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Depués de aquél baile en el que Terry había hecho despliegue de masculinidad y galantería para con sus Divinas Místicas e invitadas especiales el Mandala se había abarrotado de gente. Hermosas combatientes incluso de otros clanes que también luchaban por él como Ladyofimagination se daban cita con el deseo de ver a Terry pues bien sabían que siempre terminaba sus noches en ese lugar que ahora era la segunda Morada Mística de las Divinas.
Temperance se había esmerado en elegir el lugar perfecto para estar cerca de este momento en la vida de Terry. Ella había tenido la certeza que podrían ayudarlo a retomar el camino se venían grandes pruebas y ellas estarían guiándolo. Su estadía en el teatro Stratford, sus comienzos como actor eran una época en su vida en la que todas las Divinas habían estado de acuerdo que era crucial para él. La energía de renovación, de nuevos comienzos era muy fuerte en él. La Divina Mist con su inspiración lo mantenía enfocado en sus objetivos. Hacerse un nombre por sí mismo, abrirse paso en lo que amaba, el teatro.
La fabulosa Laera alimentaba la chispa de la pasión en el rebelde corazón con el fuego eterno que de ella emanaba. Esto solo podía suceder con quien había descubierto su propósito en la vida.
Fedra atrapada en el círculo del pensamiento recordaba los acontecimientos que habían pasado después de su encuentro en Rockstown…
A todas les había dolido mucho el encontrar a su emperador habiéndose perdido en el camino por la bruma de la inconsciencia. Habían tenido que llevárselo de nueva cuenta al mundo místico para ayudarle.
El recordarlo abatido y con el corazón resquebrajado, les dolía de sobre manera, sobre todo a las damas de las copas Psychie y Maegalle encargadas de las emociones y que teniendo el poder de poder resolver sabían que debían respetar el proceso.
─Intervenir es faltarle al respeto─ La reina de copas había dicho contundente. Así que tanto ella como la princesa de copas se habían dado a la tarea de reconstruir la atribulada alma del joven rescatado y transmitirle algo de su luz divina. Maegalle había depositado una lágrima en la mística copa de cristal después de que la reina había hecho lo propio y se lo habían dado a beber infundiéndole renovadas ganas de vivir con decisión, fuerza y alegría.
Como Las Divinas Místicas que eran sabían que algo así podría suceder.
El sentido del honor era algo que tenía arraigado en el alma y como es bien sabido las mayores virtudes pueden ser también los mayores defectos.
Moira lo llevaba de camino a las escaleras en donde atravesaría la bruma de la ignorancia y le ató de nueva cuenta los hilos dorados del destino que habían sido cortados a su arribo. Era necesario y las consecuencias bien conocidas por todas las habitantes de la morada mística, el mundo mágico del que provenían. Su alma había cambiado, evolucionado, pero aun así debía regirse por las reglas del planeta Tierra.
*“Vas a entrar en un mundo desconocido y peligroso, donde todo lo que aprendiste hasta ahora no te servirá para nada. Vas a salir de un mundo conocido, donde están guardadas las cosas que siempre quisiste, y por las cuales luchaste tanto.” ¿Estás seguro que aun así quieres volver a cruzar el umbral de esta puerta? Había sido la advertencia de Lexi.
** “Un buen guerrero no se queja de sus cicatrices, ni de sus fracasos, ni de sus errores; es consciente de que han sido necesarios para crecer y aprender. Sé lo que quiero. Gracias por todo” fue la valiente respuesta del emperador dijo sonriendo, se le veía algo cansado pero decidido.
Esas palabras habían conmovido a reinas y princesas y por ese motivo, por ÉL por la luminosidad de su alma resiliente es que estaban allí.
CICATRICES DE UN ALMA REBELDE
CAPÍTULO II MEMORIES
Por Psychie\Adry Granchester
─ ¡Querido basta por favor! No creo que sea bueno para tú salud seguir con esa melancolía que no te ha dejado dormir durante años, olvida esa búsqueda insulsa que no te llevará a nada bueno ─Decía una mujer elegantemente vestida a su esposo que se encontraba sentado detrás de gran escritorio finamente tallado en madera de caoba.
