en saber la rubia mayor.

—El primero, el conde de Astor, fue a casa, cenó con nosotros y a la mañana siguiente se excusó y se marchó... El segundo... digamos que es mejor olvidarlo también. Tengo entendido que era mitad escocés y mitad ingles. Llegó a Londres y tal como arribó se fue. Conocí a su hermana cuando fui presentada en sociedad ... una joven muy agradable —aludió pensativamente.

—¿Cómo se llamaba la dama? —Eleonor tenía curiosidad por conocer su identidad.

—No lo recuerdo bien. ¿Por qué? —cuestionó al ver el interés en los ojos de su futura suegra y no sabía a qué se debía.

—Mira, ahí llega mi hijo  —la dama señaló hacia el horizonte—. Estará eufórico. Ve con cuidado con él. Hablo por mi propia experiencia con el padre de Terrence, cuando lograba una hazaña... —La miró de reojo—. Ya lo averiguarás —añadió con picardía —te veo en casa de Karen —se despidió de ella.

Candy tomó la cesta que su suegra le preparó, y se echó a correr hacia el establo como una niña pequeña. Cuando entró, vio a Terrence dejando al caballo en su cubículo.

—¿Estás lista? —le preguntó, mientras sacaba a Teodora y la ensillaba.

—Llegué a creer que me habías abandonado por un caballo... —se lamentó tragándose una sonrisa.

—¿Estás celosa? —argumentó él sonriendo

—¿De un animal? ¿Debería estarlo?

—No, pero me agrada verte poniéndome en mi lugar porque te dejé desatendida —confesó—. Montemos, tengo muchas ganas de que veas mis tierras. No es tan grande como la hacienda de Karen... —He pensado que... —su voz se silenció y la vio de reojo.

—¿Qué has pensado? —lo interrogó.

—Lo llamaré Dulce Candy. ¿Te gusta el nombre? —preguntó con suma esperanza.

La respuesta de ella fue sacar el pie derecho del estribo de la yegua, dado que se disponía a montar, y abalanzarse a sus brazos. Lo besó con intensidad.

—¡Me haces tan feliz! —suspiró la joven cuando cortó el beso.

—¿Debo suponer que estás contenta? —inquirió con humor, mientras la sostenía entre sus brazos.

—Si sigues dudando, creo que no he sido evidente en mi... muestra de agradecimiento. Me encanta lo que has pensado.

—Es mi regalo de boda para ti.

—¿Vamos a casarnos? —preguntó falsamente sorprendida.

—¡Uy! Eso hirió mi honorabilidad... pero si lo dudas —usó una fórmula parecida a la de ella— es que no lo he dejado lo suficientemente claro. Me parece que sería buena idea buscar un cubículo confortable y alborotarte un poco, Pecosa. —Hizo sonar la propuesta como una amenaza de lo más seductora—. No sabes cuánto te deseo a todas horas.

—Eres tentador y engreído, pero debo declinar tu amable propuesta, dado que quiero ver las tierras de la Dulce Candy —sonrió —Me gusta cómo suena.

—Ya he mandado hacer el letrero, lo colocaremos cerca de la casa. Se verá precioso. —La ilusión con la que él hablaba sobre el futuro le hacía sentir el corazón cálido.

—Vayamos a recorrer las tierras de nuestro hogar —sugirió ella. Sin embargo, no logró moverse ni un ápice—. Si no me sueltas, no podremos ir.

—Lo sé. Solo quería tenerte un poco más entre mis brazos. Se siente tan natural... —Pecosa ... ¿Crees en el destino?

—¡Vaya! —exclamó mientras fruncía las cejas

—¿Qué? —cuestionó él al ver la extrañeza dibujada en su rostro.

—Comienzo a pensar que sí podría existir un motivo y una causa en todo lo que sucede... dado que es justo de lo que estábamos hablando tu madre y yo hace unos instantes.

—¿Y qué le dijiste?

—Creo que todo en mi vida me ha conducido hasta ti. Pude haberme casado con un noble, pero no estaba escrito así. Siento que debí llegar hasta aquí... hasta ti, hasta un hombre bueno, leal, confiable... ¿Tiene sentido lo que te digo?

—Muchísimo. Mi abuelo me hablaba constantemente de mi futuro, de cómo llegaría a ser el gran jefe de los Highlanders, pero eso no ocurrió. Comienzo a pensar que tú estabas destinada a mí, del mismo modo que yo lo estaba para ti. Y estoy completamente seguro de que por mucho que hubiese corrido me habrías alcanzado, Candy. Eres mía —. Creo que también mis pasos me condujeron hasta ti... Y me siento afortunado, Pecosa. No tienes una idea de lo feliz que me haces.

