CAPÍTULO XXVI DESCONTROL, PARTE DOS
Sus cavilaciones se detuvieron, había caminado varias cuadras, sin enfocarse en lo que buscaba, no conocía la ciudad, pero poco le importaba, siguió su camino, al tiempo que la luz del sol daba paso al nuevo día, observó a algunas personas madrugadoras, dispuestas a iniciar sus labores, quiso preguntar, pero su aspecto no era presentable, además que no quería levantar sospechas; después de mucho andar por fin dio con un local que tenía el letrero de consultorio, por la zona en la que se ubicaba no le daba buena impresión, no obstante, tocó, después de unos momentos, la voz de una malhumorada mujer se escuchó. — ¿Quién toca tan temprano? — Jonathan tímidamente respondió. — ¡Vengo a buscar al doctor, es urgente! — La puerta se abrió; él entró, pero a simple vista no había nadie, desde el interior la misma voz le respondió. — ¡El doctor no está, seguramente anda emborrachándose!, ¡Si viene, no sé en qué estado lo hará!, ¡Le sugiero que busque por otro lado! — ¿Sabe dónde puedo encontrar a un médico? — La anciana se asomó al ver su ropa manchada de sangre y la cara del chico, le dijo. — ¡No, no hay ninguno por aquí!, ¡Vaya al hospital público, ahí pueden atender sus heridas! — ¡No, no puedo! — Se atrevió a confesar Jonathan. — ¡Ya veo!, ¡Por eso ha venido aquí!, ¡Espere si quiero a mi marido! — ¡Esta bien, aquí esperaré! — Él estaba seguro de que no encontraría otro médico que quisiera acudir a atender a su novia en semejantes circunstancias, la atención para ella era necesaria y urgente, no tenía remedio, más que orar porque el bendito galeno llegara en sus cinco sentidos. Eran pasadas de las diez de la mañana cuando el médico dando tumbos entró al lugar. La mujer solo se asomó para ver comprobar el estado etílico de su esposo, el hombre no tan mayor, traía la camisa fuera del pantalón, la corbata desanudada al pecho y algo que alguna vez fue sombrero en la mano. Al ver que lo esperaban dijo arrastrando la voz y confundiendo las palabras. — ¡No puedo atender a nadie!, ¡Vengo de una cirugía y estoy agotado! — ¡Agotado, será borracho! — Exclamó la mujer desde atrás. — ¡Por favor, doctor venga conmigo es urgente!, ¡Mi novia y yo tuvimos un accidente, ella está mal herida ha perdido mucha sangre! — ¡Ya le dije que no!, ¡No puedo! — ¡Se lo suplico, le pagaré muy bien! — Al escuchar esto el hombrecillo, fijó la mirada en Jonathan y comentó. — ¡Sí así estás tú, ya me imagino cómo está tu novia! — ¡Le pagaré mil dólares si viene conmigo! — La mujer oyó lo que pagarían y de inmediato le dijo a su esposo. — ¡Haz estado en peores condiciones y atiendes!, ¡Necesito dinero y tú me lo traerás!, ¡Ve a atender esta urgencia, tómate esto! — Le entregó una tasa con café muy cargado. El medicucho no dijo más tomó el humeante líquido, agarró su maletín para decir. — ¡Andando!, ¡Sólo espero que no esté muy lejos, no me gusta caminar tanto! — El joven guardia, agradeció el gesto e intentó salir, pero la anciana lo detuvo. — ¡Pague la mitad por adelantado!, ¡Seguramente lo que le dé a este inútil, lo irá a tirar en alcohol! — El muchacho, sacó un billete de quinientos dólares y se lo entregó a la mujer; ese dinero lo había robado a Douglas para poder huir con Margaret. La caminata y el sudor, hicieron que poco a poco se le fuera bajando la borrachera al médico, que evitaba hablar con su acompañante, no le gustaba involucrarse con los heridos, sabía que eso siempre traía problemas. Cuando llegaron al hotel, subieron directamente a la habitación, ya que en recepción no había nadie. Sin tocar entraron, Lucrecia se levantó ante la intempestiva entrada de los recién llegados, en su altanera personalidad, exclamó. — ¿No pudiste encontrar algo mejor? — ¡Señora, por favor! — Respondió el muchacho, que conminó al doctor a revisar a su novia. El galeno, no pudo evitar ver la vestimenta