TUYO Y DE NADIE MÁS.
POR: JATZIRY SARAHÍ.
Recuerdo el día que te conocí.
Eras tan hermosa y sensual con aquel vestido largo y tu cabello rubio rojizo rizado suelto. El viento movía tus hermosos bucles. Eras tan joven, pero tan mujer al mismo tiempo.
Cuando te diste cuenta que lloraba, decidiste dejarme solo y emprender tu retiro para otorgarme privacidad.
Tú no lo sabés, pero ame que aparecieras en ese momento.
Estaba completamente devastado, desanimado y muy herido ante el rechazo de mi madre. Pero cuando te vi... Agradecí que me hubiese echado de su casa y no quisiera verme en el teatro, de no ser así, no te hubiese conocido.
Cuando hable para llamar tú atención, note como tú te pusiste rígida. Supe en ese momento que lamentabas el haber irrumpido en un momento tan íntimo.
Adore ese gesto tuyo, por qué eso implicaba que de verdad estabas muy avergonzada por tu acción, aún cuando no hubiera sido intencional el ver ese momento de frustración de mi parte.
Recuerdo como te hice enojar, el decirte pecosa te sorprendió mucho, por tu reacción de sorpresa concluí que no muy a menudo te lo decían.
Amé desde ese momento tus gestos que hacías al enojarte, sorprenderte, cuando te avergonzabas, al pensar, recordar, etc.
No puedo negar que todo de ti me encanta, simplemente eres perfecta.
Confieso que desde que pose mis ojos en ti, no deje de pensarte ni un solo momento.
Te metiste en mi corazón y mente. Nunca imaginé que Terrence Graham Granchester pudiese enamorarse de una chica, ¡Sí!, de una mujercita a la que apenas había visto.
Fue en ese momento que descubrí que el amor a primera vista existe, en la vida real, y no solo en los relatos de algunos libros románticos.
Reconozco haber planeado uno que otro encuentro... Bueno la verdad es que casi la mayoría.
No me arrepiento el haberme enamorado de ti, jamás lo are.
Fuiste luz de mis más obscuras noches, aire puro cada vez que sentía ahogarme, estrella de Belén que siempre me guiaba, sol en mis días más grises, y amor... En el momento que más lo necesitaba.
Pero debo decir que te quedaste profundamente grabada en mi corazón aquel día en que probé de tus labios el más delicioso y embriagador beso robado.
Un beso que aún cuando tú te niegas a reconocer, lo deseas tanto como yo. Fue exquisito y placentero, y más cuando de manera tímida correspondiente a mí caricia, 22 segundos duró.
Creo que para ese tiempo, no podemos decir que fue realmente robado, más bien era anhelado por ambos.
Debo decir que tú reacción no fue la que esperaba. Una bofetada que me regreso en un segundo del cielo al infierno, era lo que menos esperaba de tu parte.
Sin embargo, después de pensarlo mucho, supe que te había asustado.
La frase que dijiste después de golpearme, me llenó de alegría y regocijo.
El saverme primero en probar el sabor de tus labios me alegro.
¡Como no amarte!
Sin embargo no todo fue resplandor en nuestra relación de adolescentes.
Como todo lo bueno en la vida, no dura por siempre.
Nos tendieron una trampa y tuvimos que separarnos.
En todo momento te recordaba, tu fuiste el motor de mis sueños, sueños que convertí en realidad.
Cuando dio inicio la guerra, me preocupe demasiado por ti. Quise ir por ti y me reproche el no haberte traído con migo.
Pero... ¡Valla sorpresa que me lleve! El saberte en Estados Unidos, y en Chicago, fue un bálsamo de alivio en mi corazón.
Apenas supe donde estabas, no dude en irte a buscar. Tenía muchas ganas de verte, abrazarte y sobre todo de besarte.
Sin embargo,el destino nos jugó una mala pasada, no pudimos vernos ese día... Bueno más bien noche.
Te dejé un mensaje con uno de los empleados del hospital.
