
Portada elaborada por Mist/Byul Hye
CAPÍTULO I
Después de la hermosa velada, donde Terry bailó para todas las Divinas un ambiente de enamoramiento flotaba en el aire del Mandala Café tanto las Místicas invitadas como las Divinas arrojaban suspiros en forma de corazones, pareciera que todo lo que ese hermoso hombre transmitía era demasiado bello, como para mantener un ambiente de tensión entre las chicas debido a todas las actividades que quedaban pendientes por hacer y lograr que el joven transmutara sus pensamientos negativos originados por los tristes acontecimientos en su vida, por preceptos positivos en pro de un destino diferente para el emperador.
Fedra contenta por sus compañeras inició un rito de amistad junto con Lera, Mist, Lexie y Temperance, donde cada una de ellas arrojó con sus poderes votos aquellos sentimientos que las habían unido en el fuego sagrado de reino Pokale, en tanto que Moira y Maegalle tejían las emociones para complementar una vez más hermandad. Al ritual se unieron Cherry, Rossy, Doralix, Magnolia, Palas, Shey, EFantasía, quienes también tendían lazos inquebrantables de amor divino.
Las estrellas se habían unido para facilitar esta hermosa unión entre las Divinas Místicas, acontecimiento que fue captado por la cámara mágica de Deni, quien estaba extasiada y ansiosa de pertenecer al tan grandioso grupo.
En tanto Psquie observaba como sus compañeras unidas con el objetivo de Cambiar el Destino por Terry, sentía nostalgia por los cambios que próximamente se verían observados en ese grupo, que a pesar de todos los percances que tuvieron para integrarse, estaban logrando su propósito.
El tiempo que nunca detiene su marcha daría a las Divinas la fuerza para mantener con entereza aquella unidad que para muchos era motivo de discordia. La reina de copas lo sabía y con aspiración sincera repleta de emociones entrañables en un círculo mágico de protección envolvió a las Místicas. Para luego dirigirse a continuar con la contienda en el campo de guerra.
AMOR PROPIO
Capítulo II. Introspección
El gallardo joven instalado en el compartimento privado de un tren todavía estaba agitado, no cabía en su asombro de ser nuevamente dueño de su vida, sentía que se había recobrado a él mismo, por fin después de tanto tiempo se había librado de esas dos mujeres. Con una enorme sonrisa se recargó en el respaldo del asiento, estiró sus largas piernas, puso los brazos detrás de la nuca y cerró los ojos, mientras a su mente llegaban imágenes retóricas de los eventos que le permitieron estar en ese momento rumbo a Chicago.
─Si, fue a mí regreso de Rockstown después de verla, aunque fuera en mi imaginación, su cara llorosa, de espanto, dolor, tristeza… Candy, Candy, pecosa, fui un loco al creer que te olvidaría y que podría entregarme a un desamor eterno para cumplir con un estúpido deber, pensar que dedicándome a Susana y al teatro podría seguir. Se decía el castaño, aún con los ojos cerrados.
─Recuerdo que, con el firme propósito de enfrentar mi destino, aun sintiéndome perdido regresé a Nueva York, Robert me apoyó aceptándome de nuevo en la compañía, a pesar de mí irresponsabilidad, trabajé muy duro para recuperar el lugar como primer actor para que tú pecosa te sintieras orgullosa de mí.
A partir de ese momento me dedique a complacer a Susana en todo, ella que, con su inocencia fingida y amor desmedido me imponía formalizar nuestro compromiso, ¿Cuántas veces le dije que me diera tiempo?, que el amor no se obliga, se siente, ¡pero no! Le importó poco que me fuera consumiendo, que me fastidiara su presencia, su cercanía, su sonrisa silente, nunca entendió que no podía darle más. Susana ¿por qué te aferraste a mí convirtiendo nuestra vida en un suplicio?
