Dear Terry
Nosotros en la tempestad
Capítulo 13
Pletórico de alegría, Oliver tomó su bicicleta esa mañana y salió de la casa poco después de que sus hermanos también salieran rumbo a sus escuelas. Pero antes le pidió a su madre que le ayudara a cortar una rosa, por miedo a estropear el hermoso rosal que cultivaba ella con mucha dedicación, no se atrevió hacerlo por su cuenta. Ollie sentía que la vida le sonreía de todas las formas posibles, y estaba preparado para probar suerte en el amor. Esa hermosa rosa en su mano no tenía otra destinataria más que Madelaine Flower y con ella le pediría finalmente una cita. ¿Le darás la noticia a Madelaine? le había preguntado Candy mientras escogían la mejor rosa del jardín. Una sonrisa bastó para que ella supiera que sí, que su exaltación por haber obtenido el papel de Romeo por un giro inesperado del destino, lo impulsaban a superar sus temores y se atrevería a dar el paso en su propósito de alcanzar el amor de la bella muchacha.
La noche anterior fue para él una de las más felices de su vida, la recordaría por siempre. Evelyn y su madre fueron las primeras en escuchar de sus labios que haría el protagónico. Ambas estaban en la cocina en la tarea de ordenar y dejar guardada la vajilla y lo usado en la cena, cuando él se acercó a ellas exultante para narrar lo que acababa de acontecer en el estudio de su padre. Ev dio un salto directo a sus brazos y Candy casi deja caer una cacerola que secaba en ese momento embargada por el júbilo, y aun con un paño en la mano se acercó a él para llenarlo de besos.
Terry y Lawrence lograron escuchar el alboroto que se generó en la cocina cuando a la celebración se unieron Albert, Richard, Duncan y Anne que llamados por el estridente voceo de Evelyn salieron escaleras abajo para saber de qué se trataba todo el desorden del primer piso.
—Perdona todo este bullicio —se disculpó Terry mientras le sonreía —nada en esta casa se hace con recato.
—No te disculpes, eres tremendamente afortunado, tienes una familia y hay motivos suficientes para celebrar Graham. Me iré ya para que puedas unirte tú también. Por favor despídeme de tu esposa —le pidió el actor.
Terry acompañó a Lawrence hasta la puerta de la casa y después de quedarse unos segundos escuchando la dulce alteración familiar se unió a ellos con pasos parsimoniosos escurriéndose desde el pasillo hasta la estancia a donde con teatralidad Oliver contaba los detalles de la improvisada prueba que acababa de hacerle su padre y Lawrence.
—¡Papá! ¡Ollie será Romeo! —dijo Anne mostrando su gran alegría y se abrazaba a la cintura de su padre.
—Sí, ¿qué te parece, crees que lo hará bien? —le contestó él de vuelta mientras le acariciaba el rubio cabello.
—¡Será el mejor papi! Mañana le diré a todas en la escuela que mi hermano será Romeo.
Oliver volvía a sonreír mientras recordaba cuanta felicidad había provocado su buena fortuna en los seres que más amaba, y especialmente el brillo de la mirada llena de orgullo de sus padres. Entonces se llenaba los pulmones con el aire limpio y perfumado de la mañana para que su alma noble se colmara de energías renovadas. Finalmente, allí estaba ella sonriente, con ese brillo que la hacía sobresalir sobre todo a su alrededor, como una fresca flor del vergel más hermoso de la comarca.
Frenó la bicicleta poco antes de llegar a la parada del autobús y descendió nervioso, se quitó el jockey y peinó su cabello con la mano, sintió un hilo de sudor bajando por su espalda, y se apenó por ello, el bochorno quizá se le notaría en cada frase pronunciada, pensó, y recurrió a sus hermanas para aplacar aquella oleada de emociones. Las saludó como si nos las hubiese visto desde la primera hora del día. Anne se acercó a él y sin disimular le preguntó si aquella flor era para Madelaine, y él se llevó el dedo índice de su mano a la boca, mientras le guiñaba el ojo, luego dio los cortos pasos que separaban a la menor de sus hermanas hasta Ev, y simulando un beso en la mejilla le preguntó si se veía bien. Eres un idiota, pero sí te ves y hueles bien, hueles a papá soltó sin más la muchacha dándole un pequeño empujón y cogiendo a Anne de la mano para apartarse lo suficiente.
