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RODEO
Aquella caída habia sido feroz, el toro era mas fiero de lo que le habian comentado y el posiblemente estaba demasiado confiado en sus habilidades. El problema no habia sido caer, sino los pisotones que aquel enorme animal habia alcanzado a dar quebrándole un par de costillas, un brazo y un par de golpes en la cabeza, si no fuera por su experiencia hubiera jurado que aquel toro habría acabado con su vida, pero tuvo suficientes reflejos para rodar lejos y levantarse a tiempo para llegar a su refugio.
De inmediato un par de amigos le ayudaron y lo sacaron de inmediato del rodeo.
- Me duele mucho, llévenme a un hospital, al Santa Juana ahí esta Candy, ella sabra que hacer. –dijo entre jadeos y quejidos, a plena vista se veía que apenas si podia moverse y además estaba sangrando.
Tomaron prestado un automóvil y lo llevaron al hospital mas cercano, lógicamente no era el Santa Juana, para ello hubieran tenido que tomar un tren y tardaría minimo medio dia para llegar. Ahí lo recibieron de inmediato, era un hospital de pueblo asi que no podían hacer mucho mas que vendarlo y darle algo para el dolor. - reposo, mucho reposo. -.le habia dicho el medico. –tendra que estar recostado y por supuesto dígale a su esposa que haga las curaciones correspondientes, yo ire a revisarle cuando tenga oportunidad, es mejor que nadie lo mueva.
- No tengo esposa y mi padre es muy miedoso para esto.
- Alguien que le ayude? Un familiar, un amigo?
- No voy a molestarlos por esta tontería.
- No es una tontería, usted tiene varias costillas rotas, no debe moverse en lo absoluto.
- Y que quiere que haga? Ni modo que ponga a mi padre a limpiarme el trasero.
El medico se dio cuenta que ese tipo seria un verdadero dolor de cabeza y no quiso arriesgarse a que por una estupidez y terquedad fuera a lastimarse, ahorita estaba bravo y valiente por que el medicamento habia hecho su efecto y no sentía dolor pero sabia bien que nada mas este pasara aquel chico estaria llorando y completamente inmóvil por el dolor.
- Puede pagar una enfermera?
- Para que, yo …
- Voy a enviarle una, tendrá que pagarle diario y no acepto un no como respuesta, mañana me lo agradecerá. –dijo para cerrar la puerta y salir de ahí.
No era un hospital como tal asi que era imposible dejarlo ahí, asi que la orden era descansar en su casa. Ya de regreso lo hicieron acostar sin que Tom pudiera hacer nada, en realidad no se podia mover mucho y el medicamento cedia rápido. Esta por demás decir que no durmió y aunque intento aguantar los quejidos hasta para respirar se daban cada minuto.
Casi gritando de dolor le encontró la enfermera que el medico habia enviado, aquella que según Tom no necesitaría y que apenas llegaba el clamaba por algo que le quitara el dolor.
- Buenos dias.
- Que buenos dias ni que nada, rápido atiéndame que me estoy muriendo. –dijo intentando detener el dolor mientras se abrazaba.
- Vaya lloron, tranquilícese en un momento le dare su medicamento y se sentirá mejor.
Al sacar la jeringa Tom casi pega un grito pero luego al moverse supuso que dolería menos una inyección al dolor que sentía en ese mismo momento, y asi fue a los minutos pudo calmarse y respirar ya con tranquilidad, quedándose dormido por fin despues de no haber dormido nada durante la noche. Un par de horas mas tarde la chica lo despertaba porque era hora de cambiar los vendajes y colocar unos ungüentos que le ayudarían a desinflamar según las indicaciones medicas.
- Soy Tom Stevens… gracias, disculpe mi comportamiento en la mañana pero como puede ver…
- Soy Flammy Hamilton y por lo que puedo ver esto se lo busco usted mismo.
- Ah, no lo entiende, mire, el toro…
- Claro que lo entiendo, no se porque diablos se creen tan valientes para subir a un pobre animal que ni les hace nada y todavía no pretenden que este se enoje y trate de defenderse.
- No, la idea es…
- Listo, ya puede recostarse otra vez, no me interesa lo que tenga que decirme, a decir verdad estoy aquí solo porque es mi deber como enfermera, el como se haya lastimado no me importa.
Tom se quedo callado, “maldita enfermera tan petulante que le habian enviado, si no fuera porque no se podia mover la echaba el mismo a la calle”.
