“UN SEGUNDO ALIADO”
En el cuartel de las Terry Girls, después de que él comandante supremo Grand, fuera presentado, unas babearan, sudaran y otras se sonrojaran del sólo hecho de conocerlo.
Recobraron la compostura al grito de la comandante Yuriko, les dijo que tenían cinco minutos para salir e iniciar actividades.
Se les aviso que tendrían una comida con el Comandante y la Jefa Comandante Odet.
La mayoría de las soldados en el comedor solo suspiraban, todas salieron con el uniforme manchado de comida, pues al no quitarle la vista de encima al comandante.
Del plato a la boca, se les cayó la sopa de tanto mirar al comandante, hasta la sargento Yuriko, que siempre aparentaba ser tan seria para ser ejemplo para su pelotón, se tiró su bebida encima de su uniforme tan pulcro y limpio, fue un dia lleno de emociones , todas durmieron a pata tendida teniendo unas la boca abierta, otras babeando, pero en los más profundo de su subconsciente tuvieron los mejores sueños de su vida con un comandante de ojos azul profundo.
Al otro dia a las 5:30 am en el dormitorio de las Terry Girls, todo se encontraba en calma, solo eran audibles los tremendos ronquidos de las reclutas que dormían a pierna suelta, y alguno que otro gasesillo chillador era presente, en los colchones ortopédicos Cornwell, que fueron especialmente comprados para que descansaran después de un arduo día de trabajo en el cuartel, cuarenta y seis princesas disfrutaban de ellos en sus literas.
De una patada, se abrió la enorme y pesada puerta de roble de caoba, que protegía a las hermosas reclutas.
-¡Arriba flojas perezosas! -grito a todo pulmón la sargento Yuriko Yokinawa.
Las reclutas todas lentas y adormiladas se comenzaron a despabilar, algunas se quitaban las lagañas limpiaban la baba y sacaban el calzon de entre la nalga.
La recluta Ines Ruiz, se encaminaba a la salida, rascándose la cabeza y con su pijama de mameluco de conejita.
-¡Eh! tú Ines, ¿a dónde carajos te crees que vas? -preguntó la sargento Yuriko.
Ines dio la media vuelta con cara de suplica.
-Voy a la pipí -respondió.
-¡Nada, que! se aguanta hasta que terminé de hablar.
Solo corrieron lagrimitas por las mejillas de la recluta. Todas se miraron y decidieron apretar la vejiga ante la orden de la sargento.
El rostro de la Teniente Zul López, se comenzó a transformar en algo parecido a una pistola ultrasónica sus ojos enrojecieron mirando a la soldado An Le Mon.
-¿Que jodidos hace secretaría An Le Mon? -preguntó, pues miro que ya estaba más que lista toda maquillada y con el cabello bien planchado y suelto con su uniforme, con unos botones desabrochados de su camisola dejando ver sus bien y generosos atributos y que en lugar de tener botas, llevaba puestos unos tenis Gucci.
-Aquí no mas jefecita -le respondió-. Poniendome beautiful, para el momento, ese comandante lo amerita ¿a poco no jefecita? y al percatarse de la cara enrojecida de su jefa Zul, pidió al cielo que llovieran pastillas de chiquitolina para desaparecer.
-Bueno, usted no ha entendido ¿verdad? es una cosita seria, no le bastó con el error cometido en la guerra Florida, de irse a publicar a otro cuartel, por estar siempre embelleciendose, usted no va ir a New York, a la semana de la moda, usted está yendo a enfrentar el enemigo, y no son un enemigo cualquiera debemos concentrarnos en replegar a nuestro escuadrón.
Y aunque estaba siendo regañada, todas las demas habian tomado su cosmetiquera y siendo pasada de mano en mano algunas se ponían lipstick, polvo, blush y perfume Coco Mademoiselle de Chanel, algunas hasta alcanzaron a ponerse pestañas postizas como Crystal y Erika.
-¡Bueno ya estuvo¡ -grito la comandante Yuriko-. Esto parece tienda de cosmeticos y perfumeria en lugar de un cuartel de guerra.
Lo decía mirando a la que provocó todo aquello, la soldado An Le Mon, daba vueltas alrededor de ella mirándola de hito a hito.
