Un frío se fue expandiendo por todo su ser, mientras su mirada se perdía en el ocaso, allá, a leguas de distancia, tras ese basto océano se encontraban sus seres amados, fijó sus ojos en las primeras estrellas que asomaban en el horizonte y no pudo evitar que las lágrimas salieran al recordar todo lo que había dejado atrás, al pensar en sus sueños, en todas esas veces que anheló estar un poco más cerca de esos brillantes astros, y hoy finalmente estaba a punto de tocarles. Extendió su brazo en un infantil intento de atrapar entre sus dedos los opacos rayos del sol que estaba ya ocultándose. Estaba tan cerca y tan lejos de todo y en un momento la obscuridad lo envolvió.
Giró sobre sí mismo tratando de ubicarse pero no veía nada, levantó entonces una de sus manos y palpando su cien no logró encontrar el grueso armazón. No entendía lo que pasaba, y mucho menos dónde se encontraba, lo increíble es que se sentía en total calma, desde pequeño nunca le había gustado la obscuridad, esa sensación de no poder ver le molestaba y le hacía sentir temor pero en este momento todo era tan diferente. Inhaló profundamente y comenzó a caminar despacio con los brazos extendidos para prevenir chocar con algo, no tenía idea de cuánto había avanzado, sentía que había pasado mucho tiempo, sin embargo no había cansancio en él, hasta que a lo lejos logró distinguir una pequeña luz e instintivamente se dirigió hacia ella. Dejó de pensar y se concentró en llegar hasta ese resplandor, estaba cada vez más cerca y de pronto un dulce aroma invadió sus sentidos, era tan familiar, tan cálido, detuvo su andar, cerró los ojos y aspiró profundamente, no sabía por qué de pronto se sentía inquieto, y al abrir los ojos mayúscula fue su sorpresa a verlos todos ahí, ¿pero cómo era posible? Todos estaban lejos ¿cómo llegaron hasta donde él estaba? Quiso correr para llegar a abrazarlos, había pasado demasiado tiempo desde la última vez que los vio, tenían tanto que contarse pero se paró de golpe ante las miradas tristes de todos los presentes.
Fue entonces que se fijó en dos de ellos, ahí, en medio de todos estaban sus padres.
- Mamá, papá…
En eso preciso instante fue consciente de lo que sucedía, aún a pesar del dolor que sentía sonrió, sonrío tristemente, lamentaba mucho no haberlos podido ver antes, los abría abrazado tan fuerte, abría besado a su madre y se habría acunado en sus brazos como cuando niño, ahora eso ya no sería posible.
Levantó su rostro al cielo y desde lo más profundo de su corazón hizo una plegaria
- “Señor, hazme un arcoíris, y brillaré sobre mi madre, ella sabrá que estoy seguro contigo cuando esté bajo mis colores”
No pudo contenerse y una lágrima traicionera resbaló por su mejilla
- “Oh!, la vida no es siempre lo que crees que debería ser, no, ella ni siquiera es mayor, pero ya va a enterrar a su “bebe”.
Se colocó a su lado y caminó junto a ellos, en ese momento su madre sintió una suave y cálida briza revolver sus cabellos y sin entender por qué una leve sonrisa se dibujó en su rostro.
- Entonces así es como se siente el afilado cuchillo de una vida corta, jamás creí que me alcanzaría, de haberlo sabido tal vez habría desistido, tal vez me habría quedado y pasado más tiempo con ellos, y es que jamás me imaginé que podría sucederme algo, jamás creí que podría causarles tanto dolor; aun viendo a mis amigos y compañeros caer, realmente nunca fui consciente de que eso podría pasarme, me sentía confiado y seguro de mis habilidades, creí que podría regresar victorioso, creí que podría protegerlos, brindarles un mundo sin esas amenazas, pero no fue posible, no fui capaz. Lo siento tanto, sin embargo, he tenido el tiempo suficiente para decirles y mostrarles cuanto los amo, he tenido tiempo suficiente para lograr mis sueños, volé, volé entre las nubes, sentí el frío azotar mi cara mientras planeaba, estuve en el cielo, fui libre…
Caminó entre la gente buscando, le pareció curioso el poder ver tan bien a pesar de no tener sus inseparables lentes, por momentos se tocaba la nariz en busca del armazón que constantemente tenía que estar subiendo y acomodando. Finalmente la encontró, ella no había sido su primer amor, sin embargo la timidez e inteligencia de la chica lo habían terminado por conquistar, amaba sus pláticas interesantes, se divertía con sus gestos al preocuparse casa vez que terminaba alguno de sus inventos, ella se había convertido sin darse cuenta en alguien muy importante en su vida, de alguna manera ese sentimiento había sido el motor para que él tomara la decisión de irse, deseaba protegerla a toda costa.
