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Hola chicas, espero esten teniendo un feliz sabado, bueno pues haciendo acto de presencia para dejarles la segunda parte de mi fic, espero que les este gustando y bueno... esto apenas comienza, así que si mas preambulos, vamonos con todo, ¡POR Y PARA TERRY!
DESPUÉS DE LA GUERRA
Parte 2
El frío otoñal comienza a anunciar la llegada del invierno, estoy sentado en esta banca del puerto desde hace más de media hora, he llegado temprano a mí cita con Annie y a pesar de que el viento helado me ha puesto la nariz y orejas rojas, no me he movido de aquí, ansió que llegue la hora de visualizar el barco proveniente de Inglaterra, “dios, esta espera es demasiado tortuosa”, exhalé y al hacerlo, pude ver mi aliento cálido danzar en el aire, me cubrí con la bufanda que me regaló mi madre mí cumpleaños pasado. ¡Vaya, en dos meses cumpliré veintidós años!, a pesar de mí corta edad yo me sentía como un viejo con lo poco que he vivido; buen las experiencias que han sido parte de mí vida, me otorgan un punto a mí favor para añadirme más años de los que tengo, siento como una sonrisa se dibuja en mí rostro.
- Es maravilloso verte sonreír – dijo una persona frente a mí.
- ¡Pensé que no llegarías! – reclamé un poco mientras sentía un escalofrío invadir mi cuerpo.
- Más bien tú llegaste temprano – parece que Annie me descubrió.
- Sí, no pude esperar hasta la hora que dijiste – me encogí de hombros.
- Pues solo nos queda seguir esperando – se sentó junto a mí.
- Annie, ¿me dirás qué es eso que te tiene tan preocupada? – no pude evitar preguntarle.
- La guerra te expone a muchos riesgos – musitó, yo la volteé a ver, ella miraba el mar… el horizonte.
- Annie deja de decirme las cosas a medias – su actitud me estaba desesperando, pero creo que en verdad no sabía cómo decirme lo que estaba pasando, o tal vez ella quería que viera con mis propios ojos lo que había sucedido con Candy. Seguimos en silencio por varios minutos y en ese tiempo por mí mente pasaron miles de posibles escenarios, visualicé a Candy herida, incluso sin una pierna o un brazo, en una silla de ruedas, incluso casada con algún médico militar o un soldado, pero esta chica que tengo a mí lado seguía sin decir nada muy a pesar de mí insistencia, me llevé las manos rostro y tallé mi cara, un poco por el cansancio y otro tanto más por la desesperación.
- ¡Ahí viene el barco! – gritó un jovencito, eso me puso en alerta así que levanté la vista y noté que para ese instante el puerto ya estaba abarrotado de personas, percibí que Annie se frotaba las manos con cierta desesperación dejando en evidencia su nerviosismo. El característico sonido que sale de la chimenea del barco captó de lleno nuestra atención.
- ¡Es hora! – expresó Annie para luego exhalar, ambos nos pusimos de pie y nos fuimos acercando a la plataforma donde atracaría el navío, entre más avanzábamos mis piernas respondían menos, estaba que moría por dentro, mis sentimientos se encontraron y chocaron sacudiendo todo mi ser, angustia, miedo, dolor, tristeza, felicidad, añoranza, esperanza, todo yo era un cúmulo de emociones que se desbordaban haciendo latir mi corazón con fuerza y rapidez, llevándolo al grado de casi estallar, inclusive podría asegurar que las personas a mí alrededor escuchaban mis latidos. Poco a poco el pequeño punto que apenas se vislumbraba minutos atrás ahora se convertía en el imponente casco del barco, tan alto y grande, que todas las personas que estaban sobre la cubierta podrían vernos como hormigas, “¿dónde estás? – comencé a buscar entre los pasajeros que saludaban con fervor, en ese momento pude visualizar a una mujer de cabellera risada y rubia, su mirada parecía clavada en el cielo, sujetaba la baranda a su lado iba una mujer morena, “es ella, Candy estaba bien”, me dije para mis adentros, quería gritarle con toda mi voz, quería que ella me escuchara y volteara a verme, estaba por gritar cuando la mano de Annie se postró en mis labios para silenciarlos.
- ¡Terry, espera! – me detuvo – no le hables por favor – miré a Annie, sus ojos se volvían a llenar de lágrimas – por favor Terry, si ella se entera que tú estás aquí, no me lo perdonaría – sus ojos emanaban súplica.
- Tan resentida está conmigo – pensé y entristecí de creer que eso era verdad.
