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Dos días después...
—Acompáñeme señor Hathaway, la licenciada Candice y el licenciado Granchester esperan por usted en la sala de juntas.
—Muchas gracias.
—¿Cómo es que ustedes dos se conocen? —cuestionó Terry rompiendo el silencio que se formó en la sala de juntas tras las respectivas presentaciones.
—Cuando era un reportero en la ciudad de Michigan, —comenzó a exponer Robert Hathaway —lei una historia que llamó mi atención. —miró a Candy y prosiguió cuando esta le indicó que estaba bien —Esta, era sobre una niña de escasos once años que fue remitida a un hospital psiquiátrico.
Terry se acomodó en la silla para escuchar atentamente el relato del hombre frente a él.
—Según la madre adoptiva, la pequeña intentó lanzar a su hermana desde el balcón con la intención de matarla —hizo una pequeña pausa y prosiguió —impactado por los hechos que leí, decidí indagar mas a profundidad el caso y lo que encontré me dejó perplejo.
Durante los primeros días, la niña estaba totalmente convencida de que simplemente estaba en aquel hospital infantil psiquiátrico para que le hicieran un diagnóstico y una evaluación. En su inocencia, creyó que quienes la llevaron a aquel sitio, volverían por ella, sin sospechar que aquellas personas la enviaron a ese lugar porque no la querían tener cerca de ellos.
Cuando le avisaron que sería internada en el hospital, la pequeña, huyó del lugar y se encontró conmigo en un parque ubicado a unas cuantas cuadras de distancia del hospital. Tras contarme su historia, la niña confesó que jamás trató de hacerle daño a su hermana, que lo único que quiso fue auxiliarla para evitar que cayera desde el balcón, y que lo dicho por la señora de la casa fue todo falso.
La declaración de aquella pequeña fue una auténtica bomba que cayó sobre mi. Desde que ocurrió aquel incidente durante aquellas vacaciones, todos pintaron a la pobre niña como si fuera un monstruo, sin embargo, a mi me quedó claro que la pequeña no lo era y que lo ocurrido entonces, fue un mal entendido, o quizás una trampa fabricada por la señora de la casa y sus dos hijos para deshacerse de ella, ya que el señor de la casa se negaba a devolverla al orfanato.
Aquel encuentro fue suficiente para que la niña fuera devuelta al orfanato de donde salió, gracias a que yo grabé secretamente la conversación que tuve con ella en donde además de contarme su historia, la niña me confesó que estaba asustada de su nuevo hogar y me dijo que quería volver a la casa hogar.
Al escuchar la súplica de la pequeña, la encargada de la casa hogar acudió a su rescate, y yo, sintiendo que había cumplido con mi deber como periodista, seguí mi camino y no volví a saber mas de la niña hasta ahora, dieciséis años después, que vi su rostro adulto y aquellos inconfundibles e inolvidables ojos color verdes esmeraldas, impreso en los periódicos de todo el País.
Terry giró ligeramente el rostro y abrió los ojos ampliamente al ver los ojos cristalizados de su novia. Su reacción le bastó para comprender que aquella niña era ella. Se puso en pie y la envolvió entre sus brazos. Ahora comprendía la razón por la cual, Candice se había convertido en la defensora de las causas perdidas sin importarle el tiempo que le demorara demostrar la inocencia de las personas que defendía sin preocuparse por no recibir un solo dólar como pago de sus servicios legales.
—Lamento todo por lo que tuviste que pasar durante tu niñez, Pecosa —Terry limpió su rostro.
—Lo que no nos mata nos hace mas fuertes —respondió ella esbozando una sonrisa triste. Se aclaró la garganta, pues había llegado el momento de que su esposo conociera la otra parte de la historia y nadie mejor que ellas para contarla.
—La familia Leagan se encontraba de vacaciones en su casa de campo en las afueras de la ciudad de Chicago, como solían hacerlo cada año desde que Niel y Elisa llegaron a sus vidas.
Terry se tensó al escuchar aquellos nombres pero se obligó a mantener su temperamento a raya y a guardar silencio para que ella continuara su relato.
—Al ver como Elisa jugaba sola, el señor Leagan pensó que adoptar a una niña de su misma edad sería la solución perfecta para que hija tuviera compañía.
A pesar de las protestas, oposición y argumentos de su esposa que decía que no era buena idea meter dentro del núcleo familiar a una niña de orígenes desconocidos, el señor Leagan impuso su autoridad y la señora Leagan no tuvo otra opción que aceptar con la única condición que antes de firmar los papeles de adopción, llevarán a la niña a casa por un período de prueba. Fue así, bajo aquella condición que llegué a la casa de campo de la familia Leagan.