—Buenos días, Madelaine —dijo con voz trémula ya frente a ella.
—Hola Ollie.
Luego del bochornoso silencio de largos segundos volvió a hablar.
—¿Te gustaría ir a Randalls hoy? Habrá una banda de jazz que viene de Birmingham.
—Pero... ¿hoy? ¿Esta noche? —preguntó dubitativa.
—Ev vendrá con nosotros, también Albert...
—Tendré que decirles a mis padres. Pero no creo que se nieguen a dejarme ir... siendo que no vamos solos.
Un sonrojo tiñó las mejillas de Madelaine y Oliver reaccionó en consecuencia.
—Te ves hermosa...
Ella sólo sonrió.
Evelyn viendo que se acercaba el autobús y decepcionada por la torpeza de Oliver que continuaba con la rosa en la mano tras la espalda se acercó a ellos buscando acelerar las cosas.
—Anne ayudemos al idiota de nuestro hermano, ven —y ambas caminaron los pocos metros que las distanciaban de la pareja.
—Maddy, ya te dijo Ollie que será Romeo en la obra con Papá...
La chica abrió sus grandes ojos negros por la sorpresa y mirando a Oliver preguntó de inmediato cómo no lo había mencionado antes.
—Iba a decírtelo ahora mismo —Oliver estaba tan aturdido que no fue capaz de reprochar el comportamiento de Ev. Al contrario, le agradeció sacarlo de su estado de ensoñación. Él sólo había dejado que los minutos pasaran bajo el influjo de todo lo que provenía del cuerpo de su amada, el movimiento de sus ojos bajo las pestañas espesas, los labios pintados de carmín al hablar, su mano apartando un mechón de cabello que el viento con su caricia había colocado sobre el rostro, esa mano delicada, blanca, los dedos largos y esbeltos posados sobre la mejilla, hermosas manos con las uñas barnizadas en rojo y la melodía de su voz al pronunciar cada palabra.
—¡Es maravilloso Oliver, espero estar en primera fila! —manifestó con entusiasmo Madelaine. —Lo que si me dijo —continúo hablando y dirigiéndose a su amiga —es que iremos a Randalls, Ollie, Albert, tú y yo...
Evelyn que no conocía nada de los planes de su hermano mostró su sorpresa.
—¿A Randalls? —dijo con sorpresa Evelyn.
Pero era un tema que tendrían que discutir los hermanos cuando se vieran de nuevo en casa porque el autobús estaba listo para partir y ellas debían subir de inmediato. Ev y Anne se adelantaron, con el interés de que Oliver y Madelaine tuvieran unos últimos minutos más a solas. Él finalmente tomó de forma tímida la mano de Madelaine, y posó la rosa en ella, le sonrió con una mueca, para decirle que provenía del rosal consentido de su madre, y que había sido cortada esa misma mañana. Ella no tuvo palabras en ese instante para agradecer su gesto, más que sonreír y acercarse a él para besarlo en la mejilla. Un beso que dejo un rastro de calidez y humedad que produjo un estremecimiento desconocido en Oliver, un leve roce que junto al contacto de la mano parecía suspenderlo por encima del suelo que pisaba, elevarlo en una dimensión nueva y placentera.
—¿Nos vemos esta noche? —se despidió él con voz calma.
—Llamaré antes de la cena para confirmarlo...
—Está bien —respondió observando como ella subía al autobús y le decía adiós con la mano.