El joven exhaló un profundo suspiro para continuar con sus pensamientos. Creo comprenderte a pesar de todo Susana, porque yo creí volverme loco cuando la vi partir, dejar el camino abierto para que otro hombre ocupara su corazón y que ella dejara de amarme ¡No, no! Cuando pienso en tu sentir hacía mí se me oprime el pecho, porque, ¡aunque yo quisiera no puedo amarte! Nunca hice nada para que tú te obsesionaras conmigo, ¡lo intenté lo juro que lo intente, pero no pude modificar mis sentimientos! Al ponerme en tu lugar puedo imaginar lo horrible que es tener un amor no correspondido, tal vez eso fue lo que contribuyó a que tú verdadero carácter saliera con el paso del tiempo.
¿Y qué decir de tu madre? Esa mujer me exaspera con su pose de una gran dama, no es más que una arpía, que acosta de su hija quiere lograr todo lo que ella no pudo, ¡si todo fuera dinero!, pero no se conforma quiere posición social, renombre, ¡bah! A mi costa ¡No! ¡No más!─ ¡Dios, yo que siempre fui un ateo! ¡Sólo te pido que me dejes llegar a tiempo! Ahora que he recobrad o mi valor, mi personalidad desdibujada por las sombras en las que he vivido estos últimos años, donde mi paciencia parecía desvanecerse ante mis locos impulsos por mandar todo al diablo y salir corriendo. Fue mi desesperación la que me llevó a medir mis pasos para obtener mi libertad, sin que tú pudieras reprocharme el dejar a mis celadoras.
Realmente nunca imaginé el recibimiento que me dieron esas dos mujeres, ¡Dios!, ¿Cómo no me di cuenta de eso antes?, ¡Me dejé humillar!, ¿Cómo lograron su propósito convirtiéndome en su títere? ¡Se acabó! No sé si fue la suerte la que puso frente a mis ojos esa nota en sociales, si no hubiera sido por eso todavía estuviera esperando a dar el paso definitivo, si, fue eso y la ocurrencia de Susana de meterse en mi cama, no ¡Ni un minuto podría quedarme ahí! Concluía el castaño, levantándose de su asiento para nerviosamente meter sus manos en los bolsillos del pantalón, meditaba sobre los eventos sucedidos unas horas antes en lo que ahora era su ex casa o antes de abandonar a su ex prometida.
Él se encontraba sumido en sus pensamientos mirando sin ver desde la ventana de su habitación, su espalda recta que dejaba ver su porte aristocrático, no se daba cuenta que desde el umbral de la habitación Susana lo observaba llena de celos al imaginarse a quién estaba recordando. Sin miramiento alguno con un tono por demás molesto se dirigió al castaño.
─Terry ¿acaso no piensas venir a cenar? Llevas horas ahí parado, ¿no sé qué haces? Mi madre aguarda por nosotros, así que date prisa, bastante tengo con tus largas ausencias para que todavía su excelencia nos haga esperar ─Dijo la mujer sarcásticamente dándose la vuelta, quería hablar con él, pero su orgullo y vergüenza no la dejaron. Tenía un año que Susana caminaba con su prótesis, el ruido que hacía al caminar para el castaño representaba un paso a la libertad.
Ataviado elegantemente con un traje de tres piezas azul marino, el joven inglés suspiró, mientras con su mano se hacía el cabello para atrás para controlar las ganas que tenía de estrangular a aquellas dos mujeres que le representaban el infierno mismo en esa casa que había comprado para la comodidad de la joven que le había salvado la vida.
Al inicio de la convivencia con las Marlow el actor sentía como se hundía en un pozo, el sólo ver a Susana le hacía sentirse mal, con un gran vacío en su corazón, el hostigamiento de la madre de la chica, sus palabras mandonas y agresivas eran para él golpes certeros en su cabeza instándolo a huir y perderse para no volver nunca.
─Terence le voy a pedir que se comporte como un caballero y no haga esperar a las damas en la mesa, creo que no es mucho pedir, ¡aunque claro está que difícilmente puede comportarse como tal, con mi Susy! ─Dijo la malhumorada señora Marlow al ver entrar al joven al comedor.
