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Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO

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Jill Valentine

Jill Valentine
Rosa Morada
Rosa Morada

AMOR, como el nuestro.

CAPÍTULO 1

"Demonios," pensó en cuanto vio el aula que estaba a reventar, no cabía ni un alma más, por suerte ella había llegado temprano. Desde que se hizo viral que Terry GrandChester estaría de monitor en la clase de economía del profesor Ames Martin, no faltaba nadie a la clase —volvió a observar a su alrededor y confirmó lo que ya sabía. Estaba todo el sexo femenino babiando y suspirando por el chico monitor. No puso atención en toda la clase. Había pillado a Terry mirándola en varias ocasiones y no sabía cómo sentirse, incómoda o halagada. Ella no tenía entre sus planes tener una relación, su tiempo era limitado entre el trabajo, las prácticas, y los exámenes. Además tenía que conservar su beca, apenas le quedaba tiempo para dormir cuatro o cinco horas cuando iba con suerte. No entendía que tanto la miraba Terry. Sí, reconocía que era un hombre atractivo, está bien. Él tipo era jodidamente guapo. Sabía que estaba en el último semestre y pronto terminaría su maestría en finanzas. Tenía un color de ojos único, que no sabía cómo identificar: Azul como el fondo del océano, turquesa deslumbrante. Tal vez los dos juntos Un rostro con finas facciones, unos labios provocativos. Ni que hablar de su físico, el chico tenía un cuerpo de atleta, pero jamás lo reconocería a voces, era bastante arrogante como para que todavía ella le diera más fama.

Por fin el profesor termino la clase, y los estudiantes empezaron a salir del aula poco a poco. Ella tenía que esperar para el resultado del último examen. Volvió a sentir la mirada de Terry en ella, pero se negaba a mirarlo.

Cerro el portátil esforzándose para no estrellarlo contra la madera de su pupitre. Su nota estaba debajo del promedio, ella se había preparado para el examen, en ese momento odiaba al profesor Ames. Se levantó de la banca y camino todavía maldiciendo entre dientes. Abi se puso a su lado. Iba refunfuñando. Las dos parecían más enfadadas que tristes por la nota, ambas chicas compartían habitación desde el primer día en la universidad, y aunque eran pocas clases en las que ambas coincidían, aún así eran mejores amigas. Paso a un lado de Terry y sintió como una electricidad le recorría la espalda. Salió presurosa haciendo que Abi corriera detrás de ella.

—Oye, ¿acaso miraste a un fantasma? Candy negó con la cabeza —Ames arruinó mi día. Dijo Abi enseñándole su examen. Candy observó el papel, La nota de Candy peor que la Abi, y se quejaba. Sabía que sus padres suspenderían sus cuentas bancarias si bajaba el promedio, Y eso sí sería un problema de estado para Aby. En cambio para Candy el resultado era todo sorpresa, aunque no había reprobado el resultado la decepcionaba, necesitaba mantener el promedio que su beca exigía si no quería perderla, y no podía perderla.

Candy se despidió de Abi antes de irse a su clase de literatura.


—Podemos recuperarnos si presentamos el trabajo extra que nos dio el profesor. —Comento Candy mientras se volvía a reunir con Abi y recorrían los pasillos, ya habían terminado las tres primeras Clases.

—Podemos hacerlo más fácil si pedimos ayuda al monitor, y sí le haces ojitos quizás nos haga el jodido trabajo. Respondió Ahí Abi sonriéndole.

—Olvídalo, no pienso pedirle ayuda a ese presumido, viste como tiene a todas las moscas del campus en la clase de Ames, no dejaban de zumbar a su alrededor.
—Lo ví mirándote, en toda la clase no te quito el ojo en ningún momento. Yo creo que le gustas.

— Alucinas, esa clase de chicos se cuelga a las Barbies más populares del campus, y yo no formo parte de ese grupo, ni quiero serlo.

—Bla, bla, bla... entonces señorita sé puede saber cómo vamos a subir el promedio.

A Candy le mortificada sólo pensarlo, por mucho que odiara admitirlo tenía que aceptar que la idea de Aby de ir a pedirle ayuda a Terry era la solución para subir su promedio. Después de todo para eso estaban los monitores. La sonrisa que le puso su amiga le decía que sabía que tenía la victoria.

El aula estaba a reventar. Terry pensó que eso tenía que ver con la entrega de los resultados del examen. Volvió a dirigir su mirada en un punto específico, mejor dicho en la chica más guapa del campus. El cuerpo se le tenso cuando la vió llevarse el lapicero a la boca. La mujer ni siquiera sabía que él existía. La había estado observando en toda la clase del profesor Ames, desde la primera vez que estuvo como monitor. Había recabado poca información sobre ella. Sabía que se llamaba Candy White, y que no iba a las fiestas de la facultad. Lo que explicaba porque no lo había visto antes. Era hermosa, de estatura mediana, y tenía unas curvas que estaba seguro más de uno miraba. De piel blanca, cabello rubio en suaves ondas, pero lo que había impresionado a Terry era el color verde de sus ojos. No entendía que tenía su mirada que le hacía querer descubrir, Era una mujer decidida, lo vio cuando explicaba algún tema, o cuando tenía que participar en la clase. Mostraba seguridad, pero aparte de esa información, ella era un misterio. No sabía cómo acercarse a ella, y ya comenzaba a sentir frustración.

Por fin Ames terminó la clase,  terminó la clase, espero a que su chica platónica saliera. Cuando vio la cara de disgusto de Candy supo que solo era cuestión de tiempo para que ella lo buscará.

—Vamos a buscar a tu admirador. Volvió a decir Abi.

—No es mi admirador.

—Si tú lo dices. Oye, recuerda que  debemos celebrar. Candy soltó una risa irónica.

—No tenemos nada que festejar.
—Me prometiste que irías a la fiesta de los chicos del equipo de basketball—Abi se paró frente a ella—. Lo prometiste, no puedo aparecerme sola, necesito que mi ex sepa que ya no me importa.

—No tienes que ir a una fiesta para demostrar que no te importa, solo ignorarlo.

—Sabes que con el imbécil de mi ex no funciona de esa manera. Por Favor..

—Lo pensaré.

Candy miró en su móvil el horario y se percató de que a esa hora el monitor atendía a los estudiantes.

— Monitor. Insistió Abi, Candy rodo los ojos. Pero ambas se dirigieron a los cubículos que estaban destinados para los monitores. Se trataba de oficinas en el área de coordinación académica de la facultad acomodadas para los monitores que ayudaban a otros estudiantes para los exámenes.


Cuando ambas amigas llegaron al espacio que era de Terry se dieron cuenta que estaba ocupado. Una pelirroja más interesada en ligar que en estudiar: llevaba una minifalda y estaba sentada encima del escritorio exhibiendo sus piernas esbeltas y bien afeitadas. Terry giro el rostro y oculto la sorpresa cuando vio al par de chicas en la puerta. Aparto la mirada rápido para que no fuera tan obvió el gesto en su rostro.

Abi miró con gesto de ”te lo dije" a Candy, que no le prestó la más mínima atención. Terry despachó con celeridad a la pelirroja. La chica destinó un gesto de fastidio a Candy y Abi por interrumpir su devaneo, no si antes darle un papel a Terry con su número de teléfono. Se despidió tomando a Terry por sorpresa cuando le dio un beso en la mejilla. Cuando la chica paso en medio de Candy y Abi, Terry arrugó el papel y lo echó en la papelera, invitó al par de jóvenes a entrar. Candy no pudo evitar rodar los ojos. Terry había estado esperando ese momento. Tener a Candy frente a él, y todo gracias a una nota baja del profesor Ames. Bendito profesor, pensó mientras juntaba dos sillas para las jóvenes como el caballero que era.

Candy se sentó en la silla que Terry le acomodó sin mirarlo. De pronto el corazón le latió con tanta violencia que le resultó doloroso. Terry GrandChester era glorioso. Ahora que lo tenía frente a ella. Cada rasgo de su aspecto parecía cincelado. De acuerdo tenía que admitir el hombre era extremadamente atractivo. Y si tenía un magnetismo sexual que haría cualquier mujer sentirse halagada por una sola de sus atenciones. Su mirada con el azul intenso de sus ojos bordados de largas pestañas, emarcadas por unas gruesas y oscuras cejas, no pudo evitar llevar la mirada a su cuerpo y a su propia reacción que la hizo enrojecer. Ella se creía vacunada contra los de su tipo. Sé pregunto porque precisamente él la atraía, y cayó en cuenta de que Terry no era como la mayoría de chicos que conocía, Terry se comportaba como un hombre. Tenía una fuerza indómita de la que carecían sus compañeros de clase. Como si fuera mucho mayor de lo que en realidad era, porque no tendría más de veinticuatro años. Levantó la mirada de sus manos y se quedó como una boba.
—¿Qué puedo hacer por ustedes, chicas? —Dijo Terry mirando de una a la otra, conteniendo el impulso de ver solo a Candy.
Por un par de segundos nadie dijo nada. Y Terry sonrió de lado. Abi le soltó un codazo a Candy y está por fin pudo despertar.

