Esa Novia es Mía
Resumen: Se había resignado a estar sin ella, a sufrir su ausencia. Pero, al descubrir la nota en donde se iba a casar con ese ser tan despreciable y la verdad detrás de los eventos de su separación, supo que no debía quedarse con los brazos cruzados… Que esta vez, debía pelear por ella.
APORTE PARA LA FIESTA DE FLORIDA 2022
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El vehículo parecía andar más lento de lo que ella esperaba, pero aquello no iba a esperar más, necesitaba una explicación ante lo que había ocurrido y solo una persona podía hacerlo.
Candy esa tarde nublada había decidido ir a la residencia Ardley en Chicago después de un incómodo enfrentamiento con Neal Leagan en Lakewood en donde le informo que debía casarse con el ¿En qué momento el pretendió que ella accedería a tan nefasta propuesta? Desde el primer momento en el cual se conocieron, él se afianzo en hacerle la vida imposible.
Y ahora pregonaba un supuesto amor por ella a sabiendas que tenía novio… que tenía novio.
Había decidido no contar las semanas desde que abandono a Terry en Nueva York. Lo hizo por lastima a una chica que perdió su pierna por salvarlo, ella insistía en que estaba enamorada de él y ella por su tonto corazón solo lo dejo libre, para tan solo imaginar que en algún momento de su vida Terry se enamoraría de ella.
Se sacudió la cabeza, no quería hacerle más a esos pensamientos que le hacían doler el corazón. Apenas divisó la fachada de la residencia, ordenó que se detuviera para así poder bajar. Odiaba tener que pedirle explicaciones a la tía abuela a sabiendas que no era su favorita y nunca lo sería, quizás ese sea el momento en donde había empezado a admitir las cosas de su mundo.
Que no todo el tiempo iba a estar en la gracia de la gente, y que su inocencia y estupidez la pueden meter en problemas y quitarle lo que más ama.
—¡Señorita Candy! —Es recibida por Dorothy, quien no tarda en adentrarla a la casa lo más pronto que puede —Gracias a Dios que ha llegado.
—¿Qué pasa?
—¡Oh! Que es lo que no pasa en esta casa ¡Parece una condenada casa de cambio!
—Por la forma como lo dices no es bueno —La chica abraza su abrigo a su pecho, toma aire y trata de controlarse —¿Se encuentra la tía abuela?
—En el estudio. Creo que le has caído por llamado mental.
—¿Por qué?
—Tiene días hablando sobre ti con los Leagan. No entiendo de cuando acá les eres importante.
—Yo menos. Pero lo averiguaré —La rubia se encamina a la oficina de la tía abuela. Sólo Dios sabría de que era lo que se refería Dorothy.
Sin embargo, el hecho de que los Leagan estén atravesados en el tema no le era beneplácito ¿Qué era lo que planeaban ahora? Lo iba a averiguar.
Al llegar a la puerta de la oficina da unos toques para alertar a la tía abuela. Odiaba que entraran sin avisar, ya era suficiente con no notificar que iría a hablar con ella.
—¡Adelante! —Escucha decir dentro de la oficina. Candy vuelve a respirar y toma el picaporte para entrar. Ahí la ve, sentada en el asiento principal y examinandola con minucioso escrutinio, siendo tan imponente a sabiendas que donde ella se parará estaría criticando a todo el mundo.
Era otra de las cosas que ese día admitía, no todo el mundo tendría una buena visión de otro ser humano, y así era la tía abuela.
—¡Ah! Eres tú. Creí que no volverías.
—Y pensé en hacerlo hasta que me lleve un mal inconveniente, tía abuela Elroy —Contesta Candy mostrando el respeto que todos le tenían a la mujer.
—¿Y que se supone ha ocurrido para que vengas?
—Neal me citó hace poco para decirme que quería casarse conmigo.
—Lo se. Porque yo lo aprobé.
—¿Qué? —Fue la abrupta respuesta de Candy mientras soltaba el abrigo en el suelo y da un par de pasos hasta pegarse a la puerta.
Aquello debía tratarse de una mala broma. Un sueño de esos que tiene cuando ha tenido mala noche, no podían estar hablando en serio ¿O si?
—¡No! No pueden obligarme —El grito de Candy resonó por toda la mansión. La tía abuela no podía estar haciéndole eso.
—No es cuestión de querer ¡Eres una Ardley! Y eres la hija del tío abuelo William —Explica la mujer mirando de modo severo a la rubia.
Contenía las lágrimas que querían salir de sus ojos, estaba furiosa, no podía creer que el tío abuelo haya accedido a ese compromiso con ese nefasto ser humano como lo era Neal Leagan. ¿Por qué le hacía eso? Tenía el corazón roto por la triste separación con Terry y ahora ocurría eso.
—No lo hare ¡Me niego!
—Vas a tener que hacerlo. Los compromisos de los Ardley son delicados. Agradece que al menos tengas un prospecto, nadie iba a querer casarse con una…
—¿Una huérfana? —Replico Candy golpeando la mesa. Actuaba como nunca antes lo había hecho, estaba más que enojada porque alguien decidía por su vida… Así como ella lo hizo con Terry. Fue ese su momento de revelación ¡Ella había decidido por el toda su vida!