Susana al escuchar a su madre prosiguió con el mismo tono de superioridad. ─Déjalo madre, es más que obvio que a Terry no le interesa comportarse como un caballero a pesar de ser miembro de la corte inglesa. Parece que no sabe tratar a las damas ─ Concluyó dando una mirada a Terry con otro sentido, que él entendió perfectamente.
─ ¡Hija!, pero es el colmo que nos tenga esperando, así como nos tiene postergando la formalización de su compromiso y la fecha para la boda, ¡Es inaudito! ¡Es lo mínimo que puede hacer para agradecer que le hayas salvado la vida! ─Increpó Carolina Marlow.
─Por cierto, Terence necesito dinero para pagar el sueldo de una nueva mucama, Susy merece la mayor y mejor atención posible, también es necesario comprar otros uniformes a la servidumbre, ¡Hay que estar a la altura de las mejores familias de Nueva York! Un jardinero se requiere para arreglar el jardín y que nuestra Susy disfrute de baños de sol, así que espero contar con ello mañana por la mañana. ─Prosiguió la mujer sin mayores preámbulos.
─Terrence, necesito cambiar mi guardarropa, debido al invierno la moda ha cambiado y no puedo vestir lo mismo, estos vestidos ya están viejos, quiero verme hermosa para la gala de opera que se presentará la siguiente semana, mamá ya tiene los boletos de entrada para los tres. Tal vez sea oportuno que nos vean juntos los periodistas y damos la primicia de nuestro enlace. ─Indicó la rubia con una media sonrisa.
─Susana, lo siento no podré acompañarlas estamos ensayando hasta muy tarde para la siguiente obra, no puedo faltar, además ya te he dicho que por el momento no puedo distraerme en otras cosas. ─Respondió el actor sin ver a la chica.
─ ¡Lo vez hija! Este hombre no hace más que dar largas. Pero le advierto jovencito que no toleraré que se prolongue más esto, ¡Mi hija no será la novia eterna! Y usted tiene la obligación de cumplirle, así que seré yo misma quien anuncie a la prensa el compromiso. ─Gritó la señora Marlow levantándose de la mesa e inclinando la cabeza para mirar fijamente a los ojos del actor.
La reacción del castaño no se hizo esperar de un salto se levantó dando fuertes manotazos sobre la mesa y con un tono por demás elevado enfrentó la mirada de la madre de Susana contestando ─ ¡Basta, basta ya! ¡Ustedes dos me tienen harto! Y escúchenme bien, es la última vez que me ordenan o gritan. Ha sido suficiente con soportarlas durante cuatro años─
Las dos mujeres dieron un salto asustadas por los manotazos y la fiera mirada del inglés. ─ ¡Usted no puede hablarnos así! tartamudeando ─Reparó la señora Marlow acercándose a su hija, quién también se levantó para respaldar a su madre.
─ ¡Cállese señora! De su boca no sale otra cosa más que veneno y tu querida Susana por favor quita la cara de espanto, durante este tiempo he aprendido a conocer sus artimañas calladamente, ¡Pero hablaré!, así que es mejor que se pongan cómodas para que no se vayan a desmayar ─Apuntó el castaño con el mismo tono de voz.
Ambas optaron por sentarse tomadas de la mano, Susana había palidecido, al contrario de su madre, quien tenía las mejillas coloradas por el coraje que sentía dada la forma de hablar del que ya consideraba su yerno. ─ ¡Terry, por favor! ─ Instó la joven con mirada suplicante ─ ¡Terence, para ti soy Terence, no me vuelvas a llamar Terry! ─Repeló el actor.
Susana comenzó a llorar, mientras observaba la figura altiva de ese hombre que le devolvía una mirada gélida, sin expresión en su cara. ─Bueno, creo que ya puedo informarles que desde este momento disuelvo mi compromiso contigo Susana, me voy de aquí, la casa ya es de su propiedad, debido al gasto que he erogado para tu tratamiento y viendo que ya te puedes valer por ti misma, hasta aquí llegó mi obligación contigo ─Concluyó el actor saliendo del comedor para dirigirse a su habitación.
Continuará…