El hombre de edad madura de atractivos rasgos faciales mostraba un semblante cansado de mirada rígida con huellas de melancolía que oía sin escuchar las palabras de su esposa. Sumergido en sus pensamientos esperaba el informe mensual que su grupo de investigadores le llevaría. Hacía once años que había iniciado una búsqueda incansable, sin resultados.
─ ¡Por favor!, no comiences con tus comentarios, sabes que me molestan, además en mil ocasiones te he dicho que ese asunto no es de tú incumbencia. Contestó el hombre levantándose de su escritorio. ─Así que por favor vete de aquí, estoy esperando a unas personas, ─Continuó.
La regordeta mujer que a pesar de vestir un conjunto Chanel no podía controlar los gordos que le sobresalían de la espalda y cadera, sus también regordetes dedos se veían aún más con los anillos que utilizaba y que posiblemente tendrían que sacarlos sólo cortándole uno de ellos, su rostro desencajado que se asemejaba al de un cerdo, se volvió hacía su esposo con una mirada severa que a pesar de sus ojos empequeñecidos por las rebosantes mejillas dejaba ver la furia que le recorría.
─ ¡Pero Richard! ¿Me estás corriendo? ¿Es posible que me hagas eso? ¡Cuando lo único que estoy haciendo es preocuparme por ti!, ─replicó ya molesta ─ ¿Me dices que no es mi problema después que me ha tocado vivir tú carácter amargado por la pérdida de ese maldito niño? ¿Crees que ha sido fácil para mí saber que nuestros hijos no te importan? ¡Que te obstinas en buscar a un hijo muerto de una mujer que…!, ─Clarise Grandchester optó por no terminar la frase al ver que su esposo se acercaba amenazante.
Él la sujetó con la mano del cuello apretándolo, mientras de su mirada salían destellos de ira que se clavaron en los de ella que ya los tenía rojos por la presión ejercida que no la dejaba respirar. ─ ¡Cuando digo que no es tú asunto, es porque no lo es!, ¡Cuando digo que te vayas, te irás! ¡Terence es mi hijo, no tuyo! ¡Y no te vuelvas a expresar así de ellos! ¡Tampoco me vuelvas a decir de tus hijos, porque tú y yo sabemos que no son míos! ─decía el hombre que apretaba cada vez más el cuello de su esposa.
Al ver que la mujer se había callado, él la soltó de golpe provocando que ella retrocediera algunos pasos, inclinada con una mano en el cuello y la otra en su barriga tocía tratando de recobrar la respiración. El empresario le dio la espalda para acercarse a su bar y servirse una copa de whisky, temblaba por la rabia que le inspiraba su cónyuge. Había contraído nupcias con ella después de la muerte de su amada Eleanor, la mujer que había sido el amor de su vida y que fatídicamente murió en un accidente en américa, dejando huérfano y extraviado a un pequeño que significaba para ellos la sublime conexión de sus almas, un niño que además era idéntico a ella. Solo bastaron unos días para arrepentirse de haberse amarrado a una persona tan desagradable, ─ ¡Si no hubiera sido tan estúpido! ─Dijo para sus adentros cuando miró el reloj de pared que marcaba las seis de la tarde en punto, las personas que esperaba seguramente ya estarían aguardando por él en la sala de juntas.
─ ¿Sabes querido? ─dijo aun tosiendo la señora Grandchester ─no deberías tratarme así, no te conviene un escándalo y si la prensa sabe lo que acabas de hacerme la famosa y prestigiada Rolls-Royce perderá muchos de sus importantes clientes, ¿qué pensaría su majestad cuando se entere que el dueño de una de las empresas más célebres del Reino Unido y fabricante de sus exclusivos vehículos quiso matarme? Si lo piensas bien, no te conviene, además corres el riesgo de perder a otros, si propago la noticia.