Él esperó a que se alejara mirando fijamente la máquina que llevaba consigo el bien más preciado de su corazón. Volvió a su bicicleta sujetándose del manubrio para caminar unos cuantos metros, en un esfuerzo por sosegarse, sintiendo las piernas débiles y el pecho agitado. Subió ya más recompuesto rato después y pedaleo con la fuerza que imponía un cuerpo que necesitaba secretar un cúmulo de emociones y aquietarse con el choque de la brisa fresca.
En las siguientes horas Oliver siguió su rutina, pero ahora no era a Mercucio el personaje al que estudiaba con dedicación, y aunque aún no podía creerlo, ahora marcaba los parlamentos de Romeo, que a pesar de saberlos ya de memoria subrayaba como si se tratase de la primera vez. En ocasiones se detenía con el guion en la mano, pero con la mirada perdida pensando en la impresión que su actuación produciría en Madelaine, cerraba los ojos y recordaba el beso cálido depositado en su piel más temprano. El anhelo de por fin sentirse ligado íntimamente con alguien, con ella pulsando en sus venas. Por otro lado, sentía un justo orgullo y complacencia consigo mismo, en el efecto que conseguir el papel aun de forma imprevista ejercía sobre sus hermanos, en su dulce madre, en su tan admirado padre.
—Estas aquí, te he buscado por todo el teatro —la voz de Terry inundó de pronto la pequeña sala.
Oliver pudo apenas comprender que el tiempo había pasado escurriéndose entre estudiar los parlamentos y sus cavilaciones.
—Quiero que trabajemos sobre tu memoria emotiva un rato antes del ensayo —Terry miró su reloj —tenemos poco más de una hora.
El actor notó que el muchacho estaba distraído poco después de comenzar a trabajar, lo miró fijamente y comprendió que algo lo perturbaba. Se quitó los anteojos y adoptando un tono de voz más paternal indagó sobre lo que ocurría.
—Me preocupa que piensen que no me lo he ganado —confesó.
Terry comprendía muy bien ese sentimiento de su hijo, él mismo lo había experimentado cuando ganó ese papel, iniciando su carrera como actor en Broadway, al mismo tiempo que comenzaba a esparcirse los rumores que lo vinculaban directamente a Eleanor Baker. En ese momento, Terry se sintió como nunca víctima del peso de la fama de su madre, y como este caía sobre sus hombros acechando su deseo de abrirse camino gracias a su trabajo y a su talento.
—Sé como te sientes, también lo viví... cuando gané el papel de Romeo era un novato, apenas había actuado en una obra, en el Rey Lear, el príncipe de Francia fue mi primer papel en Stratford. Hubo un rumor de que tu abuela había ido a la audición de Romeo y Julieta, que se había colado entre las butacas para ver mi actuación, y que su presencia confirmaba nuestro parentesco, influyendo en el director. Tuve que lidiar con eso una vez se conocieron los resultados de la audición. Pero sabes qué hice... me concentré en hacer mi trabajo, y con ello acallar los rumores. Ollie este es el camino que has escogido para ti, ya has recorrido un buen trecho y sabes que no es un camino fácil, que tendrías que cargar con el peso de mi nombre y de nuestro apellido.
—Lo sé...
Terry tomó el rostro del muchacho entre sus manos y con vehemencia comenzó a hablarle.
—Entonces deja de preocuparte y concéntrate en tu trabajo, en demostrar tu talento. Sólo en eso debes enfocar todas tus energías. Oliver Graham debes salir a ese escenario desde hoy, y pararte ante todos con la frente en alto. Aprópiate de este personaje, lúchalo, vívelo... respira a Romeo, róbale el aliento, muévete como él lo haría, habla como él lo haría, métete en su piel, en su mente... en sus entrañas. Ama con desesperación y ardor hasta la muerte, agoniza como él. Y te aseguro hijo, nadie podrá poner en duda ni por un segundo que este papel no te pertenece. Recuerdas lo que te he dicho tantas veces. Debes entrar en un estado creador, lograr ese acuerdo complejo entre el espíritu y el cuerpo. No confiar en tu facilidad para memorizar porque ello no garantiza tu capacidad para actuar. Tienes mucho trabajo y poco tiempo. Te he hablado como maestro ahora te hablaré como tu padre. —Aflojando la voz, le preguntó: —¿y si estás enamorado?