Si tan solo hubiera sido egoísta igual que Elisa, nada de eso estuviera pasando. Aunque en el buen sentido, ni siquiera era egoísmo, era defender lo que era suyo, y Terry lo fue desde el momento que le robo un beso. Desde las cartas robadas y el boleto solamente de ida… Lo comprendió todo. Su propia estupidez e inocencia la habían llevado a ese incomodo momento. Si tan solo hubiera peleado como era debido ahora estuviera con el, en Nueva York, a su lado.
Pero lo había entregado en bandeja de plata.
—Así es. Nadie de nuestro círculo va a aceptarte por eso. Así que, deberás acostumbrarte a lo que el tío abuelo eligió para ti.
—¿Cuándo? —Pregunto la rubia alzando la voz y apretando las manos —¿Cuándo fue que el acepto ese absurdo compromiso? ¿Acaso no sabe que ellos son unas víboras?
—¡Candice! Ese lenguaje es inaceptable.
—¡Ya basta! No me interesa si hablo bien ¿Sabe por qué? —Alza la voz varias octavas, haciéndose escuchar por toda la mansión, y de que alguien la escuche detrás de una pared —Porque me canse… me canse de ser la estúpida que complace a todo el mundo. A la que todos usan como un juguete, así como lo está haciendo usted y el tío abuelo ¡Exijo verlo! ¿Por qué no da la cara?
—Eso es imposible ahora.
—¿Cuándo es posible entonces, maldición? —Vuelve a gritar furiosa —Da órdenes arbitrarias y envía regalos que nunca pedí pero ¿Es imposible que dé la cara una vez en la vida? ¿Para qué demonios me adopto entonces si no sabe cómo ser un padre?
La tía abuela se estremeció ante esas palabras. Candy recriminaba su adopción, y pensar que tenía tanta razón en medio de sus aguerridas y rudas respuestas… William no tenía la madurez para adoptar a una niña, y mucho menos para criarla y dedicarle la atención que requería. Solamente dejarla a cargo suyo, al igual que todos en la familia. Les endonaban a los pequeños para irse a recorrer el mundo, u olvidarse del hecho de que tenían hijos. Le tocaba a ella darles educación y amor.
Y esta niña, a pesar de tener la apariencia de su sobrina Rosemary, era como él en cuanto a comportamiento, era como William, de difícil carácter, obstinada, no sabía cómo dominarla y quizás esa sea su arma para controlarla por una vez en la vida.
—¡Conteste!
—No lo sé, Candy. Pero esa decisión no la tome yo —Se pone de pie y la encara —Pero ahora tienes que comportarte como lo que eres para mí mala suerte. Una Ardley, y te casaras con Neal por las buenas o por las malas.
—¡No! No pueden obligarme.
—Lamentablemente si puedo. Sigues estando bajo la tutela de William, y yo sigo cuidando de ti. Así que, vas a tener que hacerlo si no quieres terminar de deshonrar a este clan.
La tía abuela decide salir de la oficina dejando a Candy angustiada ¿Cómo iba a casarse con Neal? ¿Debía hacerlo solo por el hecho de ser una Ardley? ¿Dios la había abandonado nuevamente? Se tira al suelo a llorar desconsolada, porque aún tenía el corazón roto, y con eso, termino de hacerse polvo.
No tenía la forma de escapar a esa penitencia.
…..
La tía abuela sale a través del pasillo sin percatarse de que entre los muros, Dorothy la seguía. No podía hacerle caso omiso a los gritos de la rubia desde la oficina, por lo que se mantuvo detrás de la puerta escuchando la conversación entre la tía abuela y Candy.
Matrimonio forzado, era la trayectoria de todos los Ardley, pocos de ellos habían sido por amor. Todo era un negocio y era quizás por ello que Stear y Archie iban por el camino contrarío a ellos. Pero Candy era otra historia, solo por sus orígenes y por el hecho de verse sola y desamparada, sin el apoyo del tío abuelo se aprovechan.
—¿Se lo dijiste?
—Claro. Esta llorando como una Magdalena.
—¡Claro! Es lo único que sabe hacer esa huérfana, llorar —Se queja una voz conocida, una que Dorothy conoce muy bien —Ahora que hemos quitado al actorcito de en medio, podemos volver a nuestros planes.
Dorothy abre los ojos con sorpresa antenlo que escuchaba ¿Planes? ¿Actorcito?
—Le si una excelente suma a la madre de la idiota esa para que la convenciera de que él debía casarse con su hija por lo que pasó.
—Hay tanta gente ambiciosa y crédula en este mundo —Dice la tía abuela sin remordimientos —¿No lo crees, Sarah?
—Solo haga que mi hijo y esa bastarda se casen pronto. Antes de que aparezca William y arruine todo.
—Descuida, creo que con lo que le dije no tendrá otra opción. Al fin y al cabo es Candy —Las mujeres siguen su camino por el pasillo y Dorothy no puede creer lo que está escuchando. ¿Habían sobornado a alguien para que separará a la señorita Candy de su novio? Debía haber algo a como de lugar.
No iba a permitir aquella injusticia.
Continuará...
LAS BANDOLERAS DE TERRY NO BUSCAMOS SUPERAR A NADIE, SINO A NOSOTRAS MISMAS