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Guerreras Apasionadas de Terry presentan: La reina Capítulo 27 por Carmín Castle y Lady Ardlay

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Lady Ardlay


Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Guerreras Apasionadas de Terry presentan: La reina Capítulo 27 por Carmín Castle y Lady Ardlay Portad28

CAPÍTULO 27: EL SECRETO DE LA CAPILLA OLVIDADA


La noche llegó como invitada de honor en la pequeña capilla, los rayos solares se desvanecían de a poco por los vitrales de la antigua edificación. La luz de las velas y pequeñas florecillas adornaban el lugar, había caminos de narcisos y rosas que eran los invitados a la boda.

Después de que Terry le confesará a Candy sus planes de casarse con ella, se marchó prometiendo regresar en la noche para cumplir su promesa. El rostro resplandeciente de la rubia contagiaba la alegría que albergaba su corazón, Eleanor y Circe se acercaron a Candy y ella les compartió su felicidad. Eleonor converso alrededor de una hora con la joven, luego la madre de Terry en compañía de Circe se dispuso a salir a un lugar abandonado por los hombres, más no por Dios, una pequeña capilla perdida en el bosque, donde los seres olvidados del reino recibían la palabra de Dios.
Allí se hallaba un hombre de fe y buen corazón, el padre García, que a pesar de ser parte de la iglesia de Roma no compartía muchas de las normas y alegaba que todos los hombres eran iguales ante Dios y sus hijos. El padre gustaba del buen vino y discrepaba con algunos de sus colegas religiosos, por esta razón, teniendo esto en cuenta y con tal de no destituirlo, fue mandado a una capilla apenas en pie y olvidada por la iglesia de esas tierras. La gran mayoría de las personas no conocían de su existencia, sólo unos pocos leñadores, cazadores, vagabundos y mujeres de dudosa reputación, se sentían libres de ir y elevar una plegaria sin las miradas de asco o descontento de la sociedad moralista. En esa pequeña iglesia todos eran bien recibidos, con dinero o sin él.

Sin embargo, esa noche era especial, por eso esa tarde Eleanor decidió hablar con el padre García. Eleanor, que era una mujer que no tomó nunca los votos de religiosa, a pesar de que estuvo recluida en un convento por orden explícita de su suegro, llevándola bajo el más absoluto secreto al humilde convento perdido en las montañas, después de más de 20 años de cautiverio y tras la muerte de la madre superiora, que por la orden impuesta la hizo prisionera, ya que el rey Ricardo la amedrento a hacer tal cosa por petición de su hijo Richard. Al morir la hermana Grey y dejar como sucesora a una de las más fieles monjas, Mary Janes, una mujer intachable y de excelente reputación. Esta decidió dejar salir a Eleonor a las afueras, la mujer creía en el amor, el perdón y el arrepentimiento, además sabía que Eleonor era una mujer de buen corazón. Mary Janes la dejó marchar, ya que ella antes de ser monja perdió a su hijo siendo un pequeño de solo cuatro años y escuchar el deseo de Eleonor de ver a Terry la llenaba de tristeza, porque ella daría lo que fuera por ver y abrazar a su hijo una vez más.

Decidió conceder el deseo de Eleanor dejándola partir en secreto, diciendo que la mujer había muerto por lepra y que su cuerpo fue incinerado de inmediato en su celda, ya que era muy contagiosa. La verdad es que solo llevaron un cerdo para incinerar y así el olor a carne quemada llenó el lugar.

La religiosa la dejó marchar solo con una condición y esta era no delatar que estaba viva. Le aconsejó que fuera en busca de su tío, el padre García, para quedarse ahí con él, el tiempo que fuese necesario.

Terry y Candy, supieron de este hecho porque Eleonor les contó entre lágrimas lo que fue de su vida durante tanto tiempo y por qué no lo buscó, ya que si lo hacía ponía en peligro la vida de la monja Mary Jane, la encargada del convento de las Marianas y del padre García, el hombre que socorría a todos los devastados.

El sacerdote la dejó vivir ahí, en un pequeño cuarto de la vieja casa cural. Él tenía conocimiento de la procedencia de Eleanor, sabía que era la antigua esposa del ahora rey de Inglaterra y que ella era solo una inocente acusada de traición. Eleanor en confesión le contó todo al hombre, tanto lo bueno como lo malo, García solo la escuchó en silencio, más que como sacerdote, como un amigo.  