—Sí —confesó sin pudor Ollie.
—No hay fuerza más potente que el amor, ¡úsala! —le dijo entonces mientras empujaba el dedo índice de su mano hundiéndolo en el pecho de su hijo, y con la otra mano se sostenía sobre su hombro. Lo soltó para abrazarlo y palmeando su espalda lo conminó a trabajar.
Y si bien todas las dudas que inundaban el alma del joven actor no fueron disipadas esa misma tarde, si muchas de sus preocupaciones. Una vez en el escenario y luego de ser anunciado el nuevo reparto que básicamente consistía en dos cambios, Oliver Graham como Romeo, y un muy talentoso suplente como Mercucio, éstos recibieron un aplauso que expresaba la genuina alegría general del grupo de actores. Tal como lo había predicho Lawrence la noche anterior, nadie en esa sala dudaba de que la escogencia de Oliver era la correcta, y eso incluyó a Weston, quien al principio protestó la decisión que lo excluía del papel, y luego terminó por aceptar las falencias esgrimidas en forma privada por Terry, analizadas posteriormente con Hermione, la actriz que interpretaba a Julieta y el propio Lawrence, cuya amistad fuera y sobre el escenario era indiscutible.
Después de haber alimentado por tanto tiempo la esperanza de obtener un sí de parte de Madelaine, Oliver no podía perder la oportunidad que se presentó ese mismo día cuando se atrevió a invitarla a salir y ella había aceptado. Así que apenas terminó de trabajar, salió en búsqueda de Evelyn, pero la muchacha no asistió esa tarde a su estudio en el teatro. No le quedaba más remedio que irse a toda prisa a la casa para hablar con ella y convencerla, además de a Albert. Sin embargo, no solamente tenía que contar con la disposición de sus hermanos para secundarlo, tenía que hablar con su padre y tener su aprobación siendo que éstos estaban involucrados. Cuando llegó a la casa fue de inmediato en busca de Evelyn, la halló en la biblioteca hurgando entre los libros. Él estaba suficientemente agitado, y ella no tardó en notarlo.
—¿Qué te ocurre? ¡Me pones nerviosa!
—Hermanita, necesito que me acompañes esta noche...
—Temo cada vez que me llamas hermanita... ay no... ¿Es en serio lo de Randalls?
—¡Claro que es en serio! Has visto a Albert... tengo que decirle... —Oliver aprovechó para asomarse al pasillo en ese instante, para su suerte, Richard, parecía caminar hacia las escaleras. —¡Richard, ven!
—Sí sabes que papá no me dejará ir a Randalls... es un pub —le advirtió Evelyn.
—Sí conmigo... no tiene nada de malo.
Richard llegó hasta ellos, y entró a la biblioteca echándose en uno de los sillones dejando colgar sus piernas sobre el reposabrazos.
—¿Qué quieres?
—Iba a preguntarte por Albert...
—Esta arriba estudiando. ¿Qué sucede, qué cuchichean?
—¡No cuchicheamos! Oliver quiere ir a Randalls esta noche, invitó a Madelaine y quiere que lo acompañemos.
—Oh sí, quiero ver eso... —Richard soltó una risita —papá no dejará que Ev vaya a un pub —agregó en tono sardónico mientras mordía una manzana.
—¿Puedes buscar a Albert? Tengo que decirle.
—Lo haré si me dejan escuchar lo que hablen.
—¡Puedes escuchar! Ve —le ordenó Evelyn.
El muchacho salió sin dejar ver a Oliver divertido. Minutos después, Albert con cara de fastidio y de brazos cruzados llegaba a la biblioteca escoltado por Richard, que antes de que lo dejaran por fuera de la conversación volvió a ocupar el sillón.