de la duquesa, sus finas joyas y su bolso, el cual no soltaba. Sin decir nada, abrió su maletín y procedió a revisar a la muchacha, que estaba muy pálida por la gran cantidad de sangre que seguía perdiendo. Después de la auscultación el facultativo informó. — ¡Está jovencita está muy delicada, la pérdida de sangre es mucha!, ¡Hay que extraer la bala y eso implica una cirugía, no traigo los elementos para hacerla! — ¡Tiene que ayudarla doctor! — Suplicó Jonathan. — ¡Eso quiero muchachito, pero no traigo conmigo lo necesario! — ¡Dígame qué necesita, yo iré por todo! — ¡Esta bien vaya a mi consultorio y dígale a mi esposa que le proporcione lo necesario para sacar una bala, ella ya sabe! — El chico salió de prisa rumbo al consultorio, Lucrecia miraba al hombrecillo con desconfianza, algo no le parecía bien. — ¡Iré a la recepción a fumar un cigarrillo, ahí esperaré al chico! — La duquesa no contestó nada, para ella era mejor que se fuera, aunque, por unos instantes pensó en pedirle que atendiera su mano, se arrepintió al ver el aspecto del supuesto médico.
Douglas y su equipo habían iniciado la búsqueda, al no poderse comunicar con el duque, el jefe de seguridad decidió hablar con sus contactos para conseguir más personal y localizar a los fugitivos. Era casi medio día, tenía que apresurarse para evitar que tomaran un tren o un barco con un destino desconocido, sin embargo, estaba seguro que por la sangre derramada por alguno de los tres, no podía estar muy lejos, nadie los recibiría en semejantes circunstancias, pensaba que se había hospedado en algún hotel, así que ordenó que se revisaran uno a uno los hoteles de la zona, en alguno tenían que estar. Su solicitud de ayuda fue resuelta de inmediato, así que contaba con más hombres que los encontrarían, ya que se les había ofrecido una fuerte suma de dinero al que los hallara, la reciente adquisición de ayuda, tenía una ventaja eran residentes de Manhattan, conocían la zona y el bajo mundo, así que sabían moverse, lo que representaría la pronta localización de la duquesa.
En Lakewood aún no se tenían noticias de Susana, Elisa y Neil, lo que tenía a Richard visiblemente molesto, no daba crédito a la desaparición de los Leagan con esa facilidad, Albert, trataba de calmarlo, también estaba contrariado por la actitud de los sobrinos consentidos de su tía. En la terraza, Terry, Stear, Keren, Archie, Eleanor y Mely, intentaban hablar de otras cosas para bajar la tensión, pero era obvio que nadie podía, la incertidumbre los estaba desquiciando. Dorothy se acercó para preguntar. — ¿El señor Albert? — ¡Está en su despacho con el duque!, ¿Qué sucede? — Respondió Terry. — ¡Solo quiero saber si debo limpiar la cabaña donde se encuentra la señora Marlow! — ¡No, sólo llévenle sus alimentos!, ¡Recuerda que nadie puede verla, ni hablar con ella! — ¡Esta bien! — Asintió la mucama, dirigiéndose al área de servicio. — ¡Creo que deberíamos dar una vuelta por allá!, ¡Solo para verificar que los guardias estén pendientes de esa mujer! — Comentó Stear. — ¡Tienes razón!, pero debemos esperar a que salga Albert, me pregunto, ¿Por qué tardan tanto, el tiempo sigue su marcha y aún no se tienen noticias! — ¡Calma, hermano!, seguramente, están detallando las alternativas, después de todo, Lakewood no es muy grande como para que desaparezcan. — Le aseguró Stear a su menor hermano, quien seguía con un negativo presentimiento. En la habitación de Candy, Patty le enseñaba la nota que recién le había llegado de parte de Annie, esperaba comunicárselo al duque y a Albert para decidir qué hacer. — ¿Para qué querrá verte Annie? — Cuestionó Candice. — ¡No lo sé!, ¡En la nota no dice nada, mira! — Respondió Patricia mostrando la hoja. “…Patty, por favor ven a mi casa, necesito hablar contigo, antes de hacerlo con Candy, no tardes por favor, ¡Es importante! ...” — ¡Tal vez quiere que funjas como intermediaria! — ¡Es posible, pero tengo que consultarlo con Albert y el duque!, al momento, no se sabe nada del paradero de Elisa, Neil y Susana, ¡No quisiera hacer algo que estropee la búsqueda! — ¡Creo que exageras un poco Patty, no pienso que Annie pretenda dañarme! — ¡Candy!, ¿Cuándo dejarás de ser tan confiada?, ¡Ella me aseguró que se vengaría!, además, ¿Qué hacía en casa de los Leagan?, ¡Eso no es normal! — ¡Bueno, será como tú digas, bajemos para saber si hay novedades! —
