La Guerra Florida 2017
Candy Candy: Final Story de Keiko Nagita.
“Derivación” Yuri/+18
Advertencia:
Historia con contenido ADULTO, lenguaje EXPLICITO, de temática Homosexual. Si nada de lo anterior les incomoda, sean bienvenidas...
Continuará ...
Candy Candy: Final Story de Keiko Nagita.
“Derivación” Yuri/+18
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Historia con contenido ADULTO, lenguaje EXPLICITO, de temática Homosexual. Si nada de lo anterior les incomoda, sean bienvenidas...
Julieta
Mientras se jabonaba, recordaba con tristeza y confusión, los sucesos vividos solo hace unas pocas horas atrás. Se vio a si misma hablando de forma desafiante con la cabrona a cargo del local, recordó como esta se reía en su cara.
-Ute cree que es la primera señorita de sociea buscando los faores de mis chiquillas?- le sonrió ladina, mientras la abrazaba por los hombros y la conducía por los recovecos de la casona. –Ute solo dígame que le gusta…- le susurró al oído.
Se recostó en la tina, cerrando los ojos. La imagen de una boca pequeña, labios rojos, rellenos, hicieron que Karen mordiera su labio inferior pensando en ellos. Tés blanca como la leche, pequeña, delgada, pero fuerte. Una cara de ángel que contrastaba con la experiencia que encontraba en esos profundos ojos azules. En silencio y con una sonrisa, la muchacha le había empujado sobre la cama. Asustada y agitada como estaba, Karen no se atrevía a mirarla. La chica tomo su rostro de manera suave pero con firmeza, bajando lentamente el suyo sobre el de ella, sin llegar a besarla. Karen podía sentir su agitado pecho, chocando con el de la joven. Parecía que todas las terminales nerviosas de su cuerpo se hubieran activado, podía sentir cada parte del cuerpo de la muchacha contra el suyo, cada movimiento, cada rose entre ambas producía en ella sensaciones que nunca antes había sentido. Expectante, esperaba el siguiente movimiento de su amante, esta parecía burlarse, tan impávida, tan contralada, que hacía que le ardiera la sangre. Soltó un nuevo suspiro, mientras su mano resbalaba por su húmedo cuello hasta llegar a su pecho, mismo camino que tomara la boca de esa exasperante mujer. Un placentero escalofrió recorrió su espalda, haciendo que se arqueara. Recordó como esas pequeñas manos revolotearon debajo de su falda, la boca abierta, los ojos apretados, sin atreverse a mirar. Sintió como se abría camino esa cálida lengua, dejando su pecho húmedo y frío. De pronto notó como el aire recorría sus piernas, ni siquiera tuvo conciencia de en qué momento volaron sus prendas. Solo entonces decidió abrir los ojos irguiéndose solo un poco. Los azules que la observaban, se transformaron en dos hematitas, mientras la joven humedecía sus labios. Una sonrisa fue lo último que vio antes que la chica se perdiera entre sus piernas. Su mano abandono su pecho, buscando ese mismo lugar, dejando que sus dedos inexpertos comenzaran a moverse como lo hiciera aquella lengua. Los hundió en su cálido interior, abriendo aun más las piernas, contoneando de forma instintiva las caderas. Fuertes y profusos gemidos comenzaron a escapar de su garganta mientras masajeaba sus pliegues cada vez con mayor fuerza. Y al igual que sucediera con su amante, imágenes de Susana Marlowe aparecieron con el último destello.
Desconcertada y molesta, se levantó de la tina en forma brusca, en busca de su bata. La anudo rápidamente, mientras con pasos distraídos se dirigía hasta su cama. Las palabras de Terrence volvían a dar vueltas en su cabeza.
“¿Cómo dice el dicho? Del odio al amor… jajajajaja…”
La risa de Terry resonaba en su cabeza de forma cruel, macabra. Silenciosas lágrimas comenzaron a correr por su cara, mientras tomaba sus rodillas volviéndose un ovillo. Era una verdad tan absoluta como amarga. Cómo? Cuando? Repasaba cada momento vivido con ella desde su llegada. Como le molestaba el que no reconociera su existencia, la rabia que le causaba verle al lado de Terry, sin entender que no eran más que celos. Siempre había pensado que los sentimientos eran un obstáculo, que nublaban la razón, que solo causaban sufrimiento, más aún en personas diferentes como su tío… como ella.