—Estamos aquí porque nos cargamos la nota del examen. Pero eso ya lo sabes —contestó Candy algo atontada, mientras Abi se enroscaba el cabello negro y miraba unos papeles en la pared—. Necesitamos ayuda en el trabajo que debemos entregar dentro de dos semanas y prepararnos para la próxima evaluación. Terry asintió y  abrió agarro su carpeta  Candy vio que anotó algo en una hoja. “Demonios, si qué es guapo”, pensó contemplándolo.

—Un trabajo bien hecho las ayudará a subir el promedio, sigan esta bibliografía — Sonrió, inocente —. Aquí encontrarán todo lo que necesitan sobre los temas. Sé que no es el trabajo que les dio Ames, pero estos libros manejan los temas a profundidad, que es lo que el profesor espera de los trabajos después de todo.

Candy frunció el ceño. Terry pensó que era una de las mujeres más atractivas que había conocido. Quizás las más atractiva, por qué no recordaba a otra que lo atrajera tanto.

—Estupendo —Abi habló por primera vez, más pendiente de los mensajes que entraban a su móvil que de lo que hablaba el monitor.

—¿Qué tal clases particulares? —dijo Candy de pronto. Terry quiso decirle que sí enseguida. Pero como buen actor pudo frenarse, en cambio puso un rostro sin expresión.

—Tendría que ver mi horario— dijo después de fingir que estaba meditando —, yo también tengo clases, además estoy preparando mi tesis. Abi miró sonriendo a Terry negó con la cabeza. Sus ojos azules como el cielo echaban miradas a Candy que le blanqueó los ojos.

—No creo que la biografía sea suficiente, tenemos que prepararnos para sacar una buena nota. No puedo bajar mi promedio. —Dijo Candy viendo de nuevo a Terry—. ¿Por favor?

—Yo me voy, con la bibliografía tengo — Dijo Abi tomando el papel que Terry dejo sobre el escritorio y se giro a su amiga —. Ya sabes Candy White el viernes eres toda mía.
Terry no podía estar más feliz de poder pasar unos minutos a solas con la mujer que lo traía coladito, tendría que ocultar lo que ella le provocaba,  No quería que ella pensará que se estaba aprovechando.

Candy lo vió con una sonrisa algo nerviosa. Ella que se consideraba segura de si misma, no entendía por qué se sentía intimidada por un chico como Terry, al que consideraba un PlayBoy.

Pensar eso le dio valor.

—¿Qué dices? ¿Puedo contar contigo? Un brillo extraño apareció en la mirada azul zafiro.

—Ven mañana a verme y te tendré una respuesta —dijo Terry mirándole los labio.

No podía creer que Abi la hubiera convencido de aparecer en la fiesta. El lugar estaba lleno.

—Ya sabes, nada de recibirle licor a ninguno de estos tipos —le advirtió Abi. Candy blanqueo los ojos, su amiga ya le había recibido un vaso de licor a un compañero de clase.

—Mejor aplica ese concepto a ti. —Tenía que gritar  por encima de la música, que gracias al cielo no era de mal gusto.

—Cierto. De todos modos sigue mis concejos y no mires mis acciones. Candy negó con la cabeza,  pero estaba sonriendo.

—Hay un chico a las tres que no ha dejado de mirarte —le dijo Candy. Abi miró hacia el lugar clave que dijo Candy, sin disimular en lo más mínimo, refunfuñando Candy negó con la cabeza, Abi le dio la espalda al chico.
—Es Max, es uno de los defensas del equipo de baloncesto. Candy levantó una ceja.

—Pues el chico viene para acá sin dejar de ver tu trasero. Abi se volteó enseguida para ver  al joven con una sonrisa. Para irse a bailar con el chico.

La residencia empezó a llenarse de chicos y chicas de diferentes facultades, ya había bastantes que estaban bailando, riendo. Candy se interesó por las mesas de billar,  Todos estaban bebiendo como si llevarán días en el desierto.  Se concentro en la partida de billar que era algo que si le gustaba jugar a ella. Abi le guiñó un ojo desdé la atestada pista de baile. Ella se atrincheró en un rincón, observando la gente y la jugada. Varios chicos empezaron a mirarla, algo que la incómodo. Su conjunto era conservador comparado con lo que llevaban las demás chicas. Unos jeans ajustados y una sencilla blusa de seda un poco estrecha de la cintura y zapatillas negras de tacón alto. A lo lejos vio a Terry GrandChester charlando con un grupo de chicos, vestía un jean oscuro y una camiseta en color negro. Varias mujeres revoloteaban a su alrededor, pero él no les prestó atención, por suerte no había reparado en su presencia. No lo había vuelto a buscar para pedir su tutoria.  Miro de reojo a un par de estudiantes acercarse, y se escabulló antes de que dos jóvenes llegasen a ella. Camino por el lugar en claro intento de buscar la salida y volver a su residencia. Estaba cansada, antes de que encontrará la salida. Abi la encontró.

—Eh, dónde ibas.

—A ningún lado— mintió.

—Vamos a darles una clase de billar a esos chicos. Max, la llamaba con clara intención de invitarla al juego de billar.

—No quiero quedarme mucho tiempo, tú te estás divirtiendo, yo puedo irme sola. Abi la ignoro y en unos minutos formaron dos equipos; ella y Abi contra el par de chicos, Max y Jony. Él chico que comenzó a Candy con interés.

La bebida de Terry quedó en el aire en cuanto vio a Candy. Se sorprendió de verla en la fiesta y recordó que había escuchado a su amiga decir algo del viernes, Se dedicó a observar la partida mientras trataba de sacudirse a las chicas que no paraban mosqueando a su alrededor. No creía que Candy lo había visto, y eso le molestaba. Además estaba preocupado, ella no lo había vuelto a buscar, y eso lo estaba enloqueciendo, hoy estába hermosísima, el pantalón definiendo sus curvas y llevaba suelto el cabello, que a la luz de la lámpara destilaba rayos de Sol, Miró sus labios cuando sonreía. Dios tenía fantasías por esos condenados labios. Más de un tipo babeaba por su trasero cuando se inclinaba sobre la mesa y tuvo que controlarse para no golpearlos a todos. Se bebió la cerveza sin dejar de mirarla. Las chicas batieron a los dos tipos que a su parecer su estupidez era tan grande como su tamaño. Terry se acercó, sin dejar de mirar a Candy. Era un hombre acostumbrado a la atención femenina, su arrogante confianza lo confirmaba.

—Hola, Candy. Ella se quedó atontada saboreando el acento en el que pronunció su nombre, y tratando de calmar el cosquilleo entre sus muslos. Su mirada parecía ir más allá de la superficie, como si adivinara todos sus secretos y deseos.

—Hola —dijo, mirándolo con una sonrisa nerviosa.

—Veo que te gusta jugar.

—Es entretenido —contestó ella conteniendo los nervios. Terry le pasó el mismo taco con el que la vio ganar.

—¿Una partida? Terry se acercó más. Ella se giro a un lado tratando de tranquilizarse.. El tono en el que Terry pronunciaba algunas palabras la ponía un poco nerviosa, al igual que su mirada, como si hubiera alguna intención escondida.

— Creo que tuve suficiente por esta noche. Terry se echó a reír, un sonido delicioso que hizo que el corazón de Candy se disparará con fuerza mientras él la miraba a los ojos.

—Serías buena contrincante — luego añadió con arrogancia—. Ah, ya entendí. Tienes miedo. Terry contuvo una sonrisa en cuanto la vio enrojecer.

—No.

—Vamos, Candy, Piensa que si ganas todos los que verán me harán el semestre. Ese será tu premio.

—No es suficiente. Si yo gano, me darás clases particulares. “ todo lo que quieras”, quiso decirle.

—Y si gano yo —dijo, sin dejar de mirarla con clara intención—, saldrás a cenar conmigo. Ella se limitó a sonreírle. La música se elevaban por encima de las voces y las risas. Candy se dijo que estaba muy atrevida esa noche, se dio cuenta que Terry había logrado lo que pretendía.

—Vamos por bebidas —dijo Abi a su nuevo amigo, al que agarró de la mano.

—¿Empiezas? —preguntó Terry con voz grave y sexy, seguido de un ligero carraspeo. Candy dio la vuelta a la mesa con pasos sensuales, se colocó en línea apuntando a la bola blanca y, con un toque rápido soltó el primer tiro.

—Escojo las rayadas.

—Bien.

Un grupo de chicas se acercaron con la clara intención de ver a Terry. Candy puso los ojos en blanco al ver lo obvias que eran. Terry dio la vuelta a la mesa rozándo el brazo de Candy, ella aturdida por el contacto de su piel le dijo:

—Tienes a tus fans de admiradoras.