En el despacho, Richard llamó por teléfono a Nueva York, pero no tuvo resultado, en la casa nadie contestaba, esto llamó su atención, no era común que su jefe de seguridad no tomara la llamada. Al ver su desconcierto, Albert mantuvo silencio, no quería ser imprudente, pero fue el duque mismo, quien le confió a grandes rasgos la situación con la duquesa y el desafortunado encuentro con Eleanor. William le ofreció hablar con sus contactos en la Gran Manzana para que indagaran si algo estaba pasando. Así lo hizo, después de algunos minutos, ya se tenía conocimiento de que no había nadie en el domicilio. Esto preocupó a Richard, no obstante, tenía que despachar a las Marlow antes de dedicarse de lleno a solucionar los problemas con Lucrecia, confiaba en Douglas Kent, quien seguramente solucionaría cualquier contratiempo que se le presentara con su aún esposa. Esa confianza le permitió acordar con Albert ir al pueblo, aprovechar para redoblar con más personal el rastreo de los alrededores. Al concluir su conversación, salieron para comentar lo acordado.
La tía abuela se había mantenido en su recámara, se negaba a convivir con su familia, los consideraba ingratos por anteponer a Candy a ella, que siempre se hubo esforzado por ellos, pero la curiosidad por saber lo que estaba pasando la orillaron a salir de su habitación y bajar las escaleras tan sigilosamente como un gato, no vio a nadie en el salón, sin embargo, escuchó las voces que procedían de la terraza, por un momento, olvidó sus finas maneras caminó hasta la segunda puerta, misma que no era tan recurrida por estar más apartada de la sala, ahí se mantuvo escuchando lo que se decía. Nadie percibió su presencia, tampoco Albert y el duque, que justo se encaminaban en esa dirección, al igual que Candy y Patty, una vez todos reunidos, William les informó. — ¡Iremos al pueblo! — ¡Sí, aprovecharé para ir al hotel, recoger nuestras cosas y redoblar la investigación, de paso buscaremos al señor Leagan, algo deben de saber! — Respaldó Richard. — ¡Yo iré con ustedes, tengo demasiadas cosas en la habitación del hotel! — Anunció Karen. — ¡Es verdad, yo también iré!, Richard en lo que ustedes se ocupan de esos asuntos, nosotras cerramos la cuenta en el hotel y nos regresamos. — ¡Está bien, no le veo inconveniente! — Aceptó el duque. — ¡Antes de que se vayan quiero mostrarles esto! — Indicó Patty enseñando la nota de Annie; Richard la tomó y leyó junto con William, que musitó. — ¡No sabemos qué quiera Annie!, pero ya teníamos planeado que fueras, eso nos puede servir para indagar si ella sabe algo del paradero de los Leagan. — ¡Yo opino que vayas ahora mismo, de esa forma nos podrías alcanzar en el pueblo, si es que tienes información útil! — Indicó el duque. — ¡Yo te acompaño, no quiero que andes sola! — Aclaró Stear. — ¡No es necesario, Stear! — Reaccionó Patricia. — ¡Claro que sí, ahora más que nunca debemos extremar precauciones! — Pero, ¡No conmigo, sino con Candy! — ¡No importa, iré! — ¡Bueno, pero me esperarás en el auto! — Terminó por aceptar Patty. — ¡Es temprano, nos dará tiempo de regresar pronto!, ¡Pequeña, en caso de que venga Annie, recuerda recibirla aquí, no salgas! — Advirtió Albert. — ¡No te preocupes, amigo, yo me quedaré aquí, al igual que Archie y Mely! — Señaló Terry. — Uno a uno fue dirigiéndose a la salida, mientras que la tía abuela