—Ah... Supongo que esperas otro beso por esas bonitas palabras.

—Espero mucho más de ti, Candy —le respondió con una mirada cargada de deseo—, pero no ahora. Vamos, monta, iremos a recorrer nuestras tierras.

Desmontaron al llegar a la orilla del rio. —Comieron un poco de carne fría y unas deliciosas empanadas. Y cuando terminaron, se abandonaron a los brazos del amor. Se amaron en medio de la naturaleza, bajo la sombra de un precioso árbol que los cobijaba del intenso sol. Terrence la invitó a meterse en el río con él. Lo hizo, pero dos minutos, lo justo para adecentarse, dado que pasaría bastante tiempo hasta que se olvidase de lo que sucedió la última vez que se bañó en aquellas frescas aguas. Durmieron una corta siesta, que se sintió perfecta y luego fue momento de regresar a casa de Karen. Candy no pretendía marcharse. Deseaba estar con él a todas horas, pero Terrence la convenció, diciéndole que tenía una sorpresa preparada y que debía ser buena si deseaba conocerla. ¡Y vaya que sí, fue una sorpresa inigualable y... perfecta!

@@@@@

Candy se vistió con el hermoso vestido que le regaló su amiga. Era muy favorecedor y no se le ocurría otro para ponerse en el día de su boda. Terminó de colocarse los pendientes de esmeraldas y se miró al espejo. Sonreía como una boba enamorada porque lo era.

Terrence le había dado la mayor de las sorpresas planeando una boda... Candy intuía que Karen, su amiga y su suegra estaban implicada en la acción, pero de igual modo fue demasiado emocionante ver la casa con aquel aspecto festivo. Y la comida olía deliciosamente bien. Todos se habían esforzado muchísimo por ambos y ella flotaba sobre una nube.

Después del Picnic, su prometido la había dejado en la hacienda Kleiss y se marchó a su casa de nuevo en busca de su mejor traje. Antes de irse le dijo que no se atreviese a huir. No lo haría. Estaban demasiado bien juntos como para renunciar a su amor.

—¿Estás lista, Candy? —Annie entró en la habitación y la observó con los ojos humedecidos—. ¡Diablos si lo estás! Más bonita que una diosa fornicadora corrompida por mil pecadores.

Candy rodó los ojos.

—No debí apoyar esa idea tuya de hacerte pasar por una mujer viuda —se lamentó.

—Sí, sí. Dejemos esa discusión para otro momento. El juez ha llegado y tu Romeo podría morir de un ataque de apoplejía si su Julieta no baja de inmediato. Tiene la absurda idea de que en cualquier instante vas a cambiar de opinión y lo dejarás plantado.

—¡Oh, por favor! ¿Cómo puede pensar algo así?

Annie se encogió de hombros.

—¡Hombres! Imagino que también adolecen de inseguridad. Y de verdad que es divertido haber visto a un guerrero tan fiero e inmenso como él, sudar como si estuviese en el infierno de los sementales y no pudiera revolcarse con ninguna mujer.

—¡Por amor de Dios, Annie! Cada día hablas peor. Tienes que volver a ser tú misma antes de que te eches a perder.

—Sí, sí... bajemos antes de que tu hombre suba a comprobar que no has escapado por la ventana, o peor, antes de que yo despelleje a Archibald Cornwall ... —susurró por lo bajo la última parte.

—¿Qué has dicho? ¿Él está aquí?

—Si... y mejor ni preguntes más.

—¿Qué has hecho? —preguntó la rubia

—¿Yo? Nada. Tu acusación me ofende. Debería darte una tunda por poner en entredicho la palabra de tu hermana mayor —bromeó.

—¿Quieres ver como soy yo la que te la da, Annie? —respondió con otra pregunta que hizo que su amiga se centrase.

La puerta se abrió y un alto y apuesto rubio se apareció frente a ellas.

—Me marcho —Annie depósito un beso en la mejilla de su amiga y desapareció de la estancia.

—Tío... no esperaba verte aquí.

—Terry fue a buscarme esta mañana y me dijo los planes que tenía, así que, aunque estes enfadada con nosotros, en especial conmigo, no podía dejarte sola en un día como hoy —la miró a los ojos —te ves igual como se via mi hermana cuando se casó con tu padre. —Me permites entregarte a tu futuro esposo en ausencia de tu padre.

—Gracias por estar aquí —Candy aceptó la compañía de su tío.

—¿Crees en el destino?

—Esta es la tercera vez en el día que me hacen la misma pregunta —replicó ella frunciendo las cejas.

Albert sonrió...

—Estarás bien con Terrence... Ambos son tal para cual  —dijo mientras ella colocaba su brazo bajo el suyo.