Se trataba de la Rolls-Royce Motor Cars, empresa de automóviles de lujo británica, que había pasado de generación en generación desde 1904 con el tiempo se expandió creando la rama de Rolls-Royce Holdings ingeniería dedicada a la fabricación de turbinas, motores de avión, propulsores marinos y sistemas energéticos proveyendo un amplio rango de servicios, así como productos militares civiles e industriales, era un emporio de gran importancia económica fundada por Henry Royce y Charles Stewart Rolls Grandchester.
Richard Henry Charles Grandchester la había heredado de sus antepasados, por ser el primogénito en turno, tal como lo mandaba el antiquísimo testamento inmodificable que en su cláusula principal estipulaba que sólo el primogénito del actual dueño sería también el único propietario de la compañía, su manejo y fortuna para a su vez entregarla a su primogénito, siempre y cuando fuera varón.
El empresario con la copa de whisky en la mano soltó una fuerte carcajada volviendo su vista hacia la mujer ─ ¡Querida, no me hagas reír! ¡Tú menos que nadie está en posibilidades de hacer algo así! jaja ya me imagino la credibilidad que tienes, si toda la alta sociedad sabe de tus devaneos que han puesto mi nombre por los suelos. ¡Anda inténtalo! ¡Es lo que espero para poder librarme de ti!
─ ¡Ríe Richard, ríe! ¡Ya veremos! ¡Me subestimas! Recuerda que una mujer despechada es el peor de los enemigos que puedes tener y yo por mis hijos soy capaz de todo, ¡lo entiendes de todo! No permitiré que los dejes fuera de la empresa y la fortuna, no olvides que también son unos Grandchester, que tienen los mismos o más derechos que ese detestable muerto, que tú crees desaparecido, ─sentenció la señora tomando su bolso para dirigirse a la puerta, pero antes de alcanzar el picaporte sintió un fuerte tirón de los cabellos enrollados en su tocado.
Richard la había asido del peinado causando que retrocediera para decirle al oído. ─ ¡No juegues conmigo Clarise! ¡Te aseguro que falta muy poco para deshacerme de ti y tus horribles hijos! Mientras tanto ándate con cuidado, no sea que precipites mis decisiones, ─concluyó aventándola contra la puerta, su ira contenida de años afloraba alimentada aún más por el recuerdo de los gritos del hijo de la mucama quien reclamaba la intervención de su madre, la mujer lo miraba impotente al no poder defenderlo de su empleadora. Incontables veces había Richard observado desde la terraza este tipo de escenas perpetradas por Clarise. Él no perdía de vista el maltrato de su esposa quien parecía ensañarse contra ese chiquillo de notables ojos azulados, había notado la preferencia que había desarrollado la rolliza mujer en humillar a otros chicos que curiosamente se parecían a su retoño.
Clarise sorprendida por la violencia de su marido sólo lo miró con recelo, pero no quiso decir más. Por el contrario, le urgía salir de ahí para ver a las personas que se encontrarían con el empresario, así que rápidamente abandonó la oficina para adelantarse a la sala de juntas. Hacía meses que su esposo había cambiado de grupo de investigadores por otro de expertos extranjeros, que prometían resultados contundentes.
Al llegar a la sala de juntas no se le permitió el acceso, descolocada optó por no reclamar regresando por el pasillo temerosa ─ ¿Será que Richard sospecha de mí? ¡No, no lo creo, no hay forma de que se haya enterado! ─Decía para sus adentros mientras iba a toda prisa a su auto, necesitaba llegar a su casa.
Sus pensamientos la llevaron al momento en que conoció a Eleanor Baker, primera bailarina del The Royal Ballet. Clarise Johnson se presentó a una entrevista para ocupar el puesto de asistente de la famosa, quien además de tener un trato amable era muy hermosa con unos impresionantes ojos azules. La diva estaba a punto de contratar a una joven, pero los dotes de abnegación e hipocresía que caracterizaban a Clarise lograron que se decidiera por ella.