Eleanor descargó su alma con el religioso, quién no la juzgó ni una sola vez, ya que eso era de las cosas que más criticaba de la iglesia a la que pertenecía, juzgar una y otra vez, sabiendo él, mejor que nadie, cómo era el proceder de sus colegas. Aún él mismo era amante del vino y en pocas ocasiones disfrutó de alguna compañía femenina, pero él sabía muy bien que entre más grandes eran los rangos, más deleites y lujos se daban.

Se sentían con autoridad de excomulgar y cerrar las puertas del templo a una prostituta, cuando ellos mismos hacían uso de ellas. El enfrentarse al obispo por negarle la entrada a una mujer que se dedicaba a estos oficios hizo que lo reprendiera en público, alegando que era una mujer viuda y que solo quería alimentar a sus tres hijos, de lo contrario ella, una mujer viuda, y sus hijos morirían; esto lo llevó a las frías y olvidadas tierras de Inglaterra.

La amistad del sacerdote y Eleanor se hizo fuerte y sincera, ambos sabían que eran víctimas de la escandalosa hipocresía de la sociedad. Así que cuando ella y Circe decidieron ir con él, momentos después de que Terry se marchase, Eleanor le pidió ayuda a su protector, le contó la situación de su hijo y de Candy, la hija de Circe, la mujer que en vida salvó la vida de muchos desafortunados y trajo innumerables bebés al mundo. Martín se regocijó, incluso le pareció divertido meter sus coloradas narices en el reino y la iglesia de nuevo. García, en medio de una carcajada, tras Eleanor contarle de la anulación del fallido matrimonio de Terry por alianzas y que quería casarse esta vez por amor, ya que su padre pretendía una nueva alianza, aceptó casarlos de inmediato.

Candy daba vueltas en su refugio esperando que su madre y Eleanor volvieran, pasaron tres horas de incertidumbre hasta que las vio llegar, Circe le pidió que se diera un baño para descargar todo lo que la aquejaba y así estuviera tranquila. Candy después de un largo y reparador baño, llegó al lugar que utilizaba como cuarto, el cual estaba oculto detrás de una gruesa roca que le daba privacidad. La muchacha vio un bello vestido color marfil, bordado con hilos de oro y plata, su tela era de seda, con un corte imperio. Candy se quedó muda, de pie frente al vestido que estaba tendido en la cama, Eleanor sonrió y colocó su mano en el hombro de la rubia y le habló en tono dulce.

—Es para que lo uses esta noche, fue el vestido que usé para casarme con Richard, lo traje a este lugar cuando aún era feliz y era parte de mis grandes tesoros. Igual que tú tenía poco tiempo de llevar a Terry en mi vientre.
Candy la miró sorprendida, ella no le había dicho nada.

—Tranquila, linda, lo sé y me alegro por mi hijo, porque veo que en verdad te ama. Tú serás una gran reina —Eleanor, le acarició el hombro como muestra de cariño y para tranquilizarla.

Candy se estremeció ante lo dicho por Eleonor, retrocediendo, puesto que esas palabras la aterraron, jamás pensó que el ser la esposa de Terry, el hombre que amaba, la convertiría en la futura reina de Inglaterra. Se sentó en la cama con su respiración agitada.

—Tranquila hija, ¿estás bien? Recuerda que en tu estado no debes alterarte —escuchó en su cabeza.

Circe llegó en ese momento, posándose junto a Candy. La miró con ternura y con voz apacible le dijo:

—Hija, no te preocupes, yo estoy aquí.

—Madre, yo no puedo ser la reina, sabes que me matarán en cuanto lo sepan —habló con voz temblorosa Candy y con ojos atemorizados.

Eleonor miraba a la joven con algo de pena, sabía que lo que le decía era verdad. Tal vez con esa boda la estarían condenando a muerte.

—Hija, no temas, ve, cásate y confía en mí. Yo te cuidaré y créeme, tú serás una digna heredera al trono en su debido momento, pero esta noche no debes pensar en eso, solo piensa en que el hombre que te ama te espera en el altar y recuerda que un hijo crece en tu vientre —Circe puso su ala en el vientre plano de su hija, mientras Eleanor miraba con ternura la extraña comunicación entre madre e hija.

Este tacto del ave tranquilizó a Candy, la cual relajó su respiración.

—Lo haré —dijo mirando a Eleanor, poniéndose en pie y procediendo a vestirse.