—Necesito que me acompañes a Randalls esta noche, invite a Madeleine a escuchar jazz y le dije que tú y Ev vendrían con nosotros, les dirá a sus padres, así que en serio tienen que ayudarme.
Albert, miró de inmediato a Evelyn que continuaba parada frente a la estantería, sacando y revisando libros.
—Está bien —contestó en tono cansino. —Pero me temo que papá te dirá que no. Así que debes hablar con mamá primero para que lo convenza. Iré a cambiarme. ¿A qué hora nos vamos?
—Después de la cena —confirmó Oliver.
—Yo también iré a vestirme —anunció Evelyn.
—Iré a hablar con mamá.
—Yo voy contigo —se apresuró a decir Richard, poniéndose de pie.
Cuando ambos llegaron al comedor su madre estaba allí colocando la mesa con la ayuda de Anne, Oliver se asomó por los ventanales y observó que su padre conversaba en el patio con Mike. Así que no perdió la oportunidad para apartar a Candy y relatarle lo que se proponía y pedirle que usara a su favor todo el poder persuasivo que ejercía sobre Terry.
—Así que quieres que yo convenza a tu padre de dejar que lleves a Evelyn y a Albert, y además a Madalaine a un pub.
—Mamá, Randalls es un pub tranquilo. Escucharemos a esta banda y regresaremos todos a casa antes de las doce, lo prometo. No tienes que convencerlo, solo apoyarme si él se niega.
—Randalls es en verdad un pub tranquilo... —dejó escapar Richard.
—¿Y tú cómo sabes si tienes catorce? —preguntó alarmada Candy.
—Entré una tarde, a comprar una soda, Albert estaba conmigo.
—No te creo, seguro entraste a comprar cigarrillos —soltó de forma espontánea Oliver.
—¡Richard Edward Granchester! ¡¿estas fumando?! —le reconvino Candy de inmediato.
—¡No Mamá! Te digo la verdad, entre a comprar un refresco, Albert estaba conmigo. No me dejaría comprar cigarrillos. ¿Puede esta conversación no desviarse?... es de Ollie del que hablamos —argumentó el muchacho.
Mientras se enfrascaban en una discusión, Terry miro a través de la ventana y llamó a Oliver haciendo una ademan con la mano. El muchacho abandonó el comedor, atravesó la estancia y salió de la casa para unirse a la conversación de su padre con Mike, hablaban de temas domésticos en los que solía estar muy involucrado. Luego de ponerse de acuerdo en ciertos temas, él no perdió la oportunidad de abordar aquello que era su primordial interés esa noche. La primera reacción de Terry fue negarse, la idea de llevar a dos jóvenes mujeres como Evelyn y Madelaine a un bar a escuchar una banda de jazz le pareció excesivamente osado. Pero Oliver usaba atenuantes a su favor con una seguridad que encontraron además en Mike a un aliado para convencer a Terry de que el lugar era uno sólo frecuentado por jóvenes del pueblo y eventualmente de Warwick, a veces por soldados que iban de paso en dirección al sur, nada de que preocuparse. Terry permaneció unos minutos pensativo.
—¿Estás seguro de que Sir Archibald apoya la idea de que lleves a su hija a ese pub?
—Todavía espero que Madelaine llame para decirme si podrá ir.
—Esperemos a que llame, y veamos qué opina tu madre.
Contra todo pronóstico, el asunto se resolvió con la llamada de Madelaine confirmando la cita, y algo de la intervención persuasiva de Candy. Los tres hermanos salieron de la casa poco después de la cena y una buena cantidad de llamados dirigidos a Oliver para que se guiara en todo momento por el sentido común y cuidara bien de sus hermanos, y de la chica Flower. Pero si algo tenía muy instalado en su fuero interno, era el sentido del honor y la responsabilidad, y ambos padres lo sabían.
