ESA NOVIA ES MIA
CAPÍTULO 6




La tía abuela no iba a ser tan estúpida como para tener a Candy en El Portal de las Rosas a sabiendas de que iba a ser buscada por cielo y tierra.
—¿Qué tan segura crees de que esté ahí?
—Juego la vida para refutar eso —dice Dorothy terminando de arreglarse a medida que se van acercando a la estación de trenes de Chicago. Ya tenían horas de viaje y debían llegar diré al punto de todo.
Está vez, Dorothy se encargará de ingresar por su propia cuenta a la mansión Leagan y sacar a Candy de ese lugar. Quien quitaba aun puedan verla como una sirvienta más y contratarla para servir en la boda aunque sea.
—¿Cree que el señorito Archie logré que el señor Grandchester logré venir?
—Eso no lo sé. Solo espero que lo logré, el orgullo de los ingleses es aguerrido al igual que su honor.
—El honor les hizo esto a él y a la señorita Candy.
—Lo se Dorothy —Dice cansino Stear recostandose de su asiento —Y quiero al menos dejar a Candy en paz y segura antes de irme.
—¿Aún con todo esto pretendera irse a la guerra? —Sentencia Dorothy furiosa —¿Está siendo conciente del reverendo acto de egoísmo que cometerá?
—No se trata de egoísmo, Dorothy.
—Irse sin decirle nada a nadie es uno de ellos. Y de paso cobardía —Dice la chica poniéndose de pie al tiempo que un silbato resuena con fuerza —Ya el señorito Anthony nos dejó a todos. No cometa usted el error de irse sin saber si regresará con vida, piense en Candy, en su hermano y en su novia por un instante.
Las palabras de Dorothy golpearon a Stear en lo más profundo. Egoísmo, él no se consideraba un egoísta solo por el hecho de ir a la guerra, pero estaba cansado de ver las injusticias del mundo, como sin motivo alguno la gente quería destruirse, como se iban cobrando vidas sin sentido. Sin embargo, el panorama que estaba viviendo en ese momento con Candy y su familia era parecido a una guerra, una en la que él debía actuar a cómo de lugar.
......
—¿Qué haré? No puedo dejar que Terrence me abandoné —Replica Susana metiéndose de adelante hacia atrás —Debes hacer algo madre ¡Fuerza a la anciana para que Terry regresé!
—¿Qué cosas dice?
—Asi como logramos que Candy se fuera, que ella logré que Terry se quede conmigo.
—Hemos tenido lo que deseamos hija. El dinero es más que suficiente para vivir por varios años —dice la mujer fumando un cigarrillo en la ventana —Que el pobre idiota de Terrence insista en seguir creyendo en el amor.
—Si... un pobre idiota —Susurra Susana abrazándose. Ahora más que nunca tenía miedo, pero no era por el hecho de que él se haya ido.
Sino porque estaba irremediablemente sola.
Terry era quizás el único que podría quedarse a su lado, ya que nadie más que él y su madre la tolerarian en su condición de lisiada. El era sustento económico y lo que le daba luz a su vida, pero ahora se había ido, ella accedió al engaño con tal de retenerlo, y está vez lo había perdido para siempre, sin ningún derecho a excusarse.
—¿En verdad tienes remordimiento Susana?
—Yo... de verdad quería que se quedara conmigo, que me amara.
—Ppff, cariño ¿De verdad pensabas que se iba a amarte así como así? Eso requiere tiempo, y la muchachita esa tenía todos los puntos ganados.
Puntos ganados... Ahora era su madre quien lo decía de un modo tan frío, hiciera lo que hiciera, aceptará todas las trampas del mundo él nunca iba a amarla, y solo recordar el gesto de odio y repudio era la muestra de ello. Tarde o temprano iba a descubrirla y fue mucho antes de siquiera saborear los frutos de su alianza con la señora Elroy.
Aquello ni en mil cosas iba a perdonarlo.
—Y ahí va. Con Claise y con otro tipo, definitivamente los Romeos tienen una fuerte convicción sobre el amor, es todo o la muerte —Dice la madre de Susana admirando a través de la ventana. Y por alguna razón aparente, Susana vio nieve caer a través de ella, esa nieve que fue enlace con su traición.
