Será o no será
By Alnair Skat
PARTE II
La rubia no sabía cómo reaccionar, no podía perder esa oportunidad, sin inversión difícilmente podría seguir adelante con su proyecto, todo pasó por su mente en unos instantes, la perorata de su madre, la decepción de su padre, el destino de Stear, que había confiado en ella, así que inhaló aire y respondió — ¡Claro! Discúlpeme, es solo que pensé que me había equivocado de oficina, pero vamos, no quiero quitarle más su tiempo.
Candy trató de mostrar profesionalismo durante su presentación, dejó de lado su incomodidad ante la mirada fija del chico, quien también mostró seriedad durante la explicación del proyecto. Al terminar ella un tanto cohibida mencionó — ¿Qué le pareció? El primer acercamiento que tuve con la compañía fue con la señora Eleanor Backer, quien me comentó que hoy seguramente firmaríamos el contrato de inversión para el diseño de aplicaciones para todas las empresas de su firma. Nunca pensé que trataría con otra persona. — Ella es mi madre, pero yo he tomado el control de lo concerniente a los próximos contratos —Respondió él, mi nombre es Terence Grandchester, director general del Corporativo Grandchester y ¿Tú, eres? —Candice White, gerente de “CanSteap, Paso a Paso Programando a su Medida” — Dijo sonriendo, aunque se sintió tonta por ello.
—A ver señorita Ardlay, ¿Qué te hace pensar que nos conviene invertir en tu empresa? La chica comenzaba a explicar, pero fue interrumpida — ¡Eso ya me lo dijiste! Quiero que tú me convenzas, todo lo que presentaste es interesante, pero dime ¿Qué aplicación propondrías para Consorcios Grandchester? La rubia se tocó la barbilla y dijo — ¡Son muchas! Pero de momento se me ocurre un chat express de ejecutivos… —Eso ya lo tenemos y no es WhatsApp ehh… —Entonces un modelo matemático que les permita ver en tiempo real su crecimiento de las empresas mediante estadísticas… —Mmm… no se escucha algo muy brillante… —Y ¿Qué te parece una app de fidelidad? Te permitiría conservar y consentir a tus mejores clientes a la … — ¿No, sé? Tendrías que probarlo y… — ¡Oye! Nada de lo que te comento te parece, creo que no llegaremos a ningún acuerdo ¡Gracias por tu tiempo! —Dijo airada y molesta la joven, que ya había tomado sus cosas y salía de la oficina — ¡Oye! Espera —Dijo él, levantándose rápido para darle alcance, pero la rubia iba a toda prisa bajando las escaleras, haciendo un esfuerzo para no derramar lágrimas de coraje — ¡Estúpido, engreído, tonto! ¿Qué se creé? ¡El muy, muy…! — Terence le preguntó a Patty por la joven, pero ella sólo señaló las escaleras. Quiso seguir el mismo camino, pero iba llegando el elevador así que decidió bajar, justo iba saliendo del mismo, cuando veía esos risos dorados flotando en la salida, le gritó, pero ella no lo escuchó.
Corrió para darle alcance, pero era tarde ya no la veía, iba a subir a su auto, cuando notó que un BMW se emparejaba — ¡Eras, tú! Tú me robaste mi lugar de estacionamiento, eres un engreído que por tener la empresa de papi no respeta nada. ¡Adiós, arrogante, engreído! —Le gritó la rubia arrancando a toda marcha su auto. Terence no daba crédito a todo lo que le dijo la muchacha, pero no eso no se quedaría así. Subió a su auto y comenzó a seguirla. Candy iba tan enojada que no se dio cuenta de que era seguida, su móvil sonaba insistentemente, era su madre — ¿Qué pasa, mamá? Voy conduciendo, si, si, ahora voy para allá, pero no me quedaré mucho tiempo, tengo que ir a la oficia, ¡Si, mamá, aún en estas fechas! Hasta luego —Finalizó la llamada y se dirigió a su casa.
Terence que iba detrás de su auto, pensaba en lo sucedido, él sólo quería molestarla para ver cómo se movían sus pecas, pero tal vez se había pasado, si sus padres se enteraban de lo que había hecho en su primera reunión como nuevo director general del consorcio lo matarían, pensaba en eso cuando a su mente vinieron los recuerdos de la noche anterior, después de su alocado encuentro con esa pecosa malhumorada.
En la sala de juntas todo estaba listo para la asamblea anual del consejo de accionistas del emporio Grandchester, en esta ocasión además de ver los logros obtenidos durante el año, también, los señores Grandchester cederían el control total de la empresa a su hijo. El consorcio, ubicado en el Empire State albergaba a las tres empresas multinacionales encargadas de vincular sus negocios a través de Clusters, área en la que Terence se había especializado. Él quería potenciar el desarrollo científico y tecnológico para abarcar más mercados en cualquier país, región, comunidad autonómica u otra zona geográfica, para ello, una de sus primeras acciones era crear un área, donde ingenieros mecatrónicos diseñaran aplicaciones que le permitieran lograr su objetivo, eso lo había comentado con sus padres, quienes estuvieron de acuerdo, dado que su hijo había demostrado tal capacidad al haberse titulado como ingeniero mecatrónico dos años atrás.