- Se sentía tan bien cuando tomaba tu mano y fijabas en mi esos profundos ojos negros, a tu lado conocí el amor, ese que es correspondido y que aleja de ti la soledad. Recuerdo que te prometí que estaríamos juntos por siempre, quien habría pensado que el "por siempre" pudiera ser cortado por el afilado cuchillo de una vida corta. Perdóname Paty, perdóname, pero te prometo que siempre estaré cuidando de ti y velando por tu felicidad. – Antes de alejarse le dio un último beso, aunque este sería más un recuerdo para él que para ella.
Caminó con su familia de vuelta a la mansión, pero no entró, se fue siguiendo a algunos que discretamente se apartaron del resto de los acompañantes. Llegaron hasta el río y con sorpresa vio una pequeña barca, en su interior estaba cubierta por pétalos de rosas y algunas de sus cosas. Y entonces escuchó a su hermano hablar con voz entrecortada
- Stear, hermano, no sabes cuanta falta me haces, te has ido al igual que Anthony, y yo me quedo aquí necesitando de tu consejo, de tu alegría, del hombro al que siempre me he aferrado. Hoy por fin puedo entender muchas de las cosas que me dijiste, hoy he logrado comprender mejor tus palabras…
- Ay Archie, es gracioso que cuando te mueres la gente empieza a escuchar, espero que se asegures de seguir escuchando siempre, y no solo a mí. Confío en ti hermano. – Le respondió aún a sabiendas de que en esta ocasión sus palabras realmente no podrían ser oídas.
Caminó unos pasos alejándose de su hermano y se colocó frente a una pecosa que hasta el momento no había dicho nada, ella siempre tan hablantina, tan alegre y hoy su mirada era nuevamente triste, en aquella ocasión él había tratado de consolarla, pero su propio dolor no se lo permitió y ahora era también incapaz de brindarle un abrazo de consuelo.
- No llores más pequeña pecosa, no llores más dulce Candy, recoge del suelo tus lágrimas, guárdalas en el bolsillo, guárdalas para el momento en el que realmente las necesites, guárdalas para llorar de felicidad, pero no llores porque me voy, jamás me iré, desde donde esté seguiré haciendo inventos para hacerte reír y te prometo que serán mejores, ya no explotarán ni harán que te mojes. Hasta siempre… mi Candy. - Antes de alejarse, hizo lo que nunca se atrevió, le dio un tierno beso en la frente, ese que siempre había guardado para la chica que le robó el corazón con esa risa tan honesta y contagiosa y por la que se desvivió creando cosas con tal de escuchar su risa.
- A ti Anne, solo puedo pedirte que cuides de mi hermano, de Patty y de Candy, pero principalmente de él, es tan cabeza dura, te va a necesitar mucho, pero se que lo quieres y que siempre estarás a su lado apoyándolo.
Se quedó mirando como cada uno de ellos iba depositando algo en la barca, no se esperaba que Archie se acordara de eso, es más, creía que lo había borrado de sus recuerdos; fue un par de meses después de la muerte de Anthony, estaban solos en la habitación mientras él como siempre observaba el cielo estrellado, aquella ves se había girado y sin pensarlo mucho le había soltado de golpe sus deseos, Archie se levantó como resorte y por poco le asesta un puñetazo, le gritó mientras lo sostenía de las solapas, le exigió que jamás volviera a decir nada parecido, él no podía irse, él no podía dejarlo, lo tenía prohibido, él no.
- Hace tiempo, Stear me dijo algunas cosas, él… él pedía que…
- “Si muero joven, tiéndeme en una cama de rosas, húndeme en el río al amanecer, y mándame lejos con las palabras de una canción de amor”. No lo olvidaste Archie.
- Aunque yo no sé cantar y no creo que ninguno tenga los ánimos suficientes para entonar siquiera una estrofa, pero se, sé muy bien con qué podemos despedirlo
Tomó una gaita que estaba depositada a un costado de la barca y haciendo acopio de todas sus fuerzas se dispuso a tocarla, tocaría para su hermano, tocaría con todo el corazón esa melodía que entonaban junto con Anthony, esa que les había enseñado su padre y que pasaba de generación en generación.
Las chicas por su parte, desamarraron la barca dejándola libre para iniciar su viaje. Ninguno podía contener las lágrimas, Stear tampoco pudo más y dejó escapar el llanto libremente, sabía que era el momento de partir, allá, donde el río se une con el mar había un joven rubio que lo esperaba, él lo sabía, escuchaba a lo lejos ese sonido familiar que le llamaba; conforme la barca se iba alejando, las notas de la gaita de su hermano se disipaban mientras que el sonido de esa otra gaita que le llamaba se hacía cada vez más claro.