-Traiga acá -dijo quitándole un labial de las manos, confisco cada uno de los cosméticos-. Tienen cinco minutos para vestirse.
Ya todas con uniforme vestidas, pero bien maquilladas y perfumadas seguían a la Sargento Yuriko hacia el gimnasio, donde había pesas y hasta un cuadrilátero de box y un círculo de combate para artes marciales.
-¿Como así? -se cuestionaba la recluta Rosi Kary, que al ver aquello ya comenzaba a calentar para tirar, golpes de estilo Goku con su clásico ¡camecamejaaaa!
En ese instante de la puerta del cuarto de la puerta del cuarto de entrenamiento de box, salió el comandante Grand acompañado del Teniente Ardley, los dos sin camisa con tan solo unos pants, los dos escurriendo gotas de sudor por sus pectorales moviendolos rítmicamente por la agitación del ejercicio, miraron a todo el cuartel con una risa encantadora y guiñeron el ojo hacia ellas.
Como coreografía todas suspiraron, mordiendo su labio inferior, y en ese instante se escuchó un tremendo porrazo de alguien llendose de bruces, era la comandante Yuriko, que dio el azotón al no soportar tanta presión carnal.
-¿No pues cómo así? ahora si que ya la perdimos -comentó la recluta Linda Md.
Todas explotaron en risa, la generala Yuriko se repuso, al momento que la ayudaban a levantarse, cuando abrió sus ojos miró que estaba entre los brazos del comandante Grand y el Teniente Ardley, lo único que atino a decir fue:
-¿Morí, verdad? y ¿estoy en el cielo, verdad? y tú ¿eres mi angel, verdad?.
El teniente Ardley la miraba con ojos pícaros pero a la vez con ganas de salir corriendo a todo galope.
Todas ahora no podían dejar de mirar al teniente enfrente de ellas, ese guerito musculoso, papi chulo, churro, bodoco, bolillito, bizcocho.
Y al comandante bomboncito, terroncito, tigresito, papasito.
La Sargento Yuriko se recompuso alisó su uniforme debía hacer la presentación del Teniente y decirle al escuadrón de Terry Girls qué, papel jugaría él, en esta guerra.
Escrito por An Le Mon & Saadesa
En el cuartel de las Terry Girls, después de que él comandante supremo Grand, fuera presentado, unas babearan, sudaran y otras se sonrojaran del sólo hecho de conocerlo.
Recobraron la compostura al grito de la comandante Yuriko, les dijo que tenían cinco minutos para salir e iniciar actividades.
Se les aviso que tendrían una comida con el Comandante y la Jefa Comandante Odet.
La mayoría de las soldados en el comedor solo suspiraban, todas salieron con el uniforme manchado de comida, pues al no quitarle la vista de encima al comandante.
Del plato a la boca, se les cayó la sopa de tanto mirar al comandante, hasta la sargento Yuriko, que siempre aparentaba ser tan seria para ser ejemplo para su pelotón, se tiró su bebida encima de su uniforme tan pulcro y limpio, fue un dia lleno de emociones , todas durmieron a pata tendida teniendo unas la boca abierta, otras babeando, pero en los más profundo de su subconsciente tuvieron los mejores sueños de su vida con un comandante de ojos azul profundo.
Al otro dia a las 5:30 am en el dormitorio de las Terry Girls, todo se encontraba en calma, solo eran audibles los tremendos ronquidos de las reclutas que dormían a pierna suelta, y alguno que otro gasesillo chillador era presente, en los colchones ortopédicos Cornwell, que fueron especialmente comprados para que descansaran después de un arduo día de trabajo en el cuartel, cuarenta y seis princesas disfrutaban de ellos en sus literas.
De una patada, se abrió la enorme y pesada puerta de roble de caoba, que protegía a las hermosas reclutas.
-¡Arriba flojas perezosas! -grito a todo pulmón la sargento Yuriko Yokinawa.
Las reclutas todas lentas y adormiladas se comenzaron a despabilar, algunas se quitaban las lagañas limpiaban la baba y sacaban el calzon de entre la nalga.
La recluta Ines Ruiz, se encaminaba a la salida, rascándose la cabeza y con su pijama de mameluco de conejita.
-¡Eh! tú Ines, ¿a dónde carajos te crees que vas? -preguntó la sargento Yuriko.