Un rato más tarde, Oliver tocaba a la puerta de la residencia de los Flower. Ella apareció tras ser llamada por la criada, ante sus ojos, Madelaine lucía muy hermosa. Sonrió y entrecerró los ojos apenas ella estuvo frente a él admirando toda su belleza. Tomó su mano y besó su dorso después de saludar. Pero su deseo más profundo eran sus labios, soñaba con besarlos finalmente, perderse en su cuello y aspirar el aroma de su piel, de su cabello.
—¿Vas a entrar para saludar a mis padres?
—Ah sí, claro. —Y aun tropezando con la alfombra, Oliver siguió a Madelaine hasta un salón a donde los padres de ella tomaban té.
Sir Archibald se puso de pie para recibirlo. Luego de estrecharse las manos, él se acercó a Lady Flower y con caballerosidad le dio las buenas noches. Tras cinco minutos de cordialidades, él prometió regresar a la chica antes de las doce y salieron de la casa rumbo al pub.
—¿Dijiste que Ev y Albert vendrían? —preguntó Madelaine al no ver a los hermanos.
—Nos esperan en Randalls, en la puerta —contestó Oliver, frotando sus manos, para luego dejarla caer con suavidad, rozando en este movimiento la mano de Madelaine.
Ella lo miró de soslayo y en un gesto audaz sujetó la mano de Oliver sonriéndole al mismo tiempo. Él respondió apretando el agarre, sosteniéndola con ternura, quedando enmudecidos por breves instantes. De pronto él que no sabía muy bien por dónde empezar una conversación con ella, preguntó lo primero que se le vino a la mente.
—¿Escuchan tus padres la radio a las nueve?
—Sí, como toda Inglaterra. Supongo que los tuyos también lo hacen.
—Sí, lo hacemos todas las noches. En la estancia, ya sabes, donde solemos reunirnos... tomamos té y escuchamos el informe nacional. Papá, mamá, Ev, a veces Albert y yo.
Hubo de nuevo un breve silencio.
—Soy su hijo adoptivo ¿lo sabías? No sé quiénes son mis verdaderos padres, no sé nada sobre mi origen, desconozco que sangre corre por mis venas. Fui llevado a un orfanato cuando tenía dos años, ellos me adoptaron cuando tenía tres y me trajeron a Inglaterra.
—Ollie... no es necesario...
—Sólo quiero que sepas todo sobre mí, y esta es una parte muy importante de mi vida Madelaine. Porque desconozco mi origen, y es posible que nunca lo averigüe, y está bien, porque mi vida está bien exactamente como es ahora. No pienso en ellos, no pienso en mis verdaderos padres, ni me hago preguntas sobre mi abandono. Supongo que hubo razones muy fuertes para hacerlo, al menos eso quiero creer, es lo que mamá me ha enseñado.
—Para mí eres un Granchester, no me importa tu origen desconocido. Ellos son tu verdadera familia —Madelaine se detuvo para mirarlo a los ojos.
—Sí, es cierto son los Granchester mi verdadera y única familia, no tengo ni tendré una madre distinta a Candice ni un padre distinto a Terence Granchester. No hay espacio en mi corazón más que para ellos... sólo quería que lo supieras. Puedes contárselo a tus padres si lo deseas.
—Ellos te aprecian, aprecian a toda tu familia. Que seas o no el hijo adoptivo de los Granchester no tendrá importancia para ellos. Papá se siente orgulloso de su amistad con tu padre. No habla más que puras maravillas de Terence Graham, su amigo, el director de su amado Shakespeare Memorial. Ya ves que ese teatro, todo lo relacionado con Shakespeare, este pueblo es su vida —relataba con voz afectada Madelaine.