Al inicio no tenía ningún objetivo más que relacionarse y obtener un mejor empleo, sin embargo, con el trato que recibía de la bailarina se dio cuenta que podía obtener más, dado que Eleanor era bastante esplendida en la paga y regalos. El trabajo lo realizaba en el teatro, encargándose de llevar la agenda y mantener a la perfección el vestuario para cualquier ocasión, pero ella fue ganándose la confianza de la amable mujer que terminó dándole cobijo en su residencia. Fue de esa manera en que conoció a Richard el guapo esposo de Eleanor, quien le significó su pase directo a la alta sociedad.
Clarise agitó su cabeza volviendo al presente al escuchar la voz de su chofer, quien le anunciaba que ya habían llegado a la residencia, lo más rápido que su corpulento cuerpo le permitió bajó de la limosina, para de igual manera subir sudando las escaleras de mármol y dirigirse a la biblioteca ─ ¿Frank Larson? ─preguntó la mujer a quien le respondió el teléfono.
─ ¿Quién demonios me llama a estas horas de la madrugada? ─respo
ndió una voz áspera ─ ¡No te hagas el estúpido Larson! ¡Sabes perfectamente quién te habla! ¡Así que toma conciencia rápido que no tengo tú tiempo para responder tus tonterías! - riñó la señora.
─ ¡Oh ya, ya, sí mi mente no me falla es nada menos que mi benefactora preferida! ¿A qué debo el honor? ¡No, no me digas, me adelantarás mi jugosa mesada! ¿Verdad? ─rio secamente el hombre. La voz chillona de Clarise retumbó al otro lado de la línea.
─ ¿A ver estúpido con quién diablos crees que estás hablando? Déjate de sandeces y contéstame, ¿alguien te ha buscado?, ¿estás seguro que nadie dará con tú paradero? Responde ─le urgió.
─ ¿A qué viene todo eso?, No me gusta la manera en la que me hablas, ya no tienes ventaja, ¡recuérdalo! ─replicó Larson ─Primero debes decirme para qué quieres saber. ─
─ No tengo tiempo, ¡responde! ─Contradijo la mujer.
─¡No, no te responderé nada, si no me dices lo que pasa!, recuerda que fue por tú culpa que yo me metí en esto, ahora ¿si sucede algo?, créeme que no seré el único que pague las consecuencias ─rebatió la áspera voz del hombre.
─A ver Larson, mi esposo no ha dejado de buscar a su heredero y tú tienes que asegurarme de que no lo encontrará ¿entiendes?, así que más te vale que te cerciores que ese infeliz nunca aparezca ─concluyó.
Larson guardó silencio por unos segundos para después mascullar ─Tal parece que la damita tiene miedo a que todo se sepa y que sus sueños de grandeza se evaporen como el humo que difumina el viento dejando al descubierto los destrozos que deja una fuerte explosión. ¡Pero comprendo para eso está tú buen amigo Larson que cuidará que nada de eso pase, claro mediante un buen incremento en mí mesada! Que, por cierto, ya estamos a fin de mes.
─ ¡Has lo que tengas que hacer!, pero no quiero saber nada de ese asunto, hasta ahora tus reclamos son vanos, ya que te he pagado bastante bien, tanto que has dejado de ser un muerto de hambre ─rebatió la mujer colgando la bocina del teléfono.
─¡Me estás cansando Clarise!, me pregunto qué diría tú millonario esposo sí supiera ¿dónde está su niño perdido?, nada más que con un simple ayudante de mecánico, que tuvo a bien estar en lugar perfecto a la hora indicada ─decía el hombre para sus adentros, mientras pensativo encendía un cigarrillo.