“Ve, ve con paz y amor, querido Stear. Por siempre estarás en nuestros corazones”.
Giró sobre sí mismo tratando de ubicarse pero no veía nada, levantó entonces una de sus manos y palpando su cien no logró encontrar el grueso armazón. No entendía lo que pasaba, y mucho menos dónde se encontraba, lo increíble es que se sentía en total calma, desde pequeño nunca le había gustado la obscuridad, esa sensación de no poder ver le molestaba y le hacía sentir temor pero en este momento todo era tan diferente. Inhaló profundamente y comenzó a caminar despacio con los brazos extendidos para prevenir chocar con algo, no tenía idea de cuánto había avanzado, sentía que había pasado mucho tiempo, sin embargo no había cansancio en él, hasta que a lo lejos logró distinguir una pequeña luz e instintivamente se dirigió hacia ella. Dejó de pensar y se concentró en llegar hasta ese resplandor, estaba cada vez más cerca y de pronto un dulce aroma invadió sus sentidos, era tan familiar, tan cálido, detuvo su andar, cerró los ojos y aspiró profundamente, no sabía por qué de pronto se sentía inquieto, y al abrir los ojos mayúscula fue su sorpresa a verlos todos ahí, ¿pero cómo era posible? Todos estaban lejos ¿cómo llegaron hasta donde él estaba? Quiso correr para llegar a abrazarlos, había pasado demasiado tiempo desde la última vez que los vio, tenían tanto que contarse pero se paró de golpe ante las miradas tristes de todos los presentes.
Fue entonces que se fijó en dos de ellos, ahí, en medio de todos estaban sus padres.
- Mamá, papá…
En eso preciso instante fue consciente de lo que sucedía, aún a pesar del dolor que sentía sonrió, sonrío tristemente, lamentaba mucho no haberlos podido ver antes, los abría abrazado tan fuerte, abría besado a su madre y se habría acunado en sus brazos como cuando niño, ahora eso ya no sería posible.
Levantó su rostro al cielo y desde lo más profundo de su corazón hizo una plegaria
- “Señor, hazme un arcoíris, y brillaré sobre mi madre, ella sabrá que estoy seguro contigo cuando esté bajo mis colores”
No pudo contenerse y una lágrima traicionera resbaló por su mejilla
- “Oh!, la vida no es siempre lo que crees que debería ser, no, ella ni siquiera es mayor, pero ya va a enterrar a su “bebe”.
Se colocó a su lado y caminó junto a ellos, en ese momento su madre sintió una suave y cálida briza revolver sus cabellos y sin entender por qué una leve sonrisa se dibujó en su rostro.
- Entonces así es como se siente el afilado cuchillo de una vida corta, jamás creí que me alcanzaría, de haberlo sabido tal vez habría desistido, tal vez me habría quedado y pasado más tiempo con ellos, y es que jamás me imaginé que podría sucederme algo, jamás creí que podría causarles tanto dolor; aun viendo a mis amigos y compañeros caer, realmente nunca fui consciente de que eso podría pasarme, me sentía confiado y seguro de mis habilidades, creí que podría regresar victorioso, creí que podría protegerlos, brindarles un mundo sin esas amenazas, pero no fue posible, no fui capaz. Lo siento tanto, sin embargo, he tenido el tiempo suficiente para decirles y mostrarles cuanto los amo, he tenido tiempo suficiente para lograr mis sueños, volé, volé entre las nubes, sentí el frío azotar mi cara mientras planeaba, estuve en el cielo, fui libre…
Caminó entre la gente buscando, le pareció curioso el poder ver tan bien a pesar de no tener sus inseparables lentes, por momentos se tocaba la nariz en busca del armazón que constantemente tenía que estar subiendo y acomodando. Finalmente la encontró, ella no había sido su primer amor, sin embargo la timidez e inteligencia de la chica lo habían terminado por conquistar, amaba sus pláticas interesantes, se divertía con sus gestos al preocuparse casa vez que terminaba alguno de sus inventos, ella se había convertido sin darse cuenta en alguien muy importante en su vida, de alguna manera ese sentimiento había sido el motor para que él tomara la decisión de irse, deseaba protegerla a toda costa.