redondeó las puertas para no ser vista. Antes de partir, Albert se dirigió a su novia. — ¡Cariño!, por favor te encargo a la tía, solo cerciórate de que se encuentre bien, no es necesario que vayas con ella, puedes preguntar a la mucama que la atiende. — ¡Claro, despreocúpate, lo haré! — Una vez que la mayoría se hubo marchado, Terry, Archie y Candy se quedaron en el salón mirándose entre sí. — ¡Bueno creo que nos hemos quedado solos!, ¿A qué jugaremos Grandchester? — Intentó bromear Archibald para hacer más ligero el momento. — ¡No creo que sea bueno jugar, elegante!, ¡Mejor vamos a ver si está vigilada la cabaña donde está la señora Marlow, ¿Candy, nos esperas? — Indicó Terrence. — ¡Sí, iré a mi habitación y después a la cocina para disponer la comida!, ¡Desconozco si vendrá Annie, pero el señor Britter me dijo que lo haría a las dos de la tarde, aquí aguardaré! — ¡No tardaremos! — Afirmó el inglés saliendo junto con Archie rumbo a la parte trasera de la mansión.
En el poblado a las afueras de Lakewood, Elisa analizaba los pormenores de su plan, mientras que, Christian hubo salido por algo para comer, dado que ella no quería que nadie la viera. Neil, al saber que los estaban buscando por cielo, mar y tierra, no se atrevió a salir a la calle, sin embargo, por la ventana vio un aparador con sombreros, sin dudarlo le pidió a la pálida Susana que fuera a comprarle uno, ella cubriendo su cara y sobreponiéndose a su debilidad, obedeció. Ya con el sombrero, que cubría el rojizo y característico cabello de Neil, cambió su ropa y se aventuró a salir en busca de su hermana, no tenía idea de dónde estaba, pero todo podría venirse abajo si no la encontraba, tratando de no llamar la atención se mantuvo en una de las esquinas de la tranquila calle decidiendo, si comenzar a preguntar en los hoteles, aunque, conocía la inteligencia de Elisa, era casi imposible que se hubiera registrado con su nombre, desde ahí logró ver a varios hombres en vehículos que al parecer vigilaban los alrededores. Un hombre rubio atrajo su curiosidad era atractivo, no parecía originario del lugar por su vestimenta, así que decidió seguirlo. Ignorante de ello, Christian compraba algunos alimentos y al pagar sacó una cartera que Neil reconoció, supo que ese joven era el amigo de su hermana, sigilosamente se acercó a él. — ¿Tú eres amigo de Elisa Leagan? — Christian sorprendido intentó ignorarlo, pero Neil no se detuvo. — ¡Dime si mi hermana está contigo!, ¡Es urgente que hable con ella, nuestro plan está en riesgo! — El aludido, pasó de la sorpresa a la preocupación, no quería ni imaginar cómo se pondría su amante, si todo lo que hubo planeado no se llevara a cabo. Miró a todos lados y comenzó a caminar seguido por Neil, metros más adelante se dirigió a Neil. — ¡Sí, Elisa está conmigo!, pero ¡No me sigas!, estamos en ese hotel, en la habitación cuatro. — Dijo señalando el hostal en que asomaba su letrero en la esquina. — ¡Yo le avisaré a Elisa que irás! — No dijo más, sin detener sus pasos entró al hotel. El joven Leagan esperó unos instantes para después ingresar súbitamente al mesón, sin pasar por la recepción se condujo al cuarto señalado. Al tocar, la puerta se abrió de inmediato, Elisa no esperó más y cuestionó a su hermano. — ¿Qué pasa?, ¿Por qué me andas buscando con tanta urgencia! — El moreno narró lo sucedido durante la noche, cómo casi eran alcanzados por los hombres de Albert y la vigilancia que se mantenía en su casa, además de las rondas que varios autos realizaban por las calles. — Pero, ¿No entiendo?, ¿Todo eso a qué se debe? — ¡No seas tonta Elisa, es por la desaparición de Susana!, ¡Creo que no fue buena idea involucrarla! — ¡No imaginé que esa tonta lisiada nos traería problemas!, pero ¡No importa!, de todas maneras, nos servirá para atraer a Terrence, que seguramente ha de estar como perro guardián de la