Él había entrado a trabajar en la fábrica que la compañía abriera en Springfield, Massachusetts, Estados Unidos desde 1921 y que era utilizada principalmente para suministrar los vehículos debido a la gran demanda, además de expandirse aprovechando los estragos de la Gran Depresión de 1930, donde muchas empresas no pudieron subsistir entrando en banca rota como Bentley, otra fabricante de autos de lujo.
A los dieciocho años se había casado con Lilly de diecisiete, después de diez años de trabajar nunca pudo subir al grado de mecánico, estaba harto de recibir órdenes, creía que sabía más que sus compañeros, quienes a su parecer le envidiaban. Esa frustración la volcaba a través de la bebida, provocando que cometiera graves errores que propiciaron su despido. Ello amargó su carácter, cada vez más receptivo para su joven esposa, quien a pesar de todo lo amaba, pensaba que no era malo, era sólo un ser atormentado por las incongruencias de la vida. El verlo llegar una noche con un hermoso niño que encontró en las vías del tren, le hizo confiar en la bondad del abrumado corazón de su esposo, quien decidió hacerse cargo de la criatura, llegando al grado de mudarse a Memphis, Tennessee para que nadie pudiera reclamar a ese chiquillo que ya formaba parte de su familia.
CONTINUARÁ…
* y** Frases basadas en "El Manual del Guerrero de La Luz" por Paulo Coelho
Fic escrito en conjunto por Las Divinas Místicas de Terry para la GF2020
Fanart por Mist\Byul Hye
Capítulo 3 Memories por Adry Grandchester
Intro por Fedra\Elby8a
Por Psychie\Adry Granchester
─ ¡Querido basta por favor! No creo que sea bueno para tú salud seguir con esa melancolía que no te ha dejado dormir durante años, olvida esa búsqueda insulsa que no te llevará a nada bueno ─Decía una mujer elegantemente vestida a su esposo que se encontraba sentado detrás de gran escritorio finamente tallado en madera de caoba.
El hombre de edad madura de atractivos rasgos faciales mostraba un semblante cansado de mirada rígida con huellas de melancolía que oía sin escuchar las palabras de su esposa. Sumergido en sus pensamientos esperaba el informe mensual que su grupo de investigadores le llevaría. Hacía once años que había iniciado una búsqueda incansable, sin resultados.
─ ¡Por favor!, no comiences con tus comentarios, sabes que me molestan, además en mil ocasiones te he dicho que ese asunto no es de tú incumbencia. Contestó el hombre levantándose de su escritorio. ─Así que por favor vete de aquí, estoy esperando a unas personas, ─Continuó.
La regordeta mujer que a pesar de vestir un conjunto Chanel no podía controlar los gordos que le sobresalían de la espalda y cadera, sus también regordetes dedos se veían aún más con los anillos que utilizaba y que posiblemente tendrían que sacarlos sólo cortándole uno de ellos, su rostro desencajado que se asemejaba al de un cerdo, se volvió hacía su esposo con una mirada severa que a pesar de sus ojos empequeñecidos por las rebosantes mejillas dejaba ver la furia que le recorría.
─ ¡Pero Richard! ¿Me estás corriendo? ¿Es posible que me hagas eso? ¡Cuando lo único que estoy haciendo es preocuparme por ti!, ─replicó ya molesta ─ ¿Me dices que no es mi problema después que me ha tocado vivir tú carácter amargado por la pérdida de ese maldito niño? ¿Crees que ha sido fácil para mí saber que nuestros hijos no te importan? ¡Que te obstinas en buscar a un hijo muerto de una mujer que…!, ─Clarise Grandchester optó por no terminar la frase al ver que su esposo se acercaba amenazante.
Él la sujetó con la mano del cuello apretándolo, mientras de su mirada salían destellos de ira que se clavaron en los de ella que ya los tenía rojos por la presión ejercida que no la dejaba respirar. ─ ¡Cuando digo que no es tú asunto, es porque no lo es!, ¡Cuando digo que te vayas, te irás! ¡Terence es mi hijo, no tuyo! ¡Y no te vuelvas a expresar así de ellos! ¡Tampoco me vuelvas a decir de tus hijos, porque tú y yo sabemos que no son míos! ─decía el hombre que apretaba cada vez más el cuello de su esposa.