—No... no te vayas Terry ¡No puedes dejarme! —La chica se agita sobre la cama y se empuje a salir casi a brincos, el muñón de la pierna le sigue doliendo , pero no tanto como la conciencia.
Trata de ir detrás de Terry, suplicar por su perdón y para que se quede a su lado, pero al llegar a la escalera, la joven no mide el número de escalones ni el hecho de que no posee dos piernas ahora. Pierde el equilibrio y rueda escaleras abajo, siente dolor en su única pierna, como cuatro de sus costillas se rompen y algo parece explotar dentro de ella. No sabe cuántas vueltas dió hasta caer al final de la escalera, solo sabe que duele mucho y que el aire le está faltando.
—Susana... ¡Susana! —la voz de su madre la llama de algún lado. No puede moverse, siente el sabor a sangre en su boca y a esta brotar por sus fosas nasales, queda mirando a una puerta, la misma por la cual el salió.
—Te... Terry... —Trata de alzar la mano hacia esta, insiste en ir con él. Quiere imaginar que él se ha enamorado de ella del mismo modo que lo hizo con Candy.
Pero en su agonía, el está camino a los brazos de Candy mientras que ella expele su último aliento.
.....
Los días parecían hacerse largos en esa habitación, nadie más que la tía abuela Elroy iba y salía solamente para atormentarla. Y Elisa parecía disfrutar el hecho de tenerla como prisionera, y de que aterrador cuando Neal iba al habitación a vigilará mientras modistas o cualquier persona encargada de ceremonias iba a verla.
Toda clase de ideas maquiavélicas hacia sabían asentado en su cabeza. Y nadie, ni siquiera el buen Dios respondía a sus súplicas.
—Dios… —Dice la chica mirando a la ventana, esa noche tenia pesadillas, soñaba ante los eventos que pudieran ocurrir antes de la boda. Al día siguiente tenía una presentación formal en una maldita fiesta que los Leagan habían organizado para ella y Neal.
Una actuación más en toda la farsa que se había montado.
—Por favor, has lo que quieras, llévame a tu regazo, que venga un diluvio o lo que sea, pero no permitas que me case con Neal… te lo pido.
Se deja caer de rodillas mientras nuevas lágrimas mojan su rostro. Era en ese momento cuando el rostro de Terry llegaba a su mente, las lágrimas de sus ojos eran tan genuinas, y con esas mismas lágrimas le suplicaba que no lo dejara, que lo salvara de su propio destino, uno que el no busco y ella era la única en la capacidad de cambiar. No acepto quedarse, quizás, lo que estaba viviendo era un castigo, pero no esperaba que fuera así de doloroso.
Sin embargo, esa misma tarde los vientos del cambio de estación estarían a favor de Candy.
Un toque a la biblioteca de Sarah Leagan hace que ella se alarme, estaba muy al pendiente de todo aquel que llegara a su casa, sobre todo al tener a Candy encerrada en una de las habitaciones más aisladas de la mansión. Al abrir, se sorprende de encontrarse nada más y nada menos que con su antigua empleada frente a ella.
—¡Ah! Eres tú, Dorothy.
—Buenas tardes, señora Leagan —Saluda la chica con nerviosismo —Dispense que la moleste, pero necesito de su auxilio.
—¿Mi auxilio? ¿Y por qué habría de hacerlo?
—Por los años que servi para usted antes de ir con los Ardley. La señorita Candy he visto en el diario ahora se casará con el señorito Neal, y por ende no necesitará de mis servicios.
—¿Lo viste en el periódico entonces?
—Si, señora —Contesta la chica sujetando su valija con fuerza, esperaba que le tuviera algún tipo de consideración.
Ya que, estando dentro de la mansión Leagan, tendría más chance de buscar a Candy ahí mismo.