huérfana. — ¡No sólo él, por lo que pude ver todos están pendientes de ella!, recuerda que ahí se encuentran, Archie y Stear, Albert y el duque con su escolta. — ¡Tienes razón, aunque, me ocupé de que Annie sacara a Patricia de la casa, no contaba que el duque le diera tanta importancia a Susana! — ¡Tampoco hemos definido cómo llevaremos a la tía abuela al bosque!, ¡La vigilancia está por todos lados, será difícil acercarme a la mansión, me reconocerán! — La maquiavélica pelirroja se quedó meditando, hasta que señaló. — ¡Es indispensable saber quién está en mansión, la estúpida de Candy debe quedarse sola para que sea un blanco dócil para Annie!, en cuanto a tu apariencia, con esa ropa te ves diferente, ¡No tienes problema!, puedes entrar por el portal de agua, está lejos y es fácil llegar por el bosque, ahí conseguirás encontrarte con la tía abuela. — ¡Todo eso está muy bien, pero ¿Cómo le avisarás? — ¡Le llamaremos por teléfono! — ¿Qué pasa si no le comunican? — ¡Si nos andan buscando, nadie pensará que seremos tan tontos como para llamar o hacernos presentes!, ¡Aguarda y lo comprobarás! — Elisa bajó a las cabinas telefónicas instaladas en la recepción del hotel, pidiendo el enlace para la mansión de los Ardlay. Elroy, caminaba por el salón meditando lo que hubo escuchado, el repique del aparato telefónico la sacó de concentración, pero esperó a que fuera la servidumbre la que se hiciera cargo, no obstante, se encerró en el despacho de Albert cuando le dijo la doncella que era para ella la llamada. — ¿Tía abuela? — ¿Qué pasa Elisa? — ¡Tía está todo preparado!, pero ¿Sabes si Candice está sola?, ¡Es necesario saber para el buen funcionamiento de nuestro plan! — La anciana se tomó unos minutos para contestar. — ¡No, no está sola, Archibald, su supuesto prometido y la disque novia de William se encuentran aquí!, el duque y Albert fueron al pueblo, ¿Sí, sabes que los andan buscando, cierto?, ¡Elisa, ya no estoy tan segura de que esto sea lo mejor!, ¡No descansarán hasta localizarlos!, ¡Temo por el castigo que les pueda imponer William!, ¡Por lo que entiendo, el duque pretende mover todas sus influencias! — ¡Tía, todo eso pasará a segundo término, cuando se den cuenta qué tipo de persona es la huérfana!, ¡Estarán todos tan asombrados que perdonarán nuestra acción, ya que lo hicimos por el bien de los Ardlay y los Grandchester!, ¡Les diremos que no podíamos permitir que una mujerzuela formara parte de tan prestigiosa familia! — ¡No estoy segura! — ¡Tía, no puedes echarte para atrás, no ahora!, ¡Contamos con tu ayuda para que todo salga bien! — Elroy nuevamente tardó en responder. — ¡Está bien, sigamos adelante! — ¡Gracias querida tía, no te arrepentirás!, sólo hace falta que hagas algo. — ¿Qué? — ¡Necesito que le digas a Terrence que su padre ha llamado y que es de suma urgencia que lo alcance en el hotel Baltimora, habitación cuatro! — ¡Recuerda que esta Archie y la tal Mely! — ¡Eso es lo de menos, con que salga Terrence de la mansión es suficiente! — ¡Esperemos que así sea y que nada salga mal! — ¡Confía en mí tía!, por último, Neil te esperará en el portal de agua antes de las dos de la tarde para llevarte al punto donde sucederá todo. — ¿Cómo pretendes que llegue ahí?, ¡Es demasiado lejos para mí! — ¡Tía no compliques más las cosas!, ¡Nos veremos ahí! — Sin esperar respuesta de la mujer, Elisa terminó la llamada, solicitando otro enlace a la casa Britter para confirmar con Annie lo acordado. Cuando terminó subió de nuevo a la habitación y le cuestionó a su hermano. — ¿Dónde está Susana? — En un hostal, a unas calles. — ¡Ve por ella! — ¡Elisa, andan vigilando las calles, no quiero exponerme! — ¡Entonces ve tú, Christian! — ¡Está en la habitación cinco, se llama Susana Marlow!, dile que vas de mi parte, que venga para acá. — Sin chistar, el amante de la pelirroja salió a realizar su cometido.