Al ver que la mujer se había callado, él la soltó de golpe provocando que ella retrocediera algunos pasos, inclinada con una mano en el cuello y la otra en su barriga tocía tratando de recobrar la respiración. El empresario le dio la espalda para acercarse a su bar y servirse una copa de whisky, temblaba por la rabia que le inspiraba su cónyuge. Había contraído nupcias con ella después de la muerte de su amada Eleanor, la mujer que había sido el amor de su vida y que fatídicamente murió en un accidente en américa, dejando huérfano y extraviado a un pequeño que significaba para ellos la sublime conexión de sus almas, un niño que además era idéntico a ella. Solo bastaron unos días para arrepentirse de haberse amarrado a una persona tan desagradable, ─ ¡Si no hubiera sido tan estúpido! ─Dijo para sus adentros cuando miró el reloj de pared que marcaba las seis de la tarde en punto, las personas que esperaba seguramente ya estarían aguardando por él en la sala de juntas.
─ ¿Sabes querido? ─dijo aun tosiendo la señora Grandchester ─no deberías tratarme así, no te conviene un escándalo y si la prensa sabe lo que acabas de hacerme la famosa y prestigiada Rolls-Royce perderá muchos de sus importantes clientes, ¿qué pensaría su majestad cuando se entere que el dueño de una de las empresas más célebres del Reino Unido y fabricante de sus exclusivos vehículos quiso matarme? Si lo piensas bien, no te conviene, además corres el riesgo de perder a otros, si propago la noticia.
Se trataba de la Rolls-Royce Motor Cars, empresa de automóviles de lujo británica, que había pasado de generación en generación desde 1904 con el tiempo se expandió creando la rama de Rolls-Royce Holdings ingeniería dedicada a la fabricación de turbinas, motores de avión, propulsores marinos y sistemas energéticos proveyendo un amplio rango de servicios, así como productos militares civiles e industriales, era un emporio de gran importancia económica fundada por Henry Royce y Charles Stewart Rolls Grandchester.
Richard Henry Charles Grandchester la había heredado de sus antepasados, por ser el primogénito en turno, tal como lo mandaba el antiquísimo testamento inmodificable que en su cláusula principal estipulaba que sólo el primogénito del actual dueño sería también el único propietario de la compañía, su manejo y fortuna para a su vez entregarla a su primogénito, siempre y cuando fuera varón.
El empresario con la copa de whisky en la mano soltó una fuerte carcajada volviendo su vista hacia la mujer ─ ¡Querida, no me hagas reír! ¡Tú menos que nadie está en posibilidades de hacer algo así! jaja ya me imagino la credibilidad que tienes, si toda la alta sociedad sabe de tus devaneos que han puesto mi nombre por los suelos. ¡Anda inténtalo! ¡Es lo que espero para poder librarme de ti!
─ ¡Ríe Richard, ríe! ¡Ya veremos! ¡Me subestimas! Recuerda que una mujer despechada es el peor de los enemigos que puedes tener y yo por mis hijos soy capaz de todo, ¡lo entiendes de todo! No permitiré que los dejes fuera de la empresa y la fortuna, no olvides que también son unos Grandchester, que tienen los mismos o más derechos que ese detestable muerto, que tú crees desaparecido, ─sentenció la señora tomando su bolso para dirigirse a la puerta, pero antes de alcanzar el picaporte sintió un fuerte tirón de los cabellos enrollados en su tocado.