Penso en porque no mandaba a buscar a Candy pero seguro ella tenia mejores osas que hacer que cuidar a su amigo herido.
El carácter agrio de Flammy choco completamente con el carácter de Tom y su padre asi lo vio de inmediato.
- A este paso vamos a tener boda pronto. –le dijo a uno de los capataces cuando Tom le hablo a su padre para quejarse de la enfermera.
- Porque lo dice patrón?
- Creo que ya Tom encontró a la horma de su zapato, ah esa enfermera me gusta para nuera, si señor.
Durante varios dias Flammy acudia puntualmente, Tom no la quería cerca, mucho menos cuanto empezó a darle baños de esponja, los cuales al inicio el fue el primero en solicitarlos para hacerle pasars un mal rato.
- Asi que Flammy Hamilton… Flammy, te voy a decir Flammy.
Ella le miro de reojo y apretó de mas la venda para ponerlo en su lugar.
- Ah, ten cuidado!
- Usted tambien debería tenerlo, no le enseñaron respeto?
- Auch… claro que si, que tiene que ver eso?
- Guarde su distancia conmigo, soy su enfermera, no su amiga.
- Esta bien, esta bien… Srita. Hamilton, necesito bañarme.
- Y falta que le hace, apesta.
- Ves, por eso necesito bañarme pero no me puedo mover.
- Y?
- Y usted es enfermera, que ustedes no deben ayudar a los enfermos?
Flammy se puso roja, pero no se amedrento al ver que el chico sonreía maliciosamente.
- Por supuesto que si, espere un momento.
Cuando la vio salir de la habitación solto una carcajada, penso que al fin le habia ganado una pero luego, la vio entrar con una palangana y unos trapos.
- En su condición no debe moverse mucho, asi que le dare un baño de esponja.
- Que? no, espera… le dire a…
- Por supuesto que no sr. Stevens, estoy plenamente capacitada además, usted no tiene nada que no haya visto. –le dijo mientras empezaba a quitarle la camisa. – y no se mueva que se puede lastimar.
Tom intento luchar pero sabia que era imposible, su brazo no podia moverlo y aun no podia apoyarse sobre su cuerpo. Flammy disfruto cada tallon que de pronto le daba aduciendo que estaba demasiado sucio mientras Tom se encontraba rojo de vergüenza y sin saber que hacer con lo que el mismo habia provocado.
Fueron dias tensos los que siguieron, apenas se pudo mover se nego a que ella le volviera a tocar, aunque en realidad no quería aceptar que con el paso de los dias, esa tortura de ser limpiado por aquellas manos un tanto hoscas, llego a agradarle.
Flammy lo hacia mas por molestarlo, por demostrar su poderío ante la situacion que a decir verdad poco le importo el bien formado cuerpo del vaquero, al fin y al cabo habia atendido a hombres mas musculosos aunque mas maltrechos por las batallas que habian peleado.
Poco a poco la tensión se fue relajando y a pesar de que ella intento por todas las formas no hablar de sus experiencias en el frente, entre la platica que el sacaba salio a relucir.
- No se como lastima asi por gusto en un rodeo, si quería matarse hubiera ido a la guerra, alla al menos luchan por un ideal.
- Guerra? No, la guerra es para los estúpidos, yo prefiero pelear con un toro que con un arma contra un ser humano.
- No da lo mismo?
- No, por supuesto que no… además que va a saber usted, aquellos soldaditos….
- Aquellos hombres luchan por la libertad, por la tiranía, son estúpidos si, porque ningun ser humano debería tener que pelear por algo que debería obtenerse con palabras. Nunca ha visto el miedo en sus ojos, la determinación de proteger lo que quieren, ver como merman sus vidas en un campo con un enemigo que al final tambien es un ser humano, sus heridas muchas veces son inútiles de tratar.
- Ha estado ahí?
- Si, y vi a muchos chicos mas jóvenes que usted tratar su vida y cuerpo con mas respeto que ustedes que se jactan de ser valientes. Alla es lugar o vivir y para usted es solo un juego.
Tom se quedo callado, ahora entendia porque aquella mirada dura y ese carácter agrio, aunque claro, no sabia que de por si Flammy era asi, aun asi empezó a respetarla, admirarla y sin saber como, aquellos sentimientos se convirtieron en algo mas. De pronto se encontró pensando en aquella chica de lentes en las noches, empezó a esperar la hora en que ella llegaría y buscar la manera de saber mas de ella.