Desde mi llegada, no fui bien recibida por los hijos de la pareja, pero aún así, me mostré optimista y estaba determinada a soportar todo con la esperanza de ganarme la buena voluntad de quienes serian después de todo mis hermanos adoptivos, pero las cosas iban de mal en peor, las infantiles bromas de Niel y Elisa se tornaron mas pesadas hasta el punto que exploté y me defendí de los insultos y ataques que soporté durante tres largos meses.
—Cuando el señor Leagan regresó a casa después de un largo viaje de negocios, accidentalmente escuché la discusión que tuvo con su esposa —Candy cerró los ojos y comenzó a relatar lo sucedido como si hubiese sido ayer:
—Te dije que traer a casa a una niña de orígenes desconocidos no era buena idea, y aquí tienes los resultados —protestó la señora Leagan.
—¿Qué fue eso tan grave que hizo Candice que te tiene tan alterada?
—No me obedece, hace todo lo contrario de lo que le pido.
—Es una niña de once años, es natural que quiera disfrutar su infancia, déjala ser.
—Elisa tiene su misma edad, y ella hace y dice todo lo que yo le ordenó, —replicó la mujer —ella en cambió es una salvaje que se atrevió a golpear a Niel —mostró el rostro amoratado de su hijo.
—Algo tuvo que hacerle Niel para que ella reaccionara de esa forma.
—No la defiendas.
—No lo hago, es solo que te conozco y sé lo intransigente que puedes ser cuando te lo propones
—¿¡Intransigente yo!? —bufó —desde el primer día que esa niña vino a nuestra casa, se ha mostrado muy retraída y aislada y eso ha dificultado que Niel y Elisa conecten con ella, y a pesar de ello, tanto ellos como yo hemos intentado acortar la distancia, dejando de lado nuestras propias ocupaciones para dedicarle tiempo a ella.
—Hemos intentado darle todo lo que pensábamos debería tener una niña de su condición, pero nos hemos dado cuenta que ninguno de los regalos ha conseguido que esa niña tenga entusiasmo por su nueva situación en la vida.
—Oh vamos Sara, no te esfuerces en mentir, te conozco muy bien como para creer una sola palabra de que has dicho, además no soy ajeno al mal comportamiento de nuestros hijos.
—Me parece increíble que defiendas a esa niña antes que a tus propios hijos, un día de estos te llevaras una desagradable sorpresa y espero no sea demasiado tarde para que te des cuenta de lo equivocado que has estado con respecto a ella.
Candy frotó su rostro con ambas manos y sacudió la cabeza para ahuyentar aquellos amargos recuerdos que marcaron para siempre su infancia y fijó su mirada en aquel reportero que se convirtió en su tabla de salvación.
—La tarde que conocí al señor Hathaway, yo estaba dispuesta a acabar con mi vida, prefería morir que vivir aquella tortura. A mis escasos once años, no entendía la razón por la cual yo tenia que pasar todo aquello. Fui abandonada como un pequeño animal indefenso, por quienes se suponía debían cuidar de mi, cuando era apenas una bebé, y luego eso —apretó los labios y los ojos —era demasiada carga para una niña de mi edad, demasiadas preguntas, sin una sola respuesta —bajó la mirada cuando su voz se quebró.
—Cuando la señora Paulina fue a mi rescate, volví a creer en la vida y cuando fui adoptada por la familia Ardley, me juré que me esforzaría para ayudar a otros que al igual que yo han sido acusados y enjuiciados por crímenes que no cometieron —alzó la mirada —y aquí me tienes, luchando para que Millie, tenga la justicia que merece, porque su caso es tan similar al mío.
Terry sintió una fuerte opresión en su pecho. Conocer de labios de su novia todo lo que sufrió a sus escasos once años, le partió el corazón en mil pedazos, pero también le hizo tener mas determinación que nunca para apoyarla con aquel caso. Lucharía hombro a hombro con ella para, no solo para liberar a Millie, sino, para que su Candy saciara su sed de justicia y luego, él se encargaría personalmente del resto.
—Candy —Terry le tomó las manos, se dejó caer al suelo, y se apoyó sobre una de sus rodillas.
—¿Terry qué haces?
—Sé que este no es ni el lugar, ni el momento, pero no puedo ni quiero esperar mas, además, no voy a dejar escapar a la valiosa mujer que está frente a mi —la miró a los ojos —Candice Ardley, aceptas ser mi esposa y la futura madre de mis hijos
Candy se cubrió los labios con su mano libre para acallar los sollozos atravesados en su garganta en tanto su rostro se humedecía con la lágrimas que bajaban por sus mejillas.
—Claro que si —respondió tras reponerse.
Detrás de ellos, Robert, quien fue testigo de aquella espontánea manera de hacer una propuesta de matrimonio, agradeció el hecho de haber llevado consigo su cámara para plasmar el momento a través del lente de este.