Ines dio la media vuelta con cara de suplica.
-Voy a la pipí -respondió.
-¡Nada, que! se aguanta hasta que terminé de hablar.
Solo corrieron lagrimitas por las mejillas de la recluta. Todas se miraron y decidieron apretar la vejiga ante la orden de la sargento.
El rostro de la Teniente Zul López, se comenzó a transformar en algo parecido a una pistola ultrasónica sus ojos enrojecieron mirando a la soldado An Le Mon.
-¿Que jodidos hace secretaría An Le Mon? -preguntó, pues miro que ya estaba más que lista toda maquillada y con el cabello bien planchado y suelto con su uniforme, con unos botones desabrochados de su camisola dejando ver sus bien y generosos atributos y que en lugar de tener botas, llevaba puestos unos tenis Gucci.
-Aquí no mas jefecita -le respondió-. Poniendome beautiful, para el momento, ese comandante lo amerita ¿a poco no jefecita? y al percatarse de la cara enrojecida de su jefa Zul, pidió al cielo que llovieran pastillas de chiquitolina para desaparecer.
-Bueno, usted no ha entendido ¿verdad? es una cosita seria, no le bastó con el error cometido en la guerra Florida, de irse a publicar a otro cuartel, por estar siempre embelleciendose, usted no va ir a New York, a la semana de la moda, usted está yendo a enfrentar el enemigo, y no son un enemigo cualquiera debemos concentrarnos en replegar a nuestro escuadrón.
Y aunque estaba siendo regañada, todas las demas habian tomado su cosmetiquera y siendo pasada de mano en mano algunas se ponían lipstick, polvo, blush y perfume Coco Mademoiselle de Chanel, algunas hasta alcanzaron a ponerse pestañas postizas como Crystal y Erika.
-¡Bueno ya estuvo¡ -grito la comandante Yuriko-. Esto parece tienda de cosmeticos y perfumeria en lugar de un cuartel de guerra.
Lo decía mirando a la que provocó todo aquello, la soldado An Le Mon, daba vueltas alrededor de ella mirándola de hito a hito.
-Traiga acá -dijo quitándole un labial de las manos, confisco cada uno de los cosméticos-. Tienen cinco minutos para vestirse.
Ya todas con uniforme vestidas, pero bien maquilladas y perfumadas seguían a la Sargento Yuriko hacia el gimnasio, donde había pesas y hasta un cuadrilátero de box y un círculo de combate para artes marciales.
-¿Como así? -se cuestionaba la recluta Rosi Kary, que al ver aquello ya comenzaba a calentar para tirar, golpes de estilo Goku con su clásico ¡camecamejaaaa!
En ese instante de la puerta del cuarto de la puerta del cuarto de entrenamiento de box, salió el comandante Grand acompañado del Teniente Ardley, los dos sin camisa con tan solo unos pants, los dos escurriendo gotas de sudor por sus pectorales moviendolos rítmicamente por la agitación del ejercicio, miraron a todo el cuartel con una risa encantadora y guiñeron el ojo hacia ellas.
Como coreografía todas suspiraron, mordiendo su labio inferior, y en ese instante se escuchó un tremendo porrazo de alguien llendose de bruces, era la comandante Yuriko, que dio el azotón al no soportar tanta presión carnal.
-¿No pues cómo así? ahora si que ya la perdimos -comentó la recluta Linda Md.
Todas explotaron en risa, la generala Yuriko se repuso, al momento que la ayudaban a levantarse, cuando abrió sus ojos miró que estaba entre los brazos del comandante Grand y el Teniente Ardley, lo único que atino a decir fue:
-¿Morí, verdad? y ¿estoy en el cielo, verdad? y tú ¿eres mi angel, verdad?.
El teniente Ardley la miraba con ojos pícaros pero a la vez con ganas de salir corriendo a todo galope.
Todas ahora no podían dejar de mirar al teniente enfrente de ellas, ese guerito musculoso, papi chulo, churro, bodoco, bolillito, bizcocho.
Y al comandante bomboncito, terroncito, tigresito, papasito.
La Sargento Yuriko se recompuso alisó su uniforme debía hacer la presentación del Teniente y decirle al escuadrón de Terry Girls qué, papel jugaría él, en esta guerra.
Escrito por An Le Mon & Saadesa