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Capítulo 2 --Parte 2
—Eres muy mala mintiendo —Terry le tomó el mentón.
—¿Por que lo dices?
—Tus pecas te delatan —sonrió —se mueven de un lado a otro cuando estás enfadada.
—No estoy enfadada, es solo que esa mujer no me agrada —respondió cruzándose de brazos.
—¿Y crees que no lo he notado? —se carcajeó —que hizo ahora a parte de estar atrás tuyo, para ganar tu antipatía.
—Mintió al decir que su salida era por una emergencia familiar.
—¿Mandaste a que la siguieran?
—Si
—¿Descubriste algo?
—No tanto como hubiese querido —resopló —pero lo suficiente como para darme cuenta que no fue una emergencia familiar la que se le había presentado —frunció el ceño —Jimmy me dijo manejó hasta el canal Chesapeake, que hizo una llamada y tras finalizarla, sacó el chip, lo rompió al igual que lo hizo con el teléfono y luego lo lanzó al canal, ¿no te parece eso sospechoso?
—Quizás hablaba con un novio
—Y si fuera así, ¿por qué pedir permiso para hacer una llamada y por qué romper el celular y lanzarlo al canal?
—Tal vez porque quería privacidad —se encogió de hombros —y en cuanto al celular, tal vez hizo lo hizo porque terminó su relación con el chico y no quería que la volviera a molestar, ve tu a saber —sacudió su mano derecha en el aire —para que estes mas tranquila, te prometo que esta será la ultima vez que estará cerca tuyo, pediré que asignen a Sandra como tu guardaespaldas personal a partir de mañana.
—Gracias por ser tan complaciente Terry —Candy besó sus labios.
—Si mi recompensa será una noche de pasión cada vez que lo haga, dime, ¿hay algo mas que pueda hacer por ti? —preguntó pícaramente.
—Bueno, hay muchas cosas que puede usted hacer, señor presidente —le guiñó un ojo traviesamente —pero me temo que tendrá que esperar hasta mi regreso —se apartó de él rápidamente al ver su mirada de Lobo Feroz al asecho de Caperucita Roja.
—Y si los que tienen que esperar son ellos —Terry sonrió de medio lado al tiempo que impedía su huída —después de todo, soy el presidente y tu la primera dama —culminó alzándola en brazos, tumbándola en la cama y devorando sus labios.
Con total rapidez, Candy comenzó a desabrochar cada uno de los botones de su camisa mientras él removía el botón y la cremallera de su pantalón y se quitaba este.
Los dedos de Terry se deslizaron por el borde de su braga y de un solo tirón, rompió esta y lanzó por los aires e hizo lo mismo con el sostén.
Cuando finalmente ambos quedaron desnudos, Candy se subió ahorcajadas y comenzó a devorar los labios de su esposo.
Con una mano, Terry comenzó a acariciar sus senos y con la otra su redondo trasero, deleitándose en la maravillosa visión de ver su precioso rostro extasiado ante sus caricias.
En un rápido movimiento, Terry la hizo girar y ahora él se encontraba arriba de ella. Bajó su mano derecha a la parte intima de ella. Sonrió de medio lado al sentir su humedad. Ella estaba mas que preparada para recibirlo.
De manera suave y delicada, comenzó a ingresar en su interior. Un ronco gemido salió de su garganta al sentir la calidez del interior de ella dándole la bienvenida.
Comenzó a entrar y salir de ella, primero con movimientos lentos y acompasados. Aumentó la velocidad de sus envestidas al escuchar los gemidos de ella luego de alcanzar al climax. Luego de varias envestidas él la alcanzó y se unió a ella.
—Me temo que ya me retrasé mas de lo debido señor presidente —dijo Candy después de ponerse de pie y dirigirse al cuarto de baño para darse una ducha ligera y vestirse rápidamente.
—No vayas —dijo él alcanzándola —puedo hacer una llamada y disculparte.
—¡Ah si!, y que les dirás —respondió Candy sonriendo mientras se duchaba —<>
—Podría ser —bromeó él ingresando a la ducha —pero no, basta con decir que no te has sentido bien últimamente.
—No podemos hacerle eso a esos pobres niños —Candy salió de la ducha y tras secarse, caminó al closet, tomó el vestido que usaría esa noche y se lo colocó —sabes lo importante que es eso para mi.
—Lo sé —musitó él derrotado ayudándole a subir la cremallera del vestido, ya que cuando se trataba de una velada para recaudar fondos para ayudar a casas hogares de todo el País, no había poder humano que impidiera que ella asistiera —iré contigo —dijo mientras se dirigía al closet.
Gracias Por leer