Las ideas de la rubia eran buenas, pero por el momento él no había pensado en contratar a una empresa menor, no, él quería formar una dentro del propio consorcio, pero si era necesario firmar un contrato con la compañía de esa pecosa malhumorada, lo haría. No entendía qué le pasaba, regularmente las chicas no se resistían a sus bromas, pero Candice no mostraba ni un ápice de interés en él. — ¿Qué tienes pecosa? ¿Por qué me siento tan atraído hacia ti? ¡No lo sé! Pero de algo estoy seguro, no te dejaré en paz hasta que lo sepa — Se decía para sus adentros, mientras veía que la joven aparcaba su vehículo en una zona residencial cercana a la suya. Se estacionó un poco retirado, se fue acercando cuando observó que ella buscaba en su bolso algo, hasta que sacó unas llaves, por lo que se acercó y se mantuvo detrás de ella, fue cuando sin que la chica introdujera la llave que la puerta se abrió, una mujer igual de rubia, también hermosa estaba frente a ellos, él quiso moverse, pero no podía se había quedado inmóvil.
— ¡Candice! Tardaste, mira que sorpresa te tengo —Dijo la mujer, mientras con su brazo derecho le daba paso al recibidor, donde un joven de tez morena, ojos cafés, bien vestido sonreía al momento que saludaba con entusiasmo — ¡Candy! — Le dije que no tenías pareja para acudir a la fiesta de las empresas y muy amablemente accedió a ser tu acompañante ¿Acaso no es lindo? —Decía Rose Marie sin tomar en cuenta a Terence que seguía ahí parado, ya que la rubia no se había movido — ¡Pero, madre! Yo, yo… —¡Ella ya tiene pareja! Buenas noches —Dijo el castaño, haciendo que Candy volteara a verlo sorprendida, no supo por qué, pero siguió el juego, total era mejor estar en compañía de ese engreído, que del odioso de Neil Leagan — ¡Hola, Neil! Lamento que mi madre te haya dicho eso sin consultarme, de haberlo sabido yo… Gracias de todas maneras — Al decir eso jaló a Terence del brazo haciéndolo pasar a su casa.
Candy pasó de largo junto a Neil, en tanto suavemente llevaba a Terence a la sala, iba a reclamar su atrevimiento, cuando su padre que estaba sentado leyendo un libro en el sillón volteó a mirarlos — ¡Hija! ¿Por qué no me dijiste que tendríamos visita a comer? — ¡Lo siento, papá! Es que él no se quedará, de hecho, ya se va —Pero ¿Cómo? ¿Tan pronto? Buenas noches, hijo pasa, siéntate —Dijo Aiden, quien ya se había parado para saludar de mano al chico —Buenas noches señor Ardlay, gracias —Respondió el castaño acomodándose en el sofá. Candice lo miró azorada — ¡Candy! Atiende a nuestra visita, ordena un té para… —Terence, señor, mi nombre es Terence Grandchester, pero me puede llamar Terry — ¿Eres hijo de Richar y Eleanor Grandchester? —Si, ¿Los conoce? — ¡Claro fuimos juntos a la universidad! Pero nos perdimos la pista, ellos casi siempre manejan sus negocios desde Inglaterra, así que las ocupaciones ¡Ya sabes como es el mundo de los negocios! — ¡Claro que lo sé! Lo he vivido desde que era un niño jajaja rio alegremente el joven, observando las muecas que hacía Candy.
— Pero dime, Terry ¿Cómo es que se conocen ustedes? —Bueno es algo complicado —Respondió el castaño, quien rascaba su cabeza con la cara de sorpresa — ¡Papá, creo que no es el momento para… — ¡No hija! Siempre es el momento para conocer a tus amigos — ¿Te quedarás a comer, Terry? — ¡Lo siento! No puedo, sólo pasé a dejar a su hija y ponernos de acuerdo para la fiesta de mañana — ¡Ohh! Cierto, la fiesta, imagino que ustedes, también tendrán la suya ¿No? — ¡Claro! La de nosotros es el viernes — ¿El día de noche buena? —Si, mis padres acostumbran a celebrarla con todo el personal, es una forma de agradecer su apoyo durante el año. Así, que me robaré a su hija ese día ¡Claro, si no tiene objeción! — ¡Por supuesto que no, Terry! Es necesario que esta chiquilla salga, solo se le va en trabajar, a veces le doy la razón a su madre, es necesario que conozca gente, es joven y tiene que divertirse —Comentó Aiden, quien se ponía de pie para despedir al castaño — ¡Muy bien, Terry! Nos vemos mañana, entonces, salúdame a tus padres, por favor — Así lo haré, con permiso —Iba despidiéndose, mientras era nuevamente jalado por Candy al recibidor, pero todavía estaba Neil platicando con su madre, así que se salieron a la puerta.