—No te distraigas —contestó él con indiferencia, de pronto se puso serio y cambió su mirada a una cálida—. Si quieres saber la verdad, tenía muchas ganas de conocerte.

Candy lo miró de reojo tratando de concentrarse en su jugada, se pudo percatar de que eran el tema de conversación de los que los rodeaban.

—Creo que ya has conocido a una buena cantidad de gente. Él se acercó tanto que pudo saborear su loción cuando le susurró al oído:

—No hagas caso a lo que oigas.

—Es difícil ignorarlo cuando todos hablan de ti. ¡Es tú turno! —ordenó ignorando el estremecimiento que le causó Terry con ése gesto. Solo le faltaba sonrojarse, pensó, molesta. Terry la miró con una sonrisa ladeada, para luego concentrarse en el juego. Metió cuatro bolas de una sola estocada. En la siguiente falló por un palmo. Sus movimientos eran seguros y precisos, era un hombre confiado en si mismo. Irradiaba virilidad. Pero que demonios se estaba inclinando hacia el macho alfa de la manada; para su orgullo, eso no era satisfactorio de ninguna manera.

—¿Sales con alguien? —preguntó él haciendo que ella despertara de pronto.

—Por qué preguntas? — era una coqueta— ¿Interesado? —No quiso sonar tan lanzada, pero así fue de todas formas.

—Por supuesto. Ella se ruborizó e incapaz de evitar una sonrisa. Estaba siendo muy descarada. Se concentró de nuevo en el juego. La chispa entre los dos era más que evidente. Ella se paseó por la mesa decidiendo cuál iba a ser su próximo movimiento.

—Quiero salir contigo —Volvió a insistir Terry. Ella golpeó una bola, que ensartó en un oyó, pero falló el siguiente tiro. Candy negó con la cabeza.

—No creo. Terry sonrió al tiempo que se aparto un mechón de cabello que bloqueo su insistente mirada.

—Nunca he tenido que rogarle tanto a…

—Una chica —terminó Candy por él, y movió la cabeza en señal de negación—. Eres un arrogante. Él golpeó su bola y la metió en la derecha. Apuntó a la siguiente, que falló por poco. —Clases gratis —lo provocó ella.

—Te crees muy inteligente.

—Soy muy inteligente. Ahora quién es la arrogante.

—Créeme, tengo motivos para serlo.

—No lo dudo —concluyo él por lo bajo, absorto en el juego otra vez. Dio la vuelta a la mesa, derecha, tiro y falló. Del rostro de Terry se soltó una sonrisa, como si saboreara la victoria anticipada. Dio la vuelta y fingió meditar su próxima jugada. Le dio un golpe suave y certero a la bola , que se deslizó para chocar con la otra, que rodó hasta caer en el oyó superior. Se enderezó enseguida con sonrisa victoriosa. Candy pensó que se comportaba como un animal salvaje dispuesto a mostrar su elegancia. Se dijo que tenía que dejar de ver National Geografic. Se dio la vuelta y apoyó las manos en los laterales de madera de la mesa de billar con la intención de calmar el pálpito desenfrenado de su corazón. No espero lo siguiente. Terry se paró frente a ella y puso sus manos cubriendo sus manos de cada lado . Sus penetrantes ojos zafiros le sostuvieron la mirada.

—Tengo muchas ganas de besarte ahora mismo. El calor de su aliento inundó a Candy, el estómago se le encogió, el corazón hizo piruetas contra sus costillas. Él no dejaba de mirarle los ojos y luego los labios.

—No acostumbro a besar a desconocidos.

—Yo por el contrario te conozco de hace tiempo, Candy llevo semanas observándote — estudió el rostro de Candy. Ella era… unica, esa fue la palabra que le vino a la mente. Su expresión era abierta, suave, sencilla, y el color de sus ojos verdes le daba una sensación de armonía. Aúnque su cuerpo era el pecado.

—Creo que debes retroceder —sugirió ella en voz baja. Él se separó un poco.

—Tenía que detenerlo —dijo, como si hubiera despertado de un sueño. Candy levantó una ceja.

—¿El qué?

—Tu olor —respondió, como si fuera lo más obvio del mundo, Candy lo miró con la boca abierta, muy consciente de la forma en que su cuerpo despertaba.

Continuará...
Me esta gustando muchísimo la actividad en el foro rosa. Es mi primera vez por aquí, y espero que vengan muchas más.
Su servidora , enamorada locamente por Terry.  JillValentine.x & LAS ESTRELLAS DE BROADWAY. BRAVO CHICAS. PORRAS



Última edición por ANJOU el Vie Abr 02, 2021 1:22 pm, editado 1 vez (Razón : Tamaño de letra. Anjou)

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Nancy

Nancy
Rosa Negra
Rosa Negra

ME ENCANTO 🥰
ESPERARE POR MÁS... Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 334740 Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 334740

           
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ANJOU

ANJOU
Lakewood's Primrose
Lakewood's Primrose

Querida Jill,

volveré a editar tu publicación porque el tamaño de letra es muy pequeño.

Cuando estás redactando el mensaje,
en la barra inmediatamente superior al espacio donde escribes,
se encuentra un menú en el que puedes elegir el tamaño de letra.

Si cuentas de izquierda a derecha,
es el sexto bloque de color gris.
Allí hay una letra A con una flecha roja.
Es allí donde eliges el tamaño de la letra para tu publicación.

Te sugeriría utilizar un tamaño 18 o 24.

Un saludo y, ¡feliz Guerra, Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 254899!


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Jill Valentine

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Rosa Morada
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Ups. Vale, gracias según yo así le hice.

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Betty Laguna

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Niño/a del Hogar de Pony
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Adry Grandchester

Adry Grandchester
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Excelente historia, me encanta esa forma tan retadora en que los dos se llevan.... Gracias por iluminar el camino de Terry con las Estrellas de Broadway...


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GEZABEL

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Guerrera de Lakewood
Guerrera de Lakewood

Muy buen inicio... me da gusto que disfrutes tu primera vez en el foro y en la guerra... espero que sigas asi :D


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Amyrai

Amyrai
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

OMG!!! Pero que tensión entre estos dos, son hábiles, tercos y muy pero muy hots.
Ya quiero saber que va a pasar.
Grandiosa historia Jill, bienvenida a la GF me alegra que te hayas animado.
Porque las Estrellas de Broadway iluminamos el camino de Terry ❣❣❣❣

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Evelyn Rivera Strubbe

Evelyn Rivera Strubbe
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Me encanto. Que partido de billar más intenso.  Bravissimo.   Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 523232  Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 523232

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Ana l Ruiz

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Niño/a del Hogar de Pony
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Azul pequeña

Azul pequeña
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Creo que será una exelente historia me dejó impaciente por saber que sigue muy bien Jill 🥰☺☺

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dulce3852

dulce3852
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Excelente inicio!!! Me hizo recordar viejos tiempos jaja
Ya quiero saber que pasará. 
Muchas gracias querida Jill por compartir tu luz con Las estrellas de Broadway 

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Cherry Cheddar

Cherry Cheddar
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

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¡Preciosooooooooo! Me encanta tu historia, ese aire fresco que traer ¡Bienvenida wuapísima!
Espero con ansias el siguiente capítulo
Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 189452 Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 189452 Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 189452 Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 189452 Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 189452

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14Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO Empty Amor, como el nuestro Sáb Abr 03, 2021 5:46 pm

Haroly Nandy


Rosa Abierta
Rosa Abierta

Me encanto, espero el proximo pronto para seguir disfrutando tu talento. H.N

Jill Valentine escribió:AMOR, como el nuestro.

CAPÍTULO 1

"Demonios," pensó en cuanto vio el aula que estaba a reventar, no cabía ni un alma más, por suerte ella había llegado temprano. Desde que se hizo viral que Terry GrandChester estaría de monitor en la clase de economía del profesor Ames Martin, no faltaba nadie a la clase —volvió a observar a su alrededor y confirmó lo que ya sabía. Estaba todo el sexo femenino babiando y suspirando por el chico monitor. No puso atención en toda la clase. Había pillado a Terry mirándola en varias ocasiones y no sabía cómo sentirse, incómoda o halagada. Ella no tenía entre sus planes tener una relación, su tiempo era limitado entre el trabajo, las prácticas, y los exámenes. Además tenía que conservar su beca, apenas le quedaba tiempo para dormir cuatro o cinco horas cuando iba con suerte. No entendía que tanto la miraba Terry. Sí, reconocía que era un hombre atractivo, está bien. Él tipo era jodidamente guapo. Sabía que estaba en el último semestre y pronto terminaría su maestría en finanzas. Tenía un color de ojos único, que no sabía cómo identificar: Azul como el fondo del océano, turquesa deslumbrante. Tal vez los dos juntos Un rostro con finas facciones, unos labios provocativos. Ni que hablar de su físico, el chico tenía un cuerpo de atleta, pero jamás lo reconocería a voces, era bastante arrogante como para que todavía ella le diera más fama.