Los acontecimientos iban sucediéndose rápidamente, en cuanto la tía abuela vio entrar a Terrence acompañado por Archie con la seriedad que le caracterizaba le informó. — ¡Señor Terrence!, ¡Es bueno verle, hace unos minutos llamó su padre, el duque para decirle que era urgente que lo alcanzara en el Hotel Baltimora, habitación cuatro! — El actor miró a la anciana, quien para no mirarlo fijamente volvió los ojos a su sobrino, quién notó algo extraño en el comportamiento de su tía, iba a comentarlo con ella, pero la mujer para evitar cuestionamientos se disculpó y subió a su habitación, quería estar pendiente de la hora para poder salir al encuentro de Neil. En el despacho de Albert, Terry había solicitado un enlace con el duque al hotel, pero le dijeron que nadie contestaba en el cuarto. — ¿Qué piensas Terry? — ¡No lo sé, Archie!, en la habitación no contesta nadie, ¡No quiero dejar sola a Candy, pero tal vez ya encontraron a Susana y mi padre me requiere por algo inesperado! — ¡Es posible, vamos te acompaño, tal vez necesiten ayuda! — El inglés pensaba en las posibilidades cuando entró Mely. — ¡Hola chicos! — Los dos jóvenes respondieron el saludo. — ¿Qué pasa? — Cuestionó la chica. — La tía abuela le comentó a Terry que llamó su padre y que necesita su presencia en el hotel. — Señaló Archie. — ¡Sí escuché el timbrar del teléfono, pero ¿No piensas ir, Terry? — ¡Creo que no tengo opción, pero me inquieta dejar sola a Candy! — ¡Ve tranquilo, yo estaré con ella!, si la otra muchacha viene a verla estaré pendiente de ellas. — Eso mismo le decía yo, ¡Quiero acompañarlo por si necesitan ayuda, tal vez ya encontraron a Elisa y Neil también! — ¡Tiene razón Archie, Terry!, ¡En ese caso de mejor que vayan y regresen pronto! — ¡Esta bien, vamos Archie! — Exclamó Terrence, que por último mencionó. — ¡Por favor no le comentes a Candy, no quiero inquietarla! — Y ¿Qué le digo si pregunta por ustedes? — Dile que andamos en la zona de las cabañas. — Mely asintió viendo como partían los dos chicos.
En ese momento, Patricia y Stear llegaban a la casa de Annie, contrario a lo que su novia le hubo advertido, Alistear bajó con ella, no pensaba dejarla sola, por otra parte, quería ver la reacción de Annie al verlo, aunque pensaba dejar que hablaran a solas, prefería esperar en el recibidor, igual y podría charlar con el señor Britter para saber si su hija pensaba ir a la cita con su prima, de no ser así, entendería el por qué Annie había citado a Patty, existía una leve posibilidad de que le pidiera interceder por ella ante Candy. La chica Britter no pudo disimular su sorpresa al ver a Stear, no obstante, amablemente lo invitó a pasar. — ¡Pasa Stear! — ¡Hola Annie, no quiero importunar, las aguardo aquí en el recibidor! — ¡De ninguna manera, los problemas son con tu hermano, no contigo! — Comentó alcanzando al chico del brazo para dejarlo en el salón. — ¡Vamos Patty, hablaremos en mi habitación!, pero antes voy por unas limonadas. — La pareja intercambió miradas, pero Patty le sonrió a su novio, como diciendo, ¡Ya vez todo está bien!, en la cocina, Annie maldecía por la intromisión de su ex cuñado, no sabía qué hacer para retenerlos a los dos para