Se entero que Candy y ella habian ido al mismo lugar a aprender, la misma Flammy le dijo que admiraba a Candy pero que no era una chica con la cual pudiera llevarse bien porque era demasiado desvergonzada e irresponsable.
- Estamos hablando de la misma Candy?
- Subio a un árbol para visitar a un paciente cuando la descansaron.
- Si, es ella… pero es una buena chica.
- Si, lo es. Pero demasiado candida y torpe.
- Jajajaja, sobretodo lo ultimo.
La primera vez que Flammy sonrio Tom simplemente se rindió y decidio que una mujer tan valiente y única no debería dejarla ir, sin embargo apenas pudo valerse por si mismo Flammy dio por terminado trabajo y se despidió de Tom tan secamente como le habia saludado la primera vez.
- Puedo invitarte a salir alguna vez?
- Lo siento, no creo que sea correcto aceptar una invitación de mi paciente.
- Ya no sere tu paciente.
- Tengo muchas ocupaciones, no creo que tenga tiempo para salir.
- Que demonios Flammy bien puedes tomarte un descanso o tengo que volverme a romper las costillas para que aceptes.
Flammy lo vio un tanto sorprendida, pero igual no cambio su actitud.
- Haga lo que guste sr. Stevens, aunque no le aseguro que la próxima vez me enviaran a mi.
- Maldicion, de verdad que eres difícil.
Ella le dio la espalda y salio de la habitación sin decir mas, no podia aceptar que aquel chico en aquellas semanas le habia dado cierta paz, a pesar de las peleas y los encuentros hostiles habia sido divertido. Tom se quedo ahí esperando que ella cambiara de opinión y regresara a decirle que aceptaba pero se quedo esperando pues no la volvió a ver.
Despues de un par de meses ya todo estaba olvidado, pocas veces Flammy pensaba en aquel vaquero atolondrado cuya sonrisa llego a iluminar su dia, intentaba siempre mantenerse ocupada a veces para olvidar lo vivido en su vida, a veces para no pensar en el y otras veces para sentir que estaba viva. Curiosamente las ultimas semanas en aquel rancho, cuando al no saber que hacer acompañaba en su silla a Tom para sacarlo a tomar el aire entonces veía las cosas de diferente forma y envidiaba a aquellas mujeres ajetreadas con los quehaceres del rancho, aquella gente sencilla que no se preocupaba por lo que sucedia en el mundo además de sus propias vidas. La suya nunca habia sido asi, a pesar de parecerlo, ella se preocupaba por otros mas que por ella misma.
Aquella invitación llego sin esperarlo, al ver el sitio al que era invitada no pudo mas que alzar la mirada a manera de reproche y coraje. No pudo esperar, no quería ir a aquel lugar pero no pudo mas que vestirse completamente enfadada y prácticamente correr al rancho Stevens. Al llegar vio a Tom de pie en todo su esplendor, vestido de vaquero, con la camisa a medio cerrar lo que le provoco un leve rubor en el rostro, sin entender realmente porque, lo habia visto desnudo cuando lo cuidaba pero esta vez era diferente.
Tom la vio y se acerco hasta Flammy con una gran sonrisa en los labios, casi casi como una burla, pero no se amedranto apenas lo vio le avento unos paquetes que traía en la mano.
- Ahí tiene sr. Stevens, creo que las necesitara, haga lo que quiera con su maldita vida pero luego no me pida que venga a socorrerlo. –le grito mientras lanzaba unas vendas y unos curitas.
En realidad no supo porque lo hizo, se sentía estúpida pero la verdad era que lo quería golpear con algo mas fuerte.
- Jajajaja, tenia que hacerte venir de alguna manera, acabo de ganar una apuesta a mi padre.
- De que demonios habla?
- Le dije que si me ponía en peligro tu vendrías. El decía lo contrario, dijo que serias una tonta si lo hicieras.
- Tu padre tiene razón no se porque vine, me largo.
- No quieres saber cual fue la apuesta?
Flammy lo miro y no dijo mas, solo se quedo esperando la respuesta para poder abofetearlo.
- Le dije que vendrías y que si yo ganaba me casaba contigo. El te envio la invitación, no ire al rodeo, no hay mas rodeos para mi si aceptas.
-
Flammy se quedo congelada por un instante solamente, pues apenas el se acerco, la tomo del rostro y la beso, entonces en ese momento aquel enojo se convirtió en vergueza y aquel beso en su perdición.
FIN…
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