Por fin el profesor termino la clase, y los estudiantes empezaron a salir del aula poco a poco. Ella tenía que esperar para el resultado del último examen. Volvió a sentir la mirada de Terry en ella, pero se negaba a mirarlo.

Cerro el portátil esforzándose para no estrellarlo contra la madera de su pupitre. Su nota estaba debajo del promedio, ella se había preparado para el examen, en ese momento odiaba al profesor Ames. Se levantó de la banca y camino todavía maldiciendo entre dientes. Abi se puso a su lado. Iba refunfuñando. Las dos parecían más enfadadas que tristes por la nota, ambas chicas compartían habitación desde el primer día en la universidad, y aunque eran pocas clases en las que ambas coincidían, aún así eran mejores amigas. Paso a un lado de Terry y sintió como una electricidad le recorría la espalda. Salió presurosa haciendo que Abi corriera detrás de ella.

—Oye, ¿acaso miraste a un fantasma? Candy negó con la cabeza —Ames arruinó mi día. Dijo Abi enseñándole su examen. Candy observó el papel, La nota de Candy peor que la Abi, y se quejaba. Sabía que sus padres suspenderían sus cuentas bancarias si bajaba el promedio, Y eso sí sería un problema de estado para Aby. En cambio para Candy el resultado era todo sorpresa, aunque no había reprobado el resultado la decepcionaba, necesitaba mantener el promedio que su beca exigía si no quería perderla, y no podía perderla.

Candy se despidió de Abi antes de irse a su clase de literatura.


—Podemos recuperarnos si presentamos el trabajo extra que nos dio el profesor. —Comento Candy mientras se volvía a reunir con Abi y recorrían los pasillos, ya habían terminado las tres primeras Clases.

—Podemos hacerlo más fácil si pedimos ayuda al monitor, y sí le haces ojitos quizás nos haga el jodido trabajo. Respondió Ahí Abi sonriéndole.

—Olvídalo, no pienso pedirle ayuda a ese presumido, viste como tiene a todas las moscas del campus en la clase de Ames, no dejaban de zumbar a su alrededor.
—Lo ví mirándote, en toda la clase no te quito el ojo en ningún momento. Yo creo que le gustas.

— Alucinas, esa clase de chicos se cuelga a las Barbies más populares del campus, y yo no formo parte de ese grupo, ni quiero serlo.

—Bla, bla, bla... entonces señorita sé puede saber cómo vamos a subir el promedio.

A Candy le mortificada sólo pensarlo, por mucho que odiara admitirlo tenía que aceptar que la idea de Aby de ir a pedirle ayuda a Terry era la solución para subir su promedio. Después de todo para eso estaban los monitores. La sonrisa que le puso su amiga le decía que sabía que tenía la victoria.

El aula estaba a reventar. Terry pensó que eso tenía que ver con la entrega de los resultados del examen. Volvió a dirigir su mirada en un punto específico, mejor dicho en la chica más guapa del campus. El cuerpo se le tenso cuando la vió llevarse el lapicero a la boca. La mujer ni siquiera sabía que él existía. La había estado observando en toda la clase del profesor Ames, desde la primera vez que estuvo como monitor. Había recabado poca información sobre ella. Sabía que se llamaba Candy White, y que no iba a las fiestas de la facultad. Lo que explicaba porque no lo había visto antes. Era hermosa, de estatura mediana, y tenía unas curvas que estaba seguro más de uno miraba. De piel blanca, cabello rubio en suaves ondas, pero lo que había impresionado a Terry era el color verde de sus ojos. No entendía que tenía su mirada que le hacía querer descubrir, Era una mujer decidida, lo vio cuando explicaba algún tema, o cuando tenía que participar en la clase. Mostraba seguridad, pero aparte de esa información, ella era un misterio. No sabía cómo acercarse a ella, y ya comenzaba a sentir frustración.

Por fin Ames terminó la clase,  terminó la clase, espero a que su chica platónica saliera. Cuando vio la cara de disgusto de Candy supo que solo era cuestión de tiempo para que ella lo buscará.

—Vamos a buscar a tu admirador. Volvió a decir Abi.

—No es mi admirador.

—Si tú lo dices. Oye, recuerda que  debemos celebrar. Candy soltó una risa irónica.

—No tenemos nada que festejar.
—Me prometiste que irías a la fiesta de los chicos del equipo de basketball—Abi se paró frente a ella—. Lo prometiste, no puedo aparecerme sola, necesito que mi ex sepa que ya no me importa.

—No tienes que ir a una fiesta para demostrar que no te importa, solo ignorarlo.

—Sabes que con el imbécil de mi ex no funciona de esa manera. Por Favor..

—Lo pensaré.

Candy miró en su móvil el horario y se percató de que a esa hora el monitor atendía a los estudiantes.

— Monitor. Insistió Abi, Candy rodo los ojos. Pero ambas se dirigieron a los cubículos que estaban destinados para los monitores. Se trataba de oficinas en el área de coordinación académica de la facultad acomodadas para los monitores que ayudaban a otros estudiantes para los exámenes.


Cuando ambas amigas llegaron al espacio que era de Terry se dieron cuenta que estaba ocupado. Una pelirroja más interesada en ligar que en estudiar: llevaba una minifalda y estaba sentada encima del escritorio exhibiendo sus piernas esbeltas y bien afeitadas. Terry giro el rostro y oculto la sorpresa cuando vio al par de chicas en la puerta. Aparto la mirada rápido para que no fuera tan obvió el gesto en su rostro.

Abi miró con gesto de ”te lo dije" a Candy, que no le prestó la más mínima atención. Terry despachó con celeridad a la pelirroja. La chica destinó un gesto de fastidio a Candy y Abi por interrumpir su devaneo, no si antes darle un papel a Terry con su número de teléfono. Se despidió tomando a Terry por sorpresa cuando le dio un beso en la mejilla. Cuando la chica paso en medio de Candy y Abi, Terry arrugó el papel y lo echó en la papelera, invitó al par de jóvenes a entrar. Candy no pudo evitar rodar los ojos. Terry había estado esperando ese momento. Tener a Candy frente a él, y todo gracias a una nota baja del profesor Ames. Bendito profesor, pensó mientras juntaba dos sillas para las jóvenes como el caballero que era.

Candy se sentó en la silla que Terry le acomodó sin mirarlo. De pronto el corazón le latió con tanta violencia que le resultó doloroso. Terry GrandChester era glorioso. Ahora que lo tenía frente a ella. Cada rasgo de su aspecto parecía cincelado. De acuerdo tenía que admitir el hombre era extremadamente atractivo. Y si tenía un magnetismo sexual que haría cualquier mujer sentirse halagada por una sola de sus atenciones. Su mirada con el azul intenso de sus ojos bordados de largas pestañas, emarcadas por unas gruesas y oscuras cejas, no pudo evitar llevar la mirada a su cuerpo y a su propia reacción que la hizo enrojecer. Ella se creía vacunada contra los de su tipo. Sé pregunto porque precisamente él la atraía, y cayó en cuenta de que Terry no era como la mayoría de chicos que conocía, Terry se comportaba como un hombre. Tenía una fuerza indómita de la que carecían sus compañeros de clase. Como si fuera mucho mayor de lo que en realidad era, porque no tendría más de veinticuatro años. Levantó la mirada de sus manos y se quedó como una boba.
—¿Qué puedo hacer por ustedes, chicas? —Dijo Terry mirando de una a la otra, conteniendo el impulso de ver solo a Candy.
Por un par de segundos nadie dijo nada. Y Terry sonrió de lado. Abi le soltó un codazo a Candy y está por fin pudo despertar.

—Estamos aquí porque nos cargamos la nota del examen. Pero eso ya lo sabes —contestó Candy algo atontada, mientras Abi se enroscaba el cabello negro y miraba unos papeles en la pared—. Necesitamos ayuda en el trabajo que debemos entregar dentro de dos semanas y prepararnos para la próxima evaluación. Terry asintió y  abrió agarro su carpeta  Candy vio que anotó algo en una hoja. “Demonios, si qué es guapo”, pensó contemplándolo.

—Un trabajo bien hecho las ayudará a subir el promedio, sigan esta bibliografía — Sonrió, inocente —. Aquí encontrarán todo lo que necesitan sobre los temas. Sé que no es el trabajo que les dio Ames, pero estos libros manejan los temas a profundidad, que es lo que el profesor espera de los trabajos después de todo.

Candy frunció el ceño. Terry pensó que era una de las mujeres más atractivas que había conocido. Quizás las más atractiva, por qué no recordaba a otra que lo atrajera tanto.