Richard la había asido del peinado causando que retrocediera para decirle al oído. ─ ¡No juegues conmigo Clarise! ¡Te aseguro que falta muy poco para deshacerme de ti y tus horribles hijos! Mientras tanto ándate con cuidado, no sea que precipites mis decisiones, ─concluyó aventándola contra la puerta, su ira contenida de años afloraba alimentada aún más por el recuerdo de los gritos del hijo de la mucama quien reclamaba la intervención de su madre, la mujer lo miraba impotente al no poder defenderlo de su empleadora. Incontables veces había Richard observado desde la terraza este tipo de escenas perpetradas por Clarise. Él no perdía de vista el maltrato de su esposa quien parecía ensañarse contra ese chiquillo de notables ojos azulados, había notado la preferencia que había desarrollado la rolliza mujer en humillar a otros chicos que curiosamente se parecían a su retoño.
Clarise sorprendida por la violencia de su marido sólo lo miró con recelo, pero no quiso decir más. Por el contrario, le urgía salir de ahí para ver a las personas que se encontrarían con el empresario, así que rápidamente abandonó la oficina para adelantarse a la sala de juntas. Hacía meses que su esposo había cambiado de grupo de investigadores por otro de expertos extranjeros, que prometían resultados contundentes.
Al llegar a la sala de juntas no se le permitió el acceso, descolocada optó por no reclamar regresando por el pasillo temerosa ─ ¿Será que Richard sospecha de mí? ¡No, no lo creo, no hay forma de que se haya enterado! ─Decía para sus adentros mientras iba a toda prisa a su auto, necesitaba llegar a su casa.
Sus pensamientos la llevaron al momento en que conoció a Eleanor Baker, primera bailarina del The Royal Ballet. Clarise Johnson se presentó a una entrevista para ocupar el puesto de asistente de la famosa, quien además de tener un trato amable era muy hermosa con unos impresionantes ojos azules. La diva estaba a punto de contratar a una joven, pero los dotes de abnegación e hipocresía que caracterizaban a Clarise lograron que se decidiera por ella.
Al inicio no tenía ningún objetivo más que relacionarse y obtener un mejor empleo, sin embargo, con el trato que recibía de la bailarina se dio cuenta que podía obtener más, dado que Eleanor era bastante esplendida en la paga y regalos. El trabajo lo realizaba en el teatro, encargándose de llevar la agenda y mantener a la perfección el vestuario para cualquier ocasión, pero ella fue ganándose la confianza de la amable mujer que terminó dándole cobijo en su residencia. Fue de esa manera en que conoció a Richard el guapo esposo de Eleanor, quien le significó su pase directo a la alta sociedad.
Clarise agitó su cabeza volviendo al presente al escuchar la voz de su chofer, quien le anunciaba que ya habían llegado a la residencia, lo más rápido que su corpulento cuerpo le permitió bajó de la limosina, para de igual manera subir sudando las escaleras de mármol y dirigirse a la biblioteca ─ ¿Frank Larson? ─preguntó la mujer a quien le respondió el teléfono.
─ ¿Quién demonios me llama a estas horas de la madrugada? ─respo
ndió una voz áspera ─ ¡No te hagas el estúpido Larson! ¡Sabes perfectamente quién te habla! ¡Así que toma conciencia rápido que no tengo tú tiempo para responder tus tonterías! - riñó la señora.
─ ¡Oh ya, ya, sí mi mente no me falla es nada menos que mi benefactora preferida! ¿A qué debo el honor? ¡No, no me digas, me adelantarás mi jugosa mesada! ¿Verdad? ─rio secamente el hombre. La voz chillona de Clarise retumbó al otro lado de la línea.
─ ¿A ver estúpido con quién diablos crees que estás hablando? Déjate de sandeces y contéstame, ¿alguien te ha buscado?, ¿estás seguro que nadie dará con tú paradero? Responde ─le urgió.
─ ¿A qué viene todo eso?, No me gusta la manera en la que me hablas, ya no tienes ventaja, ¡recuérdalo! ─replicó Larson ─Primero debes decirme para qué quieres saber. ─
─ No tengo tiempo, ¡responde! ─Contradijo la mujer.
─¡No, no te responderé nada, si no me dices lo que pasa!, recuerda que fue por tú culpa que yo me metí en esto, ahora ¿si sucede algo?, créeme que no seré el único que pague las consecuencias ─rebatió la áspera voz del hombre.