Llegaron al piso de abajo y todos estaban preparados para recibirla. Karen, que también se veía preciosa con un vestido nuevo de color dorado, le dio un pequeño, pero precioso ramo de narcisos. El juez estaba sentado en la mesa del comedor, y ya tenía todos los documentos listos para que ambos los firmasen.

Terrence estaba junto a su madre, delante del hombre que daría validez a su unión y la miraba con adoración. Candy sintió sus mejillas sonrojarse al recordar que ambos habían sido amantes antes de convertirse en esposos. Ese pensamiento tan malvado la llenó de orgullo. Él estaba impecablemente vestido, con un traje oscuro y una camisa de batista blanca. El pelo echado hacia atrás. Sus ojos azules se veían brillantes. Era apuesto y grande. Su guerrero se veía tenebroso, pero irradiaba una luz brillante que ella había podido observar con facilidad. Tan bueno... Un hombre único que hacía palidecer al resto.

Su familia y sus conocidos más cercanos a su lado, junto a ella para dar el paso a la nueva vida. Los novios firmaron la documentación entre aplausos y vítores. Terrence le deslizó precioso anillo de oro en su dedo y se emocionó, luego ella pidió un poco de silencio y habló ante el improvisado público.

—Quiero decirles a todos que estoy muy feliz por la nueva vida que acabo de comenzar y que no podría ser más dichosa. Siento que todo está en su lugar al fin. —Llegado ese punto miró a su ya esposo y suspiró—. No podía haber pedido a un hombre mejor, más sensato... Aunque a veces no lo demuestra demasiado... —Todos rieron con aquella observación, también el aludido—. Sin embargo, le confiaré mi vida, porque es fiel, es leal, honrado y sé que jamás me fallará. No he conocido un hombre mejor en mi corta existencia —insistió una vez más.

Terrence le sostuvo el rostro entre las manos como si fuese la flor más bella del mundo, listo para protegerla, la miró de un modo que le hizo sentir el corazón batiendo con fuerza y luego la besó con anhelo. Candy se fundió con él. Solo podía sentir la suavidad de la lengua de ese hombre que había sufrido tanto o más que ella.

El beso terminó en cuanto todos comenzaron a carraspear con incomodidad. Terrence la miró, permaneciendo a un suspiro de su rostro y le dijo:

—No soy bueno con las palabras. Espero que mi beso haya dejado claro lo que eres para mí, Candy

Ella asintió embelesada.

La música comenzó a sonar y la comida que había sido preparada especialmente para honrar la fiesta, empezó a ser devorada. El vino corría, el whisky también. Todo era júbilo y felicidad.

Terrence llevó a Candice hasta el centro de la improvisada pista de baile y la sostuvo entre sus brazos. No importaba que la música fuese excesivamente alegre, él se balanceaba con ella y no parecía dispuesto a soltarla. Estuvieron así durante un par de piezas.

Luego los invitados reclamaron a los recién casados. Candy se fijó en su amiga. La vio con un vaso de licor en la mano y su nariz estaba roja. ¡Annie necesitaba una niñera! Se acercó hasta ella.

—Annie, creo que deberías moderarte un poco…

—No seas tan remilgada —le dijo con alegría alzando su vaso en alto—. Es el día de tu boda. Al fin te has casado, hermanita.

Candy se tuvo que morder la lengua. Su amiga estaba fuera de control.

—¡Eso! No quieras dar lecciones de moralidad —dijo a su lado Archibald Cornwall, quien también estaba ebrio. Candy suspiró. Intuía que él era el responsable del estado de embriaguez de su amiga.

—Señor Cornwall, ¿Por qué no baila un poco?

—¿Con quién? Aquí, no hay mujeres disponibles. Creo que debí haber esperado a conocerla… Es usted muy hermosa. Entiendo el motivo por el que ese engreído cayó a sus pies. No lo hubiese sospechado jamás… él no es amable con nadie.

Candy suspiró. El alcohol hacía hablar a los hombres mucho más de la cuenta cuando no debían hacerlo. Decidió olvidarse de Archibald Cornwall y centrarse en lo importante.

—Annie, creo que deberías subir y acostarte un poco. No bebas más. —La última parte fue dicha en tono bajo pero con autoridad.

—¡Maldita sea, hermana! No soy una niña, no te atrevas a mandarme. Soy yo quien debe obligarte a ti a hacer las cosas —saltó a la defensiva, mientras trataba de ponerse en pie. Trastabilló y terminó en el regazo de Archie.

—Señora Viuda, esto se está convirtiendo en una costumbre muy fea y no soy el tipo de hombres que calientan la cama de un difunto… —susurró cerca de la oreja de Annie. Ella sintió un estremecimiento extraño. Se levantó de inmediato… Entre otras cosas porque Candy la ayudó a alzarse a toda prisa.