Pasada una hora, después de que Circe se asegurara que podían salir sin ser vistas, las mujeres salieron a la media tarde rumbo a la olvidada capilla, donde Terry estaría esperándolas, ya que su madre le dijo de antemano cómo llegar.
Terry, después de recoger a su hermano y montarlo en su caballo a las primeras horas de la mañana, llegó al castillo pasado el mediodía. Pidió que lo llevaran a sus aposentos ante la mirada atónita de todos, menos la mirada indiferente de Eliza, que vio que metían a Anthony desvanecido, desde su balcón se quedó observando hasta que las miradas de Terry y ella se cruzaron, por lo que ella solo entró y cerró las puertas y no fue a preguntar por la suerte de su futuro esposo.

—¿Qué le pasó a tu hermano?, ¿por qué lo traes así? —preguntó Richard, quien se veía molesto.

Annie, preocupada, trataba de hacer reaccionar a su hermano y a la vez pedía que llevaran al médico de prisa.

—No lo sé, lo encontré volviendo al castillo después de cabalgar. La verdad no sé qué hacía por esos peligrosos lugares —respondió Terry con semblante serio.

Richard observó y recordó que él mismo le pidió a su hermano que lo vigilara.

—No sé si sufrió un ataque para robarlo o secuestrarlo. Ya sabes que Anthony es más inexperto que yo, no debe andar solo —expresó Terry, sembrando ese miedo a un pensativo y preocupado Richard.

—Ninguno de los dos debe salir solo. ¿Entendido? —dijo Richard mirando a su hijo con molestia— No olvides que tienes una responsabilidad con Inglaterra y por lo tanto, debes cuidarte incluso más que tu hermano.

—Deberías agradecer que lo encontré yo y no alguien más —espetó Terry.

Anthony comenzaba a despertar quejándose suavemente. Richard quitó la atención de Terry y la puso en Anthony. Terry aprovechó esa distracción para retirarse y ordenarse para la noche y su nueva vida.

Un par de horas más tarde Terry salió, pero esta vez no estaba solo, dijo a su padre que iría con sus soldados de confianza, Tom, Michael, Jon y Stear lo acompañaban, como le ordenaba el rey, esto lo tranquilizó, además Terry dijo que iría por unos días a la villa de Stear, necesitaba descansar un poco de todo lo acontecido y volvería para la boda de Eliza y su hermano. Richard solo sintió que él también quería escapar de esos largos y tortuosos días del castillo, las visitas ya se le hacían molestas y su energía se consumía de a poco y más aún de ver los extraños avances de Amelia con él, junto con la mirada escalofriante de ella en sus sueños. Era como si todo el tiempo lo acechara y esa amenaza constante que representaba Neil acechándolo siempre, lo traía mal, estaba agotado. No le insistió a su hijo que se quedara para cortejar a Susana, ya ni siquiera estaba seguro de que fuera la mejor opción, lo dejó que se marchara y descansara del pesado ambiente del castillo, ya hablaría con él después.

Terry salió con sus cuatro acompañantes. Después de tener una larga charla con su primo Stear y contarle de sus planes, este lo apoyó y se sintió honrado de que le pidiera que fuera su testigo, a pesar de temer que eso le generara un castigo, era como su hermano y estaba dispuesto a ayudarlo.

Candy subía en un pequeño carruaje, que Terry mandó con Tom para las mujeres, el ave volaba sobre ellos y finalmente llegaron a la humilde, pero bella capilla donde se colaban los rayos del sol, además la luz de las velas con las flores alrededor le daba un toque mágico.

La iglesia no se cerró para los que quisieran ir y presenciar la unión que para muchos era desconocida, pero impactante, al ver que el hombre que llegaba a pararse frente al altar no era otro que el príncipe heredero de su país.
Terry llegó una hora antes de la misa y se reunió con el padre García para tomar el sacramento de la confesión y mostrarle la anulación del matrimonio que nunca debió ser.

Ya pasada la hora en la que Terry y el padre García tuvieron una larga charla en la que ambos se dieron cuenta de que no todo es como se pinta, concordaron con muchas cosas injustas para el pueblo y el beneficio de los altos rangos. Al padre le agradó el príncipe heredero, vio que podían tener una muy buena relación, García le presentó a su sobrina Mary Jane, la mujer que le dio la libertad a su madre y la envió donde él y que esa noche estaba ahí para dar su apoyo a la unión. Terry les juró a ambos que por el gesto con su madre y ahora con él y su futura esposa serían de sus personas más cercanas cuando él reinara.