—Estupendo —Abi habló por primera vez, más pendiente de los mensajes que entraban a su móvil que de lo que hablaba el monitor.

—¿Qué tal clases particulares? —dijo Candy de pronto. Terry quiso decirle que sí enseguida. Pero como buen actor pudo frenarse, en cambio puso un rostro sin expresión.

—Tendría que ver mi horario— dijo después de fingir que estaba meditando —, yo también tengo clases, además estoy preparando mi tesis. Abi miró sonriendo a Terry negó con la cabeza. Sus ojos azules como el cielo echaban miradas a Candy que le blanqueó los ojos.

—No creo que la biografía sea suficiente, tenemos que prepararnos para sacar una buena nota. No puedo bajar mi promedio. —Dijo Candy viendo de nuevo a Terry—. ¿Por favor?

—Yo me voy, con la bibliografía tengo — Dijo Abi tomando el papel que Terry dejo sobre el escritorio y se giro a su amiga —. Ya sabes Candy White el viernes eres toda mía.
Terry no podía estar más feliz de poder pasar unos minutos a solas con la mujer que lo traía coladito, tendría que ocultar lo que ella le provocaba,  No quería que ella pensará que se estaba aprovechando.

Candy lo vió con una sonrisa algo nerviosa. Ella que se consideraba segura de si misma, no entendía por qué se sentía intimidada por un chico como Terry, al que consideraba un PlayBoy.

Pensar eso le dio valor.

—¿Qué dices? ¿Puedo contar contigo? Un brillo extraño apareció en la mirada azul zafiro.

—Ven mañana a verme y te tendré una respuesta —dijo Terry mirándole los labio.

No podía creer que Abi la hubiera convencido de aparecer en la fiesta. El lugar estaba lleno.

—Ya sabes, nada de recibirle licor a ninguno de estos tipos —le advirtió Abi. Candy blanqueo los ojos, su amiga ya le había recibido un vaso de licor a un compañero de clase.

—Mejor aplica ese concepto a ti. —Tenía que gritar  por encima de la música, que gracias al cielo no era de mal gusto.

—Cierto. De todos modos sigue mis concejos y no mires mis acciones. Candy negó con la cabeza,  pero estaba sonriendo.

—Hay un chico a las tres que no ha dejado de mirarte —le dijo Candy. Abi miró hacia el lugar clave que dijo Candy, sin disimular en lo más mínimo, refunfuñando Candy negó con la cabeza, Abi le dio la espalda al chico.
—Es Max, es uno de los defensas del equipo de baloncesto. Candy levantó una ceja.

—Pues el chico viene para acá sin dejar de ver tu trasero. Abi se volteó enseguida para ver  al joven con una sonrisa. Para irse a bailar con el chico.

La residencia empezó a llenarse de chicos y chicas de diferentes facultades, ya había bastantes que estaban bailando, riendo. Candy se interesó por las mesas de billar,  Todos estaban bebiendo como si llevarán días en el desierto.  Se concentro en la partida de billar que era algo que si le gustaba jugar a ella. Abi le guiñó un ojo desdé la atestada pista de baile. Ella se atrincheró en un rincón, observando la gente y la jugada. Varios chicos empezaron a mirarla, algo que la incómodo. Su conjunto era conservador comparado con lo que llevaban las demás chicas. Unos jeans ajustados y una sencilla blusa de seda un poco estrecha de la cintura y zapatillas negras de tacón alto. A lo lejos vio a Terry GrandChester charlando con un grupo de chicos, vestía un jean oscuro y una camiseta en color negro. Varias mujeres revoloteaban a su alrededor, pero él no les prestó atención, por suerte no había reparado en su presencia. No lo había vuelto a buscar para pedir su tutoria.  Miro de reojo a un par de estudiantes acercarse, y se escabulló antes de que dos jóvenes llegasen a ella. Camino por el lugar en claro intento de buscar la salida y volver a su residencia. Estaba cansada, antes de que encontrará la salida. Abi la encontró.

—Eh, dónde ibas.

—A ningún lado— mintió.

—Vamos a darles una clase de billar a esos chicos. Max, la llamaba con clara intención de invitarla al juego de billar.

—No quiero quedarme mucho tiempo, tú te estás divirtiendo, yo puedo irme sola. Abi la ignoro y en unos minutos formaron dos equipos; ella y Abi contra el par de chicos, Max y Jony. Él chico que comenzó a Candy con interés.

La bebida de Terry quedó en el aire en cuanto vio a Candy. Se sorprendió de verla en la fiesta y recordó que había escuchado a su amiga decir algo del viernes, Se dedicó a observar la partida mientras trataba de sacudirse a las chicas que no paraban mosqueando a su alrededor. No creía que Candy lo había visto, y eso le molestaba. Además estaba preocupado, ella no lo había vuelto a buscar, y eso lo estaba enloqueciendo, hoy estába hermosísima, el pantalón definiendo sus curvas y llevaba suelto el cabello, que a la luz de la lámpara destilaba rayos de Sol, Miró sus labios cuando sonreía. Dios tenía fantasías por esos condenados labios. Más de un tipo babeaba por su trasero cuando se inclinaba sobre la mesa y tuvo que controlarse para no golpearlos a todos. Se bebió la cerveza sin dejar de mirarla. Las chicas batieron a los dos tipos que a su parecer su estupidez era tan grande como su tamaño. Terry se acercó, sin dejar de mirar a Candy. Era un hombre acostumbrado a la atención femenina, su arrogante confianza lo confirmaba.

—Hola, Candy. Ella se quedó atontada saboreando el acento en el que pronunció su nombre, y tratando de calmar el cosquilleo entre sus muslos. Su mirada parecía ir más allá de la superficie, como si adivinara todos sus secretos y deseos.

—Hola —dijo, mirándolo con una sonrisa nerviosa.

—Veo que te gusta jugar.

—Es entretenido —contestó ella conteniendo los nervios. Terry le pasó el mismo taco con el que la vio ganar.

—¿Una partida? Terry se acercó más. Ella se giro a un lado tratando de tranquilizarse.. El tono en el que Terry pronunciaba algunas palabras la ponía un poco nerviosa, al igual que su mirada, como si hubiera alguna intención escondida.

— Creo que tuve suficiente por esta noche. Terry se echó a reír, un sonido delicioso que hizo que el corazón de Candy se disparará con fuerza mientras él la miraba a los ojos.

—Serías buena contrincante — luego añadió con arrogancia—. Ah, ya entendí. Tienes miedo. Terry contuvo una sonrisa en cuanto la vio enrojecer.

—No.

—Vamos, Candy, Piensa que si ganas todos los que verán me harán el semestre. Ese será tu premio.

—No es suficiente. Si yo gano, me darás clases particulares. “ todo lo que quieras”, quiso decirle.

—Y si gano yo —dijo, sin dejar de mirarla con clara intención—, saldrás a cenar conmigo. Ella se limitó a sonreírle. La música se elevaban por encima de las voces y las risas. Candy se dijo que estaba muy atrevida esa noche, se dio cuenta que Terry había logrado lo que pretendía.

—Vamos por bebidas —dijo Abi a su nuevo amigo, al que agarró de la mano.

—¿Empiezas? —preguntó Terry con voz grave y sexy, seguido de un ligero carraspeo. Candy dio la vuelta a la mesa con pasos sensuales, se colocó en línea apuntando a la bola blanca y, con un toque rápido soltó el primer tiro.

—Escojo las rayadas.

—Bien.

Un grupo de chicas se acercaron con la clara intención de ver a Terry. Candy puso los ojos en blanco al ver lo obvias que eran. Terry dio la vuelta a la mesa rozándo el brazo de Candy, ella aturdida por el contacto de su piel le dijo:

—Tienes a tus fans de admiradoras.

—No te distraigas —contestó él con indiferencia, de pronto se puso serio y cambió su mirada a una cálida—. Si quieres saber la verdad, tenía muchas ganas de conocerte.

Candy lo miró de reojo tratando de concentrarse en su jugada, se pudo percatar de que eran el tema de conversación de los que los rodeaban.

—Creo que ya has conocido a una buena cantidad de gente. Él se acercó tanto que pudo saborear su loción cuando le susurró al oído:

—No hagas caso a lo que oigas.

—Es difícil ignorarlo cuando todos hablan de ti. ¡Es tú turno! —ordenó ignorando el estremecimiento que le causó Terry con ése gesto. Solo le faltaba sonrojarse, pensó, molesta. Terry la miró con una sonrisa ladeada, para luego concentrarse en el juego. Metió cuatro bolas de una sola estocada. En la siguiente falló por un palmo. Sus movimientos eran seguros y precisos, era un hombre confiado en si mismo. Irradiaba virilidad. Pero que demonios se estaba inclinando hacia el macho alfa de la manada; para su orgullo, eso no era satisfactorio de ninguna manera.