Al estar en la estación de tren y ver que no llegabas me puse muy triste, creí que no querías verme o simplemente que el hombre al que le deje la nota, no te la había entregado.
Subí al tren en marcha, estaba muy desanimado.
Me quedé en la puerta del vagón mirando el horizonte.
Fue cuando vi una joven que corriendo se asercaba al tren. Entonces te miré... Estabas vestida de blanco, era tu uniforme de enfermera.
En ese momento me jure que la próxima vez que te viera enfundada en un traje blanco, sería el día de nuestra boda.
Porque apesar de ser muy joven aún, sabia muy bien lo que queria, y era el ser tu esposo y tú mi mujer.
Después de aquel fallido encuentro, comenzé a enviarte cartas, en ellas te contaba muchos de mis logros y planes.
En una de las epístolas, te comunique que haría un casting para obtener el papel de Romeo, y de obtener el papel,te invitaría a Broadway al estreno de la obra.
De tu parte también me informaste que habías encontrado a Albert muy mal herido y que lo peor era que había perdido la memoria.
Cuando obtuve el papel me sentí realmente feliz. Por fin comenzaría a ganar el suficiente dinero como para comprar o rentar un departamento en el cual pudiéramos vivir ambos. Ese era mi más grande deseo.
Compré un pasaje de ida y reserve en uno de los mejores hoteles de New York una habitación para ti.
¿Por qué solo un pasaje?
Bueno, la verdad es que planeaba convencerte de que te quedarás a vivir conmigo, y si era necesario, que Albert se viniera con nosotros hasta que saliera de su amnesia.
Pero el destino tenía otro plan.
Un trágico accidente cambio todo lo que había planeado.
Cuando fui a recogerte a la estación y mire lo hermosa que estabas, te amé mucho más.
No puedo decir que estaba bien, por que ciertamente no lo estaba.
Sé que te diste cuenta de mi actitud, sin embargo no me dijiste nada.
Dimos un paseo en mi auto. Me pediste que te llevará al sitio donde vivía. Así lo hice.
Después de terminar el recorrido, te lleve a tu hotel y nos despedimos.
Esa fue una de las mas dolorosas etapas que tuvimos que enfrentar.
Por más que intento borrar de mi mente aquella despedida en las escaleras de ese hospital... No puedo.
Pero eso no fue lo peor.
El saverme atado a una mujer que no amaba, me destruyó rápidamente.
Cai en lo más profundo del abismo.
Comenzé a tomar, me emborrachaba hasta perder el sentido.
Fue hasta que en una ocasión, mientras actuaba en un teatro ambulante... Te vi.
No sé si eras realmente tu, o la embriaguez del licor hizo estragos en mi mente y te alucine.
El ver tu rostro lleno de lágrimas me dolió demasiado.
En ese instante supe lo que tenía que hacer.
Salí adelante, volví a brillar en el escenario.
Cada logro, cada cosa que hacía, te la dedicaba a ti mi amor.
Durante casi 10 años cumpli con la promesa de cuidar a la mujer que me salvó la vida, sin embargo no puedo decir que cumplí con aquella que nos juramos en las escaleras.
Nunca fui feliz asu lado, y tampoco pude enamorarme de ella.
Debo confesar que cuando Susana murió, me sentí libre. Ya nada nos estorbaba. Al fin podríamos ser felices.
Después de pasar por un periodo de luto y de armarme de valor, te contacte por medio de una carta
Tenía mucho miedo que después de tanto tiempo, tu estuvieras casada.
Después de todo, era egoísta de mi parte el pensar e tú aún seguías soltera.
.
Cualquier hombre con buena vista, se daría cuenta de lo hermosa que eras y lo generosa que solías ser.
Cuando recibí tu respuesta y supe que seguías soltera, no dude en cortejarte.
Después de un par de meses, ya nos habíamos comprometido.
Hoy fue el gran día... Ese día que moría por qué fuera realidad y que hoy lo es.
Me he casado con el gran amor de mi vida... Con Candy.
Jamás podré amar a otra mujer, por qué simplemente yo soy solo tuyo y de nadie más.