Gracias por leer
Sed De Justicia
By Rossy Castaneda
Capítulo 3
By Rossy Castaneda
Capítulo 3
Dos días después...
—Acompáñeme señor Hathaway, la licenciada Candice y el licenciado Granchester esperan por usted en la sala de juntas.
—Muchas gracias.
—¿Cómo es que ustedes dos se conocen? —cuestionó Terry rompiendo el silencio que se formó en la sala de juntas tras las respectivas presentaciones.
—Cuando era un reportero en la ciudad de Michigan, —comenzó a exponer Robert Hathaway —lei una historia que llamó mi atención. —miró a Candy y prosiguió cuando esta le indicó que estaba bien —Esta, era sobre una niña de escasos once años que fue remitida a un hospital psiquiátrico.
Terry se acomodó en la silla para escuchar atentamente el relato del hombre frente a él.
—Según la madre adoptiva, la pequeña intentó lanzar a su hermana desde el balcón con la intención de matarla —hizo una pequeña pausa y prosiguió —impactado por los hechos que leí, decidí indagar mas a profundidad el caso y lo que encontré me dejó perplejo.
Durante los primeros días, la niña estaba totalmente convencida de que simplemente estaba en aquel hospital infantil psiquiátrico para que le hicieran un diagnóstico y una evaluación. En su inocencia, creyó que quienes la llevaron a aquel sitio, volverían por ella, sin sospechar que aquellas personas la enviaron a ese lugar porque no la querían tener cerca de ellos.
Cuando le avisaron que sería internada en el hospital, la pequeña, huyó del lugar y se encontró conmigo en un parque ubicado a unas cuantas cuadras de distancia del hospital. Tras contarme su historia, la niña confesó que jamás trató de hacerle daño a su hermana, que lo único que quiso fue auxiliarla para evitar que cayera desde el balcón, y que lo dicho por la señora de la casa fue todo falso.
La declaración de aquella pequeña fue una auténtica bomba que cayó sobre mi. Desde que ocurrió aquel incidente durante aquellas vacaciones, todos pintaron a la pobre niña como si fuera un monstruo, sin embargo, a mi me quedó claro que la pequeña no lo era y que lo ocurrido entonces, fue un mal entendido, o quizás una trampa fabricada por la señora de la casa y sus dos hijos para deshacerse de ella, ya que el señor de la casa se negaba a devolverla al orfanato.
Aquel encuentro fue suficiente para que la niña fuera devuelta al orfanato de donde salió, gracias a que yo grabé secretamente la conversación que tuve con ella en donde además de contarme su historia, la niña me confesó que estaba asustada de su nuevo hogar y me dijo que quería volver a la casa hogar.
Al escuchar la súplica de la pequeña, la encargada de la casa hogar acudió a su rescate, y yo, sintiendo que había cumplido con mi deber como periodista, seguí mi camino y no volví a saber mas de la niña hasta ahora, dieciséis años después, que vi su rostro adulto y aquellos inconfundibles e inolvidables ojos color verdes esmeraldas, impreso en los periódicos de todo el País.
Terry giró ligeramente el rostro y abrió los ojos ampliamente al ver los ojos cristalizados de su novia. Su reacción le bastó para comprender que aquella niña era ella. Se puso en pie y la envolvió entre sus brazos. Ahora comprendía la razón por la cual, Candice se había convertido en la defensora de las causas perdidas sin importarle el tiempo que le demorara demostrar la inocencia de las personas que defendía sin preocuparse por no recibir un solo dólar como pago de sus servicios legales.
—Lamento todo por lo que tuviste que pasar durante tu niñez, Pecosa —Terry limpió su rostro.
—Lo que no nos mata nos hace mas fuertes —respondió ella esbozando una sonrisa triste. Se aclaró la garganta, pues había llegado el momento de que su esposo conociera la otra parte de la historia y nadie mejor que ellas para contarla.
—La familia Leagan se encontraba de vacaciones en su casa de campo en las afueras de la ciudad de Chicago, como solían hacerlo cada año desde que Niel y Elisa llegaron a sus vidas.
Terry se tensó al escuchar aquellos nombres pero se obligó a mantener su temperamento a raya y a guardar silencio para que ella continuara su relato.
—Al ver como Elisa jugaba sola, el señor Leagan pensó que adoptar a una niña de su misma edad sería la solución perfecta para que hija tuviera compañía.
A pesar de las protestas, oposición y argumentos de su esposa que decía que no era buena idea meter dentro del núcleo familiar a una niña de orígenes desconocidos, el señor Leagan impuso su autoridad y la señora Leagan no tuvo otra opción que aceptar con la única condición que antes de firmar los papeles de adopción, llevarán a la niña a casa por un período de prueba. Fue así, bajo aquella condición que llegué a la casa de campo de la familia Leagan.