—¿Sales con alguien? —preguntó él haciendo que ella despertara de pronto.

—Por qué preguntas? — era una coqueta— ¿Interesado? —No quiso sonar tan lanzada, pero así fue de todas formas.

—Por supuesto. Ella se ruborizó e incapaz de evitar una sonrisa. Estaba siendo muy descarada. Se concentró de nuevo en el juego. La chispa entre los dos era más que evidente. Ella se paseó por la mesa decidiendo cuál iba a ser su próximo movimiento.

—Quiero salir contigo —Volvió a insistir Terry. Ella golpeó una bola, que ensartó en un oyó, pero falló el siguiente tiro. Candy negó con la cabeza.

—No creo. Terry sonrió al tiempo que se aparto un mechón de cabello que bloqueo su insistente mirada.

—Nunca he tenido que rogarle tanto a…

—Una chica —terminó Candy por él, y movió la cabeza en señal de negación—. Eres un arrogante. Él golpeó su bola y la metió en la derecha. Apuntó a la siguiente, que falló por poco. —Clases gratis —lo provocó ella.

—Te crees muy inteligente.

—Soy muy inteligente. Ahora quién es la arrogante.

—Créeme, tengo motivos para serlo.

—No lo dudo —concluyo él por lo bajo, absorto en el juego otra vez. Dio la vuelta a la mesa, derecha, tiro y falló. Del rostro de Terry se soltó una sonrisa, como si saboreara la victoria anticipada. Dio la vuelta y fingió meditar su próxima jugada. Le dio un golpe suave y certero a la bola , que se deslizó para chocar con la otra, que rodó hasta caer en el oyó superior. Se enderezó enseguida con sonrisa victoriosa. Candy pensó que se comportaba como un animal salvaje dispuesto a mostrar su elegancia. Se dijo que tenía que dejar de ver National Geografic. Se dio la vuelta y apoyó las manos en los laterales de madera de la mesa de billar con la intención de calmar el pálpito desenfrenado de su corazón. No espero lo siguiente. Terry se paró frente a ella y puso sus manos cubriendo sus manos de cada lado . Sus penetrantes ojos zafiros le sostuvieron la mirada.

—Tengo muchas ganas de besarte ahora mismo. El calor de su aliento inundó a Candy, el estómago se le encogió, el corazón hizo piruetas contra sus costillas. Él no dejaba de mirarle los ojos y luego los labios.

—No acostumbro a besar a desconocidos.

—Yo por el contrario te conozco de hace tiempo, Candy llevo semanas observándote — estudió el rostro de Candy. Ella era… unica, esa fue la palabra que le vino a la mente. Su expresión era abierta, suave, sencilla, y el color de sus ojos verdes le daba una sensación de armonía. Aúnque su cuerpo era el pecado.

—Creo que debes retroceder —sugirió ella en voz baja. Él se separó un poco.

—Tenía que detenerlo —dijo, como si hubiera despertado de un sueño. Candy levantó una ceja.

—¿El qué?

—Tu olor —respondió, como si fuera lo más obvio del mundo, Candy lo miró con la boca abierta, muy consciente de la forma en que su cuerpo despertaba.

Continuará...
Me esta gustando muchísimo la actividad en el foro rosa. Es mi primera vez por aquí, y espero que vengan muchas más.
Su servidora , enamorada locamente por Terry.  JillValentine.x & LAS ESTRELLAS DE BROADWAY. BRAVO CHICAS. PORRAS

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Jessi Graham Veritas Whit

Jessi Graham Veritas Whit
Rosa Roja
Rosa Roja

Amo tu trabajo Jill!!!

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Yeszaipalacios


Rosa Morada
Rosa Morada

Me gustó espero el sig capitulo

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Rosyboo73


Rosa Lila
Rosa Lila

Muy buena, quiero mas 😃

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18Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO Empty Es una súper historia... Quiero MÁS ???? Dom Abr 04, 2021 4:18 am

Susana Biosfera


Recién plantada/o
Recién plantada/o

Jill Valentine escribió:AMOR, como el nuestro.

CAPÍTULO 1

"Demonios," pensó en cuanto vio el aula que estaba a reventar, no cabía ni un alma más, por suerte ella había llegado temprano. Desde que se hizo viral que Terry GrandChester estaría de monitor en la clase de economía del profesor Ames Martin, no faltaba nadie a la clase —volvió a observar a su alrededor y confirmó lo que ya sabía. Estaba todo el sexo femenino babiando y suspirando por el chico monitor. No puso atención en toda la clase. Había pillado a Terry mirándola en varias ocasiones y no sabía cómo sentirse, incómoda o halagada. Ella no tenía entre sus planes tener una relación, su tiempo era limitado entre el trabajo, las prácticas, y los exámenes. Además tenía que conservar su beca, apenas le quedaba tiempo para dormir cuatro o cinco horas cuando iba con suerte. No entendía que tanto la miraba Terry. Sí, reconocía que era un hombre atractivo, está bien. Él tipo era jodidamente guapo. Sabía que estaba en el último semestre y pronto terminaría su maestría en finanzas. Tenía un color de ojos único, que no sabía cómo identificar: Azul como el fondo del océano, turquesa deslumbrante. Tal vez los dos juntos Un rostro con finas facciones, unos labios provocativos. Ni que hablar de su físico, el chico tenía un cuerpo de atleta, pero jamás lo reconocería a voces, era bastante arrogante como para que todavía ella le diera más fama.

Por fin el profesor termino la clase, y los estudiantes empezaron a salir del aula poco a poco. Ella tenía que esperar para el resultado del último examen. Volvió a sentir la mirada de Terry en ella, pero se negaba a mirarlo.

Cerro el portátil esforzándose para no estrellarlo contra la madera de su pupitre. Su nota estaba debajo del promedio, ella se había preparado para el examen, en ese momento odiaba al profesor Ames. Se levantó de la banca y camino todavía maldiciendo entre dientes. Abi se puso a su lado. Iba refunfuñando. Las dos parecían más enfadadas que tristes por la nota, ambas chicas compartían habitación desde el primer día en la universidad, y aunque eran pocas clases en las que ambas coincidían, aún así eran mejores amigas. Paso a un lado de Terry y sintió como una electricidad le recorría la espalda. Salió presurosa haciendo que Abi corriera detrás de ella.

—Oye, ¿acaso miraste a un fantasma? Candy negó con la cabeza —Ames arruinó mi día. Dijo Abi enseñándole su examen. Candy observó el papel, La nota de Candy peor que la Abi, y se quejaba. Sabía que sus padres suspenderían sus cuentas bancarias si bajaba el promedio, Y eso sí sería un problema de estado para Aby. En cambio para Candy el resultado era todo sorpresa, aunque no había reprobado el resultado la decepcionaba, necesitaba mantener el promedio que su beca exigía si no quería perderla, y no podía perderla.

Candy se despidió de Abi antes de irse a su clase de literatura.


—Podemos recuperarnos si presentamos el trabajo extra que nos dio el profesor. —Comento Candy mientras se volvía a reunir con Abi y recorrían los pasillos, ya habían terminado las tres primeras Clases.

—Podemos hacerlo más fácil si pedimos ayuda al monitor, y sí le haces ojitos quizás nos haga el jodido trabajo. Respondió Ahí Abi sonriéndole.

—Olvídalo, no pienso pedirle ayuda a ese presumido, viste como tiene a todas las moscas del campus en la clase de Ames, no dejaban de zumbar a su alrededor.
—Lo ví mirándote, en toda la clase no te quito el ojo en ningún momento. Yo creo que le gustas.

— Alucinas, esa clase de chicos se cuelga a las Barbies más populares del campus, y yo no formo parte de ese grupo, ni quiero serlo.

—Bla, bla, bla... entonces señorita sé puede saber cómo vamos a subir el promedio.

A Candy le mortificada sólo pensarlo, por mucho que odiara admitirlo tenía que aceptar que la idea de Aby de ir a pedirle ayuda a Terry era la solución para subir su promedio. Después de todo para eso estaban los monitores. La sonrisa que le puso su amiga le decía que sabía que tenía la victoria.

El aula estaba a reventar. Terry pensó que eso tenía que ver con la entrega de los resultados del examen. Volvió a dirigir su mirada en un punto específico, mejor dicho en la chica más guapa del campus. El cuerpo se le tenso cuando la vió llevarse el lapicero a la boca. La mujer ni siquiera sabía que él existía. La había estado observando en toda la clase del profesor Ames, desde la primera vez que estuvo como monitor. Había recabado poca información sobre ella. Sabía que se llamaba Candy White, y que no iba a las fiestas de la facultad. Lo que explicaba porque no lo había visto antes. Era hermosa, de estatura mediana, y tenía unas curvas que estaba seguro más de uno miraba. De piel blanca, cabello rubio en suaves ondas, pero lo que había impresionado a Terry era el color verde de sus ojos. No entendía que tenía su mirada que le hacía querer descubrir, Era una mujer decidida, lo vio cuando explicaba algún tema, o cuando tenía que participar en la clase. Mostraba seguridad, pero aparte de esa información, ella era un misterio. No sabía cómo acercarse a ella, y ya comenzaba a sentir frustración.