FIN
POR: JATZIRY SARAHÍ.
Recuerdo el día que te conocí.
Eras tan hermosa y sensual con aquel vestido largo y tu cabello rubio rojizo rizado suelto. El viento movía tus hermosos bucles. Eras tan joven, pero tan mujer al mismo tiempo.
Cuando te diste cuenta que lloraba, decidiste dejarme solo y emprender tu retiro para otorgarme privacidad.
Tú no lo sabés, pero ame que aparecieras en ese momento.
Estaba completamente devastado, desanimado y muy herido ante el rechazo de mi madre. Pero cuando te vi... Agradecí que me hubiese echado de su casa y no quisiera verme en el teatro, de no ser así, no te hubiese conocido.
Cuando hable para llamar tú atención, note como tú te pusiste rígida. Supe en ese momento que lamentabas el haber irrumpido en un momento tan íntimo.
Adore ese gesto tuyo, por qué eso implicaba que de verdad estabas muy avergonzada por tu acción, aún cuando no hubiera sido intencional el ver ese momento de frustración de mi parte.
Recuerdo como te hice enojar, el decirte pecosa te sorprendió mucho, por tu reacción de sorpresa concluí que no muy a menudo te lo decían.
Amé desde ese momento tus gestos que hacías al enojarte, sorprenderte, cuando te avergonzabas, al pensar, recordar, etc.
No puedo negar que todo de ti me encanta, simplemente eres perfecta.
Confieso que desde que pose mis ojos en ti, no deje de pensarte ni un solo momento.
Te metiste en mi corazón y mente. Nunca imaginé que Terrence Graham Granchester pudiese enamorarse de una chica, ¡Sí!, de una mujercita a la que apenas había visto.
Fue en ese momento que descubrí que el amor a primera vista existe, en la vida real, y no solo en los relatos de algunos libros románticos.
Reconozco haber planeado uno que otro encuentro... Bueno la verdad es que casi la mayoría.
No me arrepiento el haberme enamorado de ti, jamás lo are.
Fuiste luz de mis más obscuras noches, aire puro cada vez que sentía ahogarme, estrella de Belén que siempre me guiaba, sol en mis días más grises, y amor... En el momento que más lo necesitaba.
Pero debo decir que te quedaste profundamente grabada en mi corazón aquel día en que probé de tus labios el más delicioso y embriagador beso robado.
Un beso que aún cuando tú te niegas a reconocer, lo deseas tanto como yo. Fue exquisito y placentero, y más cuando de manera tímida correspondiente a mí caricia, 22 segundos duró.
Creo que para ese tiempo, no podemos decir que fue realmente robado, más bien era anhelado por ambos.
Debo decir que tú reacción no fue la que esperaba. Una bofetada que me regreso en un segundo del cielo al infierno, era lo que menos esperaba de tu parte.
Sin embargo, después de pensarlo mucho, supe que te había asustado.
La frase que dijiste después de golpearme, me llenó de alegría y regocijo.
El saverme primero en probar el sabor de tus labios me alegro.
¡Como no amarte!
Sin embargo no todo fue resplandor en nuestra relación de adolescentes.
Como todo lo bueno en la vida, no dura por siempre.
Nos tendieron una trampa y tuvimos que separarnos.
En todo momento te recordaba, tu fuiste el motor de mis sueños, sueños que convertí en realidad.
Cuando dio inicio la guerra, me preocupe demasiado por ti. Quise ir por ti y me reproche el no haberte traído con migo.
Pero... ¡Valla sorpresa que me lleve! El saberte en Estados Unidos, y en Chicago, fue un bálsamo de alivio en mi corazón.
Apenas supe donde estabas, no dude en irte a buscar. Tenía muchas ganas de verte, abrazarte y sobre todo de besarte.
Sin embargo,el destino nos jugó una mala pasada, no pudimos vernos ese día... Bueno más bien noche.
Te dejé un mensaje con uno de los empleados del hospital.