Los días que transcurrieron no fueron los mejores. Karen trataba de evitar a Susana a toda costa, busco sumergirse en los textos, intentando olvidar su total frustración, pero nada parecía funcionar. En lo profesional las cosas no iban mejor, su concentración ya no era la misma y se equivocaba con mayor frecuencia, Robert parecía estar cada vez más molesto con ella, trataba de controlar sus nervios pero no se sentía capaz, cada vez que miraba a Susana, sentía que sus sentimientos se desbordaban, miraba a sus compañeros con vergüenza, pensando que todos eran capaz de ver su triste realidad, por primera vez se había enamorado y lo odiaba.
Los preparativos para la gira del Rey Lear recién comenzaban, durante los ensayos buscaba sentarse en las butacas traseras para poder observar a su amada a placer, a ojos de Karen, el escenario se encendía cada vez que Susana lo pisaba, el ambiente se llenaba con su cálida voz, solo bastaba escuchar las primeras líneas de su texto, para que las lágrimas comenzaran a salir sin control de sus ojos, caían silenciosas y amargas, no se permitía emitir gemido alguno, ya se sentía lo suficientemente patética, como para evidenciar aún más su sufrimiento. Karen comenzó a sentir que se hundía cada vez más en la desesperación, el dolor se estaba volviendo físico y la única forma que encontraba de apagarlo era ahogándolo en alcohol. Una parte de ella agradecía que su minúsculo papel casi no interactuara con el de Susana, esto le significaba el no tener que encontrarse con ella, o mejor dicho con ellos. El ver cómo le miraba, como buscaba prodigarle de un cariño que para ella estaba vetado, le mataba. Era una carga muy dura tener que actuar frente a los demás, tratar de mantener su conocida altivez, cuando por dentro estaba hecha pedazos. A duras penas había logrado sobrevivir a esta temporada, durante la gira por Estados Unidos, la actitud posesiva de Susana se había endurecido, algo sucedió, desde que dejaran Chicago, que hizo que no abandonara a Terry ni a sol ni a sombra. La desesperación comenzó nuevamente a ser mella en su ya frágil estado anímico. Como nunca había agradecido el final de la gira, retornar a Nueva York, su departamento y a los brazos de aquella muchacha. Sus visitas al prostíbulo se estaban haciendo más regulares, cada vez que la veía correr desesperada tras él, ella corría rumbo al norte, en busca de ese cuerpo, que era como un opio que le entumecía el alma y los sentidos
Caminaba por la Broadway, de forma distraída, absorta en su pesar, lo único que quería era llegar luego al teatro para ocupar su cabeza.
-¡Karen!- se giró al oír que gritaban su nombre.
-Que tal Grandchester- no podía evitar sentirse culpable, desde la gira le evitaba, tantos sentimientos confusos le provocaban su presencia; le odiaba, envidiaba, y agradecía su falta de interés por Susana. Terry corrió ese corto trecho hasta alcanzarla
-Tú también supiste de la noticia?- hablaba entusiasmado.
-No he sabido de nada, no ves que voy camino al teatro igual que tú?- le indico. -Pero por tu comportamiento de cachorro con juguete nuevo, asumo que me harás participe de ella, aun así no te lo pida jajajajajaja-
-Hare como que no escuche aquello- ni siquiera se mostraba molesto. –Susana, como de costumbre se fue a meter a mi departamento y…-
Solo escucharle pronunciar su nombre era un como un golpe en el estómago, se sentía molesta, harta, si tan solo fuera un hombre, le partiría la cara
-Me estas escuchando Kleise?! Romeo y Julieta!!- decía mientras la zarandeaba.
-¿Qué dices?- respondió confundida
-Según Susana es el próximo proyecto, vine corriendo en busca de más información, cuando serán las pruebas…-
Karen ya no le oía, Romeo y Julieta. Se decía que la pareja que lo protagonizaba terminaba unida. Seguramente Susana sabía lo mismo que ella, y estaba deseosa de ganar el papel. No podía permitirlo. Las semanas siguientes se preparó a conciencia para el papel, ya no bebía, había dejado de ir al burdel, se la pasaba día y noche repasando las líneas, si quería mantener a salvo su cordura, este papel debía ser suyo.