Ciertamente, era así, como lo relataba la chica, su padre Sir Archibald, no solamente era el alcalde del pueblo. Los Flower a través de sus generaciones, eran los guardianes no sólo del fideicomiso privado que permitía mantener los lugares más emblemáticos de Stratford, el funcionamiento del teatro, y todo lo relacionado con el Bardo, también eran guardianes del legado inmaterial del escritor promoviendo su vida y obra más allá de las fronteras de Inglaterra. Podían presumir de constituir y mantener con vida a la organización de conservación cultural más antigua del reino. Sir Archibald, había encontrado en Terry a un gran aliado para los propósitos de su organización, en consecuencia, mostraba por el actor y su hijo gran respeto y admiración.
Oliver detuvo la marcha porque ya estaban muy cerca del pub. Quedaron frente a frente y él le dio las gracias con voz calma y suave. Madelaine se atrevió a más y de forma imprevista se alzó un poco sobre las puntas de sus pies y le rodeó el cuello con las manos. Él vaciló un instante, pero avanzó otro poco más rodeando su cintura y antes de continuar evaluando lo que ocurría avanzó también con sus labios y los pegó a los de ella. Ambos, al fin se dejaron conducir por los impulsos del corazón. Se miraron por unos segundos, y una vez más juntaron sus bocas, Oliver la atrajo con todas sus fuerzas hacia él y cubrió su espalda, subiendo sus manos después hasta la nuca, para besar su cuello, y volver a sus labios. No hubo declaración ni preguntas, sólo besos continuados, dulces y ardorosos, abrazos, sonrisas y una felicidad infinita. La dulce primavera soplando en sus almas, el amor anhelante.
Evelyn no supo disimular su exaltación cuando los vio llegar a la puerta del pub tomados de la mano radiantes, alegres, exudando ternura. Se abrazó de inmediato a Madelaine y luego a Ollie e ingresaron al salón que estaba casi lleno. Sin embargo, pudieron ubicar una mesa, se sentaron todos muy juntos mirando en dirección a la pista de baile y el pequeño escenario donde más tarde comenzaría a tocar la banda. Oliver identificó a algunos de los jóvenes que frecuentaban el bar, y se prestó a saludar con la mano, antes de preguntar que bebidas preferían sus acompañantes y acercarse a la barra para hacerse de ellas. Albert se empeñó en querer tomar una Guinness como su hermano, hallando primero resistencia, para terminar, luego de unos minutos de esgrimir tantos argumentos a favor como se le fueron ocurriendo, saliéndose con la suya. Oliver cedió, pero bajo la promesa de que únicamente le permitiría tomar una en toda la velada. Los muchachos se levantaron para ir hasta la barra, dejando a las chicas a solas.
—Tendrás que contarme todo con detalles.
—No hay mucho que contar —le confesó Madelaine. —Nos besamos...muchas veces... —le declaró mientras el sonrojo delataba su acaloramiento por los recientes sucesos.
—¿No se declaró? —indagó de inmediato Evelyn.
—No, y ya no es necesario —Madelaine miró en ese instante en dirección a la barra y sonrió —sé que tu hermano me ama tanto como yo lo amo a él.
—Estoy muy feliz por ustedes. Ollie puede ser a veces irritante, siempre tan correcto y protector, pero es el mejor hermano que pueda tener, lo amo y te odiaría para siempre si le rompes el corazón, esperó por mucho tiempo estar así contigo. ¡Es el efecto de Romeo!
—¿Qué dices? Claro que no le romperé el corazón antes me lo rompería él a mí —Maddy tomó la mano de su amiga, notando un brillo nostálgico en sus ojos. —¿Tienes noticias de Henry?
—No, no todavía, pero imagino que ya debe estar en Escocia. Hoy me fui directamente a la casa, esperaba que pudiera llamar, pero no fue así. Quizá está muy ocupado, o no encontró un teléfono desde donde hacerlo. Pronto lo hará, prometió llamar a la primera oportunidad que se le presentase. Pero desearía que estuviese aquí, a Henry le gusta el jazz. —Evelyn suspiró profundamente descansando su rostro sobre la palma de su mano, cerrando los ojos por unos segundos afectada por añorar a Henry.