que ella saliera libremente a su encuentro con Candy. Puso las manos en su pecho, sintió el frasco con el somnífero que le hubiera dado Elisa, sin dudar mezcló la sustancia con la limonada y se las llevó. Patricia esperaba en la recámara de su amiga, tenía la esperanza de que Annie desechara la idea de su venganza e intentar con el paso del tiempo recobrar la amistad con Candy, volver a estar las tres como antes lo fue, aunque guardaba mesura, todos los acontecimientos fueron tan extraños, que no quería pecar de confiada. Anni le llevó primero el vaso del preciado líquido a Stear. — ¡Toma Stear! — Dijo ofreciendo el vaso a joven, agradeció, pero no lo bebió lo dejó en la mesita frente a él. — ¿No vas a beber? — ¡Lo siento Annie, pero me hará falta en lo que terminan ustedes! — ¡No, hay más, mandaré al servicio para que te atiendan!, ¡Además la hice yo misma!, ¿Me vas a despreciar? — El muchacho un tanto apenado contestó. — ¡No, de ninguna manera!, ¡Está deliciosa, gracias Annie! — Ella le sonrió al ver que se hubo bebido todo el vaso. — ¡No tienes nada que agradecer, iré a dar instrucciones para que te sirvan más en un rato!, después me iré con Patty. — ¡No tengas pendiente, anda, ve con tu amiga! — Annie se mantuvo merodeando en la casa, quería ver qué tan rápido surtía efecto el narcótico, después dejó pasar unos minutos, cuando se asomó vio como Alistear bostezaba, comprendió que no tardaría en dormirse; con un leve remordimiento de conciencia y una charola en las manos subió a su dormitorio. — ¡Estoy aquí!, ¡Disculpa la espera, Patty, pero me retrasé preparando la limonada yo misma! — Mencionó entregando el vaso a Patricia y sirviendo otro para ella. — ¡Gracias Annie, pero dime!, ¿De qué quieres que hablemos? — ¡Ya sabes es sobre Candy!, ¡Quiero reconciliarme con ella, pero tengo miedo de que ella me rechace!, ¡He sido muy grosera! — ¡No temas, Candy es muy noble, no guarda rencores!, ¡Lo sabes de sobra! — ¡Sé que tienes razón, aunque para mí tampoco es fácil!, ¿Me comprendes? — ¡Claro que te comprendo, pero estoy segura que en cuanto escuches la versión de Candy entenderás y con el tiempo volverán a ser las hermanas de siempre! — ¿Tú lo crees? — ¡Estoy convencida! — ¿No beberás tu agua?, ¡Mira que me sentiré, la hice especialmente para ustedes! — ¡No tengo sed! — Annie hizo un puchero, que al verlo Patricia bebió unos tragos de agua, que no eran suficientes para dormirla, lo que orilló a Annie a prolongar la conversación, no obstante, miraba el reloj cada que podía. — ¿Qué pasa por qué miras tanto el reloj? — ¡No quiero que se me haga tarde en mi cita con Candy! — ¡¿Sabes Annie?!, ¡Me alegra que quieras hacer las paces! — Patricia sintió como su lengua hormigueaba y un ligero mareo se apoderó de ella. La joven Britter la miraba sin asistirla. — ¡Me siento mal!, ¡Llama a Stear por favor! — ¡Lo siento Patty, pero te quedarás aquí encerrada!, ¡Nunca debiste apostar por Candy! — Al ver cómo Patty se desvanecía, Annie salió de la habitación cerrando con llave. Al bajar, se dirigió nuevamente a la cocina para sacar una cesta que previamente hubo preparado, al caminar al lado de Alistear, vio como yacía completamente dormido.