El día de las audiciones había llegado, no había sido capaz de dormir la noche anterior, nunca antes se había sentido tan ansiosa, había tanto en juego. Se dio una ducha rápida y se dirigió a toda velocidad al teatro. El ambiente era un reflejo de su propio sentir, podía palpar los nervios de cada uno de los presentes, cada uno encerrado su propio mundo, en sus propias preocupaciones. Mujeres y hombres fueron llamados para ser ataviados para el papel
Mientras todos represaban sus líneas en una habitación común, Karen se perdía en las líneas del rostro Susana, se veía tan hermosa, que su corazón cayo por los suelos lleno de desesperanza.
-¡Acérquense todos!- el director había entrado a la habitación, llamando a sus actores. – Prepárense porque vamos a comenzar las pruebas para el papel de Romeo y el de Julieta. Hemos montado la escena para ayudarles en el proceso, los llamaremos de par en par, les deseo mucha suerte- todos habían respondido con un unísono “Gracias”, salvo ella, sentía su boca reseca. –Comenzaremos con el papel de Romeo, Harry Grant- apunto al joven.
-Si- salió un compañero al paso
-Y en el personaje de Julieta Susana Marlowe-
-Pero, como?! No hago pareja con Terry?- la reacción de Susana le sorprendió, cerró los ojos buscando concentrarse nuevamente, intentando olvidar que la tenía a su lado. –El personaje de Julieta lo hago mejor con él
-¡Eso lo decido yo!- dijo molesto el director, sacándola nuevamente de su concentración.
-Está bien- había dicho, pero su rostro demostraba su desazón y Karen no era capaz de ignorarlo.
Una vez que desapareció por la puerta, Karen tomo asiento frente al espejo, tratando de repetir las líneas en su mente, se miraba con reproche, tratando de controlar sus nervios. No se dio ni cuenta del tiempo transcurrido. La puerta volvió a abrirse
-¡Atención!- llamo el director y todos avanzaron en torno a él. – La prueba va a continuar, en el papel de Romeo, Terry Grandchester-
-Si- se adelantó hacia el director.
-Para Julieta, Karen Kleise-
-Si- sonrió e imito a su amigo. Había llegado el momento, tenía que estar tranquila, se sabía el texto de memoria, podía superar a Susana.
El director los llevo por los pasillos conduciéndolos a la parte trasera del escenario, en eso Harry y Susana salieron a su encuentro.
-Buena suerte Terry- las palabras de Susana fueron un golpe a su estado anímico.
Las pruebas habían terminado, y Karen se sentía satisfecha, tuvo mucha suerte de tener por compañero a Terry, era un actor soberbió, de los que instaban a dar lo mejor de sí, a ponerse a la altura de su presentación. Después de mucho tiempo, volvía la seguridad a su cuerpo. Esa noche al fin pudo descansar. A la mañana siguiente se levantó tranquilamente, con nuevos bríos, se dirigió al teatro. Todos estaban en torno a la pizarra esperando la publicación de los nombres. El director apareció por la puerta, dedico palabras de felicitaciones a todos los presentes, para luego dirigirse a la pizarra para pegar el listado.
Romeo…………. Terrence G. Grandchester.
No pudo evitar sonreír al leer su nombre, en su mente no cabía dudas que su rival en amores se haría del papel.
Julieta………… Susana Marlowe.
Los ojos de Karen se llenaron de lágrimas. Rabia, frustración, era lo único que sentía, se giró con brusquedad buscando una salida, chocando de frente con Susana. Sonrío con sorna.
-Rómpete una pierna- le dijo mirándole a los ojos*.
-¿El papel es mío?! Y Terry?!- empujo a Karen hacia un lado, para mirar la pizarra.
Sin mirar atrás, tomo el poco orgullo que le quedaba y se marchó.
* El dicho ""rómpete una pierna"" tiene varias teorías acerca de su nacimiento. Ya desde el siglo XVIII los actores complementaban su salario con las ""propinas"" del público. Los asistentes demostraban su gusto o disgusto por la actuación arrojando al escenario monedas o en su defecto vegetales. La acción de ""quebrar"" o doblar la rodilla para recoger las monedas, hecha por los actores después de función era entonces algo muy apreciado, a mayor ""quiebre de rodilla"" mayor ganancia.
Continuará ...