Por fin Ames terminó la clase,  terminó la clase, espero a que su chica platónica saliera. Cuando vio la cara de disgusto de Candy supo que solo era cuestión de tiempo para que ella lo buscará.

—Vamos a buscar a tu admirador. Volvió a decir Abi.

—No es mi admirador.

—Si tú lo dices. Oye, recuerda que  debemos celebrar. Candy soltó una risa irónica.

—No tenemos nada que festejar.
—Me prometiste que irías a la fiesta de los chicos del equipo de basketball—Abi se paró frente a ella—. Lo prometiste, no puedo aparecerme sola, necesito que mi ex sepa que ya no me importa.

—No tienes que ir a una fiesta para demostrar que no te importa, solo ignorarlo.

—Sabes que con el imbécil de mi ex no funciona de esa manera. Por Favor..

—Lo pensaré.

Candy miró en su móvil el horario y se percató de que a esa hora el monitor atendía a los estudiantes.

— Monitor. Insistió Abi, Candy rodo los ojos. Pero ambas se dirigieron a los cubículos que estaban destinados para los monitores. Se trataba de oficinas en el área de coordinación académica de la facultad acomodadas para los monitores que ayudaban a otros estudiantes para los exámenes.


Cuando ambas amigas llegaron al espacio que era de Terry se dieron cuenta que estaba ocupado. Una pelirroja más interesada en ligar que en estudiar: llevaba una minifalda y estaba sentada encima del escritorio exhibiendo sus piernas esbeltas y bien afeitadas. Terry giro el rostro y oculto la sorpresa cuando vio al par de chicas en la puerta. Aparto la mirada rápido para que no fuera tan obvió el gesto en su rostro.

Abi miró con gesto de ”te lo dije" a Candy, que no le prestó la más mínima atención. Terry despachó con celeridad a la pelirroja. La chica destinó un gesto de fastidio a Candy y Abi por interrumpir su devaneo, no si antes darle un papel a Terry con su número de teléfono. Se despidió tomando a Terry por sorpresa cuando le dio un beso en la mejilla. Cuando la chica paso en medio de Candy y Abi, Terry arrugó el papel y lo echó en la papelera, invitó al par de jóvenes a entrar. Candy no pudo evitar rodar los ojos. Terry había estado esperando ese momento. Tener a Candy frente a él, y todo gracias a una nota baja del profesor Ames. Bendito profesor, pensó mientras juntaba dos sillas para las jóvenes como el caballero que era.

Candy se sentó en la silla que Terry le acomodó sin mirarlo. De pronto el corazón le latió con tanta violencia que le resultó doloroso. Terry GrandChester era glorioso. Ahora que lo tenía frente a ella. Cada rasgo de su aspecto parecía cincelado. De acuerdo tenía que admitir el hombre era extremadamente atractivo. Y si tenía un magnetismo sexual que haría cualquier mujer sentirse halagada por una sola de sus atenciones. Su mirada con el azul intenso de sus ojos bordados de largas pestañas, emarcadas por unas gruesas y oscuras cejas, no pudo evitar llevar la mirada a su cuerpo y a su propia reacción que la hizo enrojecer. Ella se creía vacunada contra los de su tipo. Sé pregunto porque precisamente él la atraía, y cayó en cuenta de que Terry no era como la mayoría de chicos que conocía, Terry se comportaba como un hombre. Tenía una fuerza indómita de la que carecían sus compañeros de clase. Como si fuera mucho mayor de lo que en realidad era, porque no tendría más de veinticuatro años. Levantó la mirada de sus manos y se quedó como una boba.
—¿Qué puedo hacer por ustedes, chicas? —Dijo Terry mirando de una a la otra, conteniendo el impulso de ver solo a Candy.
Por un par de segundos nadie dijo nada. Y Terry sonrió de lado. Abi le soltó un codazo a Candy y está por fin pudo despertar.

—Estamos aquí porque nos cargamos la nota del examen. Pero eso ya lo sabes —contestó Candy algo atontada, mientras Abi se enroscaba el cabello negro y miraba unos papeles en la pared—. Necesitamos ayuda en el trabajo que debemos entregar dentro de dos semanas y prepararnos para la próxima evaluación. Terry asintió y  abrió agarro su carpeta  Candy vio que anotó algo en una hoja. “Demonios, si qué es guapo”, pensó contemplándolo.

—Un trabajo bien hecho las ayudará a subir el promedio, sigan esta bibliografía — Sonrió, inocente —. Aquí encontrarán todo lo que necesitan sobre los temas. Sé que no es el trabajo que les dio Ames, pero estos libros manejan los temas a profundidad, que es lo que el profesor espera de los trabajos después de todo.

Candy frunció el ceño. Terry pensó que era una de las mujeres más atractivas que había conocido. Quizás las más atractiva, por qué no recordaba a otra que lo atrajera tanto.

—Estupendo —Abi habló por primera vez, más pendiente de los mensajes que entraban a su móvil que de lo que hablaba el monitor.

—¿Qué tal clases particulares? —dijo Candy de pronto. Terry quiso decirle que sí enseguida. Pero como buen actor pudo frenarse, en cambio puso un rostro sin expresión.

—Tendría que ver mi horario— dijo después de fingir que estaba meditando —, yo también tengo clases, además estoy preparando mi tesis. Abi miró sonriendo a Terry negó con la cabeza. Sus ojos azules como el cielo echaban miradas a Candy que le blanqueó los ojos.

—No creo que la biografía sea suficiente, tenemos que prepararnos para sacar una buena nota. No puedo bajar mi promedio. —Dijo Candy viendo de nuevo a Terry—. ¿Por favor?

—Yo me voy, con la bibliografía tengo — Dijo Abi tomando el papel que Terry dejo sobre el escritorio y se giro a su amiga —. Ya sabes Candy White el viernes eres toda mía.
Terry no podía estar más feliz de poder pasar unos minutos a solas con la mujer que lo traía coladito, tendría que ocultar lo que ella le provocaba,  No quería que ella pensará que se estaba aprovechando.

Candy lo vió con una sonrisa algo nerviosa. Ella que se consideraba segura de si misma, no entendía por qué se sentía intimidada por un chico como Terry, al que consideraba un PlayBoy.

Pensar eso le dio valor.

—¿Qué dices? ¿Puedo contar contigo? Un brillo extraño apareció en la mirada azul zafiro.

—Ven mañana a verme y te tendré una respuesta —dijo Terry mirándole los labio.

No podía creer que Abi la hubiera convencido de aparecer en la fiesta. El lugar estaba lleno.

—Ya sabes, nada de recibirle licor a ninguno de estos tipos —le advirtió Abi. Candy blanqueo los ojos, su amiga ya le había recibido un vaso de licor a un compañero de clase.

—Mejor aplica ese concepto a ti. —Tenía que gritar  por encima de la música, que gracias al cielo no era de mal gusto.

—Cierto. De todos modos sigue mis concejos y no mires mis acciones. Candy negó con la cabeza,  pero estaba sonriendo.

—Hay un chico a las tres que no ha dejado de mirarte —le dijo Candy. Abi miró hacia el lugar clave que dijo Candy, sin disimular en lo más mínimo, refunfuñando Candy negó con la cabeza, Abi le dio la espalda al chico.
—Es Max, es uno de los defensas del equipo de baloncesto. Candy levantó una ceja.

—Pues el chico viene para acá sin dejar de ver tu trasero. Abi se volteó enseguida para ver  al joven con una sonrisa. Para irse a bailar con el chico.

La residencia empezó a llenarse de chicos y chicas de diferentes facultades, ya había bastantes que estaban bailando, riendo. Candy se interesó por las mesas de billar,  Todos estaban bebiendo como si llevarán días en el desierto.  Se concentro en la partida de billar que era algo que si le gustaba jugar a ella. Abi le guiñó un ojo desdé la atestada pista de baile. Ella se atrincheró en un rincón, observando la gente y la jugada. Varios chicos empezaron a mirarla, algo que la incómodo. Su conjunto era conservador comparado con lo que llevaban las demás chicas. Unos jeans ajustados y una sencilla blusa de seda un poco estrecha de la cintura y zapatillas negras de tacón alto. A lo lejos vio a Terry GrandChester charlando con un grupo de chicos, vestía un jean oscuro y una camiseta en color negro. Varias mujeres revoloteaban a su alrededor, pero él no les prestó atención, por suerte no había reparado en su presencia. No lo había vuelto a buscar para pedir su tutoria.  Miro de reojo a un par de estudiantes acercarse, y se escabulló antes de que dos jóvenes llegasen a ella. Camino por el lugar en claro intento de buscar la salida y volver a su residencia. Estaba cansada, antes de que encontrará la salida. Abi la encontró.