En el cuarto del hotel, Elisa daba las últimas indicaciones a sus cómplices, pero faltaba Oliver, quien llegó al último, cuando llegó centró su atención en Susana, quién no ocultaba su malestar, la reconoció de inmediato, todo mundo sabía en la compañía Stratford que era la novia de Terrence, pero ¿Qué hacía ahí?, se preguntaba, sin embargo, puso atención a los comentarios de Elisa. — ¡Susana!, ¿Comprendiste lo que debes hacer una vez que llegue Terry?, ¿Tienes claro cómo llegar a la cabaña del bosque? — ¡Sí!, pero ¡Tal vez Terry no quiera ir conmigo! — ¡Tendrás que ingeniártelas y llegar ahí antes de las tres de la tarde!, ¡Él ya viene en camino, así que tendrás tiempo!, ¡Christian, Oliver y yo nos iremos ya!, ¡Neil se ha adelantado!, ¡Si deseas que tu amorcito vuelva contigo, cumple con lo pactado! — Con la premura por la llegada de Terrence, Elisa cubriendo su cabeza y cara con un velo seguida por los dos chicos salieron del hotel, rumbo a la cabaña del bosque, tenía que preparar todo antes de que llegara Annie con Candy. Susana por su parte, estaba ansiosa, conocía el carácter de Terry, él nunca había sido accesible con ella, más en los últimos tiempos, por el contrario, sabía que no la toleraba, pero se repetía una y otra vez que él sería de ella o de nadie.
Candy iba bajando las escaleras cruzándose con Mely. — ¿A dónde vas, Mely? — ¡Voy a darle una vuelta a la tía, me lo encargó Albert!, y ¿Tú? — ¡Voy a la cocina para ver si ya quedó lista la comida!, después, ¡Aguardaré en la sala por si viene Annie! — ¡Perfecto, no quiero ser entrometida, pero recuerda las recomendaciones de Albert! — ¡Lo tengo claro Mely! — ¡Vale, si no necesita nada la señora, bajaré a esperar contigo a tu visita! — ¡Sí! — Mely tocó la puerta de Elroy, quién sin preguntar quién tocaba, dio el pase. — ¡Buenas tardes, señora Elroy!, ¡Vine a ver si no necesita nada! — La anciana la miró despectivamente, pero suavizó su mirada para no despertar sospechas. — ¡No, estoy bien gracias! — ¡Muy bien, estaré con Candy por si llega a ocupar algo! — Al no obtener respuesta de la tía, Mely regresó sus pasos para acompañar a Candice, ya que la señorita Britter recién llegaba. Elroy salió rumbo al portal de agua, apenas contaba con el tiempo necesario para llegar a la hora indicada, así que observó la llegada de Annie Britter. — ¡Pasa Annie! — La invitó Candy con una tímida sonrisa. La aludida haciendo un gran esfuerzo por controlar sus impulsos de golpear a la que en otros tiempos consideraba su hermana, le devolvió la sonrisa, pero su vista se desvió al ver que bajaba la tía abuela. Candice se volvió para ver que la anciana llevaba una sombrilla y dispuesta a marcharse le preguntó. — ¿Va a salir, tía? — La mujer ignorándola por completo se dirigió a Mely. — ¡Iré a caminar por los jardines, estoy aburrida de estar encerrada! — Candy bajó la mirada, pero volvió a decir. — ¡Por favor, que la acompañe una doncella, no es bueno que ande sola! — Elroy no detuvo su andar, siguió su camino a la puerta. Candy le pidió a Mely. — ¡Por favor, acompáñala, es mayor pudiera caerse! — La novia de Albert de pronto se encontró con la disyuntiva de quedarse al pendiente de Candy o custodiar a la tía. — Pero, ¡No debes quedarte sola! — ¡Descuida, estaré bien! — ¡Procuraré no tardar, recuerda lo que hablamos! — ¡Claro! — Ante la respuesta de Candy, Mely apresuró su paso para alcanzar a Elroy.
El duque y Albert se encontraban en la residencia Leagan hablando con Raymond, quién les decía que tampoco tenía noticias de sus hijos, Sara con su característica altivez, escuchaba. — ¡Siendo así, es hora de llamar a mis contactos, incluso a la policía! — Anunció Richard. — ¿La policía? — Reparó Sara. — El duque no se molestó en responderle, solo le dijo a Albert. — ¡Vámonos William, primero al hotel para ver si aún se encuentran Karen y Eleanor, desde ahí haremos las llamadas necesarias! — ¡Albert, por favor!, ¡No es necesario llegar tan lejos! — Suplicó el señor Leagan. — ¡Lo siento, ya es demasiado tiempo! —Respondió el jefe de los Ardlay. Sin imaginar que el plan de Elisa había dado comienzo.
Continuará…
Última edición por Adry Grandchester el Dom Ago 20, 2023 7:32 am, editado 1 vez