** ALSS ** UN email PARA MI NOVIA ** CAPÍTULO 2 ** APORTE N° 07 ** AGENTE ESPECIAL CAROLINA **

Los personajes son creados por la escritora Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi, seudónimo de Yumiko Fijii, publicado en Japón por Kōdansha Ltd. desde 1975 a 1979.

Ya habían pasado dos semanas y el famoso compañero inglés nada que aparecía, cosa que para nada molestó al joven, tenía el dormitorio para el solo, ya lo había acomodado a su gusto, respetando el espacio de su compañero ausente, había instalados unos afiches de paisajes de África y la selva amazónica, se había comprado unas sillas bastante cómoda un escritorio, un televisor gigante, un buen estéreo y una nueva computadora de última generación, bien sabía que su tía había mandado hacerle algo a su portátil para mantenerse enterada de todos sus movimientos y George siempre alerta lo había descubierto a tiempo.

Podía entrar y salir a sus anchas sin ser vigilado por nadie, sin tener que hacer itinerarios ni horarios, su tiempo era suyo y él se sentía libre.

El décimo día de estar ahí decidió salir del campus a conocer los alrededores, había escuchado de una cafetería en donde se podía comer postres caseros deliciosos y en dónde el ambiente era relajado.

No fue necesario caminar mucho, pero recordó que George le dijo que pronto podrían ir por un auto para que se movilizara y pudiera salir a pasear cuando quisiera.

La cafetería era acogedora, estaba adornada con sillas y mesas sencillas de madera, en el mostrador se encontraba el nombre del local "DULCE TENTACIÓN"  el leer aquello le hizo sonreír y recordar a la menuda rubia que vio el día que llegó a la Universidad.

-Buenas tardes por favor, me da pastel de melocotón y un café, la chica que atendía la barra se encontraba de espalda y sin volverse le contestó.

-Deme un minuto por favor, ya le atiendo.

El uniforme que llevaba era rosa y blanco,  su cabello lo llevaba recogido en una  trenza, hasta arriba en su cabeza, cuando se volteó abrió muchísimo sus ojos, lo mismo que él.

Sin poder evitarlo se sonrieron mutuamente, fue algo natural hacerlo, era como si de siempre se habían saludado de esa manera.

-Hola, dijo él

-Hola, le contestó ella y nuevamente ambos se sonreían.

Sin decir más se acercó a la máquina de café y le preparó uno, el más grande que servían en la cafetería.

-Así se quedaría un buen rato mientras se lo tomaba, pensó ella.

Luego buscó el trozo más grande de paste de melocotón y lo colocó en un plato, estaba por dárselo cuando se detuvo un momento.

-Por favor siente en aquella mesa, en unos minutos te llevo tu ordenen, mientras él asentía con su cabeza y giraba a ver hacia el lugar en donde ella le señalaba, ella ampliaba su sonrisa.

Ella sonreía al ver que él aceptaba, y casi saltaba de gusto, cuando menos lo vería mientras estuviera en la cafetería, después que lo vio aquel día, cuando tenía clases estaba alerta por si lo encontraba, estaba dispuesta a presentarse ella misma si era necesario, pero no habían coincido, ni de lejos lo había visto, con eso se habría conformado ella, ese chico alto y rubio le había robado el sueño, cada noche lo había soñado y ese día lo tenía por fin tan cerca. Mientras caminaba con la orden en una bandeja recordaba lo que Annie y Eliza le dijeron ese día.

- No debes fijarte en ese chico, es tu oportunidad de conseguir un hombre de posición y salir de abajo, en esta Universidad asisten los hijos de gente bien.

-Yo no quiero un chico bien, yo quiero un chico bueno, un chico lindo y decente, este parece ser decente, no como ese otro pelado, la rubia sacudía la cabeza tratando de borrar de su mente a ese arrogante e insufrible hombre que trato de besarla borracho.

En la mesa un rubio de ojos azules la veía expectante, seguía cada uno de movimientos y sus gestos, eran tan adorables, la combinación perfecta de belleza e inocencia.

-Te traje lo que pediste y un extra, la especialidad de la casa, la chica señalaba una rebanada de pastel de triple chocolate con una sonrisa radiante.

-Muchas gracias, se ve delicioso, al enderezarse con la bandeja en una mano, él pudo leer el nombre escrito en su gafete "Candy"

-Nada de gracias, el de chocolate va por la casa, a demás es mi pastel favorito, espero que te guste y vuelvas por más, si quieres alguna otra cosa haz una seña y enseguida te atiendo.

-Muchas gracias Candy.

-Siempre a tu orden, diciendo esto le guiño un ojo.

-Albert, dijo él con una sonrisa tan dulce que ella casi se derretía.

-¿Perdón?

-Mi nombre, ese es mi nombre.

-Okey, Albert si me necesitas no dudes en hacerme una seña, esta hora suele ser muy concurrida, vienen muchos chicos del campus y estoy bastante atareada.

- No te preocupes, con esto tengo para un buen rato, hacia un gesto con un dedo señalando lo que obtenía su plato y ella sonrojándose le sonreía.

-Pues tienes que acabártelo todo, es pecado desperdiciar la comida mientras otros pasan hambre, su rostro se torno serio al decir aquello.

-Estoy de acuerdo contigo, no es justo desperdiciar los alimentos cuando muchos no tienen que llevar a su mesa, esa chica era asombrosa, nada que ver con las mujeres frívolas y vanidosas que se movían en su círculo social.

-Bueno Albert, en un rato vengo a darte una vuelta, ya están llegando los clientes y tengo que trabajar.

Las horas pasaron y Candy, iba y venía de la mesas a la barra, orden tras orden, atendía a los clientes, en más de una oportunidad estuvo a punto de levantarse Albert de su silla porque algún gracioso quería propasarse con la rubia, pero ella Sólita se hacía respetar.

Mientras más la veía, más le gustaba, por más que quiso no pudo retirarse, por suerte en su mochila llevaba algunos libros que tenía que leer y aprovecho para ponerse a estudiar, cuando se percató de la hora ya estaban por cerrar y aprovechando la oportunidad se ofreció a acompañarla a su casa, las compañeras de Candy cuchicheaban entre ellas y se reían al verla.

-¿Te puedo acompañar a tú casa? Preguntó el con temor ha ser rechazado.

-¿Mi casa? Ojalá, vivo en el campus, trabajo medio día para solventar mis gasto, la becaque tengo cubre todo el gasto de la universidad pero no los personales, él abría desmesuradamente los ojos, su pequeña princesa tenía que trabajar para costear sus gasto.

El camino se les hizo corto ella hablaba, y él escuchaba con atención, se enteró que estudiaba Medicina, que era huérfana, que nunca fue adoptada y que al cumplir la mayoría de edad en lugar de abandonar el orfanato, se quedó para ayudar a cuidar a otros pequeños que eran abandonados a su suerte, como ella.

-Ya llegamos Albert, espero verte pronto, sin más se paró en la punta de sus pies y le dio un sonoro beso en la mejilla y luego se alejo corriendo, Albert se quedó en una pieza asombrado, durante los últimos metros iba pensando como despedirse y ella sin más le beso en la mejilla, aquel beso inocente lo hizo simplemente feliz, camino hasta su dormitorio sonriente, sintiéndose en las nubes, aún podía sentir el aroma de su perfume, esa tarde había resultado ser la mejor que recordaba haber vivido en su vida.



Continuará..........................