—Eh, dónde ibas.

—A ningún lado— mintió.

—Vamos a darles una clase de billar a esos chicos. Max, la llamaba con clara intención de invitarla al juego de billar.

—No quiero quedarme mucho tiempo, tú te estás divirtiendo, yo puedo irme sola. Abi la ignoro y en unos minutos formaron dos equipos; ella y Abi contra el par de chicos, Max y Jony. Él chico que comenzó a Candy con interés.

La bebida de Terry quedó en el aire en cuanto vio a Candy. Se sorprendió de verla en la fiesta y recordó que había escuchado a su amiga decir algo del viernes, Se dedicó a observar la partida mientras trataba de sacudirse a las chicas que no paraban mosqueando a su alrededor. No creía que Candy lo había visto, y eso le molestaba. Además estaba preocupado, ella no lo había vuelto a buscar, y eso lo estaba enloqueciendo, hoy estába hermosísima, el pantalón definiendo sus curvas y llevaba suelto el cabello, que a la luz de la lámpara destilaba rayos de Sol, Miró sus labios cuando sonreía. Dios tenía fantasías por esos condenados labios. Más de un tipo babeaba por su trasero cuando se inclinaba sobre la mesa y tuvo que controlarse para no golpearlos a todos. Se bebió la cerveza sin dejar de mirarla. Las chicas batieron a los dos tipos que a su parecer su estupidez era tan grande como su tamaño. Terry se acercó, sin dejar de mirar a Candy. Era un hombre acostumbrado a la atención femenina, su arrogante confianza lo confirmaba.

—Hola, Candy. Ella se quedó atontada saboreando el acento en el que pronunció su nombre, y tratando de calmar el cosquilleo entre sus muslos. Su mirada parecía ir más allá de la superficie, como si adivinara todos sus secretos y deseos.

—Hola —dijo, mirándolo con una sonrisa nerviosa.

—Veo que te gusta jugar.

—Es entretenido —contestó ella conteniendo los nervios. Terry le pasó el mismo taco con el que la vio ganar.

—¿Una partida? Terry se acercó más. Ella se giro a un lado tratando de tranquilizarse.. El tono en el que Terry pronunciaba algunas palabras la ponía un poco nerviosa, al igual que su mirada, como si hubiera alguna intención escondida.

— Creo que tuve suficiente por esta noche. Terry se echó a reír, un sonido delicioso que hizo que el corazón de Candy se disparará con fuerza mientras él la miraba a los ojos.

—Serías buena contrincante — luego añadió con arrogancia—. Ah, ya entendí. Tienes miedo. Terry contuvo una sonrisa en cuanto la vio enrojecer.

—No.

—Vamos, Candy, Piensa que si ganas todos los que verán me harán el semestre. Ese será tu premio.

—No es suficiente. Si yo gano, me darás clases particulares. “ todo lo que quieras”, quiso decirle.

—Y si gano yo —dijo, sin dejar de mirarla con clara intención—, saldrás a cenar conmigo. Ella se limitó a sonreírle. La música se elevaban por encima de las voces y las risas. Candy se dijo que estaba muy atrevida esa noche, se dio cuenta que Terry había logrado lo que pretendía.

—Vamos por bebidas —dijo Abi a su nuevo amigo, al que agarró de la mano.

—¿Empiezas? —preguntó Terry con voz grave y sexy, seguido de un ligero carraspeo. Candy dio la vuelta a la mesa con pasos sensuales, se colocó en línea apuntando a la bola blanca y, con un toque rápido soltó el primer tiro.

—Escojo las rayadas.

—Bien.

Un grupo de chicas se acercaron con la clara intención de ver a Terry. Candy puso los ojos en blanco al ver lo obvias que eran. Terry dio la vuelta a la mesa rozándo el brazo de Candy, ella aturdida por el contacto de su piel le dijo:

—Tienes a tus fans de admiradoras.

—No te distraigas —contestó él con indiferencia, de pronto se puso serio y cambió su mirada a una cálida—. Si quieres saber la verdad, tenía muchas ganas de conocerte.

Candy lo miró de reojo tratando de concentrarse en su jugada, se pudo percatar de que eran el tema de conversación de los que los rodeaban.

—Creo que ya has conocido a una buena cantidad de gente. Él se acercó tanto que pudo saborear su loción cuando le susurró al oído:

—No hagas caso a lo que oigas.

—Es difícil ignorarlo cuando todos hablan de ti. ¡Es tú turno! —ordenó ignorando el estremecimiento que le causó Terry con ése gesto. Solo le faltaba sonrojarse, pensó, molesta. Terry la miró con una sonrisa ladeada, para luego concentrarse en el juego. Metió cuatro bolas de una sola estocada. En la siguiente falló por un palmo. Sus movimientos eran seguros y precisos, era un hombre confiado en si mismo. Irradiaba virilidad. Pero que demonios se estaba inclinando hacia el macho alfa de la manada; para su orgullo, eso no era satisfactorio de ninguna manera.

—¿Sales con alguien? —preguntó él haciendo que ella despertara de pronto.

—Por qué preguntas? — era una coqueta— ¿Interesado? —No quiso sonar tan lanzada, pero así fue de todas formas.

—Por supuesto. Ella se ruborizó e incapaz de evitar una sonrisa. Estaba siendo muy descarada. Se concentró de nuevo en el juego. La chispa entre los dos era más que evidente. Ella se paseó por la mesa decidiendo cuál iba a ser su próximo movimiento.

—Quiero salir contigo —Volvió a insistir Terry. Ella golpeó una bola, que ensartó en un oyó, pero falló el siguiente tiro. Candy negó con la cabeza.

—No creo. Terry sonrió al tiempo que se aparto un mechón de cabello que bloqueo su insistente mirada.

—Nunca he tenido que rogarle tanto a…

—Una chica —terminó Candy por él, y movió la cabeza en señal de negación—. Eres un arrogante. Él golpeó su bola y la metió en la derecha. Apuntó a la siguiente, que falló por poco. —Clases gratis —lo provocó ella.

—Te crees muy inteligente.

—Soy muy inteligente. Ahora quién es la arrogante.

—Créeme, tengo motivos para serlo.

—No lo dudo —concluyo él por lo bajo, absorto en el juego otra vez. Dio la vuelta a la mesa, derecha, tiro y falló. Del rostro de Terry se soltó una sonrisa, como si saboreara la victoria anticipada. Dio la vuelta y fingió meditar su próxima jugada. Le dio un golpe suave y certero a la bola , que se deslizó para chocar con la otra, que rodó hasta caer en el oyó superior. Se enderezó enseguida con sonrisa victoriosa. Candy pensó que se comportaba como un animal salvaje dispuesto a mostrar su elegancia. Se dijo que tenía que dejar de ver National Geografic. Se dio la vuelta y apoyó las manos en los laterales de madera de la mesa de billar con la intención de calmar el pálpito desenfrenado de su corazón. No espero lo siguiente. Terry se paró frente a ella y puso sus manos cubriendo sus manos de cada lado . Sus penetrantes ojos zafiros le sostuvieron la mirada.

—Tengo muchas ganas de besarte ahora mismo. El calor de su aliento inundó a Candy, el estómago se le encogió, el corazón hizo piruetas contra sus costillas. Él no dejaba de mirarle los ojos y luego los labios.

—No acostumbro a besar a desconocidos.

—Yo por el contrario te conozco de hace tiempo, Candy llevo semanas observándote — estudió el rostro de Candy. Ella era… unica, esa fue la palabra que le vino a la mente. Su expresión era abierta, suave, sencilla, y el color de sus ojos verdes le daba una sensación de armonía. Aúnque su cuerpo era el pecado.

—Creo que debes retroceder —sugirió ella en voz baja. Él se separó un poco.

—Tenía que detenerlo —dijo, como si hubiera despertado de un sueño. Candy levantó una ceja.

—¿El qué?

—Tu olor —respondió, como si fuera lo más obvio del mundo, Candy lo miró con la boca abierta, muy consciente de la forma en que su cuerpo despertaba.

Continuará...
Me esta gustando muchísimo la actividad en el foro rosa. Es mi primera vez por aquí, y espero que vengan muchas más.
Su servidora , enamorada locamente por Terry.  JillValentine.x & LAS ESTRELLAS DE BROADWAY. BRAVO CHICAS. PORRAS

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Cely Graham

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Niño/a del Hogar de Pony
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Muy hermosa con estos rebeldes Las estrellas de Broadway/ Jill Valentine. AMOR COMO EL NUESTRO 2764
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Adriana Torres Azul

Adriana Torres Azul
Recién plantada/o
Recién plantada/o

Super historia. Quedé prendada. Gracias por tu creación 💐💐💐

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