Desde mi llegada, no fui bien recibida por los hijos de la pareja, pero aún así, me mostré optimista y estaba determinada a soportar todo con la esperanza de ganarme la buena voluntad de quienes serian después de todo mis hermanos adoptivos, pero las cosas iban de mal en peor, las infantiles bromas de Niel y Elisa se tornaron mas pesadas hasta el punto que exploté y me defendí de los insultos y ataques que soporté durante tres largos meses.
—Cuando el señor Leagan regresó a casa después de un largo viaje de negocios, accidentalmente escuché la discusión que tuvo con su esposa —Candy cerró los ojos y comenzó a relatar lo sucedido como si hubiese sido ayer:
—Te dije que traer a casa a una niña de orígenes desconocidos no era buena idea, y aquí tienes los resultados —protestó la señora Leagan.
—¿Qué fue eso tan grave que hizo Candice que te tiene tan alterada?
—No me obedece, hace todo lo contrario de lo que le pido.
—Es una niña de once años, es natural que quiera disfrutar su infancia, déjala ser.
—Elisa tiene su misma edad, y ella hace y dice todo lo que yo le ordenó, —replicó la mujer —ella en cambió es una salvaje que se atrevió a golpear a Niel —mostró el rostro amoratado de su hijo.
—Algo tuvo que hacerle Niel para que ella reaccionara de esa forma.
—No la defiendas.
—No lo hago, es solo que te conozco y sé lo intransigente que puedes ser cuando te lo propones
—¿¡Intransigente yo!? —bufó —desde el primer día que esa niña vino a nuestra casa, se ha mostrado muy retraída y aislada y eso ha dificultado que Niel y Elisa conecten con ella, y a pesar de ello, tanto ellos como yo hemos intentado acortar la distancia, dejando de lado nuestras propias ocupaciones para dedicarle tiempo a ella.
—Hemos intentado darle todo lo que pensábamos debería tener una niña de su condición, pero nos hemos dado cuenta que ninguno de los regalos ha conseguido que esa niña tenga entusiasmo por su nueva situación en la vida.
—Oh vamos Sara, no te esfuerces en mentir, te conozco muy bien como para creer una sola palabra de que has dicho, además no soy ajeno al mal comportamiento de nuestros hijos.
—Me parece increíble que defiendas a esa niña antes que a tus propios hijos, un día de estos te llevaras una desagradable sorpresa y espero no sea demasiado tarde para que te des cuenta de lo equivocado que has estado con respecto a ella.
Candy frotó su rostro con ambas manos y sacudió la cabeza para ahuyentar aquellos amargos recuerdos que marcaron para siempre su infancia y fijó su mirada en aquel reportero que se convirtió en su tabla de salvación.
—La tarde que conocí al señor Hathaway, yo estaba dispuesta a acabar con mi vida, prefería morir que vivir aquella tortura. A mis escasos once años, no entendía la razón por la cual yo tenia que pasar todo aquello. Fui abandonada como un pequeño animal indefenso, por quienes se suponía debían cuidar de mi, cuando era apenas una bebé, y luego eso —apretó los labios y los ojos —era demasiada carga para una niña de mi edad, demasiadas preguntas, sin una sola respuesta —bajó la mirada cuando su voz se quebró.
—Cuando la señora Paulina fue a mi rescate, volví a creer en la vida y cuando fui adoptada por la familia Ardley, me juré que me esforzaría para ayudar a otros que al igual que yo han sido acusados y enjuiciados por crímenes que no cometieron —alzó la mirada —y aquí me tienes, luchando para que Millie, tenga la justicia que merece, porque su caso es tan similar al mío.
Terry sintió una fuerte opresión en su pecho. Conocer de labios de su novia todo lo que sufrió a sus escasos once años, le partió el corazón en mil pedazos, pero también le hizo tener mas determinación que nunca para apoyarla con aquel caso. Lucharía hombro a hombro con ella para, no solo para liberar a Millie, sino, para que su Candy saciara su sed de justicia y luego, él se encargaría personalmente del resto.
—Candy —Terry le tomó las manos, se dejó caer al suelo, y se apoyó sobre una de sus rodillas.
—¿Terry qué haces?
—Sé que este no es ni el lugar, ni el momento, pero no puedo ni quiero esperar mas, además, no voy a dejar escapar a la valiosa mujer que está frente a mi —la miró a los ojos —Candice Ardley, aceptas ser mi esposa y la futura madre de mis hijos
Candy se cubrió los labios con su mano libre para acallar los sollozos atravesados en su garganta en tanto su rostro se humedecía con la lágrimas que bajaban por sus mejillas.
—Claro que si —respondió tras reponerse.
Detrás de ellos, Robert, quien fue testigo de aquella espontánea manera de hacer una propuesta de matrimonio, agradeció el hecho de haber llevado consigo su cámara para plasmar el momento a través del lente de este.
Gracias por leer