─A ver Larson, mi esposo no ha dejado de buscar a su heredero y tú tienes que asegurarme de que no lo encontrará ¿entiendes?, así que más te vale que te cerciores que ese infeliz nunca aparezca ─concluyó.
Larson guardó silencio por unos segundos para después mascullar ─Tal parece que la damita tiene miedo a que todo se sepa y que sus sueños de grandeza se evaporen como el humo que difumina el viento dejando al descubierto los destrozos que deja una fuerte explosión. ¡Pero comprendo para eso está tú buen amigo Larson que cuidará que nada de eso pase, claro mediante un buen incremento en mí mesada! Que, por cierto, ya estamos a fin de mes.
─ ¡Has lo que tengas que hacer!, pero no quiero saber nada de ese asunto, hasta ahora tus reclamos son vanos, ya que te he pagado bastante bien, tanto que has dejado de ser un muerto de hambre ─rebatió la mujer colgando la bocina del teléfono.
─¡Me estás cansando Clarise!, me pregunto qué diría tú millonario esposo sí supiera ¿dónde está su niño perdido?, nada más que con un simple ayudante de mecánico, que tuvo a bien estar en lugar perfecto a la hora indicada ─decía el hombre para sus adentros, mientras pensativo encendía un cigarrillo.
Él había entrado a trabajar en la fábrica que la compañía abriera en Springfield, Massachusetts, Estados Unidos desde 1921 y que era utilizada principalmente para suministrar los vehículos debido a la gran demanda, además de expandirse aprovechando los estragos de la Gran Depresión de 1930, donde muchas empresas no pudieron subsistir entrando en banca rota como Bentley, otra fabricante de autos de lujo.
A los dieciocho años se había casado con Lilly de diecisiete, después de diez años de trabajar nunca pudo subir al grado de mecánico, estaba harto de recibir órdenes, creía que sabía más que sus compañeros, quienes a su parecer le envidiaban. Esa frustración la volcaba a través de la bebida, provocando que cometiera graves errores que propiciaron su despido. Ello amargó su carácter, cada vez más receptivo para su joven esposa, quien a pesar de todo lo amaba, pensaba que no era malo, era sólo un ser atormentado por las incongruencias de la vida. El verlo llegar una noche con un hermoso niño que encontró en las vías del tren, le hizo confiar en la bondad del abrumado corazón de su esposo, quien decidió hacerse cargo de la criatura, llegando al grado de mudarse a Memphis, Tennessee para que nadie pudiera reclamar a ese chiquillo que ya formaba parte de su familia.
CONTINUARÁ…
* y** Frases basadas en "El Manual del Guerrero de La Luz" por Paulo Coelho
Fic escrito en conjunto por Las Divinas Místicas de Terry para la GF2020
Fanart por Mist\Byul Hye
Capítulo 3 Memories por Adry Grandchester
Intro por Fedra\Elby8a
Última edición por Elby8a el Dom Abr 12, 2020 1:39 pm, editado 1 vez
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Pero lo que le interesa a la mujer es que la herencia pase a sus hijos, que no son hijos de Richard, y ahora se ve amenazada porque ha contratado a nuevos investigadores que han prometido dar con su hijo. 
Luego recuerda cómo es que conoció a Richard, nada más y nada menos que por Eleanor ya que ella era su asistente de la diva, lo que no entiendo es ¿qué lo llevó a casarse con ella? 
luego llama a Larson que es el que papá de Jimmy y James.... 
wow que emocionante historia, llena de intrigas, dramas y deseos.
espero con ansia loca el siguiente capítulo. 
04.12.2020
Su odiosa esposa es una ambiciosa que solo piensa en su beneficio y el de sus hijos.... ¿cómo no le ha informado del paradero de su hijo?... 
es una muy mala persona. 
es uno de los mejores FIC´s que he leído.