— Pero ¿Qué te has creído? —Reclamó Candice — ¡Nada Pecosa! Creo que me debes de agradecer por salvarte de ese galán que te consiguió tú madre —Respondió Terry con una pícara sonrisa de lado. Ella lo miró a los ojos por un momento su enojo disminuyó al ver la profundidad del azul de su mirada, pero sacudió resuelta la cabeza negándose a aceptar que le gustaba ese muchacho engreído —Para empezar ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? Y ¿Por qué entraste sin permiso? ¿Te parece correcto esto que has hecho, después de que te portaste tan mal en tu oficina? — ¿Tantas preguntas? Bueno una te seguí, dos porque estabas en apuros y quise salvarte… Pero no se te hace que esta helando, me congelaré si sigues con tus cuestionamientos, mejor hablamos mañana en la fiesta ¿Te parece? Paso por ti a las siete de la noche. Candy iba a responder, pero no tuvo tiempo, ya que él había corrido a su vehículo. Sin más que hacer se metió a su casa, solo esperaba que su madre no la detuviera para que platicase con Neil.
Afortunadamente su padre estaba en el recibidor — ¡Papi! Vamos a comer ¡Muero de hambre! — A eso venía hija, yo también estoy hambriento ¿Vienes, querida? — Vamos Neil —Comentó Rose Marie, quien con una mirada le decía a su hija que fuera amable con el chico. La comida fue algo incómoda, pero finalmente Candy con el pretexto de que tenía que entregar a su inversionista una aplicación se despidió y se fue a su departamento. No sabía cómo decirles a sus amigos que la reunión había sido un fracaso, no quería aceptar el dinero de su padre, pero al parecer no tenía otro remedio, tampoco quería darle la razón a su madre.
Al siguiente día no fue a su oficina, les comentó a Annie y Stear que tendría todo el día ocupado porque iría de nuevo al consorcio Grandchester, ya que por un percance le cambiaron la cita. No se atrevió a decir la verdad. Por la tarde armó su maleta para ir a casa de sus padres, ahí pasaría Terence por ella, así que no tuvo más remedio que arreglarse allá. Optó por un vestido ceñido al cuerpo azul marino, tipo strapless con varias aplicaciones tipo Brokat en color plateado alrededor del cuello en v, complementado con un cinturón plateado del que se desprende una falda con capas sueltas en tull, del lado derecho una abertura a lo largo de la pierna, sus zapatillas azules y su cartera color plata que hacía juego con las aplicaciones, su cabello lo había dejado suelto, con un pequeño broche. Se miraba al espejo, no se había dado cuenta del esmero que puso en verse hermosa, quiso quitarse el broche, pero en ese momento le avisaron que alguien la esperaba en el recibidor.
Su corazón comenzó a latir fuertemente ¡Cálmate, Candy! Decía, dándose un coscorrón, al bajar las escaleras se detuvo al ver lo endemoniadamente guapo que se veía Terence llevaba un smoking hecho a su medida, le hacía ver sus hombros más anchos, le dieron ganas de que la abrazara, desde esa distancia pudo percibir el aroma de él, al lavanda y maderas. Por su parte, Terry opinaba igual, sus ojos se centraron en la pequeña cintura de ella, su cabello que le atraía demasiado estaba libre, el vestido aún con la falda dejaba ver su figura. Cuando sus miradas se cruzaron ambos sintieron una opresión en su pecho. El se acercó y la tomó de la mano, ella se dejó llevar era un éxtasis estar los dos juntos.
El salón estaba acondicionado con diferentes árboles de navidad, luces blancas relucían desde el techo, flores de noche buena blancas en cada mesa, todo daba un ambiente cálido a pesar de ser una fiesta de empresarios. La velada era bastante agradable. Los dos olvidaron por un momento la forma en la que se conocieron. Se dejaron llevar por la embriaguez que les produjo el bailar, las luces que parecían un cielo, permitieron dar al lugar el toque de intimidad perfecto, el contacto de sus manos, la calidez de sus cuerpos, todo en ellos emanaba una atracción irrefrenable, el mundo había desaparecido. Todo era perfecto, sin embargo, cuando terminó la pieza y se dirigían a su mesa una chica rubia, lacia con un vestido en transparencias que no dejaba más a la imaginación, se veían sus voluptuosas formas se acercó a Terence rompiendo el hechizo.
Continuará…
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