- Se sentía tan bien cuando tomaba tu mano y fijabas en mi esos profundos ojos negros, a tu lado conocí el amor, ese que es correspondido y que aleja de ti la soledad. Recuerdo que te prometí que estaríamos juntos por siempre, quien habría pensado que el "por siempre" pudiera ser cortado por el afilado cuchillo de una vida corta. Perdóname Paty, perdóname, pero te prometo que siempre estaré cuidando de ti y velando por tu felicidad. – Antes de alejarse le dio un último beso, aunque este sería más un recuerdo para él que para ella.
Caminó con su familia de vuelta a la mansión, pero no entró, se fue siguiendo a algunos que discretamente se apartaron del resto de los acompañantes. Llegaron hasta el río y con sorpresa vio una pequeña barca, en su interior estaba cubierta por pétalos de rosas y algunas de sus cosas. Y entonces escuchó a su hermano hablar con voz entrecortada
- Stear, hermano, no sabes cuanta falta me haces, te has ido al igual que Anthony, y yo me quedo aquí necesitando de tu consejo, de tu alegría, del hombro al que siempre me he aferrado. Hoy por fin puedo entender muchas de las cosas que me dijiste, hoy he logrado comprender mejor tus palabras…
- Ay Archie, es gracioso que cuando te mueres la gente empieza a escuchar, espero que se asegures de seguir escuchando siempre, y no solo a mí. Confío en ti hermano. – Le respondió aún a sabiendas de que en esta ocasión sus palabras realmente no podrían ser oídas.
Caminó unos pasos alejándose de su hermano y se colocó frente a una pecosa que hasta el momento no había dicho nada, ella siempre tan hablantina, tan alegre y hoy su mirada era nuevamente triste, en aquella ocasión él había tratado de consolarla, pero su propio dolor no se lo permitió y ahora era también incapaz de brindarle un abrazo de consuelo.
- No llores más pequeña pecosa, no llores más dulce Candy, recoge del suelo tus lágrimas, guárdalas en el bolsillo, guárdalas para el momento en el que realmente las necesites, guárdalas para llorar de felicidad, pero no llores porque me voy, jamás me iré, desde donde esté seguiré haciendo inventos para hacerte reír y te prometo que serán mejores, ya no explotarán ni harán que te mojes. Hasta siempre… mi Candy. - Antes de alejarse, hizo lo que nunca se atrevió, le dio un tierno beso en la frente, ese que siempre había guardado para la chica que le robó el corazón con esa risa tan honesta y contagiosa y por la que se desvivió creando cosas con tal de escuchar su risa.
- A ti Anne, solo puedo pedirte que cuides de mi hermano, de Patty y de Candy, pero principalmente de él, es tan cabeza dura, te va a necesitar mucho, pero se que lo quieres y que siempre estarás a su lado apoyándolo.
Se quedó mirando como cada uno de ellos iba depositando algo en la barca, no se esperaba que Archie se acordara de eso, es más, creía que lo había borrado de sus recuerdos; fue un par de meses después de la muerte de Anthony, estaban solos en la habitación mientras él como siempre observaba el cielo estrellado, aquella ves se había girado y sin pensarlo mucho le había soltado de golpe sus deseos, Archie se levantó como resorte y por poco le asesta un puñetazo, le gritó mientras lo sostenía de las solapas, le exigió que jamás volviera a decir nada parecido, él no podía irse, él no podía dejarlo, lo tenía prohibido, él no.
- Hace tiempo, Stear me dijo algunas cosas, él… él pedía que…
- “Si muero joven, tiéndeme en una cama de rosas, húndeme en el río al amanecer, y mándame lejos con las palabras de una canción de amor”. No lo olvidaste Archie.
- Aunque yo no sé cantar y no creo que ninguno tenga los ánimos suficientes para entonar siquiera una estrofa, pero se, sé muy bien con qué podemos despedirlo
Tomó una gaita que estaba depositada a un costado de la barca y haciendo acopio de todas sus fuerzas se dispuso a tocarla, tocaría para su hermano, tocaría con todo el corazón esa melodía que entonaban junto con Anthony, esa que les había enseñado su padre y que pasaba de generación en generación.
Las chicas por su parte, desamarraron la barca dejándola libre para iniciar su viaje. Ninguno podía contener las lágrimas, Stear tampoco pudo más y dejó escapar el llanto libremente, sabía que era el momento de partir, allá, donde el río se une con el mar había un joven rubio que lo esperaba, él lo sabía, escuchaba a lo lejos ese sonido familiar que le llamaba; conforme la barca se iba alejando, las notas de la gaita de su hermano se disipaban mientras que el sonido de esa otra gaita que le llamaba se hacía cada vez más claro.
“Ve, ve con paz y amor, querido Stear. Por siempre estarás en nuestros corazones”.