La rubia frunció el ceño. No le gustaba la complicidad que acababa de observar entre ambos.

—¿Hermana? —la interrogó, al verla descompuesta.

—Creo que te haré caso y subiré a descansar. ¡Pero no te acostumbres, eh! —Se vio en la necesidad de reafirmar su lugar como supuesta hermana mayor. Lo que Annie estaba sintiendo en esos precisos momentos la tenía… molesta. Sí, Archibald Cornwall con su estúpida sonrisa y sus manos seductoras la habían hecho enfadar.

Candy se sintió un poco más tranquila al ver que su amiga, a duras penas, conseguía subir las escaleras. Era imprescindible mantener una seria conversación con ella. Tenía que convencerla de acabar con la tontería de ser una fuerte viuda.

—¿Le han dicho alguna vez que es usted muy mandona, señorita…? ¿Cómo debo llamarla ahora que es la esposa Terrence?

—Basta, Archie —lo riñó Allistair quien se acercó a ellos al ver el estado de embriaguez de su hermano menor —discúlpate con la dama, ahora.

—Ah, si, si, —hipó —le debo una disculpa y se la ofrezco ahora. Su esposo me dará una paliza… o lo intentará, si no le pido mis sinceras disculpas… Aunque no son sinceras, porque yo no deseaba casarme y él la quería para si. Supongo que todo ha salido bien, más porque es usted autoritaria, y creo que lo será más que su esposo… —El alcohol le estaba soltando la lengua. No importaba, se sentía alegre.

—Constantemente me lo dicen. Es mi mejor cualidad. —replicó ella mordaz —ahora, le exijo que se aleje de mi hermana o le pesará —le advirtió.

—¿O Duquesa? —siguió él con su conjetura sin hacerle caso.

—Archibald, cierra la boca.

—Por qué... —. Creo que le irá bien que la llame así… porque se ve altiva y autoritaria, más que el propio Terrence aunque sea mitad inglés, mitad escocés —aclaró—. Debo decirle que le sienta muy bien su nuevo título, aunque no lo pueda usar aquí, en el campo, se ve usted preciosa como Lady Granchester… Distinguida y fría… porque sus ojos me están helando la sangre. —Archie se empinó el vaso y lo dejó sin líquido. Luego, se levantó de la silla, la miró a los ojos y añadió—: Ahora, si me disculpa, creo que iré a beber un poco más. —anduvo unos pasos, se giró y habló de nuevo—: Ah, por cierto. Avise a su hermana… que no estoy interesado en lo que sea que ofrezca. Ella es quien me persigue a mí. —Archie continuó su rumbo sin saber que a ella se le había caído el mundo a los pies.

—Discúlpelo... y no le haga caso, está ebrio, no sabe lo que dice —Stair se disculpo y se fue tras se hermano. Deseaba cortarle la lengua por cotilla.

Candy sintió un tirón en el pecho... El título que él había usado… Mitad escocés, mitad inglés ... Granchester... La angustia que creía olvidada le subía por la garganta. Una doble inquietud: por la revelación hecha y por lo sugerido sobre Annie. Los asuntos relativos a su amiga tendrían que esperar. ¿Podría ser Terrence, el noble que no quiso casarse con ella? ¿El que no la quiso ni conocer?


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Para quienes me acompañaron en esta aventura, les aviso que la continuaré en mi cuenta de Wattpad

A Dilcia, Nancy G, Evelyn Rivera Strubbe, BettyJesse, Ximena Torres, Jennyellizu, EliRoseZafiro y a les gusta esta publicaciòn

Nancy G

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Gisela ruht

Gisela ruht
Niño/a del Hogar de Pony
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Que indiscreto es archi😡😡😡😡ahora candy esta durando 😔😔😔😔😔

RossyCastaneda

RossyCastaneda
Niño/a del Hogar de Pony
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Por supuesto que te darémás, bella Nancy BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 334740 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 334740

Jennyellizu

Jennyellizu
Niño/a del Hogar de Pony
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No!!! Archie porque se te fue la lengua, espero no pase nada malo con esta noticia .

Evelyn Rivera Strubbe

Evelyn Rivera Strubbe
Niño/a del Hogar de Pony
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Oh no, se le soltó la lengua a Archie. Candy eso no importa, lo que importa ahora es que se aman. Gracias por continuar la historia en Wattpad BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 355103 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 355103 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 355103 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 355103 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 355103 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 355103 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 836918 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 836918 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 836918 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 836918 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 836918 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 836918 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 971718 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 971718 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 971718 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 971718 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 971718 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 971718 BANDOLERAS DE TERRY—ATADO A TI—CAPÍTULO XV PARTE II—BY ROSSY CASTANEDA 971718

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