- Terry, te suplico que guardes silencio cuando llegue el momento de reunirnos con ella – me pidió como si le pesara hacerlo y yo terminé totalmente confundido, no entendía absolutamente nada, pero también estaba convencido de que Annie no me diría que sucedía, lo único que podía hacer era esperar… solo que siento que ya esperé demasiado y las ganas de verla me carcomen el alma. Tuvimos que aguardar por algunos agonizantes minutos más para poder acercarnos a buscar a Candy, y por un segundo me quedé inmóvil como estatua, dudoso de si era buena idea verla, ¿qué le voy a decir?, me cuestioné angustiado, un niño me sacó de mis pensamientos cuando me jaló el pantalón, volteé hacia abajo y me encontré con un tierno y dulce rostro.
- Lo siento mucho joven – una mujer entrada en sus treinta años se acercó y tomó al niño en brazos, sus ropas evidenciaban su humildad.
- No tenga cuidado – no sé por qué clavé mis ojos en ella, la dama caminó en línea recta hasta llegar a donde estaba un hombre esperando con los brazos extendidos para sujetar a su pequeño hijo, una familia humilde, pero feliz – si tan solo hubiera sido un poco más valiente para tomar la decisión de huir con ella del colegio – suspiré al recordar aquellos días en Londres – no puedo regresar el tiempo – musité, volví mis ojos a la mujer y la imaginé a ella, - ¿Será verdad que el tiempo no perdona? – me pregunté, en ese instante la familia se movió de sitio dejando al descubierto a un pequeño grupo de mujeres, que llevaban puesto el característico uniforme de enfermeras, en un segundo mis piernas firmes comenzaron a titubear al darme cuenta que el momento de encontrarnos había llegado, otro grupo de personas se acercó a recibirlas – deben ser sus familias – pensé mientras sentía que el estómago se me revolvía de los nervios.
Comencé a buscar con la mirada a Candy pero mis ojos no la hallaban, sentí que el corazón se me detenía cuando algunos tripulantes descendían por el puente cargando un féretro, una familia de clase media se acercó a ellos y comenzaron a llorar – debo de reconocer que sentí alivio aunque a la vez también tristeza cuando descubrí que no se trataba de ella, con la mirada comencé a seguir a esa familia con su difunto, pero de inmediato regresé los ojos hacia el grupo de enfermeras que seguía descendiendo del barco.
- ¡Terry! – sentí como la mano de Annie rodeaba mi brazo con una ligera fuerza, volteé a verla, sus ojos azules parecían petrificados, fue entonces que miré a la misma dirección que ella.
- ¡Por dios! – sentí un escalofrío recorrer mi ser cuando vi desde esa distancia la espalda de esa persona - ¡Tengo miedo! – me di cuenta de que no estaba respirando cuando escuché la voz de Annie subiendo poco a poco sus decibeles, como para sacarme de mí ensoñación.
- Terry, por favor no hables frente a ella – me ordenó por decima vez, yo negué con la cabeza y aunque quería correr hacia Candy y abrazarla, mis piernas parecían no responder, Annie tuvo que hacer un pequeño esfuerzo para que yo despegara los pies del suelo, a paso lento nos dirigimos hacia donde ella, para ese momento el tumulto de personas había disminuido, al igual que las enfermeras, solo una chica de cabello castaño oscuro se encontraba a un lado de Candy, como esperando a que alguien llegara por ella, la joven nos miró y casi de inmediato le susurró algo en el oído a Candy, tal vez fue mi imaginación pero pude notar tensarse el cuerpo de ella – espera aquí – me ordenó en un susurro cuando nos detuvimos a pocos metros, yo solo asentí con la cabeza - ¡Candy! – Annie corrió a donde ella mientras decía su nombre.
- ¡Oh Annie! – Candy no se movió de su lugar, pensé que voltearía a ver a Annie y correría a sus abrazos, pero me equivoqué pues mi pecosa se quedó inmóvil en el lugar donde se encontraba, Annie se paró frente a ella y la abrazó con efusividad, pude notar lágrimas en sus ojos.
- ¿Habré hecho bien en venir? – me cuestioné al ver aquel abrazo de hermanas – tal vez Candy ya no se acuerda de mí – me entristecí de solo pensarlo, en ese momento la otra chica se despidió de ellas y fue a donde un joven uniformado la esperaba y la abrazaba con devoción - ¡Ah!, un soldado y una enfermera de guerra, ¿cuál será su historia de amor? – tal vez, la guerra no solo se encarga de separar a las personas, tal vez en algún lejano punto de esta, se tejen historias de amor que culminan en finales felices, pensé en silencio mientras mis ojos se volvían a clavar en el abrazo fraternal de Annie y Candy. Tomé el valor suficiente después de algunos segundos para acercarme a ellas, a paso cauto fui avanzando, conteniendo las ganas de pronunciar su nombre, de decirle que, a pesar de todo, los sentimientos que envuelven mi corazón hacia ella siguen latentes en cada parte de mí ser.