Terry estaba ahí de pie en el altar, ya pasada más de una hora y tras las miradas curiosas e inquietas, incluso avergonzadas, de unos pocos presentes que no se sentían dignos de estar ahí, mientras esperaba a su amada pecosa los saludó y les brindó su apoyo y amistad a un pueblo invisible para él y la corte, prometiéndoles audiencias y apoyo, ahora estaba ante un agradecido pueblo que estaban felices y honrados de estar ahí presentes, por tal razón juraron lealtad a él y a su esposa, que era una de ellos y eso los llenó de emoción.

Después de una larga espera de hora y media, el carruaje paró y Circe se posó sobre él. Al momento que Candy salió, Circe le entregó un pequeño ramo de rosas que llevaba en el pico, tomadas del rosal de Rose y Narcisos que crecían en el castillo. Candy con sus ojos inyectados por las lágrimas lo tomó y aspiró el aroma, la mezcla de ambas flores era delicioso y vio que la iglesia estaba adornada por plantas similares, había un camino de pétalos que le daba la bienvenida y la luz de las velas iluminaba el lugar. Circe voló hasta donde Terry estaba y él le dio la alianza. Un anillo de serpiente con dos esmeraldas en los ojos y un zafiro en su cola que se mezclaba con la cabeza. Un auténtico anillo de bodas que se usaba para saber que la dama estaba casada. Circe ingresó con su hija detrás, acompañada por Eleonor, Terry quedo impactado al ver que Candy vestía el más bello vestido en color marfil que haya visto antes, se asemejaba a un ángel rubio caminando, los ojos del príncipe se humedecieron ante la imagen celestial de su futura esposa.
El mundo de Candy y Terry desapareció cuando sus miradas se conectaron, ella ingresaba al altar donde él la esperaba. A Candy todo le parecía irreal, era como estar en un sueño, la iglesia adornada bellamente con flores y velas, llena de gente que estaba a la expectativa de sus movimientos, la hermosa dama caminando a su lado que durante años creyeron muerta, la primera esposa del rey Richard y un apuesto novio esperándola para desposarla. Lágrimas de emoción se aglomeraban en sus cristalinos ojos, ella sonreía mientras los presentes la miraban y susurraban sobre lo hermosa que era.

Candy finalmente llegó y Terry alargó su mano para recibirla, cerca estaba un impactado Stear que entendía los motivos de su primo que lo llevaron a decidir casarse con ella tan pronto y es que la muchacha parecía un ángel caído del cielo.

Tras la emoción de Terry y Candy, el enlace dio comienzo. La boda fue hermosa y muy emotiva, aparte de los recién casados varios de los presentes derramaron lágrimas, algunos por el gran cariño que le tenían al futuro rey, otros más por amor puro como el de Eleanor, que como madre se sentía feliz por su hijo ella daba gracias al cielo de estar ahí presente y los ojos amarillos dorados de Circe brillaban con tal intensidad al presenciar como su hija finalmente se casaba con el hombre que amaba, su destino se estaba sellando y sabía que pronto su misión estaría cumplida.
Candy y Terry pronunciaron los votos y se colocaron las alianzas. Contuvieron la respiración cuando el padre procedió a hacer la pregunta que por rigor se hacía antes de unirlos para siempre.

—Si hay alguien que se oponga a la boda que hable ahora o calle para siempre.

Terry y Candy se tensaron, sabían que en el castillo había más de una persona que no estaría de acuerdo con esa unión, sobre todo el rey y las germánicas, pero en ese preciso momento, en aquel lugar olvidado en donde solo estaban rodeados por personas que los apreciaban de verdad, nadie se opuso. Con Eleonor y Stear como testigos, finalmente el padre García dijo las palabras que les devolvió la tranquilidad a los novios y a todos los presentes.
—Yo los declaro marido y mujer.

Continuará…

Guerreras Apasionadas de Terry presentan: La reina Capítulo 27 por Carmín Castle y Lady Ardlay 4149639568 LEE EL CAPÍTULO 26 AQUÍ

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Gisela ruht

Gisela ruht
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Por fin se casadon😍😍😍😍

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LizziVillers

LizziVillers
Niño/a del Hogar de Pony
Niño/a del Hogar de Pony

Ay nooo pero que emoción, casado y con heredero al trono en camino. Bellisimo

A Lady Ardlay le gusta esta publicaciòn

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