—Bueno... mañana tendremos una fiesta y nos falta personal. Supongo que ya que estás aquí no me queda de otra —Dice fastidiada la mujer dando la vuelta por su escritorio para terminar de firmar unos papeles —El informe es el mismo. Si no te queda el viejo pídele prestado a alguna de las chicas uno hasta mañana, te recoges el pelo, ya no eres una niña tonta para andar con coletas.
—¡Gracias, señora Leagan! —Dorothy celebra internamente su ingreso a la mansión. Ahora debía hacerse de artimañas para buscar a Candy —¿Ya puedo irme?
—Si, si, como quieras —Sarah Leagan observa a Dorothy salir de la biblioteca confundida, la joven se había con Candy para serle tan fiel como la espuma al océano. Sin embargo, estaba más preocupada por hacer firmar los papeles de sucesión de la herencia de Candy.
Si Elroy pensaba que iba a hacerle trampas, ella le demostraria que hasta el diablo tiene juegos sucios.
.....
Dorothy casi salta de la emoción al saber que había entrado a la mansión sin ningún problema, sube por la amplia escalera imaginando los diversos lugares en dónde pueden esconder a alguien, conocía esa casa como la palma de su mano, desde el picaporte que más rechinaba hasta la alfombra más vieja. En especial, las habitaciones de huéspedes.
—Vaya, vaya —Escucha decir detrás suyo la joven. Cierra los ojos maldiciendo su suerte —La otra recogida hace acto de presencia.
Era la voz de Elisa, como siempre de imprevista y dispuesta a hacerle la vida imposible a Candy y a cualquiera que este alrededor suyo. Dorothy toma aire y trata de encarar a la menor Leagan fingiendo la mejor de sus sonrisas.
—Señorita Elisa. Un placer verla.
—Para mi no ¿Qué es lo que haces aquí?
—Trabajo aquí nuevamente —Contesta la chica sin dejar de sonreír —Comienzo hoy mismo y voy a buscar mi cuarto.
—La servidumbre está en la planta baja, criada —Es la despectiva respuesta de Elisa dándole un empujón a Dorothy y apartándose de ella para perderse por el pasillo principal.
Aquello había sido solamente un susto, uno que trataría no se repitiera, siguió caminando hasta los cuartos de huéspedes, escucha unos golpes en lo más profundo del pasillo y gritos que parecen ser de una mujer, se apresura Dorothy para ir al sitio de dónde provenía y descubre que la puerta está cerrada.
—¡Señorita Candy! ¿Es usted? —Llama alarmada la mucama mientras intenta forzar la puerta.
—¿Quién está ahí? —La voz era más que reconocible, Dorothy agradece a Dios por al fin poder encontrarla.
—¡Soy Dorothy! Vengo a sacarla de aquí —La chica intenta forzar la puerta con todas sus fuerzas, pero no lo logra a pesar de sus esfuerzos, golpea la puerta hasta el cansancio cansada. Escucha los lamentos de Candy y se llena de tristeza —Señorita...
—Do.. Dorothy —Jadea Candy angustiada —No me quiero casar con Neal ¡Por favor ayúdame!
—Usted descuide, solo trate de resistir, la ayuda viene en camino —Asegura Dorothy a Candy, si esa puerta no fuera un obstáculo la abrazaría y le diría que todo va a salir bien.—Voy a estar en esta casa, no te voy a dejar sola.
—Dorothy... Soy una idiota —dice entre lágrimas Candy recostandose de la puerta y llevándose las rodillas a la altura de su pecho —¿Es tan malo ser bueno todo el tiempo?
Candy en los días de su encierro se recriminaba por su bondad, de no haberle tenido lastima a Susana estaría con Terry, y no tendría que pasar ese suplicio, sería felíz a su lado, como lo imagino.
—No, en lo absoluto señorita. Nunca se reprenda por ser buena con la gente —Es la firme respuesta de Dorothy. Ambas estaban atrapadas ahora dentro de la mansión Leagan, la cual era una porción del infierno en la tierra.

LAS BANDOLERAS DE TERRY NO BUSCAMOS SUPERAR A NADIE SINO A NOSOTRAS MISMAS

Está historia va a continuar en Wattpad por motivos laborales. Gracias por celebrar conmigo la Fiesta de Florida 2022 :D