- ¡Oh, Annie! – dijo ella sin querer deshacer el abrazo, noté que su voz comenzó a quebrarse, mi adorada Candy cuantas ganas tengo de que sepas que estoy aquí justo detrás de ti; es evidente que tu cabello ha crecido demasiado desde la última vez que nos vimos, tus risos siguen siendo indomables a pesar de sujetarlos en una coleta – perdóname por haberme ido de esa manera – dijo como disculpándose – perdóname por haberlos tenido preocupados todo este tiempo – comenzó a sollozar.
- La guerra terminó… Candy – los ojos de Annie de igual manera seguían desbordando lágrimas, ¿qué pasa?, me sigo preguntando – todo estará bien – Annie acarició el cabello de Candy como para confortarla, ¿Annie consolando a Candy?, que extraño, pensé mientras mi pecho se iba llenando de angustia, que eso sucediera no era una buena señal – las cosas volverán a ser como antes – le aseguró.
- ¡No!, Annie ya no será lo mismo – Candy al fin se soltó de los brazos de su amiga, se llevó las manos al rostro.
- No puedo más con esta situación, con esta escena – sentí impotencia y sin importarme lo que Annie me había dicho me encaminé a donde ellas, estaba a punto de decirle a Candy que aquí estoy yo para ella, cuando volteó hacia donde estaba yo, sentí como si la brillante luz del sol me hubiese cegado por unos instantes, por instinto llevé mi antebrazo hacia mi rostro como queriendo cubrir mis ojos de tan radiante luz, incluso escuché una especie de zumbido en el interior de mí oído, después de unos instante todo comenzó a aclararse y tomar forma, y los sonidos comenzaron a ser más claros, al fin, después de tantos años ella estaba delante de mí, con sus expresivos ojos verdes mirando hacia mí. Me había quedado como un idiota frente a ella, al grado que la voz no salía de mis labios, siquiera podía articular palabra, pero que más daba todo eso, ella está frente a mí, la mujer que amo desde mis tiempos de juventud aquí, a solo unos metros de mí, extendí mi mano mientras caminaba apenas despegando los pies del suelo, quería tocar su rostro, quería decirle que el tiempo no ha hecho estragos en mis sentimientos hacia ella.
- ¿Annie? – Candy sonó preocupada, su rostro parecía confuso, ¿acaso le molesta mi presencia? - ¿Dónde estás? – ella extendió su mano para buscar la de su amiga.
- ¡Aquí, junto a ti! – Annie respondió al llamado, sujetó la mano de Candy.
- ¿No le has contado a nadie sobre esto? – la mirada de Candy parecía perdida, como si me estuviera ignorando.
- A nadie – añadió Annie con voz segura.
- Gracias – Candy comenzó a buscar los brazos de su amiga – ¿tuviste cuidado de no encontrarte con Terry? – cuando pronunció mi nombre clavé más fijamente mis ojos en ella, Annie me miró y mordió el labio inferior.
- Él no sabe nada… Candy – los ojos azules de Annie suplicaban que yo guardara silencio.
- No quiero que me vea en estas condiciones – sus ojos parecieron mirar el cielo, fue entonces que comencé a darme cuenta de lo que estaba pasando, sentí mi corazón palidecer a descubrir que esos bellos ojos verdes jamás volverían a mirar los míos - ¡vayamos al hotel! – pidió, Annie la sujetó del brazo y la guio hasta un auto que ya las esperaba, al pasar Candy junto a mí sentí como una suave ventisca golpeo mi cuerpo, cerré mis ojos, me puse en cuclillas y rodeé mi cuerpo con mis brazos, sumergiéndome en aquella infinita tristeza que comenzó a embargar mi corazón y mi alma entera, no podía soportar la sola idea de que la luz en sus verdes ojos se haya apagado para siempre.
CONTINUARÁ…
Te sigo esperando el próximo capítulo
me comía las uñas. Me dieron también ganas de llorar 🥺 qué tristeza.. te sigo Astareth 
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como siempre me dejas sin palabras. 
Simplemente se sientan a que llegue el barco, Terry al ver a Candy quiere gritarle pero lo detiene Annie y le pide que no hable porque de lo contrario Candy se enojará. 
es fenomenal... como siempre un abrazo 
!no! ¿porque? 
Nunca más podrá ver los hermosos ojos de Terry 