Al estar en la estación de tren y ver que no llegabas me puse muy triste, creí que no querías verme o simplemente que el hombre al que le deje la nota, no te la había entregado.
Subí al tren en marcha, estaba muy desanimado.
Me quedé en la puerta del vagón mirando el horizonte.
Fue cuando vi una joven que corriendo se asercaba al tren. Entonces te miré... Estabas vestida de blanco, era tu uniforme de enfermera.
En ese momento me jure que la próxima vez que te viera enfundada en un traje blanco, sería el día de nuestra boda.
Porque apesar de ser muy joven aún, sabia muy bien lo que queria, y era el ser tu esposo y tú mi mujer.
Después de aquel fallido encuentro, comenzé a enviarte cartas, en ellas te contaba muchos de mis logros y planes.
En una de las epístolas, te comunique que haría un casting para obtener el papel de Romeo, y de obtener el papel,te invitaría a Broadway al estreno de la obra.
De tu parte también me informaste que habías encontrado a Albert muy mal herido y que lo peor era que había perdido la memoria.
Cuando obtuve el papel me sentí realmente feliz. Por fin comenzaría a ganar el suficiente dinero como para comprar o rentar un departamento en el cual pudiéramos vivir ambos. Ese era mi más grande deseo.
Compré un pasaje de ida y reserve en uno de los mejores hoteles de New York una habitación para ti.
¿Por qué solo un pasaje?
Bueno, la verdad es que planeaba convencerte de que te quedarás a vivir conmigo, y si era necesario, que Albert se viniera con nosotros hasta que saliera de su amnesia.
Pero el destino tenía otro plan.
Un trágico accidente cambio todo lo que había planeado.
Cuando fui a recogerte a la estación y mire lo hermosa que estabas, te amé mucho más.
No puedo decir que estaba bien, por que ciertamente no lo estaba.
Sé que te diste cuenta de mi actitud, sin embargo no me dijiste nada.
Dimos un paseo en mi auto. Me pediste que te llevará al sitio donde vivía. Así lo hice.
Después de terminar el recorrido, te lleve a tu hotel y nos despedimos.
Esa fue una de las mas dolorosas etapas que tuvimos que enfrentar.
Por más que intento borrar de mi mente aquella despedida en las escaleras de ese hospital... No puedo.
Pero eso no fue lo peor.
El saverme atado a una mujer que no amaba, me destruyó rápidamente.
Cai en lo más profundo del abismo.
Comenzé a tomar, me emborrachaba hasta perder el sentido.
Fue hasta que en una ocasión, mientras actuaba en un teatro ambulante... Te vi.
No sé si eras realmente tu, o la embriaguez del licor hizo estragos en mi mente y te alucine.
El ver tu rostro lleno de lágrimas me dolió demasiado.
En ese instante supe lo que tenía que hacer.
Salí adelante, volví a brillar en el escenario.
Cada logro, cada cosa que hacía, te la dedicaba a ti mi amor.
Durante casi 10 años cumpli con la promesa de cuidar a la mujer que me salvó la vida, sin embargo no puedo decir que cumplí con aquella que nos juramos en las escaleras.
Nunca fui feliz asu lado, y tampoco pude enamorarme de ella.
Debo confesar que cuando Susana murió, me sentí libre. Ya nada nos estorbaba. Al fin podríamos ser felices.
Después de pasar por un periodo de luto y de armarme de valor, te contacte por medio de una carta
Tenía mucho miedo que después de tanto tiempo, tu estuvieras casada.
Después de todo, era egoísta de mi parte el pensar e tú aún seguías soltera.
.
Cualquier hombre con buena vista, se daría cuenta de lo hermosa que eras y lo generosa que solías ser.
Cuando recibí tu respuesta y supe que seguías soltera, no dude en cortejarte.
Después de un par de meses, ya nos habíamos comprometido.
Hoy fue el gran día... Ese día que moría por qué fuera realidad y que hoy lo es.
Me he casado con el gran amor de mi vida... Con Candy.
Jamás podré amar a otra mujer, por qué simplemente yo soy solo tuyo y de nadie más.
FIN